Translate

domingo, 28 de abril de 2013

Iglesia de San Marcos de Jerez de la Frontera.

 Una ciudad como Jerez de la Frontera sorprende cuando se pasea por ella a conciencia. Da igual se que vaya con un rumbo fijo y programado, o que por el contrario, se opte por coger distintas calles de forma aleatoria, y encontrarse con una sorpresa en cada esquina. La conclusión mía, y la de todo aquel que ha venido conmigo para conocer algo más a fondo la ciudad, es la misma de siempre, aquí en la provincia de Cádiz: hay mucho más que dar a conocer, y las ciudades se dan a valer poco. Por no decir casi nada. Reducir, como todo en nuestra provincia, a cuatro tópicos relacionados con el flamenco, los toros, los caballos, y al pescaito frito. Es simplemente, ser el ciego en el país de los tuertos. 
 
 Una de las iglesias que más sorprende es la de San Marcos, situada en pleno centro del casco histórico. Pocos saben que el centro del gótico provincial es Jerez, y que la primera iglesia en ser fundada en la ciudad, tras la reconquista, es precisamente la mencionada. Su aspecto engaña, pues ha sido remodelada varias veces, sobre todo en el periodo barroco. De hecho, la fábrica actual del monumento data del siglo XV, mayoritariamente. Pero hay ciertos sectores de la primera construcción, datada en el siglo XIII, como una capilla y algunos sectores de tipo mudéjar. Hecha por albañiles musulmanes que se quedaron entre los cristianos. La capilla en cuestión, tiene el aspecto de un nicho del Mihrab, elemento musulmán como el que existe, por ejemplo, en la mezquita de Córdoba, y que se suelen orientar hacia La Meca. No obstante, si bien el guía de local me insistió en que era de origen musulmán, anterior a la entrada de los cristianos, no he encontrado información escrita que me certifique este dato concreto. Y prefiero pensar en lo lógico: que es un fenómeno mudéjar. El resto de la iglesia tiene un claro componente gótico tardío, de finales del XV y principios del XVI. Con una clara influencia de la catedral sevillana. Los ventanales y lo abigarrado de los adornos nos delatan tal afirmación. Otras capillas muestran un claro componente barroco, ya sea del XVII o del XVIII. 

  En los exteriores se nota el gótico sevillano antes mencionado, y merecen atención las abundantes y bien fabricadas gárgolas. Y las dos portadas: una principal, de corte manierista, transición del renacimiento al barroco, con columnas almohadilladas y frontón abierto con hornacina en medio. La segunda es propio del típico gótico mudéjar, también de influencia sevillana, pero menos abigarrado, y con formas más "colombinas", por denominarla de alguna forma, parecidas a las de Palos, Moguer o San Esteban en Sevilla. La bella espadaña es barroca.

  Volviendo al interior, para los amantes de lo misterioso y lo lúgubre, podemos encontrar una cripta, donde se encuentran enterrados varios caballeros medievales de la ciudad; y donde se puede encontrar el cubo de una fregona y varias cosas, propias de un escobero, en un lugar que te deberían de vender como la panacea del turismo de aventura y misterio. Pero hablamos de nuestra provincia. Domina lo bizarro. Aquí solo se potencia del turismo de golf. Desgraciadamente no tengo fotos interiores, pues entré un día por casualidad, y porque estaba dando un paseo para hacer tiempo. No me la esperaba abierta, porque todas las iglesias se encuentran cerradas la mayor parte del tiempo. Otra mina más sin explotar. Un saludo desde el sur.

domingo, 14 de abril de 2013

Sierra de María- Los Vélez

 La imagen de una Almería seca y desarbolada se rompe en extremo con una simple mirada a este parque natural situado en la zona norte de la provincia. Curiosamente no son las sierras más altas de Almería, que se encuentran en la Sierra Nevada oriental. Pero ambas sierras, son los paisajes más verdes de una tierra torturada por una sequía constante. Aquí en María- Los Vélez, las precipitaciones son más generosas; aunque hay que matizar: no es lo mismo las laderas norte de las que miran al sur. En las primeras los bosques (no muy espesos) ocupan el terreno, mientras las segundas sólo piedra. 

 Las arboledas están compuestas mayoritariamente por coníferas: pinos de Alepo en las zonas más bajas, marítimos en las zonas medias, y salgareños en las zonas altas, más cercanas a las cumbres. Algunas encinas, veteranas, y solitarias, o formando dehesas componen el paisaje natural restante. Los almendros como arboleda artificial es de lo más común, y muestra su espectacularidad cuando sus flores blancas cubren sus copas, como si de nieve se trataran. La fauna, aunque no es fácil de observar, es generosa: ardillas, búhos reales,  zorros rojos...y el polémico arruí, o muflón del Atlas. Introducción, éste último, de un grupo de cazadores en la cercana Sierra de Espuña (Murcia), como objeto de caza. Y que hoy se considera invasora. Al igual que comenté hace varias semanas con la serranía de Lúcar, y su sendero del talco, lo mejor es el paisaje, con una suerte de carácter exótico, trasladándonos a las montañas del Atlas marroquí.

El parque natural es de fácil acceso, desde cualquier rincón, pues la autovía A-92 la atraviesa de parte a parte. También la visita a sus monumentales pueblos es digno de ser mencionada en ésta entrada. Pero esas localidades serán tratadas en otras entradas. Me quedo ahora con la naturaleza, casi domesticada, y de fácil acceso (la cultura de Algar ya colonizaba y formaba urbes en ésta zona), y que nos trasmite una imagen generosa de una provincia cuyo tópico se aleja de visión de unos almendros en flor, un bosque de pinos, y unas cumbres nevadas. Un saludo desde el sur.





domingo, 7 de abril de 2013

Grazalema

 La primavera tan lluviosa que llevamos ha hecho que el diluvio de Noé quede como una llovizna al lado de lo que ha caído, por ejemplo, en la población con más índice de precipitaciones de España: Grazalema. La blanca población serrana ha registrado 1.000 litros sólo en el mes de marzo. Desde luego es algo que no es común, pero tampoco raro; no obstante, lo normal es una media de unos 2.200 al año, que suelen caer a lo largo del invierno, teniendo una larga sequía en verano. Lo que indica una alta torrencialidad. En algunos años las lluvias superaron los 4.000 litros, son el caso de los años 2.009 y 1.989.

 Pero Grazalema no es solo famosa por las precipitaciones, sino que con mérito expande su nombre por todo el panorama nacional. Uno de los principales (méritos) es dar nombre a una serranía, y su consiguiente parque natural, declarado en 1.989 por la Junta de Andalucía, y que además tuvo el mérito, junto con Ordesa y Monte Perdido, en ser la primera Reserva de la Biosfera que la UNESCO declaró en España. También estuvo a punto de ser parque nacional en época republicana, pero todo quedó en nada. El culto al abeto endémico, que es la joya del parque y del pueblo, queda patente en una de las plazas principales de la localidad, donde se puede observar con porte señorial, solitario, en paraje donde se pueden observar un bello ejemplar; y dos vistas interesantes: una primera desde un balcón donde se logra ver la serranía, y otra donde se ve al pueblo, junto a su montaña, y sus bosques. También la urbe destacó por ser zona de bandoleros famosos, al igual que cualquier serranía andaluza. Aquí destacó el Tempranillo, quien se movía por la zona rondeña amargando la vida a muchos de aquellos que se internaban por estas tierras. Ciertamente, el tiempo le hizo convertirse en mito.


  Todo no son lluvias, bosques y bandoleros. Y aunque centrado en la vecina población de Villaluenga, Grazalema también participa activamente en la producción de unos quesos que han ganado merecida fama en los últimos tiempos: el Payoyo. Variedad sacada de la leche de oveja payoya, endémica de éstas montañas. Pero es otro producto el que se lleva el estrellato: sus famosas mantas y ponchos. De calidad suprema, y que sirven para abrigarse en tan frías tierras montanas.


 También goza la localidad de un urbanismo de origen andalusí perfectamente conservado. Siendo una de los pueblos blancos más conocidos de la famosa ruta sureña. El encalado roza, en muchas ocasiones, la exageración, pero nos traslada a una suerte de Belén navideño. Recomendaría terminar viendo uno de los principales monumentos de Grazalema: la iglesia de la Aurora. De piedra vista, y que se mimetiza con el fondo montañoso. Con el sol, la plaza que sirve de antesala a la iglesia, se llena de terrazas de bares y bullicio. Con la lluvia, al atardecer, sólo se oye el golpeo de la lluvia contra el suelo. El silencio domina todo, la plaza, y las estrechas calles que la circundan. Un saludo desde el sur.