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domingo, 2 de octubre de 2011

El último bosque de llanura

   Por muchos es conocida la leyenda de las doce pruebas, en la que Hércules le roba el ganado al rey Gerión, un ser con tres troncos y otras tantas cabezas; eran unos bueyes sagrados para unos monarcas que se suponían tartésicos, un mito que hoy día se suele situar en tierras gaditanas. Sea o no verdad el mismo, lo cierto es que ésta historia viene a confirmar una tradición que aún hoy día se conserva en la provincia de Cádiz: la ganadería de reses bravas. Cuyo origen, probablemente se remonte a varios milenios (me refiero a la cultura ganadera vacuna, no a la raza en sí), la razón es bien sencilla: lo incultivable del terreno de la campiña suroeste gaditana. Aunque a primera vista nos engañe, pues gran parte del año las praderas de ésta tierra tienen un rico herbazal que llega a alcanzar alturas considerables, sino ha sido frecuentado por los toros, y se mantiene con un color verde intenso en épocas de lluvia (y periodos posteriores), la tierra es muy arcillosa, y por tanto tiende al encharcamiento fácil, llegando a formar auténticos cenagales en invierno, mientras permanece árida y polvorienta en verano (periodo de sequía anual). Ésto es debido a la plasticidad de la arcilla, que tiene nula porosidad, y no permite que el agua de lluvia filtre al interior, formando multitud de lagunas temporales, de las cuales la más famosa era la Janda (antes, la mayor de España), que se secan en periodo estival por causa de la fuerte evaporación. Por ello se hacen impracticables los cultivos, salvo algunos arroceros, y otros en las cercanías de la costa, como en el caso de Chiclana y Conil, teniendo los habitantes de la tierra que subsistir con la ganadería vacuna, siendo, por otro lado, de lo más rentable, pues a hecho rico a un buen puñado de terratenientes. Entre ellas se encuentra, por ejemplo, la famosa ganadería de Torrestrella, de Medina Sidonia. 

    La falta de cultivos ha salvado a muchos terrenos de gran valor ecológico, este lugar, se protegerá como zona de especial conservación (ZEC), dentro de la Red Natura 2000, que protege territorios a nivel europeo un territorio que se encuentra en el triángulo Chiclana, Medina y Tarifa. Ésta vasta extensión ocupa terrenos mayores que muchos parques naturales vecinos, unas 26.476 hectáreas, en las que caben multitud de ecosistemas. Que se pueden dividir, a groso modo, en varios:

    -   Pastizales anuales, o más conocidas como praderas, que tienen un acusado ciclo estacional, que viene marcado por unos periodos muy diferenciados de lluvias, siendo abundantes las precipitaciones entre mediados de octubre y finales de febrero, mientras hay una pertinaz sequía entre mayo y septiembre; los meses intermedios varían en función de la generosidad del año climatológico. Son anuales, porque crecen y se desarrollan en las épocas húmedas, mientras se agostan en las secas. Manteniendo dos colores diferenciados entre el verde y el ocre, según la estación en que se visite. Son muy características las distintas clases de tréboles. Éste es el hábitat ideal para muchos animales esteparios, como las avutardas, sisones, liebres, etc. Y es tal vez, el ecosistema que más porcentaje de terreno ocupe de la zona LIC (Lugar de interés comunitario). Hay que decir, como curiosidad, que por donde el ganado no ha pasado, las hierbas pueden alcanzar incluso alturas de dos metros, aunque son escasas las zonas que quedan así.

    -   Bosques de acebuches, tal vez los más importantes de la zona. La provincia aún conserva la mayor concentración de éstos olivos silvestres de la península, y un bosquete, en las cercanías de Tarifa, con ejemplares que tienen algunos milenios de edad, clasificándose como una de las forestas más antiguas de España. Tienen, en su mayoría, forma adehesada, abierta, con cierto parecido a las sabanas africanas; de hecho se han encontrado formaciones parecidas en la zona del Sahel entre árboles del género olea (acebuches y olivos) y hierbas de la misma familia que las gaditanas, siendo probablemente, un ecosistema que hemos heredado de periodos más cálidos. Al igual que las praderas, son un ecosistema rico para la fauna esteparia, pudiéndose encontrar aves tan interesantes como el elanio azul, la cigüeña negra o el buitre leonado. También hay que decir, que éste es terreno de expansión del águila imperial ibérica, un ave muy amenazada de extinción.

   -  Lagunas y encharcamientos anuales, aunque no se han valorado suficientemente, y muchas veces se han denostado, desecándose gran parte de ellos, aún forman uno de los ecosistemas más importantes de la zona, y el más rico en fauna. En ellas, se da el curioso contacto entre la fauna acuícola, como es el caso de los distintos tipos de garzas, cigüeñas, ranas y galápagos, y animales que pertenecen al mundo de la estepa o los bosques, según se encuentre situado el humedal. Permanecen con agua en invierno, mientras se secan en verano. Son destacables la laguna de la Janda (de la que hablaremos en otra entrada) y un palmitar inundable que se encuentra en las cercanías de Tarifa, y que tiene un aspecto muy exótico, pues ver las pequeñas palmeras rodeadas de agua nos traslada a lugares como el Chaco paraguayo.
 
   -  Zonas de matorrales y arbustos, en su mayoría aromáticos, es éste un ecosistema muy típica de toda la región mediterránea, y aquí también se encuentra presente. Es zona preferente para la fauna mediterránea de pequeño tamaño, como conejos, zorros, etc.

   - Bosques de alcornoques, los de mayor porte y frondosidad, formando bosques islas muy interesantes, en la que conviene destacar el que existe entre Medina Sidonia y Chiclana de la Frontera, en la zona del Junco Real, Cañada de los Marchantes o Pago del Humo, por decir algunas zonas. Alcanza éste bosque tal grado de conservación que actúa como un vergel para muchos animales forestales que no existen en los alrededores, como por ejemplo: cuervos, azores, picos picapinos, etc. También existen en su sector más oriental, pegado ya, al parque de Los Alcornocales, siendo puente de unión entre la fauna de campiña y la del bosque. Se encuentra muy bien conservado, y hasta hace pocos años era accesible a su interior, en los que daba la sensación de encontrarse en un paraje serrano por su frondosidad, y no en las cercanías de una ciudad tan turística como Chiclana.

   - Bosques de pinos piñoneros y eucaliptos, que tienen formaciones, normalmente pequeñas, ya actúan como dormideros de muchas aves, pues son los únicos bosques en muchas zonas, alcanzan muy pocas hectáreas, pero muy valiosas para la fauna.

    - Los ríos, aunque abuntantes en el territorio, tienen escaso caudal, pero son muy valiosos, sobre todo en época de sequía, pues al no secarse, sirven de bebedero de la fauna local. Además, permite la presencia de animales de ribera, como los martines pescadores, abejarucos, galápagos, e incluso algunas nutrias, que también coloniza varias lagunas.

     Cierto es que me he extendido demasiado para algunos, y me he quedado escaso de datos para otros, sin embargo, no me gusta dar una lección magistral sobre éste bello territorio, sino dar a conocer su valor, pues es una zona bastante desconocida, incluso para los lugareños. Es curioso, que con la presencia de tan importantes ecosistemas, y de una rica y variada fauna no se haya protegido como parque o paraje natural. Pues tiene una rica red de cañadas y veredas que permitirían su fácil acceso de cara al senderismo, pues sería sencillo, incluso para ir con niños al tratarse de un terreno extremadamente llano. Sin embargo, han quedado relegados en su mayoría como cotos privados de caza, o terreno para las reses bravas, algo que se puede mantener aún protegiéndolo con alguna figura legal. Pues no es ésto lo que me preocupa, sino la fiebre de los campos de golf que venimos padeciendo la provincia desde hace un par de décadas. Ésto sí sería una catástrofe que empobrecería la fauna, e incluso los recursos de los ciudadanos de la zona, pues a pesar de las generosas lluvias invernales, no hay que olvidar que las sequías también son frecuentes cada determinados años, y después vienen los cortes de aguas a determinadas horas. La protección de toda ésta zona haría justicia a una fauna y  flora que poco, o nada, tiene que envidiar a la de los parques vecinos. Un saludo desde el sur.


Típico palmitar de la zona
Bosquete abierto de alcornoques
Ejemplar de alcornoque
Los alcornoques forma comunidades con los palmitos de manera frecuente
Un ejemplo de bosque con praderas, en la que sobresale un eucalipto entre alcornoques
Expesura entre matorrales
Típica dehesa de acebuches y algún alcornoque
Espectacular ejemplar de palmito
Una imágen del rico pastizal gaditano
Dehesa de acebuches
Las formaciones adehesadas de acebuches en Cádiz tienen relación con las del otro lado del Estrecho
Espesura propia de un alcornocal
Bella imágen que conbina pradera con bosque
Río Iro en mayo
Río Iro en diciembre, el puente desde el que se tomó la foto anterior ha sido tragado por las aguas
Praderas y bosques que lindan con Los Alcornocales
Praderas cercanas a Alcalá de los Gazules
En invierno se forman multitud de encharcamientos
Es común que los terrenos arcillosos se encharquen
Vegetación de la orilla de una laguna temporal

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