domingo, 31 de julio de 2011

El teatro romano más antiguo de Hispania

   Hoy toca otra ruta urbana, en mi segunda ciudad: Cádiz. La Tacita de Plata, ciudad más antigua de occidente, hace poco que ha demostrado su veteranía en Europa, al fín, fuera de los escritos clásicos, sacando a la luz restos fenicios arcaicos. Pero no es de los fenicios de lo que va a tratar ésta entrada, sino de romanos, otro pueblo, que llevó a la cumbre de esplendor al puerto gaditano. Tras una cruenta guerra civil entre partidarios de Pompeyo y Julio César, donde Gades se posicionó claramente a favor del último, la ciudad fue premiada por el vencedor, y los Balbos, nobles gaditanos, fueron los primeros hispanos en partir hacia Roma y participar de su política. Por entonces la vieja Gadir fenicia y cartaginesa se había quedado pequeña, y dichos insignes gaditanos proyectaron una neapolis, o lo que hoy llamaríamos, un ensanche, que vino a ocupar, más o menos, lo que hoy es el Campo del Sur, entre la Viña y el Barrio Santa María. Todo ello incluía, tres edificios de ocio importantes en la época: teatro, circo y anfiteatro. Ya que la ciudad había adquirido su ciudadanía romana.
   Empezado a construir en el siglo I a.c. el treatro romano de Gades es el más antiguo de la península, y tal vez el primero que se construyó fuera de tierras itálicas, por ello su estructura es arcaíca, con un aspecto de teatro griego más que romano, aprovechando entre otras cosas la pendiente del terreno, casi excavado en la roca. Asimismo, la orchestra tiene forma semicircular, típico de los treatros helenos. También puede presumir de ser uno de los teatros más grandes del imperio, siendo el segundo en tamaño en Hispania, tras el de Córdoba, y probablemente, estaba entre los diez primeros de todo el Mare Nostrum (aunque Cádiz está en el Atlántico, está dentro de la influencia mediterránea, en cuanto a cultura). Por ello, lo que hoy podemos ver, es apenas, un tercio de lo que fue, pues el resto está bajo las edificaciones del barrio medieval del Pópulo. Así pues, aparte de la cuña que se observa donde estaban los talleres de Vigorito, se pueden encontrar restos en el Callejón del Duende (sillares), en la Posada del Mesón, Casa de Estopiñán y en el Museo de la Catedral (Casa del Patio Mudéjar). Aún así, la vista impresiona, por su profundidad y grandeza. Tuvo, 120 metros de diámetro, y tenía una capacidad para 20.000 espectadores.
   Asimismo, es uno de los pocos teatros que fueron nombrados en sus obras por personajes tan importantes como Cicerón o Estrabón. También es digno a destacar la cantidad de equites (Caballeros) que tenían reservado su asiento en el edificio: nada menos que 500. Lo que da idea de la importancia económica de la ciudad. Pero, con el declive del imperio, también menguó la riqueza de la ciudad, y el teatro, tras una serie de fuertes seísmos, algún maremoto, y alguna que otra invasión, cayó en desuso. Siendo utilizado como cantera, por lo que de la parte superior apenas quedan unos restos. Además al ser la única zona alta, en una isla tan llana, acabó sirviendo de colina para un castillo medieval, que se conservó hasta el siglo XIX. A partir de ahí creció la ciudad en la Edad Media, convirtiéndose el teatro en una suerte de loma, por donde las casas se distribuían alrededor del castillo y la Catedral Vieja. Fue curiosamente, buscando el Castillo, cuando se encontró el Teatro Romano en unas excavaciones arqueólogicas, allá por el año 1981. Como curiosidad, destacar, que hace unos pocos años, se encontró un grafiti de la época, dentro del recinto, en la que se escribía: "Balbo Ladrón", y es que, a pesar del tiempo, nada ha cambiado con respecto a la política. Un saludo desde el sur.
Vista del graderío, hace algunos años


Vista más actual

Cavea, o pasillo interior

Agrupación de romanos procedentes de Cartagena, en unas fiestas relacionadas con el teatro

El teatro y las dos catedrales

Los Balbos, impulsores del Gades romano.

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