Translate

Mostrando entradas con la etiqueta pino piñonero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pino piñonero. Mostrar todas las entradas

domingo, 11 de noviembre de 2018

Paisajes naturales de Conil de la Frontera.

Puntalejo.
 ¿Quién dice que las playas gaditanas, y más en concreto de Conil de la Frontera, pueden disfrutarse sólo en verano?, pues tanto otoño como invierno pueden llegar a ofrecernos algunas de las estampas más espectaculares y melancólicas de una costa que es capaz de disfrazarse de puro Atlántico norte en muchas ocasiones, y de Mediterráneo en otras, pero lo cierto es, que estamos ante la inmensidad de un océano, en muchas ocasiones bravo y en un rincón ventoso, y que gracias a eso, se ha podido formar en las costas gaditanas algunos de los paisajes más espectaculares del sur de España, si la especulación urbanística no lo destroza todo. La costa de Conil, es uno de los sitios más frecuentados por turistas y lugareños en búsqueda de sol y agua, así como de tranquilidad para aquellos nudistas que busquen alguna cala escondida y recóndita. Pero todo ese paisaje, vacío de público el resto del año, esconde una naturaleza generosa que muy pocos se paran a observar, el problema una vez más, es la antropización excesiva y la urbanización de un pequeño rincón de costa que aún se puede salvar, si se empieza a valorar como es debido. 

 La costa conileña puede dividirse en dos, siendo el propio pueblo la línea divisoria de dos tipos de paisajes contrapuestos
  • La zona norte, desde el propio pueblo hasta el Cerro del Puerco, ya en Chiclana, es una costa de pequeños acantilados, y pequeñas y bellas calas que se han hecho famosas a nivel nacional, siendo las más conocidas, la del Aceite, y las de Roche. Pero no son las únicas, también podemos encontrar la de Puntalejo entre otras muchas. La altura de los acantilados es escasa, alcanzando a lo sumo los cinco o diez metros, siendo generoso, y con una textura completamente arcillosa en el que es fácil que tanto mar como viento vayan deshaciendo trozos de acantilados y roca, como si fueran azucarillos en el café. En cuanto a vegetación, domina la clásica formación costera de Andalucía occidental, de pinos piñoneros (p.pinea) acompañados por sabinas (juniperus phoenicia), enebros (juniperus macrocarpa), palmitos (chamaerops humilis) o el lentisco (pistacia lentiscus) entre otros. Además en algunos tramos se pueden ver formaciones de eucaliptos rojos (eucaliptus camaldulensis) así como pies sueltos de pinos negrales (p.pinaster) cipreses (cupressus supervirens), éste último en las zonas que bordean a Puntalejo o Fuente del Gallo. También conviene destacar la presencia de la planta carnívora Drosophyllum lusitanicum. Entre la fauna podemos destacar al camaleón común en los pinares y al fartet en el río Roche. Ahora en otoño esta zona boscosa al pie del mar ofrece estampas preciosas en la multitud de senderos existentes por la zona. Protegida por la Red Natura 2000 a nivel europeo, debería de completarse con otro grado de protección como el Paraje Natural entre otros. 

Cipreses salvajes.

Interior del bosque de Roche.

Río Roche.

Palmitar.

Enorme enebro rastrero.

Las raíces llegan al borde mismo.

Efecto del viento sobre la vegetación.


Enebro marítimo.

  • La zona sur, por el contrario, es absolutamente llana, al nivel del mar, y despejada en absoluto, sin apenas arboleda alguna. Hablamos de un enorme playón atlántico, en el que hay que andar bastante hasta llegar a la orilla, así como del prado anterior a la misma. También hay que tener en cuenta al río Salado, que desemboca justo al lado del pueblo, y donde se pueden ver fauna de ribera, así como de marisma en su desembocadura. Además hay algunas pequeñas lagunas y marismas que vienen a completar el paisaje. Pero lo más importante, aparte de la playa, como ya he mencionado es el bello pastizal, verde en época de lluvias, ocre en verano, y multicolor en primavera. Siempre lleno de reses retintas, ofrece una de las estampas más bellas de nuestra provincia. Aquí podemos encontrar especies de aves tanto marinas, como frailecillos, pardelas o araos entre otras, y sobre todo en invierno, así como de marismas y sistemas lacustres, espátulas, garzas o garcetas, y para finalizar, como no, con aves esteparias, como el sisón, el alcaraván o la canastera. Desgraciadamente, solamente el tramo del río Salado se encuentra protegido como ZEC por la Red Natura 2000, el resto, queda desprotegido, sólo salvado por PGOU de la localidad conileña, y que puede estar sujeto a cambios rápidos con cualquier cambio de gobierno. Sería conveniente proteger esta franja costera, así como la contigua del Palmar, y Zahora, tan sujetas actualmente a las presiones turísticas. La ruta más aconsejable, sale del mismo paseo marítimo del pueblo y se recorre en el límite entre la playa y el propio prado. 

Sectores de marisma.

Desembocadura del río.

Sendero.

Prado de Castilnovo.

Sector lacustre.

Prado, laguna y playa.

Riqueza herbácea.

Búnker semienterrado.

Ganadería retinta.

 Como hemos podido observar, por desgracia, un paisaje tan bello, y semisalvaje, puede verse afectado por un nuevo proceso urbanizador, que estoy seguro ocurrirá, tal que se levante de nuevo otra burbuja inmobiliaria que tanto padecemos en España, es hora de proteger este rincón y el del Palmar, antes de que la economía ladrillera y el dinero fácil hagan como han hecho con la costa chiclanera o la de Costa Ballena, tanto destrozo, para tan poca rentabilidad económica y laboral, en un pueblo necesitado de una economía auténtica, y sostenible. Un saludo desde el sur. 

domingo, 5 de mayo de 2013

Los bosques costeros en la costa Atlántica.

Bosque inundado ein Chiclana
 Las costas de suroeste español están actualmente destrozadas a causa de las urbanizaciones, que de forma masiva e inmisericorde, han ido ocupando las zonas de playa, tras el Boom de la pasada década. No obstante, aún quedan unos bosques, abiertos, pocos espesos, y que ocupan terrenos arenosos, me refiero al bosque de pino piñonero; los bosques costeros de sur.  Conocidos, incluso dentro del folclore de la zona, actualmente se encuentran amenazados, pero son importantes, por no decir básicos, para una especie: el camaleón.
Pinar del Hierro, Chiclana

 Pero no todo está tan claro,todavía hoy se discute si la especie de pino en cuestión es originaria de la zona, o por el contrario es alóctona, es decir, introducida, se supone por los fenicios o por los romanos. Sin embargo la balanza parece optar por la primera opción, es decir, por la opción de especie autóctona del lugar. Estudios polínicos demuestran que ya existían hace miles de años en nuestra costa. En todos los lugares del Mediterráneo (consideración climatológica, no geográfica), estos bosques ocupan terrenos arenosos, incluso en el interior, como ocurre en Valladolid. Aquí son famosos los bosques de Doñana, siendo especialmente espectaculares los de los famosos corrales, que son tragados por las dunas para volver a nacer conforme ésta pasa hacia el interior. Entre las especies acompañantes del pino se encuentran los típicos matorrales mediterráneos como el palmito, romero, lentisco, retama blanca, etc. La zoología es también interesante, es el último refugio de especies como el camaleón, que sólo existen en la costa andaluza. O la tortuga mora. Otra estrella es el lince ibérico, que tiene terrenos de caza en Doñana o en las cercanías del Odiel. Cuando los bosques de pinos estabilizan la tierra, y la enriquecen, otras especies aparte de la antes mencionadas aparecen para formar otros bosques: acebuches, alcornoques, álamos, etc.

La Algaida, Puerto Real.
Bolonia, Tarifa. Las dunas tapan al bosque
 Como última curiosidad, destacar que la formación tan abierta, y la forma aparasolada de los propios pinos, y que recuerdan a una sabana, se debe precisamente, al origen tropical o subtropical de la especie, cuyos bosques se formaron en el terciario, cuando el clima de Europa era más cálido que el actual. Otro dato que confirma ésto, es la cuestión de que es el pino peor adaptado del Mediterráneo, tardando dos años en echar piñas. Todavía quedan buenos ejemplos: Doñana, La Algaida (Sanlúcar), La Algaida y Toruños en Puerto Real y de Santa María, los pinares de Chiclana, El Rompido, El Portil, Breña de Barbate, Bolonia, Roche, Punta Umbría...Son muchos a elegir, y cada uno tiene algo que hipnotiza. Un saludo desde el sur.






La Algaida, Puerto Real.

Los acebuches acompañan a los pinos en muchas ocasiones.








domingo, 26 de agosto de 2012

Subida a San Bartolomé

 Volvemos a Bolonia. Hace unas semanas escribía en éste mismo blog sobre las ruinas romanas existentes en la misma ensenada; pero la zona es rica, asimismo, en lo que a paisaje se refiere, con una variada, y en muchas ocasiones, exuberante naturaleza. Aunque hoy las vistas serán diferente a las que yo presencié en febrero, en plena ola de frío; por aquel entonces, el paisaje estaba verde, como es común en el Estrecho, a pesar de las pocas lluvias de éste invierno. Ahora, tras pasar el estío, el panorama es distinto, el verde de los bosques que se encaraman a los montes comparte protagonismo con el dorado de los prados que los circundan. Si hace meses parecía que estábamos en un rincón del norte de España, hoy el ambiente es el típico que reina en todo el Mediterráneo. El hecho de que éste rincón esté enclavado entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, y en la punta sur de Europa, compartiendo rasgos del norte de África, es clave para entender las distintas facetas que toma el paisaje, como si de un carnaval se tratara, y la naturaleza se disfrazara para las distintas ocasiones. 

 Hoy, tras haber pasado una de las peores olas de calor que recuerdo, me refresca el hecho de recordar aquel frío día de febrero en el que subimos aquel monte, llamado de San Bartolomé, que se encuentra en el extremo sur de la ensenada de Bolonia, formando un anfiteatro con la sierra de La Plata. El ascenso se efectúa a media altura, sobre la aldea de Betijuelo. Aquí, los prados empiezan a dejar sitio a los bosques, en concreto, uno de pinos piñoneros que tienen grandes proporciones, y cuyo origen, probablemente se deba a algún plan de repoblación de mediados, o principios del siglo XX. También son de origen artificial, los espectaculares bosques de eucaliptos rojos que se sitúan en otra ladera. Ambos bosques permiten la presencia de un rico sotobosque, en algunos casos destacan la presencia de helechos rupícolas, que junto con algun matorral de tipo lauroide, pueblan los estratos más bajos del bosque en sus zonas más sombrías. En otros, los mismos matorrales que conforman una laurisilva que van poblando sus antiguos medios, colonizan ciertas zonas de solana. Lo que da una vaga idea de lo que era el boscaje original: una mezcla de vegetación mediterránea y laurisilva, que era, y es, en cierto modo, lo que predomina en las zonas boscosas, y de media montaña, del sur gaditano; donde abundan las nieblas, y las precipitaciones invernales. Por otro lado, es destacable la presencia de otros árboles de tipo mediterráneo que colonizan la zona, como es el caso del pino carrasco o de Alepo en las zonas más altas y más expuestas al viento, tomando formas de bandera conforme nos vamos acercando a la cima; el acebuche ocupa las zonas más bajas de la montaña; y algún que otro alcornoque suelto crece indiferente a la altura. Siendo éste último, la especie que probablemente colonizara el medio de forma natural, junto con los matorrales antes mencionados. También es rico el matorral mediterráneo, con la presencia abundante de lentiscos, sabinas y enebros costeros, éstos últimos en zonas más bajas y cercanas al mar. Pero espectaculares son los palmitos, palmeras de abanico enanas, natural de las regiones más cálidas del Mediterráneo, y que aquí, alcanzan alturas superiores al metro, con formación de tronco incluido; algo que hoy día, es muy raro de ver, ya que estas formaciones tan espléndidas, nos retrotraen al aspecto que tuvo dicha especie en nuestra tierra antes de que su cogollo fuera incluido dentro de la gastronomía local. 

 La llegada a la cima nos permitió la posibilidad de ver, de manera espectacular, gran parte de lo que hoy es el Parque Natural del Estrecho, el más joven dentro del inventario de espacios protegidos por la Junta de Andalucía (año 2.003). Teniendo, además, el privilegio, junto con Cabo de Gata y Acantilados y Marismas de Barbate, de incluir zonas de ámbito marino, ya que la riqueza submarina es espectacular, pues se encuentra en el limite de tres zonas geográficas: el mauritánico, el atlántico y el mediterráneo. Y donde además, se producen migraciones de peces y cetáceos, además de las de aves. Como dije, desde arriba se pueden vislumbrar el vuelo de los buitres leonados, que se ven a una distancia muy cercana desde los cortados. La riqueza de los distintos boscajes se distinguen por los distintos matices de verdes, y al otro lado del estrecho, la ciudad de Tanger y la costa de Marruecos, que se ven como si de un salto se pudieran alcanzar. Los petroleros que cruzan el mínimo brazo de mar parecen de juguete. La naturaleza se muestra formidable ante nuestros ojos, y logra que uno sea más humilde, y recuerde, que nosotros somos una mínima pieza del formidable puzzle que forma el medio natural. Un saludo desde el sur.


Ejemplares de palmitos entre las rocas.

Bosque de pinos piñoneros.

Pinos piñoneros en la ladera sur.

Bella imagen de la ensenada.

El Estrecho de Gibraltar con Marruecos al fondo.

Imagen de la costa de Tarifa, con la mencionada ciudad en el extremo.

Bosque de pinos piñoneros en cuyo centro hay un pequeño torrente.

Bosque de eucaliptos rojos.

Cipreses y eucaliptos flanquean la carretera de acceso.

Bella imagen de la cumbre que contrasta con los cipreses.

Anochecer en la cima.

Bosques y prados alternan en la zona.

Cortado desde donde se suelen ver las buitreras.



El verde domina el paisaje de media montaña.

Bella imagen de un palmito mientras anochece.

Espectacular ejemplar de palmito en la cumbre del monte.

Matorrales de tipo lauroide.

Tarifa y Marruecos.

Los helechos ocupan zonas de umbría.

Imagen de la aldea del Lentiscal.

Imagen parecida, donde se empequeñece, para nuestra vista, la enorme duna de la playa de Bolonia.

Un paisaje sureño, pese a que parece del norte.

El sol se oculta tras las montañas.

La laurisilva debió tener más protagonismo en el pasado.

Vegetación mediterránea y lauroide comparten parajes, algo muy raro en el mundo botánico.

Bosque de eucaliptos encaramándose a la rocalla.

La geología de la zona es también extraña, de tipo Flysch, que ocupa pocos rincones en éste mundo.

Bosque de pinos.

Un pino carrasco con forma de bandera, debido a los fuertes vientos reinantes.

Matorral lauroide.

Bella instantánea del bosque.

Interior del bosque de pinos piñoneros, los más abundantes de la provincia.

Bosquete de pinos carrascos.

Los pinos carrascos ocupan áreas de difícil colonización para otras plantas.

Bella imagen del valle.

Ejemplares de pino carrasco.

En ésta imagen se aprecian dos cosas: el cortafuegos, y la cercanía de África.