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domingo, 22 de abril de 2012

Las lechuzas y los fantasmas

 Hoy va la cosa de miedo, pero no crean, como en Scooby Doo, la historia tiene explicación. Aunque eso sí, los malos no resultan ser promotores inmobiliarios como suele ser siempre en los finales de éstos dibujos animados. Pero la cosa también va de casas; en éste caso abandonadas. Imaginénse, que es noche de lluvia y truenos, y decide refugiarse en un viejo caserón abandonado en las cercanías de un parque, o simplemente de una arboleda. Ya el miedo y la sugestión empiezan a hacer mella en tus nervios; apenas controlas tu vientre y tu corazón tiene unas pulsaciones altísimas. Empiezas a temer por los vivos que estén de okupas, y los fantasmas que puedan albergar dicha casa. Aún así, echándole coraje, te adentras en ella. Y en un viejo pasillo lleno de puertas empiezas a escuchar unos susurros que parecen llamarte por tu nombre. Luego empiezas a oír unos gritos desgarradores; y en una de las habitaciones que dan para el pasillo te ha parecido ver una sombra, has visto movimientos, y escuchado ruidos que parecen no tener lógica alguna. Aún así, entras a inspeccionar, eso sí, echándole mucho valor, y en la esquina superior de una habitación ves a un espectro totalmente blanco con los brazos en cruz flotando en el aire. Entonces los susurros y gritos se oyen más fuertes que antes. Evidentemente, sales corriendo, prefiriendo mojarte, que comprobar quien es el espíritu condenado a vagar por los viejos muros de la mansión.

 Visto así, parece una historia de terror más, propia del periodo victoriano, época en el que el espiritismo estaba en auge. Sin embargo, el protagonista de nuestra historia puede haber sido víctima de la sugestión y de una pareidolia, es decir, un estímulo cerebral que lleva a nuestra vista al engaño más absoluto. Entre los ejemplos más claros está el de ver formas de animales o rostros en las nubes, montañas con forma de "algo" (sobre todo rostros o cuerpos humanos), o la visión de formas "no explicables" en alguna foto tomada en las últimas vacaciones. Y es normal, que con el ambiente descrito anteriormente, de arboleda, tormenta y caserón viejo y abandonado, uno se deje llevar por alguna que otra mala impresión. A fin de cuentas, los seres humanos somos animales estrictamente diurnos, y en la noche, para nosotros todos los gatos son pardos. Sin embargo, ésto que parece un cuento de terror, es una cosa muy común que puede sucederle, en las cercanías de cualquier ciudad o pueblo. Y se debe simplemente a un animal, concretamente a una rapaz nocturna: la lechuza. Es ésta un ave que frecuenta viejos caserones, y que gusta de la cercanía del ser humano, estando calificada como "animal urbano". De hecho, aunque puedan existir poblaciones en los bosques, lo cierto es que prefiere los rincones que cualquier localidad que tenga algún hueco, o alguna casa vacía donde anidar y criar a sus polluelos; eso sí, a ser posible con algún parque cerca. Por ello se encuentran en casas viejas y, preferiblemente, abandonadas. Pues el hecho de que haya alguna oquedad le asegura una estabilidad para su nido que el exterior de una casa moderna no le da con respecto a las inclemencias meteorológicas. Asimismo, este tipo de casas antiguas suelen estar habitadas por las presas favoritas de ésta rapaz: ratas, ratones, y todo tipo de roedores. Aunque no desprecia tampoco ningún tipo de reptil, como es el caso de las salamanquesas. Es la lechuza un ave rapaz, bella, y con un blanco inmaculado, que al abrir las alas, y por su vuelo pausado, puede dar lugar a la confusión con un espectro. No obstante, la voz que tienen estas aves son francamente desagradables, una especie de chillido que haría correr al más valiente, como también el uso de una especie de susurro que es frecuente en los polluelos que piden comida a sus progenitores (lo de mencionar un nombre es pura pareidolia). En Europa, tierra de leyendas de fantasmas, es frecuente la lechuza en casi todas sus ciudades, faltando, tal vez, sólo en aquellas, que ya tienen un nivel de contaminación que casi elimina cualquier atisbo de fauna urbana. Pero en todos los pueblos y ciudades de pequeño y mediano tamaño, tienen su población de lechuzas aunque sea en pequeño número. Si la urbe en concreto tiene un casco histórico de grandes proporciones, y si encima se encuentra poco restaurado, mejor que mejor para ellas. 

 Tengo un libro sobre el Parque Natural del Estrecho que comenta una anécdota de este tipo en la ciudad de Algeciras. En una vieja finca abandonada, se escuchaban susurros y gritos, provocando el estupor y la curiosidad de los vecinos. Todo ello se zanjó con la entrada de la policía local; la cual, salió entre sus manos con una nidada de lechuzas. Ésto, que tal vez explique muchos casos de supuestas casas encantadas, no es la panacea, y desde luego, no logra resolver todos los sucesos ocurridos, pues, no obstante, como siempre quedan muchos sin explicar. Pero es, desde luego, una solución convincente que ayuda a dar menos miedo si algún día nos encontramos en una situación como la que narré en el primer párrafo. Además, nos ayuda a saber, que en una ciudad, también existen poblaciones de rapaces, algunas nocturnas, como la lechuza, y otras diurnas, como el cernícalo primilla, una especie pequeña de halcón, que también habita rincones abandonados. Y como encima, son expertas limpiadoras de otros animales no deseados, es digno destacar aquí, que se posibiliten rincones donde puedan criar; y nosotros como ciudadanos, tenemos el deber de protegerlas y fomentarlas, como especies, que a pesar de su gusto por la naturaleza urbana que hemos creado, sus poblaciones no se encuentran en su mejor momento. Un saludo desde el sur.

Bello ejemplar de lechuza común, un animal, que como el gorrión, busca de la compañía del ser humano.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El turismo paranormal en España

  Hace unos días se ha celebrado la Feria del Turismo Internacional en Madrid; donde nuestra provincia de Cádiz, éste año tiene mucho que decir, sobre todo a raiz del Bicentenario de las Cortes de 1.812, vulgo: La Pepa. No he estado, pero supongo, que será más de lo mismo en el Stand de nuestra provincia: más playas, más campos de golf, y más arza, quillo, arriquitaun. Cádiz como buena provincia española, sigue ofuscada en plena crisis a la búsqueda del mercado anglosajón para ofrecerles un tanto menos de lo que se ofrece en Marbella, Benidorm o Ibiza. La cabezonería, propiciada por el dinero fácil, de hacer una costa de cemento, que hasta hace poco era verde, pues sus bosques de pinos y eucaliptos llegaban hasta las dunas y bordes de acantilados; sin darnos cuenta de que, sólo, las citadas ciudades vivirán un año más del turismo de lujo y masas, según sea el caso. El resto sobramos ya, pues el mercado turístico de una sola dirección que ofrece nuestra nación está saturado de tanta oferta y poca demanda, sin caer, que para los ingleses, ya les llega con Mallorca, y para los estadounidenses y canadienses les es más económico, y más cercano, jugar al golf o disfrutar de la playa en San Diego (California) o Miami (Florida). Así pues, si sólo les ofrecemos eso, nada se les ha perdido aquí, y con razón.

  Sin embargo, basta con explorar un sólo instante, el mercado turístico anglosajón, para darse cuenta de que lo paranormal vende. Sino me creen, les voy a poner cuatro ejemplos de los más gráficos y conocidos por todos, cuatro poblaciones, que se encuentran en distintas latitudes y climas distintos, pero que a cambio, viven de lo mismo:

 - Las poblaciones de los alrededores del Lago Ness, donde supuestamente existe un plesiosaurio que gusta de jugar al escondite con nosotros.

 - Rosswell, donde supuestamente cayó una nave extraterrestre, y donde hoy día, viajan miles de personas para visitar sus museos sobre humanoides, y comprarse multitud de souvenires.

 - Otro ejemplo, más descarado si cabe, es el de los pueblos que existen alrededor del famoso Área 51, donde muchas personas llegan para, simplemente ver, una verja que les prohíbe el paso. Sin embargo, la gente va a allí a dejarse el dinero.

 - El último, aunque fuera del mundo anglosajón, pero aupado por él, es la región de Rumanía de Transilvania, a la que Bram Stoker le hizo un flaco favor popularizando Drácula. Hoy día, su turismo se centra en dicho personaje.

  En España, creemos que eso de los fantasmas y los extraterrestres suponen un atraso para nuestra mentalidad, como si beber como un desgraciado y tirarse a una piscina desde un balcón fuera de lo más inteligente. Seamos sensatos, teniendo un estrato cultural tan ámplio, que incluye, monumentos, palacios, bosques, desiertos, etc. al final, sólo vendemos la playa. Y nos olvidamos de nuestra cultura, que es de las más antiguas y completas del mundo. La inclusión de nuestras leyendas en el plano turístico sería muy bien aceptada por la comunidad angloparlante, que no huye de éstos fenómenos, sino que los busca. De hecho, en Inglaterra, patria chica de los fantasmas, los hoteles se anuncian con sus fantasmas. Y aquí, no sólo hay leyendas de fantasmas, los hay de demonios, de ovnis y humanoides, los hay religiosos, de vampiros, hombres lobos, monstruos mitológicos, y hasta la más pura mitología griega, como las leyendas de Hércules o de la Atlántida. En otros países ya se habrían hecho parques temáticos, dando miles de puesto de trabajo, donde aquí sólo nos dedicamos a urbanizar sin sentido alguno, dando labor, sólo, a unos cuantos albañiles durante un determinado tiempo de construcción. El primer anglosajón que promocionó las leyendas de un lugar en España, fue mire usted, Washington Irving, en su mítico viaje a La Alhambra, donde cuenta todas las historias de fantasmas acontecidas en el maravilloso recinto granadino. A partir de aquel momento, el monumento pasa de estar abandonado, a ser una de las perlas de España, y con mérito. Y es que tienen que venir desde fuera para enseñarnos lo que tenemos. No obstante, el célebre escritor, dió fama a otras leyendas en otros lugares, como la célebre de Sleepy Hollow, más conocido como el "Jinete sin Cabeza".

 Hoy día, todos sabemos separar la paja del grano, y el contar nuestras leyendas no es motivo de vergüenza, sino que encima puede darnos de comer. Hay que estar de enhorabuena, ya, en Madrid, se citan grupos con guías, en las noches de su casco antiguo, para visitar las casas encantadas. Espero que ésta inciativa no se quede en el tintero, y se expanda al resto del país. Pues ya estoy harto de tantos Pocholos y Cachulis, que siguen haciendo de nuestro turismo, una forma de vivir de lo más bizarro. Un saludo desde el sur.

domingo, 30 de octubre de 2011

Historias de fantasmas gaditanos

Ahora que está de moda el Halloween, gracias sobre todo a los grandes almacenes, se ve a los niños, de distintas edades (de 0 a 40 años), disfrazados de personajes desagradables, ya sea pidiendo chucherías por las casas o tomándose una cerveza tras otra en uno de los quinientos pubs irlandeses (regentados por paisanos) que abundan en nuestras ciudades. Hay de todos los tipos: Frankestein, Drácula, Hombre Lobo, político...Pero yo siempre he sido más de Tosantos, puede que sea porque soy más soso que un churro sin chocolate, pero a decir verdad, también es cierto que las historias de miedo españolas, y europeas en general, asustan más que las que vienen importadas de EEUU, pues son bastantes más descafeinadas que las nuestras. A cada país le asusta lo suyo, y cada lugar tiene sus distintos tipos de terrores; evidentemente el mencionado país sólo posee unos doscientos años de historia, mientras que  nuestro continente es de tradición milenaria, con lúgubres castillos, maldiciones medievales, brujas paganas, vampiros fantasmales, y demás parafernalia. Y sobre todo, hay que decir que en España hay más fantasmones de carne y hueso que espectrales. Aunque sin embargo, hay que reconocerles el mérito de acongojar al personal con historias como la de Amityville o la finca de Hinsdale. 

       Como me dijeron el viernes que no tenía puente, ando escaso de inspiración, así que enumeraré una lista de leyendas fantasmales de una provincia que se caracteriza por tener cascos antiguos enormes, y ensanches de ciudades que se construyeron sobre necrópolis romanas, púnicas, o fenicias (y se asustan los americanos por un sólo cementerio indio). Para ser honrado me remito a un artículo del diario de la Voz de Cádiz de hace algún tiempo, además de alguna otra historia que recuerde en éste momento, o que me hayan contado alguien de fiar, y que evidentemente, no diré quién es, más que nada porque al personal le importa un pimiento quien es el fulano en cuestión. Las escribo con un cierto tono de guasa, pero es porque no soy experto en el tema, y de algún modo tengo que hacer un artículo distraido, así que no se ofendan, por favor, quienes crean en éstas historias. Ahí van:

-El bebé que llora en el Patio Cambiazo: Empezaré las por que me contaron de mi ciudad. Sobre ésta se ha dicho mucho y escrito poco. Realmente, a mí me la han contado a título personal, y sinceramente dudo mucho de su autenticidad. Se argumenta que las casas que ocupan éste palacete están vacías por causa de un bebe fantasmal que se dedica a llorar por las noches. Hay que decir que muchos padres sufren esto sin que sus hijos sean unos fantasmas, pero sí una auténtica tortura. Sólo faltaba que viniera un espectro llorón a dar por saco una noche tras otra, con la cosa de que la criatura ni crece, ni se calma dándole de comer.
-El niño del columpio en Reyes Católicos: ésta es de un soldado de infantería que se dirigía al parking a coger su coche para ir al trabajo, allá sobre las seis de la mañana. Comentaba que había un niño columpiándose (literalmente) en un parquecito cercano a la salida de los coches; no le echó cuenta, pero enseguida cayó que el niño en cuestión estaba completamente sólo en la plaza, y que no había nadie cuidándolo a esas horas tan raras. Así pues el infante de marina cogió el camino de Villadiego cuando vio todo aquello muy raro.
-Hay otra en una casa del siglo XVII situada en plena Calle Real, donde se escucha de todo, aunque no la he localizado, dicen que se encuentra en las cercanías de la Alameda. Y otra, en la Calle Dolores, en la que una testigo asegura haber visto a una anciana fantasmal perteneciente a la familia que aún vive en esa casa. Aunque de éste último, no hago mucho caso, pues he estado mil veces en esa casa, y no he visto nada raro (a nivel fantasmal, me refiero).
-Recuerdo una, allá por los años 90, del conocido fantasma jartible, en El Puerto de Santa María, donde se decía que en cierta calle se aparecía todas las tardes un fantasma en un balcón, y que se podía observar a través de las ventanas desde la calle. El espectro en cuestión dejó de dar por saco cuando cambiaron los cierros, y los pusieron de aluminio, en vez de los tradicionales de hierro forjado o madera. Así pues, al menos, el espíritu puede presumir de buen gusto, porque a mí, también me parecen horribles los cierros de aluminios en un casco antiguo (y pensar que llegaron a ser una plaga).
-La Casa Cuna de Cádiz, ésta la puso de moda Iker Jiménez y su Cuarto Milenio, y tiene su origen en la explosión del depósito de minas de Cádiz en 1947, y que arrasó con todo Puerta Tierra, y sobre todo, con un orfanato cercano. Desde entonces, aseguran que en las oficinas que hay ahora del INEM se observan niños fantasmales y, lo que es peor, monjas; nunca me han gustado las vivas, imaginen las muertas, además de campanas que no existen hoy día. El caso, es que lo que más debería asustar aquí, es la cantidad de gente que va a sellar cada día.
-Los fantasmas del Hospital de Mora. La actual Facultad de Empresariales se encuentra situada en un antiguo hospital de corte modernista que tiene aspecto colonial. Evidentemente, en un sanatorio fallecen muchas personas, y muchos de sus espíritus dicen que se han quedado aquí, para interrumpir los provechosos estudios de los alumnos más ociosos.
-Los monjes del Ayuntamiento de Cádiz. Otro chiste fácil, en los consistorios suele haber muchos fantasmones. Pero aquí se cuenta, incluso, de alguna que otra agresión de ultratumba, y es que nadie soporta a los policías locales, pobrecitos, ellos sólo hacen su trabajo, que es sacar dinero para las luces de Navidad con unas cuantas multas. Lo que se ve aquí en cuestión es una procesión de monjes que viene acompañada de un extraño olor a perfume. Una suerte de Santa Compaña a la gaditana.
-La monja de la Residencia (Hospital Puerta del Mar). Ésta monja por lo que se ve, no le mola asustar a nadie, sino que por lo visto, se dedica a ayudar a los enfermos. Si algún día ingreso allí, espero no tener el placer de verla, porque prefiero valerme por mi propia cuenta (vale… saldría corriendo).
-La Casa del Obispo. Por fin, una sobre un cementerio, fenicio en éste caso. Aquí se asegura la presencia varios espectros luminosos que sirven para no perderse en la oscuridad de las distintas estancias.
- El duelo con el Demonio en Jerez de la Frontera. Ésta me encanta, porque es una historia de espadachines del siglo XVII. No recuerdo la calle, pero asegura la historia, que un valiente espadachín ganaba a todos sus contrincantes en sus distintos duelos nocturnos. Y que en cierta ocasión, para dársela de más fantasmón (nunca mejor dicho) que nadie dijo aquello de que él podía retar al mismísimo diablo, por lo que recibió de propina un corte en el brazo con una espada que no se sabía de dónde venía. Así pues el infeliz espadachín fue corriendo hasta una iglesia, donde se pudo refugiar del mismo demonio. Según dicen, la herida nunca le cicatrizó, y brotaba sangre de vez en cuando, hasta el final de sus días.
-Los fantasmas de Trafalgar. Son varios, la primera es una dama blanca que al parecer le ha cogido el gustillo a tirarse desde el acantilado hacia el mar. Al parecer se trataba de una despechada de principios del siglo XX que decidió suicidarse. Y la segunda se debe a la famosa batalla de 1.805, al parecer los barcos y marinos fantasmas no se han enterado de que la batalla acabó hace un par de siglos, y aún siguen dándose estopa en las noches de tormenta. Se asegura que aún se escuchan los cañones, gritos y disparos de pistolas.
-Barcos fantasmas en el Estrecho. Se asegura, por varios testigos que en tiempos de tormentas  aún se pueden ver algún que otro navío espectral en una de las zonas más transitadas del mundo (la segunda tras el Canal de La Mancha). 

           En fin, espero que no hayan leído solos esta entrada, porque quien sabe, si algún crujir de maderas, algún ruido extraño, alguna sombra que vea por el rabillo del ojo, o simplemente, le llame el cartero para formar parte de una mesa electoral; puede ser que verdaderamente que su casa esté construida sobre tres cementerios de distintos periodos (y ya sabe todo el mundo como se las traían los fenicios), y puede que tal vez, crea que usted está sólo, pero a lo peor resulta, que se encuentra más acompañado de lo piensa. Un saludo desde el sur.

Prohibida la entrada a los fantasmas, las cafeterías de Cádiz se quedarían vacías.

Los fantasmas que más me asustaron en mi juventud fueron los del Comecocos.