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domingo, 18 de septiembre de 2011

El boom de las subcontratas

   Vaya mes de agosto que llevamos, con una crisis tras otra, dentro de la gran debacle económica que llevamos ya, al menos desde el 2.007 o 2.008. No ganamos para sustos. Se dice que todos los que van a morir ven una luz al final del tunel, menos para la economía mundial, que debe de atravesar por el tunel del Canal de la Mancha, cuyo final no se atisba por más kilómetros que uno haga. Dentro de los dichos, es muy común aquel que cuenta, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y España se halla melancólica recordando tiempos del II Boom inmobiliario (el I fue el de la época tecnócrata de Franco), aquel que ha arrasado con miles de hectáreas de litoral, o de campo. Pues se han construído barrios residenciales donde una cabra bala y nadie se entera, porque sencillamente, no hay nada alrededor, un páramo roto por enormes bloques de hormigón, más propios de épocas soviéticas que del siglo XXI. Ahora yacen en el abandono, como un monumento al disparate. Sin embargo, esas casas no se construyeron solas, y la mayoría de ayuntamientos y centros oficiales mantuvieron sus servicios y su limpieza, gracias a otro boom del que nadie habla: el boom de las subcontratas.

    Vayamos por partes, antaño, hasta no hace muchos años, cualquier empresa o centro oficial, contrataba directamente a un empleado que hacía las funciones para las que estaba asignado. Desde mediados de la década de los 90, no. A partir de aquellos años, con el mismo dinero (o menos), se subcontrata a una empresa, que además, suele ser de lo más pirata. Se dice que porque es más barato, o que con ello se evita los enchufes. Sin embargo, a mi juicio (y esto hay que dejarlo claro), es al revés, pues con el mismo dinero, se paga a una compañía de servicios, que con los mismos euros que antes, tiene que pagar a los trabajadores, y encima obtener beneficio, y adivinen aquí, quienes pierden. Los sueldos, a partir de entonces, se han vuelto mediocres, y cada vez más escasos, para que así la empresa obtenga unas buenas ganancias a costa de sus empleados, que callan, porque saben que si alzan la voz, van a la calle, y afuera, las cosas están peor que dentro de casa. Y lo que es peor del asunto, es que España es un país que vive del sector servicios, ya que la industria cada vez es más escasa por el fenómeno de la deslocalización. Así que busques, donde busques, ese es el tipo de empleo que hay, no existe otro, porque los buenos, o están copados por enchufados, o simplemtente, han desaparecido. Es el tipo de empresa, que además,  aparece de la nada, que nunca se ha escuchado, y de repente, se presenta por todos lados, lo mismo haciendo labores de catering, limpiezas, obras de albañilería o de putiferio, por decir algo. Dicho sea de paso, que muchas de éstas tienen una vida empresarial según los partidos políticos que estén en el poder, pues la mayoría (por no decir todas), suelen tener como dueños al primo, o al hermano, o al amigo del alma, del alcalde, concejal o ministro de turno (así se evitan los enchufes en España...). 

    En el caso de las empresas privadas que subcontratan es aún peor, es con menos dinero (volvemos a lo mismo: a ver quien pierde...), pues ambas compañías tienen que obtener unos beneficios, que en España, forzosamente, tienen que ser, rápidos y sin apenas esfuerzos (en los demás paises es que tienen que ser tontos o algo así). Además, también es del primo o del hermano, o lo que es peor, del mismo (obteniendo así, el doble rentabilidad) que contrata los servicios. Pero no sonría, por ésta piratería, porque aún puede ser peor. Ésta subcontrata, podía volver a subcontratar, y así sucesivamente hasta que le diera la gana, con ello, se obtenía un enorme beneficio, en caso de que la ley decidiera poner coto a un desmadre urbano o dinerario (lo que prácticamente no ha ocurrido), ésta nunca lograría desmadejar el lío de hilos empresariales existentes entre la multitud de empresas; así los culpables no pagan nunca en éste país. Y por ello, no se ha visto el dinero negro que ha entrado en nuestro país (1 de cada 5 billetes de 500 euros que circulaban por Europa, pasaba por España), y si éste ha llegado dentro de las compras interesadas por las mafias rusas, que limpiaban el dinero obtenido en inversiones inmobiliarias en suelo patrio, subiendo así desorbitadamente los precios. De hecho, hace unos años el Estado limitó el número de subcontratas a tres o cuatro (y se quedan tan panchos), con lo que da idea de cómo funcionan las cosas en éste país. Gracias a ello, desde entonces, uno puede trabajar para el mismo jefe, cambiando de empresa cada tres o seis meses, y sin necesidad de cambiar si quiera de mesa; todo un chollo, porque para que quiero yo quedarme fijo con mis pagas extras, si así se está mejor... Es por ello, que yo, opino, que deberíamos de reconocer también el boom de las subcontratas, que ha estado, injustamente (o interesadamente diría yo) bajo la sombra del inmobiliario; algún día se le hará un monumento o una estatua en Marbella o Sotogrande, en una plaza que pertenezca a una urbanización que se sitúa en un terreno boscoso o de matorral, que tiempos atrás misteriosamente salió ardiendo (que cosas pasan...). 

     Otro día hablaremos de otro boom: el de las FPO, los observatorios, talleres de empleo y demás entes públicos que no sirven para nada, pero eso será otra historia. Un saludo desde el sur.
Kavi, el primo de Apu es un fenómeno de las subcontratas. En la serie da a entender como éste fenómeno es propio de países en vías de desarrollo, y no del primer mundo.
Urbanización de Seseña Nuevo, en medio de la nada.

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