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sábado, 10 de diciembre de 2011

El bosque mediterráneo en España

  Los españoles siempre hemos sido admiradores de lo ajeno, pero apenas nos hemos parado a mirar los tesoros que nos son propios. Hemos admirado a la selva ecuatorial, a las sabanas africanas, a los desiertos norteamericanos, los casquetes polares de la Antártida, e incluso, en nuestro país, hemos admirado más los frondosos bosques de hayas y robles intercalados de praderas de la Cornisa Cantábrica, y no sin razón. Pero nuestro país tiene la mayor extensión de bosque mediterráneo del mundo, un tipo de foresta que para nosotros es muy común, pero que es de lo más escaso en el mundo; tan sólo los países ribereños del Mare Nostrum gozan de su presencia, y no en toda su extensión (salvo Grecia, un país más pequeño que España). Por ejemplo, en Italia, el bosque mediterráneo existe sólo en sus márgenes costeros, al igual que la zona sur de Francia o el norte del Magreb. En cambio, en nuestro país, las extensiones potenciales (ya explicaré lo que es, más adelante) llegan desde el sur hasta los límites de la cordillera Cantábrica, y desde los límites de Portugal a la propia orilla del Mediterráneo. E incluso, hay pequeñas incursiones en la España atlántica, como los bien conservados encinares cantábricos o gallegos; a cambio, el clima atlántico injerta manchas de su bosque en ámplias zonas del occidente español, sobre todo en la media y alta montaña. También existe la foresta mediterránea en pequeñas zonas del sur de California y Sudáfrica, una pequeña porción de Chile y dos esquinas del sur de Australia.

   Hay que aclarar varias cosas antes de que comience a valorar la importancia del ecosistema mediterráneo. Por ejemplo, lo de la vegetación potencial, y lo explicaré con un ejemplo: había un dicho romano que decía que "una ardilla podía cruzar de punta a punta Hispania, desde los Pirineos al Estrecho de Gibraltar, sin pisar el suelo", basicamente ésto quiere decir, que muchos de los lugares que hoy día vemos desarbolados, eran realmente, extensiones de monte mediterráneo. Sin embargo, los romanos, como cualquier civilización tenía sus tópicos, y no todo en España era bosque, pues el clima mediterráneo incluye también zonas con extensiones esteparias naturales, que eran relictas de otra época, como ocurre con los Monegros o la zona de Tabernas. Pero cierto es, que donde hoy día existen páramos cultivados, hubo un espeso bosque Mediterráneo.

  El bosque mediterráneo es una incógnita en su origen, se sabe que nació en las solanas secas de los antiguos bosques tropicales que poblaban Europa en la época de los dinosaurios, allá por el periodo terciario, cuando nuestro continente se encontraba más cercano al ecuador de lo que está hoy día. Lo que no se sabe a ciencia cierta, es si sus árboles fueron una adaptación provenientes de climas templados, es decir, como en el caso del alcornoque o la encina, robles atlánticos que se adaptaron a la sequedad veraniega; o por el contrario son una adaptación xerófila de especies procedentes de bosques más cálidos y húmedos, como lo eran los tropicales, de ello puede dar testimonio especies como el laurel, procedente de la laurisilva; el olivo, cuyos parientes más cercanos forman sabanas en la zona sur del Sáhara; o el pino piñonero, de formación abierta, cuyo origen pudiera ser también, de sabana, pues de hecho, está considerado como el pino menos adaptado del Mediterráneo.

  Aunque hemos asociado el estío al buen tiempo y al sol, lo cierto es, que en el resto del mundo no es así, lo normal es que siempre llueva en verano, salvo en el clima mediterráneo. Que se caracteriza por tener un estiaje duro, sin lluvias y con una alta evaporación. Debido sobre todo a los anticiclones subtropicales, en nuestro caso, el de las Azores, que se suelen situar a la altura correspondiente a las latitudes mediterráneas. Por ello, nuestro clima se caracteriza por tener un invierno relativamente húmedo y suave, aunque con lluvias irregulares, y un verano seco y bastante caluroso. Conjugando los extremos de las dos zonas a las que sirve de transición: la templada, de la que recibe borrascas y olas de frío en invierno; y la tropical, de la que recibe la sequedad y las olas de calor, procedentes de las zonas desérticas.

  Es común decir que las zonas más cálidas de Andalucía son de carácter subtropical, y si bien no es mentira, lo cierto es que los operadores turísticos juegan con una media verdad, pues todo el área que cubre el clima mediterráneo es subtropical. De hecho éste tipo de clima se divide en dos, y se sitúan como una transición entre las zonas cálidas tropicales y las templadas: Mediterráneo, en las zonas occidentales de los continentes, y templado húmedo en las orientales. Considerando Eurasia como un auténtico continente, tendremos que en China el clima es templado húmedo, con un mayor índice de precipitaciones en verano, y un invierno, que no llega a ser seco, pero más escaso de lluvias; y en Europa meridional existe el mediterráneo, cuyas características ya expliqué en el párrafo anterior. En EEUU, es igual, mientras Florida o Alabama tienen climas templados húmedos, con precipitaciones estivales, California goza de un clima similar al nuestro. Aún así, quedan en nuestra península, restos de bosques templados húmedos, donde las lluvias son más abundantes, esto es, en la fachada atlántica de la península, destacando la laurisilva gaditana de Los Alcornocales, las loreras extremeñas o los restos de bosque húmedo de Monchique en el sur de Portugal.

  Si Brasil es la mayor reseva del mundo en cuanto selva ecuatorial se refiere, España lo es de un tipo de bosque que apenas existe si salimos de nuestro país. De hecho, casi todo lo que nos rodea son especies mediterráneas, incluso las exóticas, como el eucalipto rojo o la palmera washingtonia, que provienen de otros países cuyos climas son similares. Hay que decir, que el bosque mediterráneo es el más rico en variedad de especies vegetales y animales de Europa, encontrándose, extensiones esteparias, robles de hojas perennes o marcescentes (las hojas se quedan secas y caen al rebrotar de nuevo), varias clases de pinos, una de palmera, algunas lauroides (laureles), y sobre todo, gran variedad de arbustos y matorrales, además de helechos y epífitos en las zonas más húmedas.

  La extensión de nuestros bosques podría ser mayor de lo que se piensa, todavía se discute, si Canarias, es el límite del mundo mediterráneo, pues también tienen acebuches, sabinas y demás especies parecidas. Los llamados bosques termófilos de las Islas Afortunadas tienen mayor parentesco con los peninsulares de lo que en un principio se creía. Pero a mi parecer, lo del caso canario, lo incluiría, en una confluencia de caminos entre varios climas: mediterráneo, templado húmedo, y desértico costero tropical.

  Llama la atención el tamaño pequeño de las especies animales y vegetales del mundo mediterráneo. Ésto es debido a la sequía estival, que no deja desarrollarse bien a las especies arbóreas y arbustivas, teniendo que adaptarse, tomando formas, tanto en sus hojas como en su fisonomía, de manera esclerófila y dura, para contener la pérdida de agua a causa de la fuerte evaporación. De hecho, muchas especies germinan tras los incendios, que suelen ser abundantes durante los estíos. (Me refiero a los que se producen de forma natural, bastantes menores en cantidad que los que se producen de forma artificial). Los animales por tanto, siguen su forma de vida con respecto a las de sus bosques, y por ello, la mayoría de las especies españolas tienen un tamaño reducido, y de color parduzco o marrón (más fácil de ocultar entre la hierba seca). Una curiosidad de entre nuestros animales, se encuentra en los conejos, especie cuyo orígen se sitúa en la Península Ibérica como especie salvaje, el resto de poblaciones de conejos del mundo proceden de la mano del hombre.

  El clima mediterráneo es de los únicos que permite una ámplia variedad de subclimas según la latitud y la altitud en la que nos encontremos; no es lo mismo el clima Mediterráneo de Cádiz que el de Málaga, siendo ambas provincias limítrofes, mientras la primera es más húmeda en cuando a humedad ambiental y a precipitaciones, la segunda es más seca y tiene temperaturas más cálidas, sobre todo en verano. Es por ello, que los bosques no son iguales entre un lado y otro; por ejemplo, tomando una misma especie dominante, el alcornoque, sus formaciones no son iguales en Cádiz que en Gerona, mientras en la primera abundan los helechos endémicos, numerosas lianas y epífitos, tomando unas características propias de bosques tropicales, en la segunda encontramos formaciones más parecidas a los bosques atlánticos y centroeuropeos, con helechos reales, y una mayor variedad micológica. También destacar la curiosidad, de que el clima mediterráneo permite formaciones naturales de estepas o praderas, algo que sólo existe en zonas continentales y predesérticas de los continentes.

  Y por último resaltar, que las montañas de la zona mediterránea son los únicos que conservan todos los ecosistemas europeos en cuanto se asciende por sus laderas. Ésto es debido, a que la altitud y la latitud son equivalentes en cuanto se gana en altura o en grados, por ello, es posible encontrar todos los tipos de bosques europeos en nuestro suelo patrio, las mejores manifestaciones se encuentran en los Pirineos y Sierra Nevada, aunque en ésta última la vegetación está muy degradada. Para explicarlo de modo más sencillo pondré un ejemplo, entre paréntesis el ecosistema que representa en latitud:

    - Bosque mediterráneo, (30º a 45º de latitud) siempre en la base, termina en distintas alturas según la latitud, en Andalucía puede llegar hasta los mil metros.

    - Bosque atlántico, (45º a 60º de latitud), a partir de los 800- 1.000 metros en las zonas mediterráneas, según su latitud. Especies: robles melojos, hayas, castaños y rebollos.

   - Bosques de coníferas o taiga (60º al Círculo Polar Ártico), entre los 1.200 a 2.000 metros en las montañas mediterráneas, según latitud. Especies: abeto blanco (Pirineos y Cataluña), pino silvestre y salgareño (en la mayoría de lugares) y abetos pinsapos (serranías rondeñas y de Cádiz)

    - Praderas de alta montaña, pedregales y nieves perpetuas (66º hasta el Polo Norte), parecido a la tundra norteña y las zonas polares en las altas montañas mediterráneas. Sierra Nevada, Pirineos, Sistema Central y Moncayo.

  Para mi gusto, el artículo se queda demasiado largo, algo que en mí, por otro lado, es normal, es lógico, a priori, que con tanto tostón, no se acerque ni un alma a leer mis entradas (y menos mientras juegan ahora Madrid y Barça), pero lo cierto, es que con que lo lean y valoren la importancia de nuestros bosques sólo unos cuantos lectores, me basta. No pretendo gran cosa, sino concienciar que lo mismo que culpamos a Brasil de los desastres ambientales de su país, debemos mirarnos a nosotros mismos y tener en cuenta que la mayor reserva mediterránea del mundo está en España, y a diferencia del país sudamericano, los bosques mediterráneos no existen, prácticamente, más allá del Mare Nostrum. Pues es un clima y un tipo de bosque único. Simplemente, y para acabar, y hacernos una idea de lo que representa nuestros bosques a nuestra cultura, os pediré que soliciten una tapa (si es que existe eso en otro lado) de aceitunas, o cualquier cosa hecha con aceite de oliva, o un buen vino, en otro país, a ver que cara os ponen, y que es lo que os contestan, y si en el mejor de los casos, os lo sirven, preparad la cartera, porque seguramente, en esa nación, todo lo que he dicho sea de importación, mientras que aquí abundan por doquier. Un saludo desde el sur.

Típica formación de alcornoques de las montañas, con espesuras considerables

En la imágen se observa la gradación del bosque, con distintos tonos de verdes,  variando las especies según la altura y orientación de la montaña.

Ejemplares de alcornoques en la solana. Formación más abierta y arbustiva.

Los bosques mediterráneos en alturas superiores a los 1.000 metros tienen parecidos con las taigas norteñas.

Alcornocal de llanura en las tierras de Cádiz, donde se alternan con las praderas

Típica formación de pinos piñoneros, que se suelen adaptar a terrenos arenosos cercanos a la costa.







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