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domingo, 9 de octubre de 2011

Nuevo léxico español

   
    Dicen de los que chinos utilizan la misma palabra para decir crisis que oportunidad, de hecho está constatado que en los periodos convulsos de la economía es cuando los cerebros sacan lo mejor de sí, y lo que parecía amenazar ruina acaba mejor que cuando la crisis de turno empezó. Y de ello damos fe en regiones como Andalucía que llevan estando en una debacle continua, desde que, al menos yo, tengo uso de razón. Se habla de Steve Jobs o de los creadores de Google y Facebook, que crearon bienes intangibles cuyo valor son tan sólo superados por el de las petroleras. Sin embargo, he decir que ésta pobre gente son unos meros aficionados comparados con el tipo de vividores que se han extendido por España, pues si los primeros viven de crear un servicio que permita tener conectados a millones de usuarios, en nuestro suelo patrio tenemos más narices que nadie, y somos capaces de vivir sólo de unas cuantas palabras que hemos inventado, y que realmente no sirven para decir nada (con dos cojones). Y créanme, no hablo de miembros y miembras (que aquí en el sur suena a otra cosa), ni de las soflamas independentistas de otras regiones que al parecer no nos entienden al hablar, a pesar de que dimos para la literatura autores como Becquer, Alberti, García Lorca, los Machado, Fernán Caballero, Cadalso, Juan Ramón Jiménez o Pemán. Y aunque, también éstos politicuchos viven de las palabras huecas; a lo que básicamente me refiero es al palabreo empresarial, sindical y al buen diccionario de lo políticamente correcto en el mundo laboral, es decir, lo que se quiere oír, en aquellas farsas, a las que hoy día llamamos "entrevistas de trabajo", toda una parafernalia, para al final, colocar por enchufe a un conocido. 
      Cuando uno lee los periódicos, escucha la radio, etc, se da cuenta del asentamiento en nuestra cotidianeidad de ciertas palabras que nunca habíamos escuchado, y que ahora se expanden como una plaga de cucarachas, pues llegan a estar hasta en la sopa (de letras, si se quiere). ¿Quién no ha escuchado aquello de "Talleres de...", "Observatorios de...", "Fundaciones de...", "Centros de seguimiento de..." o "Centros de interpretación de..."?. Las preguntas son claves: ¿Sirven para algo?, ¿Cuánto dinero público cuestan?, ¿Dan empleo? ¿Sólo a los enchufados?, ¿Son productivas? o ¿Uno las escucha y no sabe donde localizarlos y si tiene suerte de encontrarlos, poder echar el curriculum, si es que le sirve de algo o no, si se entra por una extraña bolsa de trabajo de la que nadie a oído escuchar?. Muchos de ellos, de los que se logra hallar, te suelen dar cursillos, tanto para trabajadores (los que quedan), como para parados, y en ellos se vive la experiencia, siempre clarividente, del régimen del papanatismo en el que vivimos. Ellos han instalado, gracias a las subvenciones de la comunidad autónoma de turno, otras palabras, que en sintonía con el empresariado y los sindicatos, otras palabrejas que nos hemos tragado como si fuera el pavo de Navidad, sin masticarlas. Es el vocabulario del perfecto empleado que va a una entrevista, en la que sencillamente el puesto está vendido, aquel trabajador modelo, que no ve el futbol, ni Gran Hermano (si nadie los ve, ¿de qué viven?), que prefiere los documentales de la dos; un tipo que siempre viste con americana y camisa a pesar de ser fontanero, aquel que para distraerse va a la ópera en vez de al bar, que le gusta el senderismo, tratar con la gente y trabajar en equipo (no me jodas...). Pero la palma, que aparte de estar en el barrio de La Viña de Cádiz, se la llevan cuatro palabras que son el culmen del saber vivir con algo intangible, que se inventa uno, como el zing ziritione de aquel coche de los años noventa. Me refiero a éstas:

      - Empático: hoy en día no se es ni antipático, ni simpático, se es empático, que según los mesías del mercado laboral significa que uno es capaz de ponerse en el lugar del otro, y comprender sus sentimientos. Algo que en las empresas es muy común por lo que se ve, a pesar de que la pecera está llena de pirañas. Es más útil hoy día escribir en el curriculum que se es empático a tener años de experiencia laboral, el título de tornero o un máster de física cuántica.

       - Eficiente: en el mundo se pueden hacer las cosas de dos maneras: rápidas o bien hechas. La palabra eficaz queda relegada de nuestra riqueza lingüística por la nombrada en éste apartado. Pues eficiente es el tipo que además de eficaz es más rápido que nadie; con un par, para chulos los españoles. Hay que ver lo tontos que son por ahí fuera, o lo poco eficientes que fueron los que construyeron la Catedral de Burgos o la de Notre Damme, que tardaron varias generaciones en terminarlas. Si hubieran sido constructoras o albañiles compatriotas de la actualidad, hubieran tardado meses, en vez de años, y las construirían frente a la playa. Claro que después habría problemas de grietas o de localización, pues lo normal es que nuestros paisanos construyan en el curso de un río o una rambla que en época de lluvias se lleva todo por delante. Pero somos así de cojonudos.

     - Proactivo: les juro, que hasta hace unos pocos años, pensaba que era algún nutriente de un yogur líquido; pero no, resulta ser que proactivo es más que activo, cágate lorito. Es decir, si activo es un tipo que siempre innova y trabaja sin parar, proactivo, es aún más. Si dices que eres lo primero no basta, tienes que ser proactivo. Así pues, si tienes un hijo que no para de dar la vara, que sepas que no es hiperactivo, ni es un hijo de..., sino que es proactivo, y que te sacará de pobre según la lógica de éste régimen papanatiense.

     -  Dinámica de grupo: la última, es de traca, como en los fuegos artificiales de toda feria. Tras el "éxito" de la película "El método", todo idiota, de cualquier curso o de cualquier oficina de recursos humanos, se dedica a estudiar a los empleables como si fueran una manada de chimpancés, mientras analiza los distintos roles (otro palabro a incluir) que cada uno tiene: el líder (ésta es la favorita de todo trepa), el conciliador, el solitario...Son actividades en grupo, que sirven para unir, o para saber en quien confiar en caso de desahogarse, a quien besarías, con quien te irías a la cama o a una isla desierta...cosas así. Es famosa la dinámica del planeta Marte o la luna, que según dicen, tan panchos, como si fuera verdad, que es una prueba que ponen a los astronautas de la NASA. Son tan estúpidos éstos juegos, que realmente, lo que logran resaltar, es lo mismo que en las cenas de empresas: quien es más idiota que quien. Es como volver a aquellos juegos de la adolescencia, como el de la botellita y otros similares, sólo que con pelos púbicos entre sus asistentes.

    En fín, creo que me he enrollado demasiado, pero ya saben, corto ya, porque me voy a ver los leones de la dos, en vez de mirar el facebook; ya que soy muy empático y me pongo en el lugar de la cebra, aunque el felino es más proactivo y eficiente a la hora de comer que el equino. Y ya saben que los leones, tras la caza, como son animales sociales harán una dinámica de grupo para ver quien pega el primer bocado. Un saludo desde el sur

El buen rollito del mercado laboral

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