Ahora que está de moda el
Halloween, gracias sobre todo a los grandes almacenes, se ve a los niños, de
distintas edades (de 0 a 40 años), disfrazados de personajes desagradables, ya
sea pidiendo chucherías por las casas o tomándose una cerveza tras otra en uno
de los quinientos pubs irlandeses (regentados por paisanos) que abundan en
nuestras ciudades. Hay de todos los tipos: Frankestein, Drácula, Hombre Lobo,
político...Pero yo siempre he sido más de Tosantos, puede que sea porque soy
más soso que un churro sin chocolate, pero a decir verdad, también es cierto
que las historias de miedo españolas, y europeas en general, asustan más que
las que vienen importadas de EEUU, pues son bastantes más descafeinadas que
las nuestras. A cada país le asusta lo suyo, y cada lugar tiene sus distintos tipos
de terrores; evidentemente el mencionado país sólo posee unos doscientos años
de historia, mientras que nuestro continente es de tradición milenaria, con
lúgubres castillos, maldiciones medievales, brujas paganas, vampiros
fantasmales, y demás parafernalia. Y sobre todo, hay que decir que en España
hay más fantasmones de carne y hueso que espectrales. Aunque sin embargo, hay
que reconocerles el mérito de acongojar al personal con historias como la de
Amityville o la finca de Hinsdale.
Como
me dijeron el viernes que no tenía puente, ando escaso de inspiración, así que
enumeraré una lista de leyendas fantasmales de una provincia que se caracteriza
por tener cascos antiguos enormes, y ensanches de ciudades que se construyeron
sobre necrópolis romanas, púnicas, o fenicias (y se asustan los
americanos por un sólo cementerio indio). Para ser honrado me remito a un artículo del diario de la Voz
de Cádiz de hace algún tiempo, además de alguna otra historia que recuerde en éste momento, o
que me hayan contado alguien de fiar, y que evidentemente, no diré quién es,
más que nada porque al personal le importa un pimiento quien es el fulano en
cuestión. Las escribo con un cierto tono de guasa, pero es porque no soy
experto en el tema, y de algún modo tengo que hacer un artículo distraido, así que no
se ofendan, por favor, quienes crean en éstas historias. Ahí van:
-El bebé que llora en el Patio Cambiazo: Empezaré las por que me
contaron de mi ciudad. Sobre ésta se ha dicho mucho y escrito poco. Realmente,
a mí me la han contado a título personal, y sinceramente dudo mucho de su
autenticidad. Se argumenta que las casas que ocupan éste palacete están vacías
por causa de un bebe fantasmal que se dedica a llorar por las noches. Hay que decir que
muchos padres sufren esto sin que sus hijos sean unos fantasmas, pero sí una
auténtica tortura. Sólo faltaba que viniera un espectro llorón a dar por saco
una noche tras otra, con la cosa de que la criatura ni crece, ni se calma
dándole de comer.
-El niño del columpio en Reyes Católicos: ésta es de un soldado de
infantería que se dirigía al parking a coger su coche para ir al trabajo, allá
sobre las seis de la mañana. Comentaba que había un niño columpiándose
(literalmente) en un parquecito cercano a la salida de los coches; no le echó
cuenta, pero enseguida cayó que el niño en cuestión estaba completamente sólo
en la plaza, y que no había nadie cuidándolo a esas horas tan
raras. Así pues el infante de marina cogió el camino de Villadiego cuando
vio todo aquello muy raro.
-Hay otra en una casa del siglo XVII situada en plena Calle Real, donde
se escucha de todo, aunque no la he localizado, dicen que se encuentra en las
cercanías de la Alameda. Y otra, en la Calle Dolores, en la que una testigo
asegura haber visto a una anciana fantasmal perteneciente a la familia que aún
vive en esa casa. Aunque de éste último, no hago mucho caso, pues he estado mil
veces en esa casa, y no he visto nada raro (a nivel fantasmal, me refiero).
-Recuerdo una, allá por los años 90,
del conocido fantasma jartible, en
El Puerto de Santa María, donde se decía que en cierta calle se aparecía todas
las tardes un fantasma en un balcón, y que se podía observar a través de las
ventanas desde la calle. El espectro en cuestión dejó de dar por saco cuando
cambiaron los cierros, y los pusieron de aluminio, en vez de los tradicionales
de hierro forjado o madera. Así pues, al menos, el espíritu puede presumir de
buen gusto, porque a mí, también me parecen horribles los cierros de aluminios
en un casco antiguo (y pensar que llegaron a ser una plaga).
-La Casa Cuna de Cádiz, ésta la puso de moda Iker Jiménez y su Cuarto
Milenio, y tiene su origen en la explosión del depósito de minas de Cádiz en
1947, y que arrasó con todo Puerta Tierra, y sobre todo, con un orfanato cercano.
Desde entonces, aseguran que en las oficinas que hay ahora del INEM se observan
niños fantasmales y, lo que es peor, monjas; nunca me han gustado las vivas,
imaginen las muertas, además de campanas que no existen hoy día. El caso, es
que lo que más debería asustar aquí, es la cantidad de gente que va a sellar
cada día.
-Los fantasmas del Hospital de Mora. La actual Facultad de
Empresariales se encuentra situada en un antiguo hospital de corte modernista
que tiene aspecto colonial. Evidentemente, en un sanatorio fallecen muchas
personas, y muchos de sus espíritus dicen que se han quedado aquí, para
interrumpir los provechosos estudios de los alumnos más ociosos.
-Los monjes del Ayuntamiento de Cádiz. Otro chiste fácil, en los
consistorios suele haber muchos fantasmones. Pero aquí se cuenta, incluso, de
alguna que otra agresión de ultratumba, y es que nadie soporta a los policías
locales, pobrecitos, ellos sólo hacen su trabajo, que es sacar dinero para las
luces de Navidad con unas cuantas multas. Lo que se ve aquí en cuestión es una
procesión de monjes que viene acompañada de un extraño olor a perfume. Una
suerte de Santa Compaña a la gaditana.
-La monja de la Residencia (Hospital Puerta
del Mar). Ésta monja por lo que se ve, no le mola asustar a nadie, sino que
por lo visto, se dedica a ayudar a los enfermos. Si algún día ingreso allí,
espero no tener el placer de verla, porque prefiero valerme por mi propia
cuenta (vale… saldría corriendo).
-La Casa del Obispo. Por fin, una sobre un cementerio, fenicio en
éste caso. Aquí se asegura la presencia varios espectros luminosos que sirven
para no perderse en la oscuridad de las distintas estancias.
- El duelo con el Demonio en Jerez de la Frontera. Ésta me encanta,
porque es una historia de espadachines del siglo XVII. No recuerdo la calle,
pero asegura la historia, que un valiente espadachín ganaba a todos sus
contrincantes en sus distintos duelos nocturnos. Y que en cierta ocasión, para
dársela de más fantasmón (nunca mejor dicho) que nadie dijo aquello de que él podía retar al
mismísimo diablo, por lo que recibió de propina un corte en el brazo con una
espada que no se sabía de dónde venía. Así pues el infeliz espadachín fue
corriendo hasta una iglesia, donde se pudo refugiar del mismo demonio. Según
dicen, la herida nunca le cicatrizó, y brotaba sangre de vez en cuando, hasta
el final de sus días.
-Los fantasmas de Trafalgar. Son varios, la primera es una dama
blanca que al parecer le ha cogido el gustillo a tirarse desde el acantilado hacia
el mar. Al parecer se trataba de una despechada de principios del siglo XX que
decidió suicidarse. Y la segunda se debe a la famosa batalla de 1.805, al
parecer los barcos y marinos fantasmas no se han enterado de que la batalla
acabó hace un par de siglos, y aún siguen dándose estopa en las noches de
tormenta. Se asegura que aún se escuchan los cañones, gritos y disparos de
pistolas.
-Barcos fantasmas en el Estrecho.
Se asegura, por varios testigos que en tiempos de tormentas aún se pueden
ver algún que otro navío espectral en una de las zonas más transitadas del
mundo (la segunda tras el Canal de La Mancha).
En
fin, espero que no hayan leído solos esta entrada, porque quien sabe, si algún
crujir de maderas, algún ruido extraño, alguna sombra que vea por el rabillo
del ojo, o simplemente, le llame el cartero para formar parte de una mesa
electoral; puede ser que verdaderamente que su casa esté construida sobre tres
cementerios de distintos periodos (y ya sabe todo el mundo como se las traían
los fenicios), y puede que tal vez, crea que usted está sólo, pero a lo peor
resulta, que se encuentra más acompañado de lo piensa. Un saludo desde el sur.
Prohibida la entrada a los fantasmas, las cafeterías de Cádiz se quedarían vacías. |
Los fantasmas que más me asustaron en mi juventud fueron los del Comecocos. |