Seguimos con la cuarta entrega de grandes crisis económicas de la historia. Son tantas, que he debido seleccionar, y resumir, en demasía, la historia de las mismas. Y verme obligado a hacer varias entradas continuadas con el fin de no hacer una interminable. Ahí van las de finales del siglo XX:
- Crisis del Petróleo. Año 1.973.
Hemos visto a lo largo de estas entradas, como la creación de una crisis está sujeta a factores humanos que interactúan involuntariamente en la mayoría de los casos, pues que suele caer en la avaricia que rompe el saco. No obstante, también he comentado como ha habido otras crisis en las que hay un factor claramente voluntario, es el caso de ésta crisis que se deriva en el 73, y sin casi aviso previo; por causa de un conflicto regional en Oriente Medio, entre Israel y el resto de naciones de la zona en la Guerra del Yom Kipur, que enfrentaba a la nación hebrea con las restantes árabes, especialmente Egipto y Siria. Con claro apoyo de los países occidentales a Israel, especialmente EEUU, y por el lado musulmán, con la URSS. Era por tanto, y pese a lo conflictivo de la zona, otro pulso más entre bloques de la Guerra Fría. Por ello, los países de la OPEP, la agrupación de países exportadores de petróleo, con mayoría de países árabes, decidió hacer un embargo de crudo a occidente como castigo. Los efectos se dejaron notar en una subida notable de la inflación, y que el gobierno norteamericano para parar las subida de precios, no le quedó más remedio que una política de control de los mismos, con racionamientos de gasolina, entre otras medidas. Todo occidente se vio afectado en una crisis que duró hasta principios de los años ochenta. Y empezaron a aplicarse medidas comunes hoy día, como por ejemplo, el estudio aerodinámico de los vehículos y una mejora de los motores con menor potencia, en detrimento de los grandes, en bruto, que significaban anteriormente un coche veloz. También se empezaba a eliminar la tracción trasera por la delantera. Otra medida principal, es el nacimiento de los horarios de invierno y de verano para racionalizar.
- El Lunes Negro de la Bolsa. Año 1.987.
Cuando ya todo parecía recuperado de la anterior crisis, y sin motivo aparente alguno, y en lo que iba a ser un día más en las bolsas bursátiles normales, se produce, contra todo pronóstico, un día negro en ellas. Empezando por la de Hong Kong. Para hacerse a la idea de la debacle, hay varios ejemplos: el Down Jones de Nueva York cayó un 22,6% en una sola sesión, las pérdidas fueron equivalentes a la mitad del PIB actual de España. Hong Kong, precisamente, perdió un 45,8%, Australia un 41,8%, Nueva Zelanda un 60% (¡?), España un 31%, o el Reino Unido un 26,4%. Entre otros. Piénsese, que esas caídas en lo valores, sólo encuentran parangón en las mayores crisis, y en varias sesiones. Por ello, la mayoría de analistas no dudan en calificar a éste día como el mayor crack bursátil de la historia. Aún hoy día no hay clara conclusión del porqué de lo sucedido, solamente, la Comisión Brady, de investigación del asunto, acertó a relacionar a la entrada de una incipiente informática, la cual desbordó con la velocidad de sus operaciones a los brokers. Otros economistas echan la culpa a una vuelta euforia especulativa, a causa, como no, de una vuelta a la desregulación de los mercados. Por ejemplo, de aquella época, provienen los bonos basura. Sin embargo, el final fue mejor que el actual, y las políticas económicas más acertadas.
- El estancamiento de Japón. Año 1.989.
El milagro japonés de la posguerra llegaba a su fin en el mencionado año, atrás quedaron los tiempos en el que los vehículos y la tecnología nipona invadía los mercados americanos y europeos. Habían llegado nuevos países asiáticos como competencia, y venían para quedarse: Corea y Taiwán (China y el sudeste aún tardaría en subirse a la industrialización). El país del sol naciente adoptó tras la II Guerra Mundial un capitalismo propio, con un sello pseudofeudal, donde el vasallaje y la fidelidad de por vida a la empresa era cuestión de honor y orgullo. Asimismo, la propia compañía, te garantizaba un puesto de trabajo fijo, y una serie de concesiones y derechos para el trabajador. Era un país donde los horarios, y días laborables eran excesivos, con mínimo tiempo de ocio. Pero a cambio, en los años 80, los japoneses eran los nuevos ricos del mundo, y su país la locomotora económica. Era común ver turistas derrochando a lo largo del mundo, o sus multinacionales comprando edificios señeros en las grandes ciudades occidentales (¿no les suena a la China actual?). Sin embargo, en el interior del país, la burbuja inmobiliaria y bursátil se estaban gestando, la cantidad de créditos concedidos eran exagerados, y el Banco de Japón bajó en reiteradas ocasiones los tipos de interés. Los precios de las casas subieron exponencialmente y existían las llamadas Hipotecas de las tres generaciones, que terminaban de pagar los nietos de los tomadores. La corrupción se volvió galopante, y las empresas que más cotizaban en bolsas recibían más créditos. Tras marcar un máximo histórico el 25 de diciembre del 89, el Nikkei japonés empezaría a desinflarse. La apertura a capitales internacionales (antes vetada) fue el principio del fin. Las empresas niponas vieron que podían desligar su dinero de su banco central, y captarlo en el mercado mundial. Una exagerada subida de los tipos de interés vino a confirmar la crisis, sin embargo a diferencia de las occidentales, la burbuja japonesa no estalló, sino que se desinfló poco a poco. Luego llegó el declive inmobiliario. Y las autoridades no reaccionaron a tiempo, ni bien, pues ya que los bancos al depender de las entidades financieras tuvieron que cortar el crédito. La fuga de capitales estaba asegurada. Desde entonces las medidas realizadas por los distintos gobiernos han sido un fracaso hasta hoy día, que aún continúa en una economía comatosa, que sólo en el 2.014 ha empezado a levantarse algo. Muchas de estas medidas las han copiado los últimos gobiernos españoles...(¡?). Mientras, en Japón se hizo presente un fenómeno hasta entonces desconocido: el desempleo.
- La Perestroika. Año 1.989.
No todas las crisis pertenecen al sistema capitalista. También la economía planificada ha sufrido muchos golpes a lo largo de su vida, como es el caso de la famosa hambruna de Ucrania en el gobierno de Stalin, llamada Holomodor. Pero sin duda, la peor de todas, y la que vino a cambiar toda la geopolítica actual, y marcar el fin del periodo de los grandes bloques, fue la llamada Perestroika. Aunque en un principio, el nombre marcado era una serie de reformas creadas por Gorbachov para mantener, paradójicamente, al sistema socialista, lo cierto es que logró, precisamente, lo contrario. La principal medida fue la de subir los salarios, lo que creó una necesidad de subvención a las empresas, y el empeoramiento del tesoro público. Se crearon otras medidas como la liberación de precios, hubo una distribución irregular de las riquezas, creando oligarquías, complicando la creación de la clase media que hubiera venido a enriquecer el PIB, y mantuvo un bajo interés del dinero. Estas políticas económicas, entre otras, muy agresivas entre los soviets más tradicionales, logran crear una inestabilidad que se traduce en el intento de golpe de estado de 1.991, donde dimite Gorbachov. Y con él, se independizan múltiples repúblicas, por lo que se disuelve la URSS. A partir de entonces, Yeltsin toma el mando y se proclama presidente de la nueva Federación Rusa, ya sin comunismo. Toda Europa del este, abrazaría el capitalismo, y se acercarían a la UE; como asimismo, se crearía un largo conflicto en las naciones balcánicas.