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domingo, 3 de marzo de 2013

Puellae Gaditanae.

 Han pasado ya los carnavales, de los Jartibles incluído, y más de alguna copla han caído a La Caleta, y otras muchas a las gaditanas. Pero al parecer la cosa viene de lejos, y cuando aún no existía la playa caletera (era un canal por aquel entonces), ya el Julio Pardo o el Quiñones de la época cantaba a las mujeres de Cádiz. De ello dan fe los miles de escritos y testimonios que llegaron a la ciudad de las Siete Colinas, capital de un imperio que dejaría marcada a Europa para siempre. La fama de las bailarinas gaditanas llegaba a todos los confines del Imperio Romano, y se exportaban tanto como el propio garum, pero ¿por qué?

 Hay que aclarar, que como en todo, al final, el tocino se tiende a confundir con la velocidad; y que al igual que con el vino la denominación de origen no se limita a una sola ciudad. En éste caso, se les llamaba gaditanas a todas las que vinieran de la Bética, aunque esto venía a remarcar la fama de la Tacita en este plano. Éstas compartían fama con las bailarinas sirias y competían, sino directamente, casi, con las egipcias. Todas tenían en común los exóticos bailes de carácter oriental, pues no hay que olvidar que en Gades aún tenían muy cerca las costumbres y orígenes  fenicios y púnicos. Probablemente mezclaran danzas tradicionales de la zona, íberas o tartesias, con las orientales antes mencionados. Muchas fiestas del imperio tuvieron en su haber el uso de éstas vedettes de la época.

 Sin embargo, aunque no se diga, su fama de bailarinas se debió, en gran parte a los sensuales bailes en los que no escatimaban posturas algunas con la que entretener a los comensales del convite de turno. Tampoco es que bailaran con una capa de oso, precisamente... Digamos que aquellas comilonas con bailarinas eran lo más parecido a una despedida de solteros actual, con un grupo variopinto de strippers. Pero en aquellos tiempos iban todos juntos: matrimonios con hijos, parejas...era otra forma de pensar. No obstante, no todos disfrutaron de las "virtudes" de las bailarinas: Marcial y Juvenal pusieron de barriobajeros y afeminados a aquellos que disfrutaron de ellas. En todas las épocas cocían habas, y es que no hemos inventado nada, a. Un saludo desde el sur.


Teatro Romano de Cádiz.

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