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domingo, 15 de noviembre de 2015

Montmartre eterno.

Basílica del Sagrado Corazón.
 Lleva París, una racha cruenta e imperdonable de atentados, y es que una vez más, la Ciudad de la Luz, al igual que Francia, aún sin quererlo, son siempre el centro del mundo; y todo lo que ocurre allí, acaba convirtiéndose en un momento clave de la Historia Universal. En Francia se gestó el feudalismo de la mano de Carlomagno, los reinados absolutistas por parte de Luis XIV, desde allí nos llegó la Ilustración y las luces de la razón, la Enciclopedia, y en París nació la revolución, los ideales políticos y el concepto de democracia occidental. Además, aún derrotada y humillada, Francia siempre logró estar entre las grandes potencias en los momentos claves en los que el había que dirigir o dividir al mundo, como ocurrió en Yalta, a finales de la II Guerra Mundial. Sin embargo, el París más atractivo, el menos oficial, el más golfo, es el Paris bohemio y juerguista de Montmartre. Aunque, evidentemente, hoy ya no es lo que era, sigue teniendo ese alma del que tuvo y retuvo. 

Calle colindante con Abbesses.
 Conviene visitar el barrio en dos ocasiones, una de día, y otra de noche. En ambos casos, venga desde donde se venga, es recomendable bajarse en la estación de metro de Anvers, allí, una calle cuesta arriba y llena de tiendas de souvenires y recuerdos, nos lleva directo al Montmartre, una vez acabada dicha calle, se llega al parque donde Amélie Poulain dejó una nota a su amor platónico, con carrusel incluido. Se puede optar por subir a pie por dicha arboleda, en funicular, o por las escaleras paralelas al mismo, para llegar a la cima de 130 metros, donde se sitúa la basílica del Sagrado Corazón o Sacré Croeur. Una vez llegada a la misma, observamos por un lado una espectacular vista de París, y  por el otro, la imponente basílica neobizantina que fue construida entre 1.875 y 1.914, como edificio religioso que sirviera para homenajear a los caídos en la Guerra Franco-prusiana. El interior es tan magnífico como el exterior, una imagen de solemnidad recorre nuestros huesos a pesar de la relativa modernidad que tiene el templo. Una vez visitado la basílica es casi obligatorio bajar por las escaleras que nos llevarán a la Plaza de los Pintores, reconocible por la cantidad de retratistas que hay en el mercadillo existente. Fue en efecto éste, el barrio de los pintores y todos los artistas en general, como Pablo Picasso, que vivieron y/o hicieron trabajos aquí. Montmartre siempre rivalizó en cantidad de artistas con el barrio de Montparnasse, al otro lado del río. Pero a diferencia de éste último, el barrio de Amélie además, gozó (o sufrió) de la fama de ser la nueva Gomorra contemporánea, donde se daba lugar a todo lo pecaminoso posible: fumaderos de opio, absenta, lujuria por doquier, alcohol, y todo tipo de juerga que se pudiera uno imaginar... y con ello, toda la delincuencia posible; todo cabía y valía en Montmartre, desde lo mejor a lo peor, pero eso sí, siendo el centro mundial del arte. Hoy día, monte arriba, en el barrio se respira mucha tranquilidad, y cierto aire de pueblo, a pesar del gran número de sex shops existentes, y que se multiplican a medida que uno baja camino al Boulevard de Rochechouart. Sin embargo, aún conviene pasear y callejear por el barrio, y observar que París esconde aún algunas sorpresas más, como sus pequeños viñedos repartidos entre algunas casas del distrito, dando cierto corazón rural y de campiña, en medio de la gran ciudad. Para terminar de callejear por esta zona termino con la Plaza Des Abbesses, donde se encuentra la estación de metro del mismo nombre, inaugurada en 1.912, y de estilo Art Nouveau, lugar donde Amélie vio por primera vez a Nino. Además hay una curiosa iglesia neogótica bajo la advocación de San Juan, así como un pequeño parque, donde se sitúa el "Muro de Los Te Quiero", un mural, de 40 metros cuadrados y 612 baldosas donde Fréderic Baron recogió todas las frases de amor posible y en todos los idiomas. 
Pequeñas huertas adornan el barrio.

Cafetería de los Dos Molinos.
 Bajamos ya al boulevard, y las tiendas, fruterías, panaderías, y restaurantes de toda la vida  se abren paso, es la rue Lepic, calle comercial donde las haya, pero es una cafetería la que nos llama la atención, es la de los Dos Molinos o de 2 Moulins, el lugar donde trabajaba Amélie Poulain, y en cuyo interior se pueden ver muchas fotos y carteles de la película. Solo unos metros más abajo se encuentra ya el boulevar, y uno de los lugares más esperados y fotografiados: el Molino Rojo o Moulin Rouge. El cabaret más famoso de París, y tal vez del mundo, y que aún ofrece grandes espectáculos. Como curiosidad, decir que fue construido en 1.889 por un español, Josep Oller, quien también era dueño del Olympia. Inmortalizado en el 2.001, en el film del mismo nombre, no es difícil imaginarse a Christian y Satine cantando en las animadas noches de la zona. De día una cantidad enorme de turistas se hacen fotos en la entrada, y de noche, igualmente, pero con bastante peor ambiente, aunque es indispensable de conocer si se quiere captar el alma del barrio. Un reguero de sex shops jalonan uno y otro lado del boulevard. No obstante, uno no puede completar una visita al barrio (y esta sí, de día, por cuestión de horarios), sin visitar el cementerio de Montmartre, que se encuentra justo detrás. Después de tanta vida y bullicio, viene el recogimiento y el escalofrío de huesos; y la visita, al igual que diría Jorge Manrique, todo acaba con la muerte. Cuesta creer que un puente de tipo escalextric, de denso tráfico pase por encima del camposanto, pues el silencio es absoluto, solo roto por los graznidos de los cuervos. Aparte de su monumentalidad, reposan en él numerosos personajes famosos, ya sean históricos, artistas o pensadores, como Degas, Alejandro Dumas o Teólifilo Gautier entre otros. Vaya aquí, mi particular homenaje a la Ciudad de la Luz, centro del mundo, de la historia, de las tendencias, las modas...y los viajes de novios de media Europa. Un saludo desde el sur.

Vista de París desde el Sagrado Corazón.


Basílica en Montmartre.

Casa ocupada por enredaderas.

El Moulin Rouge.
Iglesia en el barrio.



Saint Jean de Montmartre en Abbesses.
Metro de Abbesses.

Calles del barrio.
Fuente en Abbesses.


Tejados del barrio.


Parque en el barrio.

Muro de Los Te Quiero.

Calle típica con escaleras.

Calle típica del barrio.

Caserío típico del barrio.



Boulevard de Rochechouart

Cementerio de Montmartre.

lunes, 15 de julio de 2013

Atardeceres.

 Hoy prefiero otra entrada corta en palabras, y más relajada de ver. Si ya opté hace poco por un artículo de fotos nocturnas, ahora que es verano, y es tiempo de ver atardeceres, optaré por poner una serie de fotos, la mayoría playeras, que he ido sacando a lo largo del tiempo. Nada del otro jueves, nada artístico, di elaborado, sólo relajación y contemplación. Pues nuestro paisaje sureño tiene de los mejores anocheceres del sur. Muchas son de las marismas, sitio donde he pasado mayor tiempo. Ahí van las escogidas:

Alameda Apodaca de Cádiz

La sombra de la montaña cae sobre Macael.

Atardecer en La Caleta, uno de los más famosos

Cae el sol en Puntalejo, Conil.

Hierba de la Pampa, con los últimos rayos de sol.

Hierba de la Pampa.

Marismas del Río Arillo.

Cañaverales en Río Arillo.

Caño Herrera, Cádiz al fondo.

Playa de Torregorda.

Playa de Camposoto, San Fernando.

Balneario de La Palma, La Caleta. Cádiz.

Marismas del Río Arillo, San Fernando.

Camposoto, San Fernando.

Playa de Camposoto, San Fernando.

Ensenada de Bolonia, Tarifa.

Río Arillo, San Fernando.

Flamencos en el atardecer, Río Arillo.

La ciudad se refleja en la marisma.

Saco interno de la Bahía de Cádiz.

La montaña hace sombra al valle.

Atardecer en la Gran Vía. Madrid.

Cae la noche sobre París...

Migraciones sobre el Rhin.

Castillo en el Rhin. Sobre él, cae la noche.

Aunque no lo parezca por lo nublado. Es un atardecer holandés.

Anochece en una laguna de Chiclana.

Plaza de España de Cádiz.

Paseo marítimo de Bahía Sur, San Fernando.

Palmera en Cádiz.
Barrio de La Chanca, desde la Alcazaba de Almería.