Es verano, y en tal estación siempre es de buen gusto el comentar algo sobre arqueología submarina. De todos es sabido que nuestra zona, y en especial, la capital, es pródiga en unos restos de ciudades antiguas de los que se conocen un tanto por ciento escaso. Y hay gran variedad, restos fenicios, púnicos, romanos, e incluso multitud de pecios (barcos hundidos) de distintos periodos. Sin embargo me voy a parar, en ésta ocasión, en lo que fue uno de los monumentos más espectaculares descritos en la época romana de la Tacita de Plata. Aunque aún no ha sido encontrado, ni corroborado por la arqueología, se da por hecho que no es una leyenda, y que dicho edificio existió en la urbe, ya que distintos textos históricos parecen así corroborarlo; lo que no está tan claro es su final, con dos variantes que luego contaré.
Tampoco su origen parece claro, y se duda si se atribuye a fenicios o a romanos, aunque parece que la opción más factible sea la última, ya que la civilización latina, a diferencia de la semita, eran buenos constructores. Y empleaban medios como la argamasa, el ladrillo o la piedra. Mientras que la primera hacía gran parte de sus casas empleando el adobe. La descripción más detallada viene del viajero granadino Abu- Hamid, en la Edad Media, quien asegura que la obra tenía una altura de cien codos o más (unos 50 metros más o menos), aunque eso sí, incluyendo el faro entero, y no solamente a la estatua. Siendo cuadrada en su base, y redonda en la parte superior, encima de la mismo, existía una estatua de una figura que aún no se sabe que representaba, y que según decían los escritos estaba bañada en oro, o al menos, eso parecía desde la lejanía; uno de los brazos (el derecho) se encontraba extendido señalando hacia el oeste, mientras el otro brazo, en cuya mano tenía, o un bastón o una llave (no queda claro) se levantaba en dirección este. Otro misterio relacionado con ésta estatua es la posibilidad de que hubiera otra gemela, y que ambas se situaran en los extremos de la isla gaditana más prolongada, Kotinoussa, que se extendía, de forma alargada y estrecha, desde lo que hoy es la isla de Sancti Petri al castillo de San Sebastián. Hay que tener en cuenta que el panorama geográfico de la zona era totalmente distinto al actual, existiendo tres islas en vez de dos: Erytheia, que venía a ocupar la mayor parte del casco antiguo de Cádiz, la actual isla de León, que tenía, más o menos, la misma forma que la actual, y la antes mencionada. La posibilidad señalada de las dos estatuas explicaría, según ciertos arqueólogos, el origen de la toponimia de Sancti Petri, pues al tratarse en un principio de una estatua dedicada al Dios Hércules, los cristianos la adaptaron como propia dándole advocación a San Pedro. Sea como fuere, el faro y la estatua no tuvieron buen fin, desapareciendo ambas de modo execrable y con un afán puramente especulativo; aunque nunca ha quedado claro quien la derribó. Existen dos opciones: una primera que opta por la vía normanda, en uno de sus frecuentes asaltos. Y otra segunda, y que es la más tradicional, que prefiere el derribo por parte de los Almohades. De todos modos, la leyenda nos asegura, que el derribo de la estatua, y el robo de su oro, llevó a la maldición y a la ruina a los autores de tal crimen. En el primer caso, atribuye el hecho de que los hombres del norte no vinieron nunca más; en el segundo, la caída del reino musulmán en España. No obstante, ésto no deja de ser, eso, una leyenda. Lo que sí parece claro es el año de su derribo: 1.145.
Hoy día no parece clara su ubicación, pero sí su veracidad, ya que en el año 1.995, en unas excavaciones en el solar del desaparecido Teatro de Andalucía, se encontraron una fábrica de salazones de origen romano, y en ella unos planos, dibujados en carboncillo del citado faro, cuyo origen data entre los siglos I o II d.c. En él se observa, perfectamente, la estructura del edificio descrito, aunque no se ve imagen alguna de la estatua. Tal vez el bravío mar de nuestra tierra haya barrido con todos los restos que quedaban, y que los distintos asaltos dejaron. Pero siempre albergo la esperanza de que, al igual que con el Faro de Alejandría, se encuentren espectaculares restos de una obra que fue magnífica para su tiempo. Un saludo desde el sur.
PD: Otra cosa a tener en cuenta es, el hecho de que en época romana los faros podían ser confundidos con templos, pues el término lingüístico del mismo probablemente no existiera. Ya que "Faro" proviene de la isla de "Pharos" en Alejandría, contemporáneo a la época descrita, de donde se ha importado a nuestro lenguaje. Ésto es sólo una especulación mía, que quede claro.
Hoy día no parece clara su ubicación, pero sí su veracidad, ya que en el año 1.995, en unas excavaciones en el solar del desaparecido Teatro de Andalucía, se encontraron una fábrica de salazones de origen romano, y en ella unos planos, dibujados en carboncillo del citado faro, cuyo origen data entre los siglos I o II d.c. En él se observa, perfectamente, la estructura del edificio descrito, aunque no se ve imagen alguna de la estatua. Tal vez el bravío mar de nuestra tierra haya barrido con todos los restos que quedaban, y que los distintos asaltos dejaron. Pero siempre albergo la esperanza de que, al igual que con el Faro de Alejandría, se encuentren espectaculares restos de una obra que fue magnífica para su tiempo. Un saludo desde el sur.
PD: Otra cosa a tener en cuenta es, el hecho de que en época romana los faros podían ser confundidos con templos, pues el término lingüístico del mismo probablemente no existiera. Ya que "Faro" proviene de la isla de "Pharos" en Alejandría, contemporáneo a la época descrita, de donde se ha importado a nuestro lenguaje. Ésto es sólo una especulación mía, que quede claro.
Plano del faro romano de Cádiz, encontrado en el Teatro de Andalucía. |
Distribución de las Islas Gaditanas en tiempos romanos. |