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domingo, 12 de febrero de 2012

El complejo de comedia romántica

Dentro de nada es San Valentín, una fiesta, de la que dicen las malas lenguas que fue inventada por El Corte Inglés; realmente no lo creo así, porque la festividad en sí, es anterior al nacimiento de la citada cadena española, pero sí está claro que se la sacaron de la manga, y le dieron bombo, unos grandes almacenes, no sé de dónde, pongamos que uno de Kentucky, por decir algo. Lo cierto es, que por estas fechas muchas parejas que se tiran lo mejor de su vajilla a la cabeza, se gastan auténticos dinerales en regalos, que lo dicho, después se lanzarán a sus respectivas testas. Y créanme, la pelea más bruta que he visto yo, era la de una pareja de novios que se pegaban de lo lindo, pero no era maltrato de género, pues ella casi atizaba más que él; así pues, después de lo visto, el barrio, a partir de entonces, prefería burlarse del novio antes que de ella, ya que la "guantá" que te podías llevar era digna de dejarte la cara como un mapamundi de Piri Reis, con dibujitos de arbolitos en La Antártida y todo. Pero en un día como el que se nos aproxima, uno no puede hablar de peleas, sino de amor; y es que si la humanidad rezuma por todos los poros una gilipollez constante, como si de sudor se tratara. En el caso del amor, los carajotes se multiplican por mil, llegando a decirse que si volaran, taparían el sol.

Hace tiempo, en un telediario de un canal, no sé exactamente cual, hablaban de algunos de los síndromes más curiosos, entre ellos el del peregrino (de Santiago de Compostela), o el de Jerusalén; pero además, hacían mención a uno que me llamó especialmente la atención porque tal como me enteré de que existía, me dije: no puede ser...lo que me faltaba por ver ya, creí que nada sería igual en la vida desde que vi a Fidel Castro recibiendo una camiseta del Real Betis C.F. por parte de Lopera. Pero la vida sorprende, y al cabo del día te enteras y aprendes de muchas cosas nuevas, algunas de ellas, auténticas pamplinas que no hay por donde cogerlas. El síndrome en cuestión, no sé cómo se llama, y lo he buscado por Internet, y a pesar de San Google, no lo encuentro por ningún lado, pero sé que existe. No soy psicólogo, y no tengo nada de idea de la materia, así que no me la puedo dar de experto, pero si algún profesional ve algún fallo que otro, sino en todo, que me corrija, no le guardaré rencor, todo lo contrario, lo que sea aclararme una duda es de agradecer. El caso es que dicho complejo ocurre en personas que se creen que viven eternamente en una comedia romántica, de esas insulsas, con guión previsible, que tanto abundan, sobre todo en el cine americano. Según recuerdo, las características, bordadas del tipo películas nombradas son los siguientes: constantes peleas entre los miembros de la pareja por cosas sin importancia, un ora rompo y ora vuelvo como el que no quiere la cosa, hacer constantes locuras y gilipolleces delante de todo el mundo para que vean lo mucho que quieren a su pareja, y poco más recuerdo, salvo que imagino, que igualmente, cuando su novio/a se marche en avión, hará una persecución a contrarreloj, liándola en el tráfico de la ciudad, y saltándose los controles del aeropuerto, para decirle "Te quiero" y así darle un beso. Ya que en esto terminan todas las dichosas comedias románticas. Pero lo cierto, es que en las películas, todo sale perfecto, incluso lo que sale mal, pero la vida real es más cruda, y hacer el tonto de manera soberana no garantiza que tu perico/a te responda afirmativamente. Sino que al contrario, puedes llevarte un par de tortazos (bien dados, dicho sea de paso), para que te espabiles, y dejes la edad del pavo, que ya debías haber abandonado hace quince años. Y de paso "agradecerte" el ridículo tan espantoso al que la has expuesto. Ciertamente, conozco a algunos que creo que tienen dicho complejo, se comportan y visten igual Richard Gere o Julia Roberts en una de sus películas, sin que se den cuenta (y perdonadme por ser cruel aquí, pero es la verdad), que la gente se chotea de ellos de mala manera. Hacen hasta los mismos movimientos, cometen torpezas, y los mismos errores, incluso intencionadamente, con tal de parecerse a los personajes que tanto adulan. Finalmente, decía la noticia en cuestión, que esto se debe, a que se tragan multitud de películas de éste tipo, tantas, que al final acaban embebidos de sus historias, y acaban creyendo, igualmente, que las viven.

Hay que decir que esto no es nuevo, en todas las épocas ha habido tontos del haba que se creían algún determinado personaje de ficción, sino recuerden la cantidad de niños que se tiraron por un balcón en los años 80 por creerse Supermán, o más antiguo aún, aquellos escritores y poetas románticos del siglo XIX, cuyos libros se prohibieron en ocasiones porque siempre había algún carajote que se suicidaba por no conseguir su amor pretendido, al igual que el personaje del libro que estaban leyendo. Pero sin duda, quien bordó éstas locuras, fue un escritor español del siglo de oro, el más ilustre de todos los que hemos tenido, quien describió como cierto personaje, en su novela más conocida, impregnado de las características de los protagonistas de sus novelas de caballería, se creyó un caballero andante que iba "desfaciendo entuertos", era Don Quijote, y el escritor que ya se dio cuenta de esto, antes que miles de expertos de la Universidad de Massachussets, fue Don Miguel de Cervantes, no tenía tantos estudios, pero no le hacía falta para darse cuenta, que en todas las épocas y lugares, que de carajotes está el mundo lleno. Un saludo desde el sur.




Disfruten de su San Valentín, pero por Dios, compórtense con dignidad.

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