Ahora que por fin entra el
otoño y el frío empieza a asomar, es hora de empezar a hacer planes distintos
para los fines de semana. Hay ya que buscar algunas distracciones que se
desarrollen más en interiores que en exteriores, aunque al paso que vamos, si
las temperaturas no bajan, nos vemos celebrando las uvas en la playa Victoria.
Dicho esto, y si el calentamiento global lo permite, y no tenemos un tercer
verano tan largo como el de San Martín, una recomendación, fuera parte de
visitar la infinidad de centros comerciales y grandes almacenes que rodean a
las ciudades, es la de ponerse al día en nuestra historia local y visitar algún
museo o monumento cercano, y que seguramente desconoceremos. Esto es aplicable
a todo nuestro país, que tiene por costumbre olvidarse de su glorioso pasado;
seguramente, nos encontremos con entradas gratuitas o a un módico precio, y con
ello ayudamos, aunque no lo creamos a nuestro patrimonio, pues un mayor número
de visitas implica mayores cuidados para nuestras joyas locales.
Hoy me propongo a hablaros de
una maravilla que se sitúa en la ciudad de Cádiz, y que, de manera
incomprensible, es una auténtica desconocida incluso en su propia ciudad.
Apartada de las grandes rutas turísticas del casco antiguo, es un auténtico
compendio de arte que cae en el más absoluto olvido, aunque, todo hay que
decirlo, está muy bien conservada y cuidada. Se trata, en cuestión, de un
pequeño oratorio: la Santa Cueva de Cádiz. Un misterioso templo que tiene dos capillas,
una encima de la otra, literalmente; el nombre no es caprichoso, y el oratorio
se llama así por estar situada, una de sus capillas, precisamente en una cueva
subterránea. Se podría dividir la Santa Cueva, de modo muy claro, en dos
partes, muy diferentes la una de la otra, pues la capilla baja o subterránea es
de lo más austera, mientras que la capilla alta, que se encuentra justo encima,
está decorada con muy buen gusto. Todo tiene su sentido, primero se debe bajar
a la capilla baja, donde la sobriedad y la oscuridad de la iglesia representan
a la vida terrenal; la propia imagen del Calvario con un Cristo muy sufriente da
idea de lo dura que es la existencia. A la capilla alta se asciende por unas
angostas escaleras de mármoles, y en ellas te puedes encontrar con alguna
sorpresa, como la auténtica partitura de “Las
Siete Palabras”, obra musical de Joseph
Haydn que fue encargada, por los fundadores del templo, allá por el
siglo XVIII, al compositor austriaco, expresamente para el oratorio; una
sinfonía que aún se escucha aquí todos los Viernes Santos. Una vez llegado al
templo superior, nos encontramos con todo lo contrario, aquí domina el horror vacui, todo está adornado al
gusto más puramente barroco, aunque ya se pueden observar formas academicistas
que darían lugar al neoclásico. Los mármoles son de proporciones enormes, y de
todos los colores: rosados, blancos, negros…Algo que sin duda, tuvo que costar
una auténtica fortuna para la época (y para la nuestra). También son impresionantes
unos relieves hechos en estuco blanco, y que representan al Bautismo de San Luis
Gonzaga y de San Estanislao, ambos son obra de Cosme Velázquez. Pero si para Ud.
aún os parece poco, también el templo goza de maravillosos cuadros pintados por
algunos de los pintores de más renombre nacional e internacional, como por
ejemplo José Velázquez o Goya, quien deja dos obras, por encargo, en el templo:
La Santa Cena y el Milagro de los panes y los peces. Asimismo las esculturas
del templo, y sobre todo, el impresionante fresco de la cúpula son dignos de
destacar. Una vez fuera el templo nos deja en completa confusión, una espartana
fachada neoclásica, sin más adornos que unos cuantos frontones triangulares, y
con triste color gris, que no hacen honor a lo que existe en su interior. De
hecho, mucha gente pasa por delante sin saber que allí se encuentra un oratorio.
Pero como todo aquí, hay una explicación de porqué tanta austeridad. Se debe
precisamente a la necesidad de pasar desapercibida, y no llamar la atención; a
causa de sus orígenes. Antes de que se construyera el templo en cuestión, se
reunían en una casa particular, unos cuantos ricos comerciantes, en su mayoría
genoveses, a rezar, a altas horas de la madrugada. Una costumbre extraña que
empezó a llamar la atención de los viandantes y vecinos de la zona. Todo ello
dio lugar a todo tipo de habladurías, entre la que se contaba que los miembros
en cuestión de dicho grupo pertenecían a algún tipo de secta herética. Para combatir
dichas injurias, los ricos burgueses empezaron a construir el templo que les
acabo de describir, y que al ser de mayoría genovesa, dejaron recuerdos de
dicha ciudad, como es el caso de los ricos mármoles de Carrara, o incluso, la
propia arquitectura, que en ocasiones recuerda, a la de los templos del país
transalpino.
Aunque seguramente, haya personas que sepan más que yo, de las joyas de dicho monumento, y me tachen de corto a la hora de describir, y no sin cierta razón; soy consciente de que se me han pasado muchos elementos por alto, pero que lo que al fin y al cabo, pretendo es dar a conocer una joya muy poco conocida. Para profundizar más, hay libros especializados, y en el mismo templo, las explicaciones son excelentes, y lo más importante en éstos tiempos de crisis, el precio es de lo más barato, un solo euro. A cambio podrán gozar de un auténtico compendio de arte, en el que están representadas todas sus ramas: música, arquitectura, escultura, pintura…Puede parecer un tópico, y puede que a los lectores de éste blog les parezca repetitivo, pero lo vuelvo a decir, porque es una verdad más grande que éste oratorio: de estar situado en otro país, sería mucho más famoso y visitado, habría colas para entrar en él, como ocurre en muchos otros rincones, por ejemplo de Florencia o Venecia. Pero nosotros, preferimos quedarnos con las playas y el carnaval para exportar a los extranjeros, en un turismo, mayormente, descerebrado, pues ni siquiera se profundiza en el arte del carnaval, sólo se vende lo superficial. Y así nos va. Un saludo desde el sur.
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Imagen de la Capilla Baja |
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Foto del Altar de la Capilla Alta |
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Capilla Alta |
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La cúpula, en realidad, salvo los ángeles, todo es un fresco. |
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Detalle de los angelitos de la cúpula. |
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Bautismo de San Luis Gonzaga. |
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San Estanislao |
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Altar con sus pinturas y esculturas. |
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Imagen más general del mismo. |
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Ángel con un cuadro de fondo. |
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La Sagrada Cena de Goya. |
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Fachada del oratorio. |
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El milagro de los panes y los peces, de Goya. |
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