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domingo, 15 de abril de 2012

Cuando el Oso Yogui se queda sin casa.

Sobre leyes estúpidas españolas hay para hacer una tesis doctoral; la mayoría no se cumplen ni por asomo, pero sí que hay una que se cumple a rajatabla y que es la que se lleva la palma de oro a la ley más tonta del último siglo. Desde 1.918, cuando se crearon los dos primeros parques nacionales españoles (Ordesa y Covadonga), hasta la actualidad se han ido protegiendo determinados espacios con un valor incalculable; algunos con más suerte, y otros como las Tablas de Daimiel, que tienen la desgracia de estar en un auténtico estado de abandono. Por lo general la protección y elección de los espacios que han venido siendo nombrados han estado acertados. Pero desde ésta última década para acá, la cosa se ha quedado atascada. Hace casi una decenio que no se nombra ningún parque nuevo, y eso que hay sitios que tendrían méritos más que de sobra; pero tal vez, a nadie le convenga "condenar" unos trozos de suelo que en un futuro pudieran ser pasto del llamado "turismo ecológico y sostenible". Como si en los países donde éstos abundan no hubieran turistas, sino miren el caso de Costa Rica, todo un ejemplo a seguir. 

 La cosa ha quedado parada, sobre todo a raiz de una polémica, y es ahí, de lo que yo quiero hablar. El anterior gobierno de Zapatero (antes de la crisis) tuvo intención de dejar nombrado, por consejo de numerosas asociaciones y expertos, a algún espacio estepario o desértico con la categoría de parque nacional. Había, y hay, varios candidatos: los desiertos almerienses (Cabo de Gata, Tabernas y Sorbas), Monegros en Aragón, Bardenas Reales en Navarra, y los desiertos canarios (sobre todo Jandía y/o Corralejo). Con la ley en la mano, sólo se puede nombrar uno, pues ésta dice que para nombrar un parque nacional se debe elegir un determinado paraje que represente, de forma casi perfecta, las características de un tipo de ecosistema; en éste caso los de carácter estepario. Y ahora van mis preguntas: ¿por qué sólo uno?, ¿esto que es, la película de Los Inmortales?, ¿acaso no es más lógico proteger todos aquellos lugares que reunan ciertos méritos, independientemente de las características que tengan?. Porque en todo ésto hay que decir que España se divide en dos grandes zonas climáticas (exceptuando Canarias): la zona atlántica y la mediterránea. Según ésto, al protegerse ya los Picos de Europa ya no hace falta nombrar otro parque nacional de bosque atlántico, así pues, con ésta lógica, dejamos fuera Muniellos que es la mayor reserva de osos pardos de nuestro país. En el lado contrario, con el bosque mediterráneo pasa tres cuartos de lo mismo, al estar protegidos los terrenos de Cabañeros y Monfragüe, dejamos fuera de los parques nacionales a la sierra de Cádiz, la más rica en endemismos botánicos superiores, y a la Sierra de Andújar, el lugar con mayor población de linces ibericos, y la última que tiene lobos en Andalucía. Todo eso teniendo en cuenta que España es la mayor reserva mundial de bosque mediterráneo, pero eso, ya protegiendo a dos, ya nos llega. La ley actual sirvió durante mucho tiempo, para crear una red de parques que en principio se encontraba muy exigua, pero es urgente modernizarla, y empezar a meter en el saco a otros parajes, que aunque repitan ecosistema (ésto no son los cromos del fútbol) tienen algún mérito suficiente, ya sea vegetal, animal o geológico que merezca la pena conservar. Con ello no habría las polémicas creadas entorno a los distintos ecosistemas esteparios, y podrían haberse nombrado varios nuevos parques nacionales que hubieran revertido en nuestro listado patrimonial. 

  Pero si a perro flaco, todo son pulgas; el tema de la concesión efectuada por el estado a las comunidades autónomas para la gestión de los parques nacionales de sus territorios, viene a empeorar las cosas. El mismo nombre lo dice: parque nacional, es decir, gestionado desde el gobierno central; la gestión de los mismos por parte de las comunidades autónomas es mediocrizar las mismas, ya que ni siquiera tienen claro el tipo de agente forestal al que atenerse. Pues son una autoridad, pero ni tienen para defenderse, no pueden detener, y sin tan siquiera se sabe, si son una especie de policía forestal, o unos inspectores. Al final, como siempre, todo para el SEPRONA, que es el que cumple. Del disparate nos habla, precisamente, la gestión del Parque Nacional de los Picos de Europa, que tiene terrenos en tres comunidades distintas: Cantabria, Asturias y Castilla y León. Eso implica tres órganos gestores, para mayor gasto, en tiempos de crisis. Allí cada región gobierna su parte, así pues, los agentes de un lado no pueden traspasar la frontera del otro, y las leyes de uno y otro lugar son distintas. Así pues, imagínense por un segundo al Oso Yogui y a Bubu en dicho parque nacional, en un lado podría robarle las anchoas cantábricas de la cesta de algún dominguero, pues el famoso agente forestal no podría darle ninguna regañina, al no ser esa su jurisdicción, mientras que en otro no podría robar los chorizos de Zamora, pues ahí sí que llegaría la bronca del mismo. O sea, todo una locura. Un saludo desde el sur.

Éstos famosos osos alucinarían con las leyes españolas de parques nacionales.

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