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sábado, 27 de junio de 2015

Paisajes rojos.

Lago en la Peña del Hierro.
 No es esta una entrada de grandes profundidades, ni muy técnica, ni histórica si quiera. Tiene un poco de todo, pero más que nada, de admiración. Uno se puede quedar horas asombrado mirando un paisaje desangelado, desolado, apocalíptico, pero precioso en su sobriedad. Hay rincones que bien podían haber sido un escenario de Juego de Tronos o del Hobbit, son edificaciones extrañas, abandonadas que se sitúan en las entradas de las minas. Y usted se preguntará que rincón de nuestra región reúne todo ésto, pues las Minas de Riotinto. Aunque más de la mitad de los parajes se encuentra en terreno de dicho pueblo, que nació al amparo de las propias extracciones, comparte paisajes mineros con Nerva, entre otras poblaciones.

Trenes abandonados.
Río Tinto.
 Sin olvidar al propio pueblo de Minas de Riotinto, al que ya le dedicaremos la entrada propia que se merece, es recomendable visitar el propio parque minero de Rio Tinto, desde un tren antiguo propio del XIX o principios del XX, restaurado para los turistas, y que ofrece una buena panorámica de las propias minas. En el propio viaje podemos observar las escombreras de desechos minerales, las propias excavaciones, a un joven río Tinto sortear los barrancos, vías y trenes "olvidados" en este rincón del fin del mundo...El propio bosque que rodea a la mina es artificial, repoblación de principios del XX para hacer más respirable este microcosmos. Todo ello en un viaje de una hora y media, en un antiguo ramal de la vía que unía Rio Tinto con la propia Huelva, y cuyo viaje terminaba en el llamado Muelle del Mineral. El final del actual viaje termina, como no podía ser de otra manera, en el propio río, el Tinto, que da nombre (y paisaje marciano) a la zona. Se puede uno acercar a la orilla y hacer fotos, pero hay que tener cuidado con mancharse con el agua del río, porque el óxido no sale de la ropa. La cantidad de sulfuros de metales pesados que lleva es la que da color. Pese a lo que se piense, la contaminación del río no se debe a ningún proceso humano (por lo menos hasta la llegada a Huelva capital), sino al propio lixiviado de los minerales en la montaña en la que nace. Y lo que es más curioso a la oxidación microbiológica por unas bacterias que son las únicas capaces de vivir aquí, y que de hecho son las únicas que lo han logrado a lo largo de los tiempos, pues no hay fósil de ningún animal que se haya encontrado en el lecho del río, lo que da veracidad a que todo es un proceso natural, extraño, pero natural, sin  que la mano del hombre haya intervenido, al menos en un principio. Hasta la propia NASA se ha acercado a estudiar las bacterias que viven en el lugar, para sus estudios relacionados con el planeta Marte. Y es que esto es un trozo del planeta rojo en la Tierra. Algo único en el mundo. 

Minas y Canteras.
 Otro rincón digno de destacar, es algo más contemplativo, y menos científico o apocalíptico. Es la famosa Peña del Hierro, a la cual acuden múltiples pintores y fotógrafos desde los distintos lugares del mundo, gracias a su cromatismo. Se entra por unas minas abandonadas, su exterior es digno de un relato fantasioso como El Señor de los Anillos, se accede por una galería (hay que ponerse casco), y se atraviesa tan solo unos doscientos metros, para llegar a una especie de balcón que da lugar a un pequeño lago inserto en una antigua cantera a cielo a abierto, de aguas, como no, rojas. La tierra también es roja, y solo el verde de los pinos rompen con tanto predominio rojizo. Aquí es donde todo el mundo se para a admirar las maravillas que la naturaleza (y en este caso la mano del hombre) nos puede deparar. Una sorpresa más, un lugar único, en una provincia donde el medio nos depara verdores serranos a un par de kilómetros y humedales a una hora y media de carretera, del mundo rojo en el que ahora nos encontramos. Un saludo desde el sur.


Mina de Peña del Hierro.

Paisaje marciano.

Aguas rojas del Tinto.

Paisaje del Tinto.