Estamos en pleno agosto, y entrando en plena ola de calor, es la temporada ideal para la recogida de sal en las pocas salinas que nos quedan en la bahía de Cádiz. Una industria que en otros tiempos fue un motor económico importante en la zona, pero que hoy, prácticamente se encuentra abandonado. Aunque con la crisis actual, algunos hijos de los dueños que antaño ocuparon aquellas fincas, hoy vuelven a ponerlas en marcha con la esperanza de encontrar un futuro que el mercado laboral les niega. Un ejemplo de ello es la Salina "Los Hermanos" que fue explotada en los años setenta por los padres del actual dueño. Hasta no hace muchos años, era frecuente ver las montañas o pirámides de sal en bastantes rincones de nuestras marismas. Y es que la presencia de las salinas en nuestra tierra se remonta al periodo romano, cuando la industria del salazón tuvo su mayor apogeo. Por entonces, y hasta el siglo XX, muchos alimentos que eran transportados a larga distancia, solían ir en bodegas con sal, para así conservarlos mejor. Todo ello desapareció con la invención de las cámaras frigoríficas. En los últimos periodos del siglo pasado, la industria salinera del lugar tuvo una economía de pura subsistencia, vendiendo sal para la cocina, aunque ya en una escala mucho menor.
Todo éste trajín económico a lo largo de los siglos ha dejado su huella a lo largo del parque natural Bahía de Cádiz. El mismo paisaje de las salinas es heredero de muchos siglos, aunque actualmente se encuentren abandonadas. Aunque, no obstante, muchas recuperan el paisaje natural debido a la rotura de compuertas y muros. Pero lo más atractivo viene de la época moderna, entre los siglos XVI y XIX, donde se desarrolló una arquitectura popular de lo más interesante. Aún quedan repartidas por toda la geografía una cantidad importante de casas salineras y de molinos de mareas. En las primeras era donde vivían tanto dueños como empleados, y donde se almacenaban todos los enseres. De éstas hay varios tipos de arquitectura, aunque destaco dos, una primera, puramente industrial, con forma cuadrada o rectangular, y sin más adorno que algún remate de alguna ventana o columna. Y una segunda, que era una residencia con algo más de "comodidades", donde existen varios almacenes, alguno que se emplearía como cuadra, un patio interior, portada, e incluso algunos jardines exteriores; aunque hay que decir, que de éste tipo son escasas, o al menos se conservan muy pocos de ésta tipología. No obstante, hay que decir que, hay ciertas estructuras comunes entre ambas casas, como la presencia de un aljibe donde se almacenaba agua dulce de la lluvia; la presencia de azoteas, donde también se recogía el agua de las precipitaciones para almacenarla en el tanque antes mencionado. Muchas tienen, asimismo, un pórtico de entrada en el que se crea sombra para combatir el calor. Los muros tienen un grosor considerable, y están formados, mayormente, por piedra ostionera, tan común de la zona, con ello se creaba un ambiente fresco en el interior. La mezcla de madera con piedra es común en todas las casas salineras. Y evidentemente, todas estaban encaladas; siendo por lo general una arquitectura propia para combatir la torridez del estío, y de la que deberíamos aprender actualmente para economizar los recursos naturales. Sin embargo, aún con la apariencia de solidez, éstas estructuras eran débiles, pues no hay cimientos bajo suelo que sustenten dichas casas. Así pues, debe considerarse todo un milagro su conservación hasta hoy día. Como curiosidad he de decir que en algunas, sobre todo en las orientadas a Chiclana, aún existen agujeros de balas procedentes del campamento francés durante el asedio que hubo entre 1.810 y 1.812, en la Guerra de la Independencia.
En el caso de los molinos hay más tela que cortar, aunque haré un breve resumen para evitar una entrada demasiado larga. Éstos servían para moler harina, y aprovechaban la fuerza maremotriz de las marismas para el movimiento de las ruedas que servían para la molienda. En éste caso la arquitectura es más uniforme, con una estructura, mayoritariamente rectangular, con distintos pasos para el agua que servía como motor del sistema interior. Era una arquitectura puramente industrial, sin más adornos. Pero de una belleza incontestable, gracias a la belleza del paisaje marismeño. También constaban de azoteas, en muchos casos, con los típicos remates, o almenas, tradicionales de las poblaciones de la bahía, especialmente de San Fernando. En su interior, como no, existían almacenes donde se acumulaban los sacos de harina, entre otros enseres. Es de suponer que estuvieran encaladas, pero hasta hoy día, lo que nos ha llegado es el color de la piedra natural; de claro origen ostionero. Los molinos de marea han sido elementos francamente abundantes en toda la marisma de la zona, pero sin embargo, son los elementos arquitectónicos peor conservados de la misma. Tan sólo el molino de marea del Zaporito y el del Puerto se encuentran en óptimas condiciones, el resto, o han desaparecido, o están en proceso de hacerlo.
El rico pasado industrial de nuestra bahía es otro elemento que se encuentra en peligro de extinción, el abandono existente hacia ella desde hace bastantes años, merman nuestro patrimonio arquitectónico. Un absurdo laberinto burocrático, debido sobre todo, a la nefasta Ley de Costas española, ha limitado todas las buenas voluntades de restauración de las casas y molinos marismeños. Al encontrarse fuera de territorio municipal, en parque natural (dependiente de la Junta de Andalucía), y en terrenos de uso común (dependientes del estado), no ha habido manera alguna, de proponer ningún proyecto interesante para recuperarlos. La presencia de albergues para aquellos turistas que buscan un turismo ornitológico sería más que atrayente. Pero aquella ley de costas que permitió desastres ecológicos como en el caso de Chiclana, donde se urbanizó todo un perímetro costero, no permite restaurar, y utilizar como fin económico sostenible, las antiguas casas salineras y los molinos de mareas. Lo que en otros países como Holanda es un orgullo nacional, aquí lo tenemos en ruinas debido a la maraña administrativa que sujeta al estado español; eliminando puestos de trabajo y negocios que no son estacionales a diferencia de los grandes complejos hoteleros. Pero eso, da dinero a "cuatro hippies", no al alcalde ni al consejero de turno; por no hay interés alguno en recuperar éste rico patrimonio. Un saludo desde el sur.
PD: Para los interesados en conocer la salina antes mencionada "Los Hermanos", dejo dichas direcciones por si tiene intención de contactar.
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Molino de marea del Zaporito, restaurado porque se encuentra en territorio municipal. |
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Imagen de la casa salinera Dolores. |
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Portada de la casa salinera Dolores. |
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Otra perspectiva, desde la que se ven los jardines exteriores de la casa. |
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Estructura, aún conservada, de una salina abandonada. |
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Casa salinera "Tres Amigos", de estructura industrial. |
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Molino de mareas del río Arillo, en preocupante estado de abandono. |