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domingo, 6 de abril de 2014

Dos calles con tres mil años de historia.

Mattan.
 Aprovechando el tirón de la puesta en valor del yacimiento del Cómico, hemos aprovechado mi padre y yo, para observar los restos del Cádiz más antiguo que existe: el Gadir de los fenicios. Una leyenda que ha costado trabajo encontrar por los arqueólogos, y un título honorífico, el de ciudad más antigua de occidente, que se ha visto confirmado de hace unos años para acá, a la sazón de los restos encontrados, pero que ha sido un auténtico quebradero de cabeza para los historiadores. Durante años se han escrito libros y artículos con las más diversas teorías, siendo la más extendida (hasta ahora) entre los gaditanos, la del siglo XIX, en la que se afirmaba que los restos de la ciudad fenicia estaban bajo del mar. En parte, con razón, y en gran parte, sin ella. Veremos el porqué.

 Hasta mediados de la década pasada (del 2.000 al 2.010), sólo se habían encontrado en la ciudad diversas necrópolis, y un templo de tipo fenicio en la Casa del Obispo, con su lujoso anillo de oro sacerdotal incluido. El resto, eran exvotos, ánforas, y diversos objetos relacionados con la muerte, incluyendo a los famosos sarcófagos antropoides de mármol. Sin embargo, como ya hablé hace varios años en una entrada sobre los misteriosos asesinatos de Puertas de Tierra (relacionados con el mundo fenicio también. Ver: http://miramosalsur.blogspot.com.es/2011/10/los-misteriosos-asesinatos-de-puerta.html), se deduce a raíz de los restos encontrados que hubo un gran incendio en el siglo VI a.c. Si bien, como es lógico, no se sabe a que se debe, si a alguna batalla, o en cambio, pudo ser fortuito. Sea como fuere, arrasó la ciudad, llevándose por delante a bastantes víctimas. Los restos encontrados en el antiguo Teatro Cómico, actual de Títeres, vienen a confirmar la urbanización del antiguo Gadir, al menos, en lo que era el siglo IX a.c. Se pueden observar varias cosas curiosas, aparte de un cadáver  que se fracturó la pierna al intentar, asfixiado, huir del humo (se sabe que no murió quemado). También se encuentran los restos de un gato, la cabeza de una vaca; dos calles, una principal y más antigua, y otra más estrecha y en zigzag, que sortea la pendiente existente creada por una duna. También se pueden observar varias viviendas, de las cuales, dos conservan un horno de uso doméstico en sus respectivas cocinas. En el estrato romano, se pueden observar los restos de una fábrica de salazones, y una cisterna romana, que se conserva íntegramente, y sobre la que se apoya lo más curioso para mí: ¡una tubería de plomo!. Algo que jamás hubiera imaginado en la tecnología latina. Hay otra cisterna que se conserva bien y que se transportó íntegra al parque de Varela.


 Con ello se confirma la típica estructura fenicia en sus ciudades: una pequeña ciudad principal con su puerto en un islote o península (en aquellos tiempos había un canal que comunicaba la Caleta con la bahía), una ciudad en tierra firme (Doña Blanca) que cumplía la función de abastecer a la primera en lo que se refiere a agricultura y ganadería, y varios templos repartidos en varios promontorios o islotes, los cuales serían de Baal y Astarté en la Caleta, y el Melkart o Hércules en la actual isla de Sancti Petri. Queda por ver que papel cumplía la isla de San Fernando, donde se ha encontrado la mayor industria alfarera fenicia y púnica de la antigüedad, y de cuya isla, no se sabe el nombre, aunque se presupone que es Antípolis. He aquí un pequeño resumen de las conclusiones sacadas de los distintos yacimientos de la bahía. Pero es más que recomendable la visita in situ, pues podrán ver con sus propios ojos, y mucho mejor explicado, lo que aquí se expone. La visita es gratuita, con pases por grupos de hasta treinta personas. La visita, tras el vídeo, es libre, pero merece la pena escuchar las explicaciones de la arqueóloga que sirven para aclarar, de manera eficaz, lo que para los profanos, como nosotros, puede ser bastante abstracto. Un saludo desde el sur.















domingo, 24 de noviembre de 2013

La casa del Patio Mudéjar.

 Hoy vuelvo a mirar al Pópulo, en Cádiz, uno de los barrios menos conocidos de nuestro país, y uno de los que tiene mayor patrimonio histórico y artístico. Cada esquina, cada calle, pared, patio o sótano, merecen una mirada relajada en pos de descubrir algo nuevo que antes no se había observado. Uno de los rincones más bellos, es sin duda, la plaza Fray Félix, donde se encuentra entre otras joyas la Catedral Vieja. Y cuya urbanización se encuentra, exactamente igual, que en el XVII, incluso con los cantos rodados que se traían de varios ríos americanos que servían de lastre para los barcos.

 No obstante, hay un pequeño rincón, con una fea cancela, fuera de toda armonía con el conjunto, y que se encuentra, justo detrás de la torre de la Catedral. Me refiero al Pasillo del Padre Ventura. Hoy no es ni conocido, pero antiguamente, era un callejón medieval que venía a bordear el ábside de la catedral, y comunicar la plaza con el Campo del Sur, justo por donde andaban los Talleres Vigorito, y ahora se encuentra el Teatro Romano. En dicho pasillo se encuentra, sin duda, la fachada más antigua de la ciudad, de aspecto muy sobria. Con una puerta de dintel simple, y sólo una licencia a la fantasía en el ventanal de aspecto mudéjar, propio del XVI. Pero creánme, lo mejor está en el interior, al que curiosamente, se accede por otro palacete, el de la Contaduría. De corte renacentista, manierista, concretamente. Y también única, en su estilo en la ciudad. Otra joya. Una vez, dentro, de lo que es el conjunto de palacetes, se encuentra el museo de la Catedral, con el tercer tesoro en importancia de España. Sin embargo, para mí, la joya, es una arquitectónica: un precioso patio, de estilo mudéjar, único en la ciudad. Con columnas de mármol de tipo árabe, con capiteles con acantos poco resaltados, de tradición levantina, y de uso común en la arquitectura, del momento, andaluza. De clara inspiración nazarí. Se accede a él por una bella puerta con alfiz, típico del mudejar. El patio en cuestión tiene dos plantas, una baja en la que los arcos se orientan en torno al centro. Y una primera, donde hay una serie de arcadas de medio punto, de aspecto compacto. 

 Otra sorpresa nos aguarda, justo al lado del patio, en una habitación, oscura, y en la que hace unos diez años (cuando visité el lugar), no dejaban pasar, se puede observar tras una balaustrada, justo debajo de nuestros pies, parte del Teatro Romano sobre el que está construido el edificio, y una calle del Cádiz medieval. Todo un compendio de historia y de arquitectura de Cádiz anterior al 1.596, año del asalto de del Duque de Essex, el cual provocó un gran incendio y la desaparición de gran parte del patrimonio medieval y renacentista gaditano. Un saludo desde el sur.


Vista del pasillo del Padre Ventura.
Palacio de la Contaduría.