sábado, 27 de agosto de 2011

Las leyes universales de la naturaleza: Murphy y Peter

    No voy a explicar de que van, porque para ello están sus libros, y miles de páginas webs que explican sus orígenes, historia y demás. Tampoco va a ser una exposición de leyes de una y otra rama de las ofrecidas. Sólo será un artículo de opinión, ya que hoy estoy inspirado en poner a parir a algo, pero no se me ocurre el qué (con la que está cayendo, éstamos saturados). Sin embargo, no tienen porque ser instituciones o políticos a criticar, ya que ambas se encuentran sujetas, igual que el resto oficios, ocios y vidas, a los principios universales que he mencionado en el título de ésta entrada. Para quienes desconozcan éstas leyes les daré tres máximas (las dos primeras de Murphy, y la tercera de Peter), para que sepan de que estoy hablando, pues son muchos las que las conocen, pero no saben de donde provienen:

    - Si algo tiene que salir mal, saldrá mal.
    - La tostada cae siempre del lado de la mantequilla.
    - Todo individuo, en una jerarquía, llega a su nivel de incompetencia.

   Son las que se me ocurren por el momento, ya que no tengo ganas de buscar ambos libros en mis estanterías. Sólamente diré, que aplicando ésto, ya sea Dios, o la madre naturaleza, tienen un negro sentido del humor. Y se ríe de nosotros constantemente. Pues cuando todo parece ir bien, siempre aparece el tonto de turno que echa a perder todo cuanto se ha trabajado a lo largo del tiempo. Y ésto es universal, pasa en España, Estados Unidos, Conchinchina, e incluso en el planeta nuevo que se ha encontrado Gliese 581. Es ese mal que tan bien viene retratado en uno de los episodios (aunque llevado al extremo) de una de las series más conocidas del mundo: Los Simpsons. Donde Frank Grimes cae a un pozo sin fondo por culpa de Homer Simpson; un personaje querido por el público (lo que da fe a lo que digo), que plasma la realidad perfectamente de éste tipo de personas, que hunden a todo aquel que le rodea; aunque no sea a propósito. Y es que señores: no hay nada peor que un vago al que todos le ríen las gracias. Pues es aquel que destruye el espíritu trabajador de cualquier lugar, y en caso de ser en tiempos de ocio, suele ser, hasta capaz, de lograr broncas y peleas donde antes no las había, enemistando gente que venían teniendo trato desde hace años. Son aquellos, que por pena, o por gracia, al final siempre consiguen lo que quieren, aunque sea jodiendo a los demás. Incluso a aquellos que les ríen las gracias. Teniendo, encima, en todos lados una legión de seguidores. Y es que como decía mi madre: no hay nada peor que el tonto del pueblo.

    Y si no lo tiene, no se preocupe, ya aparecerá, tarde o temprano, ya que ésto es como el atardecer, cae seguro. Sino piénselo, y detrás de cada historia de un tonto, siempre hay un hilo que seguir, siempre hay un momento clave en el que, gracias a él, ese Homer llega a tu vida, sino investiguen. Y creánme, no hagan nada por luchar a contracorriente, la gente siempre dirá: él es que es así, no lo habrá hecho a propósito, y cosas de ese estilo. Hagan lo que hagan, siempre tienen a la opinión de su favor. Y aunque usted prediga punto por punto todo lo que va a suceder, y lo que es peor, que encima acierte, no se enfurezca, ni se preocupe, apártese, y aléjese todo lo que pueda, si es que lo logra... Pues nadie pensará como usted, y al final, lo que conseguirá es poner a todos en su contra. Y no le diga que hay normas de convivencia, ni que hay que trabajar, ni nada por el estilo; pues encima dirá a todos que es un negrero, que es envidioso, o lo que sea; y todos le creeran a él, y no a usted, por muchos hechos empíricos que exponga. Para más inri, él ascenderá, o encontrará un lugar fijo en una empresa, o alguna administración pública, mientras que los demás, nos partimos el espinazo, para que reconozcan nuestra labor y podernos ganar el pan, cobrando una mierda; mientras él en su puesto, su nivel de incompetencia es escandaloso, pero ya nadie le va a decir nada, ya que él es así. Y es que si los idiotas volaran, no veríamos el sol.
     Así pues, para mí el mundo se puede dividir (a groso modo) en dos: los Homer Simpson, y los Frank Grimes, ¿entre quienes está usted?. Un saludo desde el sur.
Homer Simpson

Frank Grimes

domingo, 21 de agosto de 2011

El pasado vikingo de Cádiz

   Por pocos es sabido, pero sin embargo, si casi todos los pueblos pasaron por Cádiz, ¿por qué no lo iban a hacer los vikingos, o normandos, según se prefiera?. Ésta es una entrada breve, pues su presencia en Andalucía también fue corta, y apenas dejaron rastro alguno, salvo algunas fuentes árabes que comentan tal suceso. Evidentemente, no me refiero al Ikea de Jerez; aquellos hombres del norte, aparecieron allá por el año 844, en pleno emirato de Abderramán I. Ya se pasaron, antes por Asturias, donde los cristianos del norte (más brutos aún) les dieron una buena somanta de palos; así que aquí venían como el que llega al segundo pub tras haberlo echado el "gorila" del primero, es decir, con mala ostia. El caso fue, que al fin y al cabo, establecieron sus bases en las islas de Saltés (Huelva) y Cádiz, ésta última, una reducida población de pescadores, que vivían entre ruínas, y que ya nada tenía que ver con el pasado glorioso que tuvo la ciudad. Tras tomar, sin apenas resistencia la aldea, se establece como centro de operaciones de los asaltos que pretenden hacer a las ciudades de Sevilla y Córdoba; no antes sin arrasar medio Golfo de Cádiz. A ellos se les atribuyen, según algunas fuentes, la destrucción del ídolo de Cádiz, una enorme estatua bañada en oro, al más puro estilo del Coloso de Rodas, y que servía de faro; pero eso será tema de otra entrada, pues ésto no está del todo claro, ya que para otros fueron los almorávides los que acabaron por derribarlo.

     Los normandos, buenos saqueadores, pretendieron, como ya mencioné antes, apoderarse de las riquezas de Sevilla, y sobre todo de Córdoba, que por aquel entonces, era una de las pocas ciudades prósperas de Europa. Remontando el río Guadalquivir, en sus famosos Drakkars, llegaron hasta la ciudad hispalense, que en aquella época no tenía muralla alguna, pues los reinos cristianos del norte éstaban bastante lejos, y no se preveía peligro alguno; pero sin embargo se equivocaron, no contaron con los vikingos, que venían de arrasar media Europa. Así pues, enterada la población de Sevilla de la presencia de los "Mayus" (como llamaban los andalusies a los vikingos) por el río grande, huyó todo el que pudo de la ciudad, llegando las noticias de lo que se aproximaba hasta Córdoba. Tan sólo quedaron un pequeño grupo de ancianos y desvalidos que se refugiaron en la mezquita aljama, o principal, para que nos entendamos. Al llegar aquel temible contingente de bárbaros, se encontraron una ciudad desierta, a la que se dedicaron a saquear a gusto, y a aquellos que se refugiaron en la mezquita se les pasó a cuchillo, sin dejar a nadie con vida. Tan tranquilos estaban, que en ésto, llegó Abderramán I con un ejército, como tal vez no vieron nunca; enfrentándose ambas culturas en una cruenta batalla en lo que hoy es el Aljarafe sevillano. Desbordados, los normandos tuvieron que tocar retirada, y volver a puerto base, con la esperanza de regresar, para saquear Córdoba, pero nunca lo lograrían, como tampoco lo lograron con Santiago de Compostela, otro de sus objetivos. Con todo ésto, los hombres del norte tuvieron en sus manos la ciudad de Cádiz por un tiempo de ocho años, de los que no quedan restos algunos de su presencia (aunque en Cádiz, cualquier excavación puede dar con restos de distinto índole, y por tanto no es descartable encontrar algo de ellos). Por ello, todo ésto que he contado, se basa en distintas fuentes escritas, y no arqueológicas. Al cabo del tiempo Abderramán I terminaría por expulsar a los vikingos de Cádiz, construyendo un castillo (en la zona del Pópulo), y una torre almenara (en el Castillo de S. Sebastián). Aún así, muchos nórdicos quedaron mezclados con la población, y se quedarían para siempre, aunque fueran convertidos al Islam.

     Aunque la amenaza, no desaparecería hasta un puñado de siglos después, pues los Mayus rondarían las costas durante un buen periodo de tiempo, aunque ya sin éxito alguno. Y posteriormente, algunas centurias más tarde, el peligro llegaba de manos de una conspiración, en la que el obispo de Santiago, con ayuda de algunos nobles, tomaron contacto con Guillermo I "El Conquistador", rey normando de Inglaterra; para proponer una invasión de los reinos hispánicos, en una de las múltiples rencillas entre casas nobiliarias. Pero la muerte prematura del rey, dio al traste con todos los planes, cuando ya estaban listos para ser ejecutados. Así pues, España se libró de otra de las cuarenta mil invasiones de las que tuvo a lo largo de su historia. Un saludo desde el sur.

Apacible imagen de La Caleta, que contrasta con lo que se vivió en aquella época.



domingo, 14 de agosto de 2011

¿Que fue Tartessos?

    Era mayo del año 2.001, y en la estación de ferrocarriles de Huelva, estaba yo sólo, a las 14:10 horas, con un calor insoportable, rodeado de moscas y con una atmósfera polvorienta, así que decidí entrar en uno de los vagones del tren con destino a Sevilla, para hacer luego trasbordo a San Fernando. El aire acondicionado alivió la pesadez del cuerpo, y tras comerme el bocadillo, decidí echar una ojeada a una pequeña guía que un mes antes me había comprado, así hacía tiempo mientras el tren estaba parado, pues su salida era a las 14:35. El pequeño libro en concreto, era una guía de rutas arqueológicas por Andalucía; al rato, un hombre mayor se acomodó en los asientos que estaban al lado de los míos, reparé en que me observaba constantemente, el tren estaba vacío, y él se tuvo que sentar justo al lado de mis asientos. Empecé a incomodarme, y pensé en cambiarme de asiento. Cuando el silencio parecía cortarse con un cuchillo, el hombre me pidió un momento el libro para echarle un vistazo, no sin cierta desconfianza se lo presté, mientras leía, estuve pendiente a él, tras una breve ojeada, me lo devolvió, y me comentó que le parecía interesante; sea como fuere, todo derivó en una amena conversación que duró las dos horas de trayecto que había entre Huelva y Sevilla, y para sorpresa mía, aquel hombre, era un arqueólogo jubilado, y en tiempos, director del Museo Arqueológico de ésta última ciudad, y doy fe de ello, pues en un tiempo record me dio un repaso de todos los yacimientos andaluces, como si fueran pocos...

      A fín de cuentas, cómo ambos éramos andaluces, el centro de la conversación terminó en la antigua civilización de Tartessos, y hoy día, tras leer varios libros, recuerdo que tenía afinidad por la teoría de Schulten. Haciendo un recorrido imaginario por los distintos yacimientos, me habló de Doña Blanca, una importante ciudad fenicia, que se conserva, con todos sus sectores, y algunas casas, prácticamente conservadas enteras, junto a la Torre Medieval de Doña Blanca, en el Puerto de Santa María, a pies de la Sierra de San Cristóbal. Para él, dicho yacimiento, era la antigua Tartessos, es curioso, siempre había pensado que se encontraba en Huelva o en Asta Regia (Jerez). Sin embargo, me contó, que dicha ciudad está excavada en un escaso porcentaje, y que debajo de la tierra se esconde más de lo que imaginamos, tales, como barrios griegos, íberos, etc. en una "especie de Nueva York de hoy día", según sus palabras, donde existen Chinatowns, Little Italys y demás. Fue una sorpresa que no me esperaba, hasta ahora todos los libros me decían que el yacimiento era exclusivamente fenicio, con algunos rasgos calcolíticos en sus lomas más cercanas, sobre todo en el Aculadero. Y sin embargo, no es al único que he escuchado comentar las maravillas sin desenterrar del lugar. A fín de cuentas, ese es el principal problema de Tartessos, que en Andalucía todo se tapa con cemento para que nadie se entere, y no se paralicen las obras, y la administración, hace la vista gorda, y no da dinero para nuevas excavaciones.

       Da la impresión, desde fuera, que Tartessos es un viejo cajón de sastre, donde cabe todo lo que no casa con lo puramente fenicio, lo que no se sabe ciertamente que es, es tartésico. Sin embargo, después de leer varios libros, pienso que éste señor no iba muy desencaminado: Tartessos fue una zona comercial única, como la costa este de EEUU, donde coincidían varias civilizaciones que se hicieron de oro en sus mejores tiempos. Ya que según los textos clásicos nada cuadra, para algunos eran celtas, para otros íberos, para muchos griegos, norteafricanos y para los nuevos arqueológos era la colonia fenicia del suroeste español; de todo se ha dicho. Para que quede bien claro, expongo aquí las teorías más comunes:
    - Colonia Fenicia del suroeste español: según los restos, ésta civilización tuvo más influencia de lo que decían los textos clásicos (que eran griegos, y quisieron llevarse el mérito), pues al no dejar nada escrito, no se han dado autobombo. Y es cierto, la presencia fenicia, es la más importante en el triángulo de Huelva, Sevilla y Cádiz. Sin embargo falla algo, los fenicios no colonizaban, sino que construían factorías, pues eran comerciantes, y con alguien tenían que comerciar, y según ésta teoría, la zona estaba despoblada.

    -  Gentes de cultura atlántica mezclada con fenicios, es decir, celtas de toda la vida, que acabaron por fusionarse con los semitas comerciantes, de ello da fe, varios monumentos, como la piedra escalera de Ranchiles (Tarifa), y sobre todo, el depósito de la Ría de Huelva, que son puntas de flechas y espadas de tipo atlántico. Sin embargo, ésto tiene su punto débil, ¿por qué no pensar que los tartesios contrataran a algunas tribus de ésta cultura como mercenarios para que defendieran ciertas zonas, dándoles terrenos, como era común en la antiguedad?, como por ejemplo, hizo Roma con los godos, a fín de cuentas los guerreros celtíberos eran muy cotizados.

    -  Íberos mezclados con fenicios, és la teoría más común, y la más extendida de todas, desde hace casi un siglo, pero la urbanización de toda la zona es fenicia, y no íbera, aún así, para mí es la que tiene más probabilidades de acertar

    -  La teoría del alemán Adolf Shulten, quien mezcló Tartessos con la Atlántida, como el que mezcla whisky con vodka en un botellón, y da una importancia clave a los griegos que se dieron un autobombo tremendo, pues a fín de cuentas son lós únicos que han dejado algo escrito, junto con la biblia, sobre Tartessos. Ésta es una teoría del XIX, y prácticamente se ha descartado.

     - La de aquel señor del tren, que no la he escuchado en ningún lado más, en la que los Tartessos, eran los famosos Pueblos de Mar, que arrasaron Egipto, Grecia y Anatolia; nada menos. De ésta, sincéramente, no se puede decir, ni que sí, ni que no, pues no habrá pruebas nunca de ello, aunque en la antigüedad, eran famosas las naves de Tarsis, que llegaban hasta Inglaterra en la famosa ruta del estaño, pero sinceramente, no casa con la idea de un lugar que fue clave para el comercio.

      - Y la mía, tal vez un poco chaquetera, pero, quien sabe, a lo mejor tengo hasta razón. En la que todas las teorías anteriores tuvieran su parte de razón, ya que como es sabido, la zona suroeste española era un cruce de caminos, en el que llegaron gentes de cultura atlántica por la línea de costa, íberos por la zona éste del valle del Guadalquivir y de las sierras Béticas, fenicios que establecieron importantes factorias en toda la costa andaluza, desde Huelva a Granada; y porque no, una ligera participación de los griegos, que según sus textos, fundaron Puerto Menestheo (El Puerto de Santa María) y Mainake (Málaga). Con el tiempo, y debido sobre todo a las caídas de las metrópolis (a manos de distintas civilizaciones), todos acabaron por fusionarse e independizarse, como pasó con América latina, donde los rasgos amerindios predominan sobre los europeos, gracias a la mezcla de razas.

    Hay que decir que Tartessos fue una cultura muy refinada, como demuestran el tesoro del Carambolo, o los candelabros de Lebrija (con el que el mayordomo mató al señor Tate en el cluedo fenicio). Sin embargo, aunque Schulten buscó un final catastrófico para la civilización, lo más normal, es que éstos perdudaran hasta época romana, en las que fueron absorbidos, casi de forma pacífica, convirtiédose en provincia senatorial a diferencia de muchos de los lugares conquistados, gracias a su cultura. También es común considerar que los Turdetanos era una cultura descendiente de Tartessos, aunque últimamente, se piensa que eran dos formas distintas de nombrar a una misma civilización, una de forma griega, y otra latina. Tambien constatar, que realmente no se sabe que era Tartessos, ¿una ciudad (que no se ha encontrado)?, ¿el río Guadalquivir?,  ¿un reino?, ¿o un conjunto de ciudades-estados?. Ellos dejaron escritos, como no, en placas de metal, pero nunca se ha podido traducir, nos falta nuestra piedra roseta, para corroborar como decían los textos clásicos los nombres de algunos reyes como Gerión, Habis, Gárgoris o Argantonio que llegó a los 120 años de edad (murió de viejo). Se decía que tenían leyes escritas en versos de más de 6.000 años de antigüedad, por desgracia, es poco lo que se sabe, para distinguir lo que es mito de la realidad. Pero quien sabe, a lo mejor, algún día, en la isla de Saltés, en Doña Blanca, en Asta Regia o en cualquier lugar se encuentre una ciudad con un cartel que diga: Welcome to Tartessos. Un saludo desde el sur.

Piedra escalera de Ranchiles, al parecer un templo con rasgos celtíberos, en Bolonia, Cádiz

Silla del Papa, otro parecido al anterior, también en Bolonia

Candelabros de Lebrija, de refinada técnica

El famoso tesoro del Carambolo, en las cercanías de Camas, Sevilla

Inscripción tartésica

Barrio fenicio de Doña Blanca, El puerto de Santa María, Cádiz

Casco corintio, museo de Jerez

Restos íberos de Carissa Aurelia, Bornos, Cádiz

sábado, 6 de agosto de 2011

Una ermita misteriosa

     Hace ya algunos años que fuí a ver a aquella ermita, ahora, su acceso es fácil, y tiene regulado un horario de invierno y de verano, con posibilidad de verla, tanto por la tarde como por la mañana, casi todos los días del año. Pero de aquella, por el año 2.007, aún costaba trabajo visitarla. Tan sólo abría una o dos veces al año, y normalmente, en fechas cercanas a las Navidades, en jornadas de puertas abiertas. El día que accedí a ver a aquella ermita, hacía una niebla muy densa, y costaba ver apenas un par de metros, así que el conducir hasta allí con un viejo Clío, que rozaba la veintena de edad, era toda una odisea para un conductor novel como yo. Sin embargo, era la ocasión perfecta, y la visita no me defraudó en absoluto. Visto desde fuera, no llama la atención de nadie, pues parece una cortijada más de las que abundan en la zona; se entra desde la carretera que une Medina Sidonia con Benalup-Casas Viejas, casi en primera, o a punta de gas, y jugándote el coche en un corto camino asfaltado que parece llevar abandonado medio siglo, una vez se llega, hay que aparcar junto al muro, en una enorme cuesta, donde recomiendo aparcar de lado, por si el freno de mano falla, y sobre todo, mucho cuidado al bajarse del coche, pues es tal la inclinación, que si posas mal el  pie, aparte de jugarte el tobillo, puedes caer rodando hacia abajo. La ermita en cuestión, está a las afueras de Medina Sidonia (Cádiz), y se llama: De los Santos Mártires.

     Una vez dentro, se puede observar que la vista desde fuera engaña, ahora se empieza a percibir una antigüedad bastante respetable, y aquel día de niebla venía a confirmarme aquella percepción. Algunas columnas romanas tiradas por el suelo, una cruz visigoda, y sobre todo, un torreón romano, con terminación árabe, que con la humedad saturada del aire de aquel día y los musgos, tienen más aspecto irlandés que del sur de España. Pocos saben, que la ermita en cuestión es el templo católico más antiguo de Andalucía, en plena competencia de edad, con las también visigodas, ermitas de la Tierra de Campos, calificadas entre las más antiguas de nuestro país; sólo que ésta, se encontraba en territorio árabe, y es todo un misterio que haya llegado hasta nuestros días. El templo empezó a edificarse allá por el siglo VII, cuando un patricio romano, llamado Lepero, ofrece su villa fortificada al obispado asidonense, el primero que tuvo Cádiz, siendo consagrada por el obispo Pimenio el día seis de diciembre del año 630. Existe aún, un cipo o pedestal que conmemora la fecha, y que además, tiene el nombre de los mártires romanos cuyas reliquias se conservan todavía aquí. El templo conserva la atmósfera lúgubre y oscura que caracteriza a los templos visigodos, con una planta cuadrada, y simple, existen tres naves que son divididas por columnas visigodas, a imitación de las romanas, y algunas, que son auténticas de ésta última civilización, pues los germanos solían aprovechar materiales antiguos para edificar sus edificios. Los arcos que descansan encima de éstas son de ladrillo, con arcos de medio punto peraltados. Sin embargo, también hay elementos posteriores, como un bello artesonado (techo de madera) mudéjar, probablemente construido entre los siglos XIII y XV, algunas capillas bautismales con forma de vieira, muchas cruces de Santiago, algunos azulejos, del siglo XVII, que relatan la historia de la Pasión de Jesús, y sobre todo, algunas figuras de santos que son bastantes explícitas. Sobre las cruces de Santiago, y las vieiras, me pasé años pensando que demonios hacían allí, pero el párroco de la ermita (que al cabo de los años encontré en mi ciudad) me sacó de dudas, éstos terrenos, en tiempos de la reconquista, y de las fronteras, habían pertenecido a la Orden de Santiago, teniendo su sede en el cercano castillo de Torrestrella, que da también nombre a la famosa ganadería de toros bravos que todos los años participan en San Fermín. Pero lo de las figuras que representan a los santos, es para meditarlo bien, pues sus escenas son bastantes grotescas, sobre todo la de aquel que tiene un hacha en su cabeza.

      Ésta ermita, hace justicia, a un pueblo, el visigodo, que tanto se ha infravalorado en nuestros libros de historia, tratándolos de rudos bárbaros, pero en cambio, hay que decir, que gracias a ellos, conservamos nuestro idioma, y gran parte del legado romano, como sus ruinas, el derecho, etc. Pues fue siempre un pueblo admirador de Roma. Su historia se remonta en la brumosa isla de Gotland, en el Báltico, y tiene entre sus méritos, el de ser el primer pueblo que llegó a saquear Roma, a manos de Alarico. A partir del siglo III, gracias a un tratado, o foedus, con el ya decadente Imperio Romano Occidental, el pueblo Visigodo se comprometía a proteger los territorios romanos de Hispania y Galia, donde acabaron por instalarse. Por diversas guerras con el pueblo Franco (que dio origen a Francia), terminaron recluidos en nuestro suelo patrio. Siendo su capital Toledo, e imitando la arquitectura romana, que más tarde daría origen al prerrománico. Son pocas las muestras arquitectónicas visigodas que se conservan, pues no eran buenos arquitectos, y la invasión árabe hizo desaparecer gran parte de ellas, sobre todo en el sur. Hoy día se pueden ver ermitas visigodas repartidas, sobre todo en el medio rural, en varios lugares de España, destacando la Tierra de Campos. Pero, también en el sur conservamos dos, ésta de Medina Sidonia, y otra en ruinas en Barbate, la de San Ambrosio. Un saludo desde el sur.

La ermita desde la carretera, apenas llama la atención, si uno no se fija bien

Patio de la ermita

Campanario, donde se observa la concha del peregrino

En la parte trasera de la ermita se pueden observar columnas romanas por el suelo

Cruz visigoda y torreón romano

Detalle del torreón romano, con almenado árabe

Sacristía

Vista interior

El techo tiene artesonado mudéjar

Nave central desde el altar

Uno de los Santos Mártires, en una figura del barroco

Azulejos barrocos del XVII

Detalle de una de sus columnas

Pila bautismal con forma de vieira