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domingo, 21 de agosto de 2011

El pasado vikingo de Cádiz

   Por pocos es sabido, pero sin embargo, si casi todos los pueblos pasaron por Cádiz, ¿por qué no lo iban a hacer los vikingos, o normandos, según se prefiera?. Ésta es una entrada breve, pues su presencia en Andalucía también fue corta, y apenas dejaron rastro alguno, salvo algunas fuentes árabes que comentan tal suceso. Evidentemente, no me refiero al Ikea de Jerez; aquellos hombres del norte, aparecieron allá por el año 844, en pleno emirato de Abderramán I. Ya se pasaron, antes por Asturias, donde los cristianos del norte (más brutos aún) les dieron una buena somanta de palos; así que aquí venían como el que llega al segundo pub tras haberlo echado el "gorila" del primero, es decir, con mala ostia. El caso fue, que al fin y al cabo, establecieron sus bases en las islas de Saltés (Huelva) y Cádiz, ésta última, una reducida población de pescadores, que vivían entre ruínas, y que ya nada tenía que ver con el pasado glorioso que tuvo la ciudad. Tras tomar, sin apenas resistencia la aldea, se establece como centro de operaciones de los asaltos que pretenden hacer a las ciudades de Sevilla y Córdoba; no antes sin arrasar medio Golfo de Cádiz. A ellos se les atribuyen, según algunas fuentes, la destrucción del ídolo de Cádiz, una enorme estatua bañada en oro, al más puro estilo del Coloso de Rodas, y que servía de faro; pero eso será tema de otra entrada, pues ésto no está del todo claro, ya que para otros fueron los almorávides los que acabaron por derribarlo.

     Los normandos, buenos saqueadores, pretendieron, como ya mencioné antes, apoderarse de las riquezas de Sevilla, y sobre todo de Córdoba, que por aquel entonces, era una de las pocas ciudades prósperas de Europa. Remontando el río Guadalquivir, en sus famosos Drakkars, llegaron hasta la ciudad hispalense, que en aquella época no tenía muralla alguna, pues los reinos cristianos del norte éstaban bastante lejos, y no se preveía peligro alguno; pero sin embargo se equivocaron, no contaron con los vikingos, que venían de arrasar media Europa. Así pues, enterada la población de Sevilla de la presencia de los "Mayus" (como llamaban los andalusies a los vikingos) por el río grande, huyó todo el que pudo de la ciudad, llegando las noticias de lo que se aproximaba hasta Córdoba. Tan sólo quedaron un pequeño grupo de ancianos y desvalidos que se refugiaron en la mezquita aljama, o principal, para que nos entendamos. Al llegar aquel temible contingente de bárbaros, se encontraron una ciudad desierta, a la que se dedicaron a saquear a gusto, y a aquellos que se refugiaron en la mezquita se les pasó a cuchillo, sin dejar a nadie con vida. Tan tranquilos estaban, que en ésto, llegó Abderramán I con un ejército, como tal vez no vieron nunca; enfrentándose ambas culturas en una cruenta batalla en lo que hoy es el Aljarafe sevillano. Desbordados, los normandos tuvieron que tocar retirada, y volver a puerto base, con la esperanza de regresar, para saquear Córdoba, pero nunca lo lograrían, como tampoco lo lograron con Santiago de Compostela, otro de sus objetivos. Con todo ésto, los hombres del norte tuvieron en sus manos la ciudad de Cádiz por un tiempo de ocho años, de los que no quedan restos algunos de su presencia (aunque en Cádiz, cualquier excavación puede dar con restos de distinto índole, y por tanto no es descartable encontrar algo de ellos). Por ello, todo ésto que he contado, se basa en distintas fuentes escritas, y no arqueológicas. Al cabo del tiempo Abderramán I terminaría por expulsar a los vikingos de Cádiz, construyendo un castillo (en la zona del Pópulo), y una torre almenara (en el Castillo de S. Sebastián). Aún así, muchos nórdicos quedaron mezclados con la población, y se quedarían para siempre, aunque fueran convertidos al Islam.

     Aunque la amenaza, no desaparecería hasta un puñado de siglos después, pues los Mayus rondarían las costas durante un buen periodo de tiempo, aunque ya sin éxito alguno. Y posteriormente, algunas centurias más tarde, el peligro llegaba de manos de una conspiración, en la que el obispo de Santiago, con ayuda de algunos nobles, tomaron contacto con Guillermo I "El Conquistador", rey normando de Inglaterra; para proponer una invasión de los reinos hispánicos, en una de las múltiples rencillas entre casas nobiliarias. Pero la muerte prematura del rey, dio al traste con todos los planes, cuando ya estaban listos para ser ejecutados. Así pues, España se libró de otra de las cuarenta mil invasiones de las que tuvo a lo largo de su historia. Un saludo desde el sur.

Apacible imagen de La Caleta, que contrasta con lo que se vivió en aquella época.



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