En el ambiente prebélico que se vive hoy, con lo de Gibraltar, siempre es bueno comentar algo que ayude a tranquilizar los ánimos. Y como no podÃa ser menos, lo suyo es hablar de la "Bomba Atómica", que al parecer, también tuvo su particular burbuja a mediados del siglo XX, época en la que todos los paÃses querÃan tener una. Sin riesgo de sonar excesivamente banal la broma aquà gastada, he de decir, que lo nuclear, precisamente, no me atrae tenerlo cerca.
Pero como dije, volvamos a mediados del siglo pasado: en aquellos tiempos, toda potencia militar, o económica incluso, que se preciara, debÃa de tener algo con que disuadir a los enemigos más cercanos. E incluso a los más lejanos, cuando llegó la creación de los misiles intercontinentales. El elemento atómico daba seguridad. Y evidentemente, la primera potencia en desarrollarla fue Estados Unidos, con el famoso "Proyecto Manhattan". El espionaje pronto se mostró efectivo, pues al cabo del tiempo los rusos consiguieron también la suya. Luego vendrÃa Reino Unido, Francia, China, la India, Pakistán, Corea del Norte, y algunos paÃses no declarados como Israel. Y Estados Unidos, que es como la mala madre que se emborracha delante de sus hijos, le dice a los demás que debe existir un desarme, que no está bien eso de volar Nagasaki, que ellos ya lo hicieron una vez, y con esa basta. Con que tengan ellos las bombas ya llega. Los demás sobramos. Y se creo el "Tratado de no Proliferación", un acuerdo muy lógico sà de verdad se cumpliera, y no acabara como el Protocolo de Kioto, en el que rusos y americanos se pasan por el forro de sus gayumbos todo.
En esas estaba España, en pleno crecimiento tecnócrata, y desarrollista de Franco. Quien decidió que nuestra nación no debÃa ser menos militarmente que las demás (y ahÃ, hay que reconocerlo, tenÃa razón). Nuestro paÃs, tenÃa tecnologÃa más que adecuada para el desarrollo de cualquier estructura atómica, de hecho, ya llevaban un puñado de años, funcionando algunas de las más modernas y eficaces centrales nucleares del momento, algunas de las cuales sigue funcionando. TenÃa, y sigue teniendo, buenos yacimientos de uranio. Pero faltaba los planos para fabricar la bomba, y hacerla efectiva. No obstante la suerte, o baraca de Franco, dio muestras de ser imbatible y digna de estudio. En un accidente aéreo de aviones militares norteamericanos (¡?), se caen cuatro bombas atómicas sobre las aguas del Mediterráneo (...y no explotan...), frente a la costa de Palomares (AlmerÃa), en el mar, aterriza una, y las otras tres, en la propia tierra de la provincia. Dejando a un lado la famosa escena de Fraga y su baño; nos encontramos que las tres últimas bombas mencionadas sirven para que los militares españoles, que llegaron primero, estudiaran la estructura y la copiaran.
Desde entonces, la sospecha de que España pudiera tener la bomba atómica fue perenne, hasta que en el 82 Felipe González (no sin muchas presiones exteriores) se adhiera al tratado antes mencionado. Pero volvamos a tiempos después del incidente de Palomares. Para entonces, ya hay ciertas voces, que con la información caÃda del cielo (nunca mejor dicho), España tendrÃa en sus manos la bomba ya construida; y sino es el caso, se podrÃa fabricar en menos de cinco años (aún se considera dicha estadÃstica como correcta para hoy dÃa). Ya se habÃa fijado hasta un campo de pruebas: el antiguo Sahara español. La intención de Franco era la de amedrentar al vecino del sur: Marruecos, e influir en potencia, precisamente en el pleito de Gibraltar, tan en boga estos dÃas.
Esta es la historia de la bomba atómica que pudo ser, y no fue. O que existe, y no se sabe. Sea lo que sea, me da igual, en un conflicto atómico no se libra nadie, lance o no lance algún misil atómico. Pues el Invierno Nuclear acabarÃa tomando toda la atmósfera. Lo que sà me causó sorpresa, fue la noticia que leà en una página especializada en materia militar (buscando información para esta entrada), en la que se comentaba que España, EEUU, y sólo alguna nación más, tendrÃa otra bomba de poder tan destructivo como la atómica. Se tratarÃa de la de queroseno, y al parecer destrozarÃa, igualmente, una urbe de tamaño respetable. Da para asustarse, y como dijo Einstein, puede que acabemos dentro de dos guerras a palos y piedras para combatir entre nosotros. Un saludo desde el sur.
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