Hace un mes, más o menos, un amigo mío colgó en Facebook el videoclip de un grupo rapero sevillano que simulaba estar en Panamá; sin embargo mi sorpresa fue mayúscula cuando al ver el mismo, pude observar que se rodó en un conocido rincón de nuestra ciudad, La Casería; y curiosamente, para la mayoría de muchos paisanos el vídeo parece realmente rodado en dicho país. Tal vez sea el barrio y el rincón de la ciudad que mejor ha sabido conservar su sabor tradicional, a pesar de que se hayan construido unas monstruosas torres de pisos, que parecen sacadas, verdaderamente de Panamá. Lo cierto es que la playa es el rincón más exótico de nuestra ciudad, y su estampa puede llevar a engaño para aquellos que no conocen ésta zona de la urbe isleña. Son muchos los atractivos, pues aparte de su arquitectura tradicional y sus huertas, existe, sin duda, cierto interés ecológico (se pueden observar aves marinas y de marismas desde la playa) e histórico que realmente hacen atractiva una visita a dicha playa, aunque no sea recomendable darse un baño, a no ser que sean las hogueras de San Juan, y esa noche haya que mojarse, aunque solamente sea la cara.
A pesar del crecimiento de la ciudad en el último cuarto del siglo XX y principios de XXI, sobre todo a raíz de la falta de espacio en la capital gaditana, todavía éste rincón permanece ajeno al urbanismo desaforado que nos ha venido acompañando éstos últimos lustros. Cierto es, que la zona sur del barrio es de las zonas cuya población y urbanización ha sido de las mayores en San Fernando; no obstante, la zona norte, salvo la inclusión de dichas torres y algún que otro piso y unifamiliar, permanece como si estuviéramos en una litografía del siglo XIX. Con una estampa decimonónica, en la que las casas bajas y blancas, se encuentran rodeadas de huertas y pozos; la presencia de grandes palmeras, chumberas y cañas, hacen el resto en éste particular viaje en el tiempo. El origen del barrio de La Casería, tal vez fuera anterior al mismo San Fernando, y nació siendo una minúscula aldea de pescadores que estaba ligada a las pequeñas industrias que rodeaban los cercanos muelles de Fadricas y Punta Cantera, de ahí, por ejemplo, el nombre del Callejón del Reverbero. Aún queda algo de aquella época, de finales del siglo XVII y principios del XVIII, como es el caso de un aljibe, o un antiguo molino que servía de aguada para los barcos de la bahía, y que tenía conexión con los muelles, gracias a un acueducto, hoy día desaparecido, y que fue derruido en tiempos de Franco, para construir el hoy abandonado, cuartel de los polvorines. De todos modos, la mayoría de las casas (las antiguas se sobreentiende) son propias de finales del siglo XIX, momento en el que el barrio toma el aspecto actual, rodeando la pequeña parroquia de La Inmaculada. Que se encuentra situada en una pequeña y bonita plazoleta. Dicha iglesia, a pesar de su reducido tamaño y su aspecto popular, sorprende al entrar, pues su interior está decorado al más puro estilo neobizantino, propio del historicismo y eclecticismo que abundó en la arquitectura de la época romántica, allá por mediados del siglo XIX. Asimismo quien sepa observar por detrás de la iglesia, o tenga un enchufe para entrar en alguna casa cercana, podrá ver desde la azotea una bella y pequeña cúpula de color rojo, que recuerda a la de las iglesias del oriente europeo. Una vez pasadas las casas populares nos encontramos con los últimos bloques de pisos y unifamiliares que se construyeron antes de la actual crisis inmobiliaria, muchas de éstas casas se encuentran vacías, dando cierto aspecto fantasmagórico al lugar, que se salva de la mala impresión, gracias a la presencia de unas casas tradicionales, y sus huertas; algunas se encuentran abandonadas, y la vegetación le ha ido comiendo el terreno, no obstante, aún así, el paraje se muestra bello, con algunas palmeras, cañas, olivos y chumberas, que en ocasiones son centenarios. Más adelante, encontramos en sí la playa, que hasta hace relativamente poco, era la única accesible por los ciudadanos; muchas estampas antiguas muestran casetas de baño que servían de recreo a principios y mediados del siglo XX. Hoy día parecería imposible ir a dicha playa, pues es de escasa arena, y bastante fango. Asimismo, tampoco está cuidada. Pero su visita tiene poco que ver con darse un chapuzón, sino que lo que se viene buscando es ver un rincón de los pocos que quedan en un litoral español que no ha conservado mucho de su esencia meridional. La presencia de unas cuantas palmeras, algún que otro cañaveral y un pequeño pastizal, que es propia de una huerta abandonada, hace que nos traslademos a rincones más exóticos, de características tropicales. Los mismos restaurantes que se encuentran en dicha playa logran llevarnos, aún más si cabe al engaño, como es el caso del famoso "Bartolo", que tiene una terraza colgada sobre pilotes, y que se encuentra situada, literalmente, encima de las aguas de la Bahía de Cádiz. Aquí se rodaron ciertas escenas de la película "Cuba", protagonizada por Sean Connery. El mismo restaurante tiene aún un secreto que guarda celosamente, aparte de las recetas de sus pescados fritos, su parte más pegada a tierra, conserva aún los muros de un baluarte que sirvió de defensa en la Guerra de la Independencia; y cumplía las funciones bloquear cualquier asalto por mar que viniera desde Puerto Real, por parte de las tropas napoleónicas. Si mal no me equivoco, y aunque no estoy muy seguro, éste baluarte, estaba ocupado por tropas inglesas y portuguesas, por entonces, aliadas de España en dicho conflicto bélico. Cerca, de hecho, se encuentra, los restos del cementerio de los ingleses, construido para dicha ocasión, en la que los soldados británicos caídos, que no eran católicos, fueran enterrados aquí; así como otras personas de religión, que no tuviera que ver con la Iglesia de Roma. De dicho camposanto, apenas se conservan los muros, y una extraña e inquietante fachada, con aspecto, más bien babilónico, y que se encuentra tapada por la vegetación. Me gustaría destacar, también, la presencia de las tradicionales casas de latas, que todo el mundo confunde con chabolas, y que sirven para guardar el material de trabajo de los pescadores; un tipo de casa, que era tradicional en La Isla, y que han ido desapareciendo con el paso del tiempo, quedando sólo unos cuantos ejemplos, como es éste caso. Algunas se encuentran pintadas, otras, en cambio, conservan el color característico del metal y del ladrillo visto. Aquí en la playa es donde se celebran las únicas hogueras de San Juan que quedan en la ciudad, pues además de la quema tradicional de los Juanillos, se acompaña a lo largo de la última semana de Junio, de una pequeña feria, que es la más antigua de San Fernando, nació antes, incluso, que la propia Feria del Carmen y de la Sal. Asimismo, viene siendo tradición en los últimos años, el adornar los patios de las casas con los Juanillos, y su temática relacionada, antes de ser quemados en la playa. Todo, evidentemente tiene su concurso, y todos los años hay un ganador para el muñeco más original y gracioso. Las temáticas suelen ser de temas actuales, relacionadas, o no, con temas de la ciudad, o la política local y/o nacional. La Casería nos aguarda aún con una última sorpresa, algo más lejana, y ya rodeada de bloques de pisos, me refiero al Castillito, hoy día es un club para Cabos de la Armada española, pero en tiempos fue un palacete, propio de la época romántica, en el siglo XIX, que repite patrones historicistas, imitando el modelo de un pequeño castillo medieval. Situado en lo alto de un pequeño cerro, rodeado de unos bonitos jardines, con algunos árboles centenarios, de la que llama la atención una enorme araucaria, que debe de alcanzar unos 40 metros de altura, y precedidas por unas largas escaleras, el palacio conserva ese espíritu decimonónico con el que nació. En dicha casa, se alojó el Infante Don Juan, heredero de la Corona, en época de Alfonso XIII, cuando estudiaba en la Escuela Naval, que por aquel entonces, se situaba en la actual Escuela de Suboficiales.
Espero no haber escrito un texto demasiado extenso de dicho barrio, pero tal vez, en éste caso, y a mi entender, si merecía la pena. La historia de nuestra ciudad es poco valorada por nuestros paisanos, y creo, que en éste caso, merece la pena rescatar la de éste rincón de San Fernando. Ya que hoy, se ha salvado por la crisis, pero ésta, pasará, más tarde o más temprano (esperemos que ésto último), y los planes de urbanizar toda la fachada norte con bloques de pisos, y un animado paseo marítimo que se una con el de Bahía Sur, aún están en vigor, así pues, hay que aprovechar ahora, antes de que hagan alguna cafrada de la que nos podamos arrepentir. Sino sirva como ejemplo, que queda sin explicar, por motivos sentimentales, que fue del antiguo Puente de La Casería, que salvaba la vía del tren, y que acabó siendo demolido con nocturnidad y alevosía, sin que nos diera tiempo a reaccionar a nadie. Pero así funciona nuestro país, a golpe de asfalto. Un saludo desde el sur.
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Iglesia de La Inmaculada. |
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Interior de la misma iglesia. |
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Playa de La Casería, con marea llena. |
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Imágen de la Bahía de Cádiz, desde la playa. |
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Fachada del Cementerio de los Ingleses. |
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Vista, desde fuera, del Castillito. |
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Imágen de una procesión veraniega. |
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Terraza de uno de los bares de la playa. |
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Patio adornado para los Juanillos. |
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Hoguera de San Juan. |
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Fuegos artificiales, después de la quema de los Juanillos. |
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La playa con marea baja. |
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Vista de las casas de lata. |
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Las torres de La Casería. |
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