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domingo, 4 de marzo de 2018

Plazas IV

 Continuamos ya por fin, y tras un paréntesis, con la última entrada dedicada a algunas de las plazas españolas más bellas de nuestra nación. Destacando sobre todo, las de las poblaciones de nuestra provincia gaditana por el mero hecho de que en una mínima escapada se pueda visitar. Ahí van:
  • Puerto Lápice. Plaza de la Constitución. Típica plaza manchega en la que los soportales, columnas y balcones de madera, pintados de rojo almagro, son los protagonistas. Población ligada a los recuerdos literarios de Don Quijote, nació siendo un punto donde había muchas ventas que servían de descanso a los viajeros, algo que se destaca en el mencionado libro.

  • Puerto Real. Plaza de Jesús. Magnífica plaza, rectangular, amplia y diáfana, en el centro de la ciudad histórica, y que resume lo mejor de la arquitectura del XVIII con notables palacetes y edificios de estilo neoclásico y barroco. No obstante, destaca como construcción el antiguo Ayuntamiento de la ciudad, una pequeña obra de finales del XIX, de estilo ecléctico, y formas más bien clásicas, con una coqueta torrecilla del reloj.

  • Ronda. Plaza Duquesa de Parcent. Enorme y bella plaza magníficamente ajardinada y adoquinada, donde se conservan algunos de los mejores edificios de la ciudad, entre ellos, en la imagen, la iglesia de Santa María la Mayor, antigua mezquita aljama del que queda el nicho del Mirhab, y construida en estilos gótico y renacentista. Al frente el magnífico Ayuntamiento, fue en tiempos del XVIII un cuartel de milicias. Al otro lado, el convento de las Clarisas, otra obra renacentista del XVI; justo al lado, otro convento del mismo estilo y siglo, el de la Caridad. En el otro extremo de la plaza, una moderna, de 1.951, pero bella iglesia cuya advocación a María Auxiliadora nos delata su origen salesiano. 

  • Rota. Plaza de Bartolomé Pérez. Punto neurálgico del pequeño centro histórico de la localidad roteña, es una de las plazas más bonitas de nuestra provincia. Es un espacio diáfano, adornado tan sólo con palmeras, blanco caserío y dos de los principales monumentos, la gótica renacentista iglesia de Nuestra Señora de la O, del siglo XVI, así como el famoso Castillo de Luna, originario del XIII, en estilo gótico, y que hoy es sede del Ayuntamiento local.

  • San Fernando. Plaza del Rey. Ejemplo típico de una plaza neoclásica, en el que los volúmenes y espacios juegan un papel principal, y están estudiados y trazados al milímetro. Logrando así un concepto de ágora en un urbanismo ilustrado y tirado a cordel, figurando como punto central y más importante, donde se suceden todos los actos y fiestas principales de la localidad. Aquí se permite la presencia de edificios de tres o cuatro plantas para compensar el tamaño del enorme edificio consistorial, tercero más grande de España, construido para tal fin, y el de mayor volumen de Andalucía. Una joya neoclásica, que ahora está en proceso de restauración, por ello la foto es antigua. La plaza en sí, es cuadrada, ajardinada, pero diáfana, destacando la vida de sus bares, así como la estatua y fuente del General Varela, natural de la ciudad.


  • San Roque. Plaza de la Iglesia. Bonita y ordenada plaza que se sitúa al lado de la de Armas (también digna de destacar), y en el que se puede observar la bella fachada de la iglesia mayor de Santa María de la Coronada, de estilo barroco, aunque conserva elementos anteriores la iglesia de la misma advocación de Gibraltar, y que fueron traídas aquí tras la conquista inglesa. Edificada sobre la ermita de San Roque, que dará nombre a la población, en ella se encuentra enterrado el escritor romántico, y militar, José Cadalso.

  • Sangüesa. Plaza de Santa Catalina. Plaza extraña e irregular en cuyo centro se encuentra la magnífica iglesia de Santiago el Mayor, de estilo románico, con elementos góticos, iniciada en el siglo XII, y terminada en el XIV. Es un importante templo dentro de la ruta jacobea. Y en el destaca, el enorme rosetón, la portada románica, con el típico abocinamiento, así como la magnífica torre campanario, de aspecto defensivo.

  • Sanlucar de Barrameda. Plaza de la Salle. Era muy difícil elegir una plaza en la localidad del Bajo Guadalquivir, pues tiene un rico y extenso casco histórico ligado a las Américas, y en el que hay espacios tan conocidos como la plaza del Cabildo o la de San Roque. Pero he optado por una más apartada y desconocida, pero que es una de las más bellas. Empedrada con adoquines y losas de Tarifa, tiene dos enormes araucarias, y una bella fuente de mármol en el centro, regalo del Duque de Montpesier en 1.858. El caserío circundante también merece una tranquila mirada, con evocadores recuerdos, con distintos palacetes que la rodean.

  • Setenil de las Bodegas. Plaza de Andalucía. La roqueña localidad serrana, no podía tener sino una plaza en distintos niveles, con el telón de fondo de los farallones de la montaña que hace las veces de techo en las casas cuevas de la localidad. Es una plaza irregular, adaptada al terreno, siendo, realmente, más bien una amplia curva, más que un espacio abierto. Dentro del popular y blanco caserío destaca una bonita casa con azulejos, así como restos de murallas, y el mudéjar Ayuntamiento Viejo, ambos observables en la parte superior, arriba del acantilado.

  • Sevilla. Plaza de España. Otra ciudad que me ha creado más de algún dilema a la hora de elegir, y en la que al final he tenido que recurrir de la más conocida. Pero que realmente, lo merece por su destacada belleza, de encanto absolutamente romántico. Enclavada en pleno Parque María Luisa, es una obra regionalista, con tintes neomudéjares, fue diseñada por Aníbal González como pabellón de España para la Exposición Internacional de 1.929. El ladrillo rojo, los azulejos trianeros, las arquería, torres, puentes y canales con barcas, configuran un espacio único, en el que además, se representan mediante los mencionados azulejos a todas las provincias españolas. El centro es amplio y diáfano, sin ajardinar, con una magnífica fuente de generosos chorros de agua.


  • Soria. Plaza Mayor. Ciudad que a pesar de su pequeño tamaño concentra una gran monumentalidad, sobre todo a lo que de románico se refiere, así como grandes evocaciones literarias, sobre todo de Antonio Machado y Gustavo Adolfo Bécquer, ambos, curiosamente compartidos con Sevilla. Su plaza principal, la que aquí nos ocupa es un espacio rectangular, abierto, y mayormente diáfano, sin apenas arbolado. Domina la piedra, así como las cristaleras de sus balcones, y algunos soportales, como los del Ayuntamiento o los del Palacio de la Audiencia (s. XVI), otra joya renacentista es el palacio de los Beteta y la torre de Doña Urraca, neoclásica es el palacete de la Casa del Común, y una joya que va del románico al renacimiento es la iglesia de Santa María la Mayor. Pero si hay algo que domina la plaza es la Fuente de los Leones, una maravilla barroca (en la foto) del XVIII, así como la estatua de Leonor Izquierdo, esposa que fue de Antonio Machado.

  • Tarifa. Plaza de Santa María. Exótica plaza andaluza, que rezuma ya, un aroma y un aspecto, más propio del otro lado del Estrecho, la misma fuente central, con las figuras de las típicas ranas cerámicas que existen en todas las fuentes regionalistas, tiene más aspecto marroquí que andaluza. Con los jardines del resto de la plaza pasa lo mismo, o con la Biblioteca Municipal, antiguo Colegio Cervantes, edificio neomudéjar de principios del XX; todo nos transporta completamente a Tetuan o a Xauen. Pero si hay algo islámico de verdad, es el Castillo de Guzmán el Bueno, visible desde la plaza, califal del siglo X, y del que se dice, es uno de los más antiguos de Europa. Delante el edificio del Pósito (s. XVIII), en un lateral el Ayuntamiento (s. XX), y por último, oculta, la iglesia gótico mudéjar de Santa María (s. XIV).

  • Tarragona. Plaça del Rei. Ciudad que es un auténtico muestrario de generosa historia, y por ello he elegido esta plaza como la más representativa de la misma, pues en ella se pueden observar por estratos sus distintos periodos de esplendor. Como ejemplo destacado, en la imagen se puede observar parte de la Torre del Pretorio con el Castillo del Rey, todo de origen romano, y que se conserva en gran parte, así como ampliado en la Edad Media, como residencia real. No es romano, pero lo parece, el edificio que alberga el Museo de Historia de la Ciudad, que imita a dicho Pretorio. De otros tiempos son las dos iglesias, la de Nazaret, obra del XVI, reformada en el XVIII, y la de la Santísima Trinidad.

  • Torre Alhaquime. Plaza de la Constitución. Pequeña y escalonada plaza en uno de los pueblos más pequeños de nuestra provincia. Su bello y blanco caserío parece escalar la loma sobre la que se sitúa en su punto más alto el castillo nazarita. Cerca de éste, la mencionada plaza, que asciende desde el Arco de la Villa, antigua puerta de la muralla, y finaliza en la blanca y barroca parroquia de Nuestra Señora de la Antigua, construida en el XVIII, por orden del Arzobispo de Sevilla. 

  • Tudela. Plaza de los Fueros. Una de las plazas más bonitas que uno pueda visitar en nuestro país. Un espacio limpio y amplio, con aspecto de plaza mayor castellana, fue construida en el siglo XVII, con un armonía perfecta, en la que sólo sobresalen la Casa del Reloj (s. XVII), el Hospital de Nuestra Señora de Gracia y la Iglesia de Santa María (s. XVI). En el centro, un bello templete modernista, construido en 1.921. Merece la pena observar detenidamente la azulejaría y adornos existentes en las distintas fachadas de la plaza, así como su rebosante vida.

  • Ubrique. La Plaza. Curioso y sobrio nombre para un espacio cuadrado y limpio encuadrado en un rincón privilegiado de la localidad marroquinera y serrana, y donde se pueden observar varios de sus monumentos principales, como son la Fuente de Carlos III, joya y símbolo de la localidad, construida en el XVIII, así como el neoclásico Ayuntamiento, del XIX, la parroquia de Nuestra Señora de la O, de al menos el siglo XVII, una casa solariega (en la imagen) modernista, de 1.925, y que está adornada de azulejos con motivos mitológicos. Como telón de fondo, los farallones rocosos, entre los que destaca la iglesia de San Antonio, originaria del XVI, pero reformada a lo largo de los siglos.

  • Ujué. Plaza Mayor. Bonita e irregular plaza, adornada de casas de ladrillo con multitud de plantas, flores y enredaderas que hacen del lugar un sitio único. Lo mejor de todo es el silencio del mismo, casi todo lo que rodea es peatonal, y tiene el bello telón de fondo de la parroquia de Santa María la Real, una de las joyas románicas que el Reino de Navarra ha tenido a bien dejarnos en herencia. Como curiosidad última, comentar que hace poco se descubrió una tumba medieval en la plaza. 

  • Valdepeñas. Plaza de España. Punto neurálgico de la localidad vinatera, es un espacio más o menos cuadrado, limpio, sin apenas arbolado, y sobrio en adornos. Su armónico caserío rodean la misma, con soportales más típicos de Castilla que de La Mancha; todas sus fachadas lucen un bello color azul añil. Probablemente todos estos edificios fueron construidos en el XVIII. En el centro, una bonita fuente modernista de 1.926, y en una esquina, el edificio del Ayuntamiento, frente a la magnífica iglesia de la Nuestra Señora de la Asunción, de finales del XII, pero terminada en época de los Reyes Católicos, recogiendo todos los modelos del estilo gótico, desde el primitivo al flamígero final.

  • Vejer de la Frontera. Plaza de España. Uno de los rincones más bellos de nuestra geografía, nació en el siglo XVI, a extramuros. Toma una forma irregular adaptada al terreno, al blanquísimo caserío circundante y a las murallas árabes. Adornada con esbeltas palmeras y una preciosa fuente regionalista en el centro, en el que sobresalen los azulejos y las ranitas como surtidores. Los bancos que rodean el espacio, también son del mismo estilo. Las edificaciones posteriores también merecen ser observadas, como la Puerta de la Villa, una de las entradas que aún conserva el recinto amurallado, el Ayuntamiento, la torre medieval del Mayorazgo, o la Casa del Califa, que fue tiene varios estratos, entre los siglos X, como los aljibes o algunas de sus habitaciones de época califal, o las cillas posteriores, con construcciones entre el siglo XV y XVII, como la fachada principal, barroca con columnas salomónicas. 

  • Vélez Blanco. Explanada del Convento de San Luis. No es propiamente una plaza, ya que curiosamente, la localidad carece de dicho tipo de espacios. Es una explanada que da lugar a la fachada del bello edificio religioso, obra plateresca del siglo XVII, con un curioso campanario mudéjar. No obstante, también es un excelente mirador de un blanco pueblo serrano, dominado por la omnipresente silueta de una castillo renacentista, construido para un fin más palaciego que defensivo.

  • Vélez Rubio.  Plaza de la Encarnación. Nos encontramos ante un espacio amplio y sobrio, en el que destaca la enorme y bella figura de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, magnífico templo de proporciones catedralicias, es una obra que se construye en la transición entre el barroco y neoclásico, con una impresionante fachada y torres labrada en piedra, y un resto edificado en ladrillo visto. En el resto del caserío destaca el ayuntamiento, obra neobarroca del XX. 

  • Villamartín. Plaza del Ayuntamiento. Bonita plaza cuadrada, y como no podía ser de otra manera, adornada con esbeltas palmeras, así como con bancos y una fuente central, en estilo regionalista, de ladrillo rojo y bellos azulejos sevillanos. También del mismo estilo es el mercado de abastos, situado en un lateral, blanca edificación con ribetes de ladrillos. Otros edificios interesantes son el palacete neoclásico con portada barroca, situado frente al también interesante Casino Cultural, o el propio Ayuntamiento, construcción neobarroca con fachada con soportales. o la barroca iglesia de las Angustias. No obstante, destaca el fondo de la iglesia parroquial de Santa María de las Virtudes, de aspecto sevillana, y que combina el mudéjar el inicial del siglo XIV, con el renacimiento  de su fachada de Hernán Ruiz, o el barroco de sus ultimas reformas en el XVIII. 

  • Villanueva de los Infantes. Plaza Mayor. Una localidad sorprendente porque tiene un enorme patrimonio histórico, artístico y literario, ligado sobre todo a las figuras de Quevedo o, como no podía ser de otra manera en La Mancha, de Cervantes. Como espacio principal, la mencionada plaza, típica, sobria, con soportales, y grandes balconadas de madera, y en el que destacan notables edificios, entre los que destaca el Ayuntamiento y la iglesia parroquial de San Andrés, ambos en estilo herreriano, similar al Escorial. En un lateral de la plaza, como no, unas estatuas de Sancho y el Quijote, completan el panorama.

  • Zahara de la Sierra. Plaza del Rey. Situada en lo más alto del pueblo (en lo que a caserío se refiere), y donde se obtienen las mejores vistas de la población y su entorno. En ella se pueden observar como el castillo nazarita domina el peñasco que sirve de telón de fondo de dicho espacio, o la bella iglesia parroquial de Santa María de la Mesa, obra barroca del siglo XVIII. Cerca, se encuentra un mirador desde donde se puede observar el embalse, la silueta de otros pueblos, como Olvera, o el más cercano, Jardín de los Pinsapos, toda una preciosidad de parque.

  • Zahara de los Atunes. Patio de Armas del Castillo. Realmente no es una plaza propiamente dicha, sí que lo fue de Armas de la fortaleza del siglo XVI, y que servía para alojar y proteger a las almadrabas y las diversas fábricas dedicadas al trabajo del atún, así como palacio de los Guzmanes. Pero la fortaleza también está asociada a la literatura, ya que Cervantes situó aquí el escenario de una de sus Novelas Ejemplares, la Ilustre Fregona. No obstante, aunque sólo fuera por el hecho de situarse en un entorno tan paradisíaco, como una playa, ya merece la pena su visita. 

  • Zuheros. Plaza del Castillo. Terminamos la larga lista de localidades con la bella localidad cordobesa situada en las serranías Subbéticas. Es un espacio abierto al acantilado donde se sitúa el mirador junto al Castillo, fortaleza musulmana originaria del siglo IX, pero que tiene estructura del siglo XII, con una reforma renacentista de Hernán Ruiz en el XVI, para adaptarlo a formas palaciegas. Frente al mismo, la iglesia de los Remedios, parroquia de la población, edificación renacentista del XVI. 

 Termino aquí la lista de plazas destacadas que he visitado, y que me han parecido dignas a destacar, perdonen los lugareños si en algún dato he errado, pero han sido una serie de entradas bastante densas a la hora de buscar información de los distintos lugares para resumirlos en un mínimo párrafo. Así pues finalizo como siempre: Un saludo desde el sur. 

domingo, 27 de marzo de 2016

Calles III

 Tras un parón de varias semanas, continuo con una última parte de la entradas dedicadas a las calles de la península. Incluyo, saltándome el orden alfabético, otras ciudades y pueblos que he visitado recientemente, así como un pequeño apéndice de ciudades y pueblos europeos. Próximamente, dedicaré una entrada a parques y plazas. De momento continuo enumerando mis calles preferidas.

  • Chiclana de la Frontera. Alameda del Río. Nuestra ciudad vecina tiene rincones dignos a destacar, en un olvidado centro histórico, incluso para los propios chiclaneros. He apostado por el alma mater de la ciudad: el río Iro. Y su ribera, por supuesto. Donde se recoge una de las estampas más entrañables de nuestra provincia, y que sirve de columna vertebral, a los dos barrios históricos: la Banda y el Lugar.

  • Huelva. Calle Rábida. La capital más occidental de Andalucía, es una urbe de carácter dinámico, y poco dada a conservar calles tradicionales. No obstante, se han preservado algunas, sobre todo, en los alrededores de la calle Concepción y del solar del antiguo mercado del Carmen. La escogida es una de ellas, conservando la arquitectura tradicional y popular de la ciudad choquera, de casas blancas con ventanas y puertas con ribetes de ladrillo visto. De las pocas, que ya quedan en la localidad.
  • Moguer. Calle Almirante Hernández Pinzón.  Vía que une dos de las principales plazas de la ciudad. Una de ellas la de la iglesia mayor parroquial de Nuestra Señora de la Granada, con su enorme torre, que sirve de telón de fondo. Justo al lado, una estatua de Platero, como no podía ser de otra manera, y por último, el palacete, cuyo dueño, ilustre marino, le da nombre a la calle. 
  • Niebla. Calle San Miguel. Vía de intramuros, donde se observa parte de las murallas almorávides, y el ábside con su torre campanario, de la iglesia de San Martín. Y de la que se conserva sólo parte de ella. Es una calle estrecha, curva, y pendiente abajo, de carácter puramente medieval.
  • Palma del Condado. Calle Real. Vía principal del centro de la ciudad, donde se pueden observar la parroquia de San Juan Bautista, una de las maravillas barrocas de Andalucía occidental. Justo antes, una ermita de estilo mudéjar sevillano, así como multitud de caserones al más puro estilo occidental andaluz. La ciudad es toda una sorpresa agradable, para el turista desprevenido.
  • Palos de la Frontera. Calle Fray Juan Pérez. La pequeña población que ha sido grande para la historia, pues desde su puerto salieron las tres carabelas que cambiaron el mundo conocido. El nombre de la misma, en honor a unos de los frailes más importantes en la intermediación del descubridor con los reyes, y que era natural del pueblo. La vía desemboca en la plazoleta que da a la iglesia de San Jorge Mártir, de estilo mudéjar.

  • Puerto Real. Callejón del Arco. Rincón típico de la ciudad puertorrealeña, de cuidada fisonomía y aspecto. Como todas de la localidad, es recta, de casas blancas con merlones. Dos arcos dan entrada y salida a la rúa, siendo el del fondo que da cara al mar (antiguamente, hoy da a una avenida). Originaria del siglo XVIII. Las macetas y plantas existentes terminan por adornar este bonito rincón.

  • San Fernando. Callejón de Cróquer. Hay muchas calles para escoger en nuestra ciudad, y aunque ésta no sea la más representativa, sí que es la más típica, más bonita, y una de las más valorada por los isleños. De carácter netamente popular y típica andaluza, macetas y azulejos con chistes y refranes jocosos terminan por dar más encanto aún a la vía. En sus orígenes fue un lugar dedicado a carnicerías y a mataderos. Probablemente sea originaria del XVIII, aunque hay autores que piensan que es la última calle medieval que queda en la ciudad. 
  • San Roque. Calle Historiador Montero. La ciudad sorprende, pues su pequeño, pero interesante centro histórico que se distribuye en torno a su iglesia de Santa María de la Coronada, da lugar a admiración. Una de las calles que sube al templo y su plaza, es la mencionada. Vía popular y peatonal, de casas blancas, adornadas con macetas, y con cierros. Concentra todos los tópicos del urbanismo andaluz.
  • Sanlucar de Barrameda. Calle Cuartel. Como no podía ser de otro modo, en la ciudad de la Manzanilla, he destacado una calle de una de sus bodegas principales: las de Antonio Barbadillo. Un arco con el nombre de la empresa, que da entrada a la calle, recta y blanca, entre naves de las distintas bodegas, que forman un pequeño pueblo dentro de la misma localidad. 

  • Setenil de las Bodegas. Cuevas del Sol. Las dos vías más espectaculares, y típicas del pueblo, son la mencionada y la de Cuevas de la Sombra. Ambas conforman un conjunto llamativo y único dentro de la provincia gaditana. De casas cuevas que se adaptan al pequeño cañón que dibuja el río Guadalporcún, que separa a ambas calles, donde el techo de la montaña, llega a cubrir incluso, parte del cielo.
  • Sevilla. Calle San Nicolás. En la capital hispalense es muy difícil la elección de una calle. Hay barrios más famosos, y perspectivas más monumentales; pero he escogido una de las más cercanas al antiguo puerto de la ciudad. En sus proximidades se encuentran las Torres del Oro y de la Plata. No cuesta en absoluto, imaginar un duelo de espadachines del Siglo de Oro,  o ver pasear a conquistadores, marinos, o a rufianes y buscavidas que hacían vida cuando la ciudad vivió su esplendor. De hecho, en estas calles se rodaron escenas de Alatriste. 
  • Silves. Rúa da Sé. Ésta ciudad del Algarve es la que más restos musulmanes se conservan en el vecino Portugal. Las calles de intramuros, rodeada de algunas murallas, suben serpenteantes, hacia el castillo que aún conserva restos del palacio del gobernador de la Taifa, y la propia Seo (que le da nombre). La vía mencionada en concreto, da a parar a una puerta de las antiguas murallas, y está adoquinada a la antigua usanza.
  • Tarifa. Calle Jerez. Es ésta una pequeña vía, que da salida de intramuros a una de sus principales puertas de sus murallas, y que daba lugar al camino hacia la ciudad que le da nombre. Espectacular, por su tamaño, y por sus tres arcos de herradura de gran presencia. La estrechez y la blancura de la vía, y la mencionada puerta, nos trasladan al otro lado del Estrecho de Gibraltar. 
  • Tarragona. Carrer dén Riudecols. La ciudad tiene un pequeño, pero interesante centro medieval, encerrado entre una muralla, cuyo origen, es en su mayoría romano. Una de las calles internas a las mismas, y cercanas a la catedral, una vía, estrecha, y adornada con cierto arbolado y con una algorfa, es la escogida para esta ocasión. Todo dentro de la arquitectura típica de Cataluña.

  • Tavira. Largo Abu- Otmane. La ciudad tuvo un especial contacto con las partes orientales del imperio portugués, de ahí, los tejados de las casas a cuatro aguas (como en China). La vía escogida está en la parte más alta de la localidad, con el imponente castillo y las dos bellas iglesias, al más puro estilo portugués. Dicha calle une los tres elementos, en una vía peatonal y silenciosa, desde donde se ven la multitud de tejados antes mencionados.
  • Torre Alháquime. Calle Torreón. Uno de los pueblos más pequeños de la provincia de Cádiz, presenta una de las calles más bonitas. Un arco, que formaba parte de la antigua muralla árabe, y que actualmente, se encuentra debajo del ayuntamiento; y que da lugar a una subida hacia la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Antigua.
  • Ubrique. Calle Fuentezuela. Calle tradicional de la zona más antigua de la localidad, donde se pueden observar vías estrechas, blancas y silenciosas, siempre adornadas con su tradicionales rejerías y macetas. Todas las calles de Ubrique, como no podía ser de otra manera en la serranía, los grises farallones serranos, sirven de telón de fondo.                                                                                     
  • Vejer de la Frontera. Calle Judería. Una de las estampas más tradicionales en la imagen turística de la localidad. El barrio judío medieval es una zona de calles estrechas, retorcidas, blancas y muchas en pendiente. Ésta calle que da nombre al área, es tal vez la más conocida, y una de las más bellas. Los arcos, aunque lo parezcan, no son medievales, son del XVIII, y hacen las veces de arbotantes tras el terremoto de Lisboa. 
  • Villanueva de los Infantes. Calle Cervantes. Localidad manchega que sorprende por su monumentalidad. Con calles que nos trasladan al Siglo de Oro. La vía seleccionada, como no, lleva el nombre del escritor universal que dio fama mundial a estas tierras. Monumental, llena de palacetes barrocos, termina desembocando en la Plaza Mayor, otro rincón lleno de joyas arquitectónicas.
  • Zahara de los Atunes. Calle Doctores Sánchez Rodríguez. Vía que desemboca, directamente, en la enorme y preciosa playa de la localidad. Calles típicas, y el castillo de la Almadraba,  fortaleza del siglo XVI, y que además, fue chanca donde se trabajaba con el atún. Todo forma un conjunto que no ha perdido un ápice de exotismo con el aumento del turismo.
 
  • Zuheros. Calle Mirador Fernández Guerra. En la localidad de las Subbéticas cordobesas, todas las calles desembocan en el castillo, omnipresente estampa, y eterno telón de fondo de la pequeña población. La vía escogida, tiene un precioso mirador arbolado (melancólico en otoño), con una fuente blanca, preciosa, y que da vista a la mencionada fortaleza.

  Como extra, me he animado, al final, a exponer otras calles europeas que he recorrido, el orden no es alfabético, sino por países. Empiezo con Holanda, y termino con Alemania.
  • Amsterdam. Herengracht. La ciudad de los canales, tiene rincones muy bellos para escoger, pero he optado por uno de los canales principales, donde además se encuentra el museo. Toda la calle está jalonada de casas palacios de los comerciantes y banqueros que negociaban con las colonias trasatlánticas. Y que constan de la típica arquitectura de ladrillo visto, y techo a dos aguas.

  • Brujas. Huidenvettersplein. Estampa típica de la ciudad belga, y una de las más bonitas de Europa, con la torre del Campanario que se sitúa en la Grand Place (en francés) o Grote Markt (en flamenco), que destaca entre las construcciones, mayoritariamente góticas, que rodea uno de los canales principales. En Brujas, el tiempo no parece haber pasado de la Edad Media.

  • Bruselas. Montagne Berg. Calle comercial, burocrática y bastante céntrica de la capital de Europa, y muy cercana a la Grand Place. No obstante, casas típicas de los Flandes, de ladrillo, con tejados a inclinados y amplios ventanales, que se encuentran cercanos a algunos rascacielos de la zona financiera. Una mezcla de lo nuevo con lo viejo, bastante bien armonizado en la ciudad.

  • La Haya. Lange Vijverberg. Otra estampa que armoniza, precisamente, lo nuevo con lo viejo. La imagen del Parlamento Holandés (realmente, aunque la capital es Amsterdam, las instituciones nacionales, se encuentran en La Haya), con su lago, repleto de gaviotas, patos y cisnes, más un bello arbolado, que en otoño, dan una imagen bucólica, y que contrastan con el telón de fondo del distrito financiero.

  • Marken. Buurt II. Pequeño pueblo protestante de Holanda, que se encuentra en una isla del mar (interior) del Sur. Las calles silenciosas dan una calma absoluta, en una localidad cuyos habitantes tienen costumbres espartanas y sobrias, y que han logrado conservar el sabor de la localidad.

  • Volendam. Norordeinde. Al otro lado del mismo mar del anterior pueblo, ya en tierra firme (si eso se puede decir en Holanda); pero en esta ocasión, la localidad, en concreto es católica, y por tanto, más bullciosa y activa. No obstante, también ha sabido conservar su urbanismo típico. La calle escogida, da directamente al mar interior mencionado, y que se encuentra regulado por diques por la mano del hombre.
  • Zaanse Schans. Zeilenmakerspad. Otro pueblo típico holandés, donde pequeños canales, atravesados por pequeños puentes de madera, y que se alternan con casas y granjas típicas. La localidad en cuestión es famosa por las tradicionales estampas de sus molinos harineros, que se han hecho un hueco en el imaginario popular del mundo.
  • Londres. Colonnade. La capital británica tiene multitud de calles donde escoger, pero al igual que he hecho en las grandes capitales, en la serie de entradas sobre calles, he optado por una típica, huyendo de la monumentalidad. La vía escogida se encuentra cercana a Russel Square, y es la tradicional vía popular de la época Victoriana de los cuentos de Dickens. Época de esplendor industrial, y de las construcciones de ladrillo visto.
  • Luxemburgo. Rue de la Reine. Pequeño país, y pequeña capital, que ronda los cien mil habitantes, pero que concentra rincones pintorescos para inmortalizar. Uno de ellos es la calle que aquí se expone, con los típicos elementos arquitectónicos del Gran Ducado, entre ellos, el tejado de pizarra. La vía es corta y ancha, pero muy importante en la vida local, pues desemboca en el Palacio Granducal (al fondo en la imagen).
  • París. Rue la Vieuville. En pleno barrio bohemio de MontMartre se encuentra una de las pocas calles que no son rectas de la capital francesa, sino que por el contrario, se adapta al propio terreno, a la elevación que el monte del Sacre Coeur dibuja en el perfil parisino. La vía colinda con varios puntos interesantes, uno es la plaza de Abbesses, y el otro, el muro de Los te quiero con su pequeño jardín. 

  • Colonia. Komödienstrasse. Calle céntrica y comercial, que va a parar a la todopoderosa catedral gótica, una de las que mayor altura tiene de Europa (157  metros), y donde además, se encuentra, la también gótica, iglesia de San Andreas. Asimismo, todavía es posible observar la arquitectura tradicional anterior a la II Guerra Mundial, aunque eso sí, en gran parte, son reconstrucciones.
  • Frankfurt. Bethmannstrasse. Otro caso de ciudad alemana, que ha tenido que verse obligada a reconstruir parte del centro histórico tras la II Guerra Mundial, aunque lo ha hecho de la forma más fiel a lo que fue la capital del Meno medieval. Ésta, como otras calles, se encuentran en los alrededores de la bella plaza de Römer, ágora de la localidad, arquitectónicamente y sentimentalmente, muy lejos de los distritos financieros.
  • Boppard. Rheinallee. Bello pueblo ribereño del Rhin, y que conserva la arquitectura tradicional de la zona, de casas con vigas de maderas de colores, y grandes tejados a dos aguas. El bucólico otoño en el que estuve, añaden más belleza a la estampa, donde además, como en todo la localidad, se respira una paz y un silencio envidiables por estas latitudes.
  • St. Goar. Heerstrasse. Otro pueblo ribereño del río anteriormente mencionado. Y que también conserva su arquitectura tradicional, así como su iglesia y castillo medievales. Pues aunque pueda llevar a sorpresas, éste pequeño tramo del Rhin, se encuentra fuertemente fortificado a causa de las guerras endémicas y permanentes entre señores y reyezuelos locales en periodo del Sacro Imperio.

  Termino ya, por fin, la serie de entradas sobre las distintas calles que he transitado, y quiero dejar esto muy claro, son por las que yo he paseado, y he podido fotografiar, por eso sé que para muchos faltarán algunas, y sobrarán otras, pero no me gusta apropiarme de fotos que no son mías. Espero, que más pronto que tarde, logre hacer una serie de entradas sobre parques, y otra sobre plazas. Un saludo desde el sur.