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sábado, 21 de marzo de 2015

Casas y rincones literarios.

  Otra entrada que bien pudiera parecer un ranking más de los abundan por internet, pero nada más lejos de la realidad, lo cierto es que me gusta destacar varios lugares curiosos que se encuentran alejados del turismo (o no) y en los que es recomendable desviarse un rato del grupo para visitar los rincones que aún quedan de la vida de los múltiples escritores que nuestra nación ha dado, o aquellos que, sin ser españoles, vivieron un tiempo en nuestra tierra, e incluso se empaparon de ella, describiendo su forma de vida, si bien de manera un tanto tópica. En algunas, las menos, se ha conservado todo o casi todo de maravilla, en otras, al menos, se ha reconstruido con mobiliario y decoración de la época. La gran mayoría no conserva nada, salvo el edificio, que son en su mayoría viviendas, o como en otros casos, incluso, bancos (¡?). Expongo aquí, las que he visitado, no las que hay, pues estoy seguro de que faltan infinidad de ellas, como la casa de Juan Ramón Jiménez, la cual espero visitar un día. Con el fin de no entretener en demasía al personal, ahí van algunas de mis propuestas:

  • Casa de Juan Valera (Cabra). Situada en pleno centro de la localidad cordobesa, en la entrada de la serranía subbética, destaca esta casa del escritor de Juanita la Larga, entre otras obras, y que conserva íntegramente el edificio, no así su mobiliario, ya que hoy es un conservatorio. Así pues, para entrar hay que ir en horario de tarde, de lunes a viernes. 

  • Casa de García Lorca en Granada (Huerta de San Vicente). Aunque esta era su residencia veraniega es, sin duda, la mejor conservada de todas. Pues conserva todo el mobiliario y recuerdos de la familia (hasta los interruptores de la época), y del propio Lorca, donde desarrolló una parte importante de su vida. Antiguamente, se situaba a las afueras de la ciudad, en un terreno donde había múltiples casas como ésta rodeadas de huertas. Hoy día es un parque céntrico de la zona moderna de Granada, a unos quince minutos del Parque de las Ciencias. La visita es guiada y más que recomendable, en horarios de mañana y tarde. 

  • Último hogar de Quevedo en  Villanueva de Los Infantes. No era su casa propiamente dicha, sino que fue su última residencia, en el Convento de los Padres Dominicos. Donde se conserva gran parte del mobiliario que usó el escritor en su celda y demás habitaciones. Aparte de la joya literaria que es de por sí, la maravilla arquitectónica y artística merecen ser destacadas. Durante muchos tiempo fue un hotel, ahora desconozco su destino, aunque hace un año permanecía sin uso alguno, por lo cual desconozco los horarios de visita.

  • Molinos de Viento de Campo de Criptana. Un lugar inmortal, un clásico de la literatura española, y tal vez la escena más famosa del Quijote, en la que el ingenioso Hidalgo se enfrenta a unos supuestos gigantes que a la postre resulta ser los mencionados molinos. Muy bien conservados, justo al lado existe un museo. El pueblo asimismo, merece una visita.

  • Casa de Lope de Vega en el Madrid de Las Letras. Quien por un simple euro la visita, deseche una escapada al centro del Madrid de las Letras, no sabe lo que se pierde. Pocas visitas he visto tan rentables y tan bien explicadas como ésta, donde se nota el gusto y la pasión por el personaje que vivió en el lugar. La casa se conserva íntegra, si bien gran parte del mobiliario se ha reconstruido con muebles y decoración de la época (originales) para dar idea de como era la vida del Fénix de los Ingenios, cuyo hogar se encuentra en lo que hoy, paradójicamente, se llama la calle Cervantes. 

  • Tumba confirmada de Cervantes en el Barrio de Las Letras. Aprovechando esta noticia he dedicado la entrada al turismo literario, que en España podría dejar bastante dinero, no obstante, tenemos una literatura de las mejores  del mundo. Y con ello, no podía faltar su escritor más universal: Don Miguel de Cervantes, famoso por su Don Quijote, pero autor de mucho más, como Novelas Ejemplares o La Galatea. De su casa no se conserva nada, pero sí donde se encuentra enterrado (y confirmado) su cuerpo, en el Convento de San Idelfonso de las Trinitarias Descalzas.
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Imagen de Wikipedia.

  • La Caleta de Quiñones. Nos vamos para Cádiz, y no, no es una casa, pero casi que lo fue. La playa de La Caleta, en el barrio de La Viña, sirvió como inspiración diaria de un Fernando Quiñones que llegó visitar, e incluso llegó a escribir en la propia playa, algunas de sus obras, ambientándolas, asimismo en ella. Hoy en día, el istmo donde solía pasear, y que une Cádiz con la isla de San Sebastián tiene su nombre.


  • Casa Pemán en la Plaza de San Antonio de Cádiz. La casa se conserva íntegra, al igual que su biblioteca, y todo su legado, pero aún no es visitable. Sólo se puede visitar su fundación, abierta por Caja San Fernando. Otra muestra más de como las cajas de ahorro estropean con sus fundaciones oportunidades que otras empresas podrían dar con menor coste y menos rimbombancia. La fundación tampoco es visitable, sólo cuando hay exposiciones, o un Belén en navidades, éste sí, espectacular.


  • Casa de Fernán Caballero y Frasquita Larrea. Seguimos por Cádiz, y subiendo desde Diputación hasta la plaza de San Francisco, por Rafael de la Viesca, debemos fijarnos muy bien en una placa puesta, en una casa que pasa, hoy día, por patio de vecinos. Sin embargo, la historia nos esconde la casa natal de Cecilia Bohl de Faber (Fernán Caballero), y lugar donde su madre, Frasquita Larrea organizaba a principios del XIX, sus famosas tertulias literarias, tan estimadas en la época, y de la que llegó a ser expulsado Lord Byron por no ir lo suficientemente elegante para la ocasión.

  • Rincones de Washington Irving en la Alhambra y El Puerto. El romántico escritor norteamericano fue quien expuso con más fuerza el carácter exótico de nuestra tierra andaluza, y viajó por toda ella, así que es difícil elegir un rincón, salvo en el caso de su amada Alhambra, donde vivió en una de sus estancias, concretamente en el Cuarto del Emperador, el cual fue construido para Carlos I. Es el lugar donde se escribió Cuentos de la Alhambra. Apenas queda mobiliario, aunque el edificio se conserva en perfecto estado. Otro punto del escritor, desconocido por muchos, es el lugar donde residió un tiempo en El Puerto de Santa María, en la calle Palacios, invitado por la familia Bohl de Faber, antes mencionada. Hoy una placa recuerda tal hecho, y la vivienda, al menos, externamente, se conserva bien.

  • Casa de García Gutiérrez. El poeta chiclanero, creador del El Trovador, también conserva en su localidad, en la calle Corredera Alta, su casa. No creo que se conserve el mobiliario, no obstante, el ayuntamiento de la ciudad ha adquirido el inmueble para hacer un centro de estudios del Romanticismo. Con ello se le hará justicia a un grande de nuestra literatura que se ha convertido con el tiempo en uno de los grandes olvidados.



  • Casa de Luis Berenguer. Nos trasladamos a la vecina ciudad de San Fernando, a la casa del escritor de mediados del siglo pasado, creador del Mundo de Juan Lobón o Sotavento, entre otras obras. Para ello hay que trasladarse a la Calle Real, número 154, donde encontraremos un caserón de estilo romántico, que no puede visitarse en su interior, ya que es casa particular.

  • Parque María Luisa Bécquer. No es su casa, ni siquiera ninguno de los lados mencionados en sus famosas leyendas, pero este rincón del parque María Luisa es de los más visitados y queridos tanto por ciudadanos y foráneos. Un hermoso conjunto escultórico rodean un enorme árbol que ha obligado a remodelar al propio monumento para ampliarlo. 

  • Casa de Ana Frank. Nos vamos al extranjero para visitar una casa de tanto interés literario como histórico. Vamos al centro de Ámsterdam, en una típica calle con canal, donde el ambiente es de lo más bucólico, sin embargo, dicha casa presenta una de las historias más tristes del viejo continente. De la niña Ana Frank, quien permaneció oculta en dicha casa, hasta que fue descubierta, su padre, tras su fallecimiento, publicaría el diario de Ana en el que narraba los pesares del nazismo hacia su familia. La casa se conserva íntegra, no así su mobiliario, del que se conserva poco, en el ático, lugar del escondite, el resto, es más bien anodino. 

  • Casa de Dickens. Visitamos en Londres una joya de época victoriana donde se conserva íntegra, tanto en lo que es el edificio como el mobiliario. Es una de las tres casas que tuvo el autor de Oliver Twist o Cuento de Navidad entre otras obras. Sin embargo, de las tres es la única que se conserva, el precio es relativamente barato (para ser Londres), unas tres libras, pero merece la pena para ver el modo de vida del Londres Victoriano, perfectamente recreado y explicado, con la posibilidad de sacar fotos interiores. 
  • Shakespeare Globe en Londres. La capital inglesa desde siempre ha sido centro cultural, económico e industrial de, primero Inglaterra, y posteriormente Reino Unido. En tiempos del XVI, los teatros a las afuera de la ciudad, en lo que hoy es SouthWark, es decir la orilla sur del Támesis, se encontraban llenos de teatros donde los dramaturgos exhibían sus obras. El escenario, normalmente, tenía decoración oriental. No queda ninguno original, el actual, es una reconstrucción fiel, a través de concienzudos trabajos de investigación tanto en distintas fuentes como en relatos arqueológicos por el norteamericano Sam Wanamaker.


 Termino esta entrada con el fin de no hacerla más larga, pero con la esperanza de que les haya picado el gusanillo de un turismo distinto, original, que lleva a rincones poco visitados, pero tal vez de lo más interesantes para nuestra cultura, una de las más completa y admirada del mundo. Un saludo desde el sur.









sábado, 7 de marzo de 2015

Rincones de San Fernando III.

  Última entrada, al fin, sobre los rincones, que pienso, son dignos de destacar de una ciudad, como la nuestra, del todo infravalorada por sus propios lugareños. Seguro que me quedan muchas cosas por destacar, y más técnicas, con mayor valor histórico, pero no quiero expandirme más de lo que debo, para no cansar más al personal. Perdonad la tardanza en volver a escribir, pero a veces, cuando uno tiene oportunidades de salir fuera de casa a buscar más temas para el blog, debe aprovecharlas sin duda. Ahí van los últimos rincones destacados:
  • Jardín Botánico. Una joya desconocida para muchos, que forma parte de la red de jardines botánicos de los parque naturales andaluces. En un principio fue un vivero, del que se conservan los muros, y la base arbórea y vegetal, completada con nuevas especies autóctonas para recrear medios naturales de la zona. Y encima, su visita es gratuita.
  • Parque de los "patos". Realmente se llama de Almirante Laulhé, pero en San Fernando todos lo llaman con el apodo citado. Y eso es debido a que su fuente central está habitada por patos domésticos que son mantenidos por el personal de jardinería. Es digno a destacar el arbolado de tamaño considerable y buen gusto. Aunque relativamente moderno, de mediados del siglo XX, forma parte de alma cultural de nuestra ciudad, y es hoy día es el principal parque de la ciudad (aunque los hay más grandes).






  • Últimas huertas. Antes de terminar con las zonas verdes, querría destacar que la crisis ha salvado, no sabemos por cuanto tiempo, las últimas zonas agrícolas de La Isla. Rincones que sorprenden tanto a paisanos como foráneos, que no imaginan una ciudad como la nuestra con pastizales con acebuchales adehesados donde se alimentan ganado vacuno, bovino o equino, y rincones con huertas de pimientos, berenjenas y demás. Tan solo quedan en La Casería y sobre todo en Camposoto, donde se puede observar las ruinas de un convento del XVII.




  • Molino de mareas del Zaporito y su muelle. Rincon antiguo, del XVIII, pero restaurado y recuperado recientemente. Si apartamos sin piedad a la masa de pisos que han ido creciendo en el terreno ganado al agua, tendremos una estampa preciosa, que conjuga naturaleza con historia. La entrada del caño hasta el mismo molino, con su muelle, da una imagen preciosa de nuestra ciudad.

  • Plaza del Cristo. Un clásico de nuestra localidad, una plaza tradicional, preciosa, y bien ajardinada (conocida como Cristo Viejo). Pero en los que, una vez más, hay que apartar de la vista los mamotretos de pisos construidos en los setenta y ochenta. Presidida por la pequeña y bonita iglesia del Cristo, del siglo XVIII, y actual capilla de Veracruz. Su arbolado embellece el lugar, y en el centro de la plaza se encuentra un crucificado en honor a la imagen del interior de la iglesia.

  • Calles de La Isla. No es un rincón exactamente, pero tampoco quería extenderme en varias calles en distintos puntos del blog, así pues, pongo varios ejemplos de calles tradicionales de la Isla que aún conservan todo el sabor tradicional de amplias calles rectas, con casas blancas de un piso con fachadas barrocas y almenas. 



  • Callejón de Croquer. Es el único callejón que destaco del resto, porque aparte de que su belleza y tipismo merecen ser destacados, hay que decir que es único que rompe con el contorno de calles racionalistas y rectas. Este callejón, en cambio parece medieval, y así lo han sugerido varios historiadores, otros en cambio atribuyen su origen al XVIII, pero nadie tiene claro porque es distinta al resto. Salvo en su origen, que fue calle de carnicerías y mercado. Destacable también, aparte de su belleza sus graciosos azulejos con frases jocosas.

  • Los Enamorados y hornos del museo. Todo un símbolo de una ciudad, que también contó con historia antigua. Los llamados Enamorados de San Fernando son dos esqueletos que se conservan unidos, abrazados, en un enterramiento de más de 6.000 años de antigüedad, procedente de la mayor población de época del bronce encontrada en nuestra provincia. Son famosos a nivel internacional, y se han destacado en distintas revistas francesas, inglesas o alemanas entre otras nacionalidades. De los hornos púnicos y fenicios destacar que la mayor cantidad mundial de hornos de alfarería de dicho origen se encuentra en nuestra ciudad, repartidos entre el museo y la plaza de los Hornos Púnicos.

  • San Romualdo. Noble castillo que dio origen a nuestra ciudad, junto con el Real Carenero. Ha quedado claro en recientes excavaciones su origen mudéjar, y por tanto cristiano, posterior a la conquista de Alfonso X, aunque hay autores que aún destacan su inicio como ribat almohade, tipo de construcción común en Andalucía Occidental (de ahí vienen Rota, La Rábida...). No obstante el actual es alfonsino, conserva varias torres, el patio central, una iglesia que hizo las veces de parroquial antes de la construcción de la Iglesia Mayor, y varios relojes de sol, así como el foso que lo rodeaba. Su nombre de San Romualdo lo adquiere en el XVIII, sin quedar claro aún el porqué.

  • Real Observatorio y Torrealta. Uno de los rincones más bellos de nuestra ciudad, y uno de los menos conocidos a pesar de su popularidad. Todo el mundo lo ve desde fuera, en la silueta de nuestra localidad estos dos edificios, sin embargo, no es de fácil acceso al ser terreno militar. Sin embargo, su interior es una joya del XVIII, donde uno puede "perder" toda la mañana viendo joyas arquitectónicas y científicas del siglo de la razón. El edificio principal es el propio observatorio (con un interior magnífico con instrumentos del XVIII y una biblioteca científica de valor incalculable, coleccionada a lo largo de siglos, que incluye cuatro incunables), pero tiene más "observatorios" pequeños, un  pequeño pueblo de viviendas, amplias zonas ajardinadas, una preciosa fuente, una estación meteorológica del siglo XIX, una pequeña reserva de camaleones, y una habitación con sismógrafos. Pero si de algo presumen los isleños es de su sala con el reloj atómico que marca la hora oficial de España, y que también se puede ver en la puerta de acceso al recinto. La bola negra que se encuentra en la fachada de origen dieciochesco marcaba con su caída la hora para los barcos. Cerca, y dentro del mismo recinto, podemos ver (aunque no es visitable) el único edificio gótico de nuestra ciudad, Torre Alta, probablemente del XVI, y que servía de vigía y almenara. Al lado, una gran desconocida, Torre Chica, construida en el XIX como torre de telégrafos, de muy corta vida, pues años después fue abandonada, quedando como almacén hoy día.

  • Calle Real. Para el último punto tenía que dejar a la calle que forma parte del alma isleña. La más larga de nuestra ciudad, con más de doscientos números, y donde se encuentran las mejores muestras de casonas del XVIII y XIX de nuestra ciudad. Nació como camino real de Cádiz a Madrid, y a raíz de ahí fueron creciendo las casas, ventas y comercios, dando origen a nuestra población. Se reparten tres iglesias principales, asimismo, El Carmen, la más antigua, San Francisco y San Pedro y San Pablo (Mayor). De ahí nacen casi todas las calles del centro histórico, y las plazas más grandes de la localidad. Rincón, asimismo, de paseo, comercial y de ocio de todos los ciudadanos, y punto de encuentro de muchos para citarse. Aquí las casas (históricas) aparte de su majestuosidad, tienen mayor altura, alcanzándose en ciertas zonas hasta los cuatro pisos.