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jueves, 24 de julio de 2014

Crisis económicas de la historia. Parte III.

 Seguimos con la tercera entrega de grandes crisis mundiales, y sus consecuencias. Tocamos hoy, el siglo XIX, y el principio del XX.  Seguiremos ya, en la siguiente, con las crisis sucedidas a finales del XX . Ahí van:
  • El Boom del Ferrocarril. Año 1847.
 Al igual que en nuestra época, las nuevas tecnologías suponen una burbuja en el mercado cuando su éxito es, realmente, rápido y favorable. Eso mismo pasó con el ferrocarril, verdadera joya, al barco de vapor, de la Revolución Industrial. No había empresa,ciudad, o gobierno, que no quisiera incorporar el ferrocarril para viajeros para su mayor gloria. Era una época de bonanza general, y para 1.845, las acciones de las compañías ferroviarias se encontraban al 500% de beneficios, totalmente sobrevaloradas. Como ejemplo, había proyectos que no se habían empezado si quiera, y otros que atravesaban lugares desiertos (¿les suena?); y en Irlanda se habían proyectado más de cien lineas. Las contabilidades estaban amañadas en las distintas compañías, por cierto, administradas siempre por los mismos. En 1.847, un suicidio en Hyde Park encendió todas las alarmas, pues en sus bolsillos se encontraron documentos relacionados con lo hablado. La subida de las tasas de interés al 3%, destrozaba a los inversores más endeudados, que vendieron todas las acciones, y acabaron arruinando bancos como el de Liverpool. Los banqueros protestaron ante Downing Street, para exigir la suspensión de la ley bancaria. En España, por ejemplo, la burbuja llegó más tarde, entre 1.856 y 1.866, pues también el dinero de los créditos bancarios tenían su origen en las islas británicas.


  • Crisis económica de Chile. Año 1.876. 
 No todas las grandes crisis proceden de Europa, que también vivió su propio infierno en éste mismo año con la guerra Franco-prusiana. Sin embargo, en Chile, el país que optó por una economía librecambista, dictaminó una Ley de Bancos, que permitía emitir papel moneda sin control estatal, lo que elevaba al 150% el superávit de las reservas chilenas, sin estar respaldados por moneda alguna. Lo que hizo que el precio del dinero y los préstamos perdieran mucho valor. Los segundos, se hacían de hasta un mes, y sin cobrar intereses. Luego vinieron la congelación de salarios de los empleados públicos, y el menor gasto público. La crisis se contagia a otros países del entorno, como Argentina, que debía reparaciones de guerra a distintos países, y dependía totalmente, de Inglaterra para la exportación de sus productos. Sólo la Guerra del Pacífico, con la victoria de Chile sobre Perú y Bolivia solucionaría, parcialmente, la situación.


  • Hiperinflación de la República de Weimar. Año 1.923.
 Las reparaciones de guerra que Alemania tuvo que hacer a las potencias aliadas, tras la I Guerra Mundial, eran del todo abusivas, y lejanas a la realidad. El banco alemán se vio obligado, por las urgentes reparaciones, a emitir un exceso de papel moneda sin respaldo en oro. Como la nación alemana no podía hacer frente a esos pagos en dinero, no tuvo más remedio que admitir la rapiña entre sus recursos, como pasó con la ocupación francesa en la cuenca del Ruhr. Mientras tanto, la vida se hacía difícil entre la ciudadanía germana, en la que los ahorradores perdían todo su dinero a causa de la pérdida de valor del dinero. Asimismo, aquellos que cobraban en nómina, vieron como cobraban los sueldos, no al mes, sino incluso al día, y que llevaban a casa en carretilla, debido a la cantidad de billetes. Los cuales, se utilizaban para empapelar paredes o como carbón, pues los servicios básicos y los alimentos variaban constantemente de precio, incluso a lo largo de días o semanas, y solían ser más caros que el propio dinero. El fin de la crisis se da en noviembre de 1.923, cuando se crea una nueva moneda: la Reichmark, de valor fijo, que supuso el fin de los billetes. Sin embargo, la crisis dejó profundas cicatrices en la ciudadanía, entre las que se incluye, el meteórico ascenso del nazismo una década después, cuando la Gran Depresión procedente del Crack del 29 diera la puntilla a la República de Weimar.


  • El Crack del 29 y la Gran Depresión. 
 La madre de todas las crisis, y la más famosa de la historia, tal vez sea la peor, hasta ahora, que ha sufrido el sistema capitalista. La imagen de los suicidios desde los rascacielos newyorkinos ha sido la más marcada en nuestras retinas, sin embargo, hay más de leyenda urbana que de realidad. Ha sido la más devastadora caída de la Bolsa bursátil de Nueva York, pues el Down Jones llegó a caer a valores del siglo anterior en un mes (octubre del 29),y no los recuperaría hasta los años cincuenta. Anteriormente, como en toda burbuja, la ciudadanía, y los inversores cayeron en una euforia desmesurada de créditos. Los bancos pedían dinero a la Reserva Federal por la que pagaban barato, y los invertían en la compra de acciones, por las que obtenían una alta rentabilidad. No obstante, una vez más, las burbuja vino a causa de los grandes inventos de la época: el automóvil, los aviones y la radio. Aunque en esta ocasión el estado y la Reserva Federal intentaron frenar a la banca, en aquel entonces, como ahora, estalló otra burbuja inmobiliaria en, como no, el estado de Florida, donde se daba con abundancia la dación en pago (devolver las llaves del hogar al banco para desvincularse de la hipoteca), a causa de la incapacidad de hacer frente a las hipotecas. Y como los sueldos estaban estancados, los trabajadores solían abusar de los créditos. En tiendas, almacenes industriales y en el campo, cada vez habían más excedentes, que se acumulaban sin vender. Herbert Hoover, Secretario de Comercio, advirtió a los banqueros del desastre que se avecinaba para que empezaran a tomar medidas, a lo que respondieron que cualquier movimiento en falso provocaría el pánico entre las masas. Pero eso sí, guardaron sus fortunas a buen recaudo. Para cuando se produjo el Crack, en octubre del 29, los accionistas intentaron vender todas sus acciones, y los ahorradores intentaron sacar el dinero de los bancos. La fuga de capitales desestabilizó a todos los bancos centrales del mundo. Con la crisis, desaparecieron 10.000 bancos y un tercio de las empresas financieras americanas. Con el grifo del crédito cerrado, el consumo cayó en seco, dándose la mayor contracción del comercio mundial en la historia. Gran Bretaña abandonó el patrón oro en el 31, junto con 21 países más. La destrucción de puestos de trabajo se cebó en países como EEUU o Alemanía, con datos similares a los que hay hoy en España. 















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