domingo, 31 de mayo de 2015

Tiburones en España

  Tenía pensada otra entrada, pero a la vista de la semana, informativamente hablando, en el que se han habido varios avistamientos de escualos en diversas playas españolas, y como los distintos medios han tratado el tema, he de decir que la población española tiene bastante conciencia medioambiental, y que nos encontramos ante una mentalidad madura y consciente de lo importante que es conservar la naturaleza. Han sido más escandalosos algunos medios, que buscaban alguna noticia sensacionalista (como si no hubiera problemas y escándalos en España) que la propia ciudadanía y autoridades, que evidentemente, y por la lógica precaución, se encontraban fuera del agua, y con la prohibición del baño. Pero fuera de todo escándalo, la gente grababan y fotografiaban al animal en cuestión, sin intención de hacerle daño, ni con histeria de por medio, sino como algo curioso, casi turístico.

  Ante todo, he de decir que España es un país donde existen casi todas las clases de escualos del mundo, ya que nuestras costas se encuentran en una encrucijada entre el Atlántico y el Mediterráneo, y entre aguas templadas, cálidas y frías. Si a eso le añadimos que los tiburones son animales que necesitan grandes espacios para campar en sus cacerías, podremos decir que cada día pasan centenares o miles de tiburones por nuestros mares, incluido el temible tiburón blanco...y no pasa nada. Ningún ataque por lo general, salvo en años contados, debido a confusiones de los escualos que probablemente buscaban otra especie, pues al parecer, no somos nada apetitosos para ellos. Eso sí, tampoco caigamos en el ecologismo dulzón, ellos no son tampoco angelitos, son predadores, y nosotros, también podemos convertirnos en sus presas. Pero digamos, que ellos tienen que temernos más a nosotros, pues para empezar forman parte de nuestra dieta, quien en Cádiz se come un filetito de marrajo o un cazón en tomate o adobado, o el famoso bienmesabe isleño, que sepa que se está comiendo un trozo de escualo, o quien vaya muchas veces a las parafarmacias o dietistas se podrán encontrar frascos que tienen en su interior cápsulas o pastillas de cartílago de tiburón (algo a mi parecer, denigrante). Y eso, que yo ahora recuerde, así que, haciendo sumas, a lo largo sólo de la costa española, y sin tener en cuenta a los asiáticos (que eso sí que es para echarse a llorar) podremos darnos cuenta de que somos los humanos los que asesinamos en masa a ellos, y no al revés. 

  Pocos saben que en Cádiz mismo hay tiburones de todos los tipos, desde los chicos como los cazones, pintarrojas o marrajos (cuyas afiladas dentaduras de doble hilera de diente ya son capaces de cercenar cualquier extremidad) a algunos espectaculares como la tintorera, capaz de alcanzar unos cinco metros, o el famoso tiburón blanco, avistado cada cierto tiempo en el Estrecho, y que al igual que las orcas, siguen la migración de los atunes. Así que son bastantes más comunes de lo que imaginamos. Pero usted dirá que por qué aquí no son tan frecuentes los ataques como pudiera suceder en Australia o Sudáfrica u otros países, primero probablemente porque no son tan abundantes, segundo porque mayoritariamente, como he dicho, se encuentran de paso en la búsqueda de otras especies, y tercero, porque en los mencionados países hay bastantes especies de costa (a diferencia de Europa donde se han extinguido la mitad) que les sirve de alimento, como focas o leones marinos, pingüinos, y tortugas, entre otros. Así pues, como siempre en la vida, hay una de cal y una de arena, sabemos que los escualos en España rara vez cometen un ataque, y es rarísimo que se acerquen a la costa, pero por otro lado, cuando nos bañemos este año, pensemos que hay casi trescientas especies aquí, y que según los expertos alguna vez en nuestra vida hemos estado fichado por alguno. Ya empieza el calor, y se apetece un chapuzón. ¿Se anima?. Un saludo desde el sur.
http://img.desmotivaciones.es/201106/tiburones.jpg

domingo, 10 de mayo de 2015

Castilnovo, o el último prado costero.

El pastizal en primavera.
   Se encuentra cerca el verano, y para mucha gente de otras latitudes, nuestra tierra ya tiene temperaturas estivales, aunque sea primavera. Pronto empezaremos a elegir a que playas iremos este año, y aparte de la nuestra habitual, siempre pegamos alguna escapada a alguna cercana, pero más exótica. No urbana, en definitiva. Y tenemos infinidad de opciones: calitas, playas con dunas vírgenes, con montañas en los alrededores, con marismas, pequeñas, grandes, con acantilados... De toda clase hay en Cádiz, además, mediterráneas y atlánticas. Dos de las más famosas son la del Palmar en Vejer de la Frontera y Los Bateles, en Conil de la Frontera. Dos enormes playones donde cuesta otear la orilla desde donde uno planta la sombrilla, pues es sorprendente la anchura de las mismas. Entre medio, una gran desconocida, y que se salvó in extremis, en época de la maldita burbuja inmobiliaria, de puro milagro, gracias al ayuntamiento de Conil. Pues si Los Bateles, es playa urbana, El Palmar está plagada de diseminados que estropean el paisaje. Por el contrario, en Castilnovo sólo una construcción domina el paisaje: la alta torre vigía construida en época moderna para avisar a las poblaciones costeras de la llegada de los piratas.

Conil desde Castilnovo.

Marismas mareales del río Salado.

 Sin embargo, aún con el enorme valor histórico de la torre, esta entrada de hoy va destinada a dar a conocer la gran categoría paisajística y ecológica del lugar, como uno de los últimos rincones costeros vírgenes. Destacando sobre todo su preciosa pradería, de gran valor ecológico, y mantenida naturalmente por la ganadería retinta de la zona. Por otro lado, a pesar de que el paraje es pequeño, pues ocupa unas pocas hectáreas, tiene variedad de ecosistemas, como la desembocadura del río Salado de Conil, donde vive una especie endémica de fartet, el salinete. Además de tener en su ribera no urbanizada un pequeño sector de marismas mareales. Cerca de la torre, podremos encontrar una laguna formada por la subida de las mareas y por la lluvia, creando otro sistema marismeño importante, donde se encuentra vegetación como el taraje y el junco, además de numerosos endemismos vegetales. En la fauna destaca el mencionado salinete, la garceta común, el aguilucho pálido, y varias clases de anfibios, entre otras especies. Además es lugar de descansadero para aves migratorias. Asimismo, en el prado cercano, es posible observar, aparte del ganado retinto antes mencionado, aves esteparias como el aguilucho cenizo o el alcaraván. Últimamente, se observan también la presencia de ibis eremitas.  Asimismo hay que tener en cuenta la presencia de aves marítimas en la propia línea de playa. Todo un mosaico, pequeño, de ecosistemas que merece ser declarado paraje natural por la Junta de Andalucía, la cual parece que se ha olvidado de la declaración de figuras de protección de numerosos lugares. En este caso además, con el agravante de que fue el propio ayuntamiento conileño el que logró salvar el territorio de la especulación, pues se preparaba otro hotelito con campo de golf (que novedoso...).
Ganadería retinta.


Prado colindando con la arena.
 Yo siempre recomiendo visitar los parajes de Cádiz en dos estaciones distintas, en verano y en invierno, ambas muy distintas. Mientras tanto en invierno como primavera, el verde domina el paisaje, alternado con la policromía de las flores, en verano el paisaje es monocromo, ocre; el prado inundable cede espacio a la reseca estepa. Es el sistema de vida de los pastizales suroccidentales de Cádiz: terrenos verde inundados, donde viven especies de humedales, y áreas secas en época estival, donde habitan aves del secarral más absoluto. Todas las estaciones tienen su encanto, y sus inconvenientes. Pero con esta entrada quiero resaltar el olvidado valor ecológico que encierra la costa de Conil, destacando Castilnovo, pero resaltando también la zona de los pinares de Roche y los acantilados con sus calas. Por cierto, ninguno, de estos lugares protegidos, tampoco, . Pero eso será tema para otra entrada. Un saludo desde el sur.


Desembocadura del Salado.

Playa de Castilnovo.


Camino a la torre.

Pastizales en primavera.


Pozo y abrevadero.

Ganadería retinta en el pastizal.



Laguna y torre al fondo.

Laguna y playa.

Ejemplares de barrón.

Detalle del generoso pasto.

Bunker.

Prado prelitoral.

Ganado en el abrevadero.


Ternerillo.