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domingo, 17 de marzo de 2013

Sendero del Talco


 Las tierras andaluzas siempre sorprenden por un paisaje que puede variar tanto climatologicamente, como en vegetación, en población y urbanismo, en un corto espacio de terreno. La palma en este sentido se la llevan las dos provincias más orientales de nuestra comunidad autónoma: Almería y Granada. En ambas se puede pasar del desierto a la montaña, y al bosque, cambiando solamente de ladera. Es el misterio que sorprendió al propio Washington Irving, quien llegó a afirmar que no se explicaba la riqueza, esplendor y exotismo de los jardines plantados por el hombre, que contrastaban con los montes pelados circundantes donde no crecía nada. Tal vez desconociera el ilustre escritor que en realidad, aquellos montes tuvieron bosques, que evidentemente, fueron arrasados.


 Pero no es a Granada a donde vamos, sino al noroeste de Almería. En otra tierra de montes "pelados", encontramos un antiguo camino minero que unían las poblaciones de Lúcar y Somontín con las minas del Talco. El paisaje es digno de conocer, y de fotografiar, pues parece un lugar exótico, y cualquier instantánea puede llegar a engañarnos y a hacednos pensar que estamos en el Atlas marroquí, en lugar de un rincón de las sierras Béticas, por otro lado muy parecidas a las anteriores. Las zonas bajas de las montañas del sendero transcurren, como es común en Almería, entre una gran aridez; pero la presencia de numerosas ramblas con agua a poca profundidad de la superficie, permiten el crecimiento de un curioso bosque de ribera, a pesar de que no hay río. Álamos y tarajes comparte espacio con las cañas y algún que otro matorral adaptado a los cambios súbitos de humedad. En otoño el amarillo de las hojas de ambas especies vienen a embellecer el panorama. En el siguiente estrato de paisaje, a mayor altura, empiezan los bosques de pinos carrascos o de Alepo, a ocupar amplios espacios de la montaña. Siendo raquíticos cuanto más cercanos a la base del monte, o si está en plena solana. En cambio en la umbría el bosque adquiere mayor entidad. Otras especies vegetales acompañan en el lugar, probablemente, las originarias, como acebuches, y algún chaparro que lucha por agarrarse a un terreno escaso en suelo, y generoso en pendientes. No obstante los pinos también son originarios de la zona, aunque su población se ha expandido de forma artificial. 

 La zona goza, además de cierta riqueza faunística, en un paseo pudimos observar una culebra de escalera, aquí fotografiada. Y según me comentaron, en las zonas más altas, donde la nieve hace acto de presencia, al menos, un par de ocasiones al año, se detecta la presencia de la cabra montés, con generosas poblaciones. En estas mismas cumbres, en sus cercanías, se observan también bosques de cedros del Atlas, sin duda, procedentes de alguna repoblación. Curiosamente, la zona no tiene protección alguna, y solamente la Diputación de Almería, ofrece información sobre un sendero habilitado por ellos, y organiza excursiones con el fin de fomentar la zona. Pero se queda escaso, un paisaje tan exótico, donde se puede observar tres tonos de colores: marrón, verde y blanco. Del desierto en la base, los bosques en las laderas, y la nieve en las cumbres; merece cuanto menos, tener algún grado de protección, aunque sea en el escalafón más bajo. Un saludo desde el sur.











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