Hoy va la cosa de miedo, pero no crean, como en Scooby Doo, la historia tiene explicación. Aunque eso sí, los malos no resultan ser promotores inmobiliarios como suele ser siempre en los finales de éstos dibujos animados. Pero la cosa también va de casas; en éste caso abandonadas. Imaginénse, que es noche de lluvia y truenos, y decide refugiarse en un viejo caserón abandonado en las cercanías de un parque, o simplemente de una arboleda. Ya el miedo y la sugestión empiezan a hacer mella en tus nervios; apenas controlas tu vientre y tu corazón tiene unas pulsaciones altísimas. Empiezas a temer por los vivos que estén de okupas, y los fantasmas que puedan albergar dicha casa. Aún así, echándole coraje, te adentras en ella. Y en un viejo pasillo lleno de puertas empiezas a escuchar unos susurros que parecen llamarte por tu nombre. Luego empiezas a oír unos gritos desgarradores; y en una de las habitaciones que dan para el pasillo te ha parecido ver una sombra, has visto movimientos, y escuchado ruidos que parecen no tener lógica alguna. Aún así, entras a inspeccionar, eso sí, echándole mucho valor, y en la esquina superior de una habitación ves a un espectro totalmente blanco con los brazos en cruz flotando en el aire. Entonces los susurros y gritos se oyen más fuertes que antes. Evidentemente, sales corriendo, prefiriendo mojarte, que comprobar quien es el espíritu condenado a vagar por los viejos muros de la mansión.
Visto así, parece una historia de terror más, propia del periodo victoriano, época en el que el espiritismo estaba en auge. Sin embargo, el protagonista de nuestra historia puede haber sido víctima de la sugestión y de una pareidolia, es decir, un estímulo cerebral que lleva a nuestra vista al engaño más absoluto. Entre los ejemplos más claros está el de ver formas de animales o rostros en las nubes, montañas con forma de "algo" (sobre todo rostros o cuerpos humanos), o la visión de formas "no explicables" en alguna foto tomada en las últimas vacaciones. Y es normal, que con el ambiente descrito anteriormente, de arboleda, tormenta y caserón viejo y abandonado, uno se deje llevar por alguna que otra mala impresión. A fin de cuentas, los seres humanos somos animales estrictamente diurnos, y en la noche, para nosotros todos los gatos son pardos. Sin embargo, ésto que parece un cuento de terror, es una cosa muy común que puede sucederle, en las cercanías de cualquier ciudad o pueblo. Y se debe simplemente a un animal, concretamente a una rapaz nocturna: la lechuza. Es ésta un ave que frecuenta viejos caserones, y que gusta de la cercanía del ser humano, estando calificada como "animal urbano". De hecho, aunque puedan existir poblaciones en los bosques, lo cierto es que prefiere los rincones que cualquier localidad que tenga algún hueco, o alguna casa vacía donde anidar y criar a sus polluelos; eso sí, a ser posible con algún parque cerca. Por ello se encuentran en casas viejas y, preferiblemente, abandonadas. Pues el hecho de que haya alguna oquedad le asegura una estabilidad para su nido que el exterior de una casa moderna no le da con respecto a las inclemencias meteorológicas. Asimismo, este tipo de casas antiguas suelen estar habitadas por las presas favoritas de ésta rapaz: ratas, ratones, y todo tipo de roedores. Aunque no desprecia tampoco ningún tipo de reptil, como es el caso de las salamanquesas. Es la lechuza un ave rapaz, bella, y con un blanco inmaculado, que al abrir las alas, y por su vuelo pausado, puede dar lugar a la confusión con un espectro. No obstante, la voz que tienen estas aves son francamente desagradables, una especie de chillido que haría correr al más valiente, como también el uso de una especie de susurro que es frecuente en los polluelos que piden comida a sus progenitores (lo de mencionar un nombre es pura pareidolia). En Europa, tierra de leyendas de fantasmas, es frecuente la lechuza en casi todas sus ciudades, faltando, tal vez, sólo en aquellas, que ya tienen un nivel de contaminación que casi elimina cualquier atisbo de fauna urbana. Pero en todos los pueblos y ciudades de pequeño y mediano tamaño, tienen su población de lechuzas aunque sea en pequeño número. Si la urbe en concreto tiene un casco histórico de grandes proporciones, y si encima se encuentra poco restaurado, mejor que mejor para ellas.
Tengo un libro sobre el Parque Natural del Estrecho que comenta una anécdota de este tipo en la ciudad de Algeciras. En una vieja finca abandonada, se escuchaban susurros y gritos, provocando el estupor y la curiosidad de los vecinos. Todo ello se zanjó con la entrada de la policía local; la cual, salió entre sus manos con una nidada de lechuzas. Ésto, que tal vez explique muchos casos de supuestas casas encantadas, no es la panacea, y desde luego, no logra resolver todos los sucesos ocurridos, pues, no obstante, como siempre quedan muchos sin explicar. Pero es, desde luego, una solución convincente que ayuda a dar menos miedo si algún día nos encontramos en una situación como la que narré en el primer párrafo. Además, nos ayuda a saber, que en una ciudad, también existen poblaciones de rapaces, algunas nocturnas, como la lechuza, y otras diurnas, como el cernícalo primilla, una especie pequeña de halcón, que también habita rincones abandonados. Y como encima, son expertas limpiadoras de otros animales no deseados, es digno destacar aquí, que se posibiliten rincones donde puedan criar; y nosotros como ciudadanos, tenemos el deber de protegerlas y fomentarlas, como especies, que a pesar de su gusto por la naturaleza urbana que hemos creado, sus poblaciones no se encuentran en su mejor momento. Un saludo desde el sur.
Bello ejemplar de lechuza común, un animal, que como el gorrión, busca de la compañía del ser humano. |
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