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domingo, 29 de julio de 2018

La palmera humilde.

Ejemplar de palmito.
 Que España es un país con gran tradición en el cultivo y naturalización de las palmeras no cabe duda, de hecho, se encuentra incrustada dentro de la propia cultura popular de la nación, como ocurre, por ejemplo en los Domingos de Ramos. Sin embargo, aunque parecen llevar toda la vida ahí, palmeras canarias y datileras, llegaron posteriormente a la conquista de los árabes en el caso de la segunda, y de la exploración y conquista de las Islas Afortunadas las primeras. Del resto, ya se sabe, fueron traídas con mucha posterioridad, lo más pronto a mediados del siglo XIX, aunque en su mayoría, como las washintonias, se harían común por el sur, al principios del XX, y las coco plumífero típica de todas las rotondas, casi ya, para finales del mismo, principios del XXI. Curiosamente, circula por la red una serie de noticias, asociada al parecer a la Comunidad Valenciana, en la que se habla de una palmera autóctona similar a la datilera, y que antaño fuera común en todo el levante y sudeste peninsular, llamada phoenix iberica, aunque desconozco si esto, entra más dentro de la leyenda, lo científico o lo pseudocientífico. Y por lo tanto, prefiero no opinar. 

Frutos del palmito.
La especie tolera poco los arenales.
 No obstante, sí que hay una pequeña palmera, del tamaño de un matorral, cuyo nombre científico confirma el título de ésta entrada, Chamaerops humilis, y que sí que es natural de la península, distribuyéndose a lo largo de toda la costa mediterránea, desde Gerona hasta El Estrecho, y la franja atlántica andaluza, además del valle del Guadalquivir hasta Córdoba más o menos, y El Algarve portugués. En concreto en nuestra provincia gaditana, la presencia de estas palmeras llegan a alcanzar incluso cotas superiores a los 1.000 metros en Grazalema. Además, famosos fueron los palmitares cercanos a la laguna de La Janda, donde residían las últimas poblaciones de Torillo andaluz, una pequeña avecilla con aspecto a una codorniz, y que se cree actualmente extinguida en España. Nuestras tierras, y en concreto las espesuras de los palmitares permitieron tener su último refugio en nuestra tierra, junto a Doñana. Otra curiosidad de estas pequeñas palmeras es como su cogollo sirve de recurso gastronómico en la zona, y es frecuente en las ventas y restaurantes las ensaladas de palmito, ello impide la presencia de ejemplares de gran porte, salvo en las zonas escarpadas y de montaña, donde la mano del hombre tiene complicada su llegada, y donde llegan a adquirir un porte arbustivo o casi arbóreo. Además, a diferencia del resto de palmas que crecen en muchas ocasiones en solitario, nuestro palmito, suele hacerlo en grupos espesos, que además, suelen tener un punto de origen común, lo que permite un rico sotobosque donde se pueden refugiar multitud de pequeñas especies como ya mencionamos anteriormente con el extinto torillo andaluz. Su fácil adaptabilidad le permite crecer tanto en suelos arcillosos (aunque puedan inundarse con facilidad) como calizos, y es posible observarla en serranías compartiendo ecosistema con algunos abetos pinsapos, así como con pinos piñoneros o carrascos en las áreas costeras. Precisamente, en los acantilados forma una curiosa asociación junto a la sabina o al enebro. No obstante, parece resistírsele las zonas de arenas sueltas y dunas, prefiriendo que las mencionadas especies de juníperos o los pinos de diversa clase le abran el camino, edafológicamente hablando.

La especie se adapta a sitios inundables
 Así pues, hablamos de una especie de palma de lo más curioso en éste planeta, y la única netamente mediterránea y europea, junto a la palmera de Creta (Phoenix theophrasti), un matorral que cubre amplias extensiones de nuestra provincia, y que acompaña a todas las especies arbóreas, desde acebuches y alcornoques, hasta a distintas clases de pinos. Una de las estampas más típicas de nuestra tierra, y que como todo aquello que es humilde, sólo se le echa en falta cuando ya no está. Un saludo desde el sur.

Ganadería retinta y palmitos, típica estampa gaditana.
Magnífico ejemplar en la sierra de San Bartolomé.






viernes, 15 de junio de 2018

La aportación española a la Filosofía.

 España como nación ha dado grandísimas aportaciones a la literatura universal con dos siglos uno de Oro, y otro de Plata, aunque del resto de épocas y estilos tampoco hay despreciarlos, ya que también serían la envidia de cualquier país. También ha dado grandes inventos e inventores, como Juanelo Turriano o Isaac Peral, en arquitectura ha sido siempre un referente, pues aunque muchos de los estilos arquitectónicos son de origen italiano o francés (entre otros), aquí se han adaptado a nuestras formas y costumbres, impresionando al resto del mundo, sólo hay que admirar a la Alhambra, la Sagrada Familia, o la Catedral de Burgos, entre muchos donde elegir. Como nación ha visto nacer fiestas que hoy son copiadas en el resto del mundo (y nos quejamos nosotros del Halloween), y se pueden ver unos San Fermines en Tejas o una Tomatina en Argentina o China. En cuanto a gastronomía, variada y sana, por ejemplo, la aportación andaluza a la cocina francesa es clave (y viceversa), la paella valenciana es copiada por el resto del mundo al igual que la pizza italiana, y el mundo ve con envidia como multitud de cocineros españoles están considerados entre los mejores del orbe. Pero en cuanto a una materia con una serie de puntos claramente localizados, como es la filosofía, ¿que importancia tiene España en éste contexto?, a priori pudiera parecer que ninguna, y bien es verdad, que tampoco somos una nación pródiga en pensadores. Pero tampoco carecemos de ellos. Veamos ahora su importancia, más de la que parece.
Judería cordobesa.
 Como hemos comentado anteriormente, la filosofía como materia nace dentro del mundo griego, y en casi todo el periodo antiguo podría localizarse casi exclusivamente allí. Aunque eso sí, hay que entender el mundo griego de modo algo más amplio que la nación helena actual, e incluir la Magna Grecia (hoy Sicilia), la costa occidental de Turquía, y aquellos lugares del Mediterráneo oriental helenizados, como Alejandría, en Egipto. A partir de aquí se crea la mayoría de pensamientos que serán rebatidos y debatidos una y otra vez por los filósofos posteriores. Curiosamente, en los libros de texto escolares, se da un salto cronológico hacia el siglo XVI, con René Descartes como padre de la moderna filosofía, y a partir de entonces, la filosofía se divide entre los pensadores europeos continentales (racionalistas) y los británicos (empiristas), hasta la llegada de la Ilustración y demás corrientes posteriores, de carácter más global. Pero una vez llegados a este punto, cabría destacar el injusto olvido de la filosofía medieval y tardoantigua donde España precisamente cumple un punto clave, una aportación escasa pero vital, pues junto a Santo Tomás y San Agustín, de ideas aristotélicas el primero y neoplatónicas el segundo, los filósofos, en concreto cordobeses, sirven de cadena de transmisión de las ideas de la antigua Grecia, y gracias a ellos, han llegado a nuestros días. Ahí van los ejemplos principales, y con sus principales ideas extremadamente resumidas:
  • Séneca. Importante filósofo cordobés de la época de mayor apogeo del Imperio Romano, y que llegó a grandes puestos, como el de senador. Algo que fue, precisamente, contrario a la disciplina que predicaba como era el Estoicismo, corriente de origen griego, y que se basaba en el dominio y el control de las pasiones, deseos y la eliminación de la mayor parte de bienes materiales inservibles, algo que ya era común entonces, como en la consumista sociedad actual. Con ello, se buscaba una vida ascética en la que lograr alcanzar la sabiduría y la felicidad prescindiendo de casi todo. Suena muy oriental, pero fue una corriente griega, y fue adoptada por distintas ramas cristianas, sobre todo las monacales, y la religión de Cristo en sí, adopta claramente estos principios, seguramente tras su expansión por tierras griegas, y el triunfo definitivo de los idearios de Pablo de Tarso, así como su influencia por los discípulos de la Bética en los primeros tiempos cristianos de Hispania. Curiosamente tanto Pablo de Tarso como Séneca comparten una leyenda medieval en la que se asegura que hubo una amistad epistolar entre ellos.
Estatua de Séneca frente a las murallas.
  • Averroes. En tiempos del Imperio Almorávide viene a nacer en el año 1.126, un filósofo que rompería moldes dentro de una asfixiante y radical dinastía marroquí que predicaba la literalidad del cumplimiento del Islam. Averroes se convierte en un importante transmisor de la filosofía aristotélica de la que aunque fiel, discrepa en algunos sectores. Aunque su experiencia como médico, y su mente de hombre de ciencias, lo hacen coincidir en gran parte con el filósofo griego, gran estudioso de la naturaleza. Entre las diferencias podemos encontrar que algunas facultades intelectivas se deben al cerebro y no al alma, como la memoria. Aunque considera que fuera de la última no es posible sentir, imaginar o captar el universal. Sobre ésto último, defiende que la ciencia no puede lograr el conocimiento directo de la misma, y que debe adecuarse a saberes concretos. Así mismo, para Averroes, el alma está dividida en dos partes, el intelecto pasivo, perecedera e individual, y el activo, eterna y divina. Asimismo, el mundo es eterno, y la resurrección de los muertos no es posible, algo absolutamente rompedor con el cristianismo, y que tal vez por eso, haya pasado ignorado por Europa, así como por los más aún fanáticos Almohades, dinastía marroquí aún más integrista que la anterior Almorávide, y que destruyó la mayor parte de sus obras. Sin embargo, el principal mérito de éste filósofo es el ser el primero en separa religión de filosofía, algo absolutamente impensable tanto en Europa como en el Oriente Medio de aquellos tiempos, y que sería algo que no se vería, realmente, hasta la llegada de Kant y la Ilustración.
Estatua de Averroes en la Judería cordobesa.
  • Maimónides. Otro pensador cordobés, discípulo del anterior, aunque a diferencia de éste de religión judía. Y al igual que el anterior, opta por el aristotelismo como pensamiento. De hecho se dedica a probar la existencia de Dios mediante argumentos de dicho pensamiento, siglos antes de que lo hiciera Descartes. A diferencia del anterior, es el entendimiento lo que puede ser pasivo o activo, y el alma se caracteriza por ser una sola esencia, pero con cinco facultades, fuerza vital, los sentidos, la imaginación, el apetito y la razón. Así mismo determina que el hombre es libre gracias a la función de la inteligencia, formando parte del alma, y es inmortal. Ese entendimiento constituye el fondo de nuestro ser, y debe encaminar todos sus actos a la perfección y al conocimiento de Dios como fin último de la vida. Toda esta filosofía chocaba con la mentalidad de sus correligionarios, quienes defendían la Cábala, pero tuvo gran repercusión en el mundo musulmán, así como en el cristiano, del que por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, tan influenciado, que extrajo algunos de sus puntos principales, que sirvieron para componer  "las cinco vías" para demostrar la existencia de Dios, heredera directa de lo mencionado antes. 
Estatua de Maimonides en la Judería cordobesa.

 Termino aquí esta curiosa entrada, que aunque pudiera parecer lejana a lo que estamos acostumbrados a ver en este blog, no es menos cierto que Andalucía ha sido clave, centrando en la mítica Córdoba antigua y medieval, en lo que a movimientos filosóficos se refiere, y que han servido de puente entre el mundo antiguo y el posterior renacimiento. Pero no queda la cosa aquí, España ha dado posteriormente grandes filósofos como Unamuno u Ortega y Gasset, racionalista y positivista el primero, y raciovitalista el segundo. Fueron aquellos años entre los siglos XIX y XX, los más pródigos para nuestra nación. Pero eso ya será tema de otra entrada. Un saludo desde el sur. 

domingo, 11 de marzo de 2018

La dehesa ibérica.

Vaca retinta, típica de Cádiz.
  Si gran parte de Sudamérica es el territorio que conserva el mayor porcentaje mundial de bosque ecuatorial, o Rusia de estepas, y África de desierto y sabana, sin duda, en cuanto al bosque mediterráneo, Europa es la principal protagonista, no es que sea tampoco el tipo de ecosistema más abundante en un continente en el que domina especialmente la foresta caducifolia, pero sí que lo es en el sentido de que en el resto del mundo, tan solo estrechas franjas de Chile, California, Australia o Sudáfrica, tienen formaciones y climas similares. Y dentro de lo que es el Mare Nostrum, España es la nación con más territorios de ecosistemas mediterráneos. De hecho, la influencia del monte mediterráneo en nuestro país se extiende más allá de donde correspondería por el clima, pues por ejemplo, podemos encontrar encinares cantábricos en una zona de clima netamente oceánico ya, como pueda ser Cantabria o el País Vasco (Santoña y Urdaibai), o los alcornocales del Baixo Miño en Santa María de Oia en Pontevedra. En el extremo contrario, por el sur, algunos de los bosques termófilos canarios son formaciones netamente mediterráneas de acebuches y/o lentiscos, parecidos a los del norte de África, y que al igual que éstos, marcan una zona de transición entre el desierto y las zonas más húmedas.

Dehesa de alcornoques.

Buitre leonado, típico habitante de las dehesas.
  Por tanto, a España le corresponde salvaguardar el mayor porcentaje de un bosque único, con la misma responsabilidad que a Brasil con el bosque ecuatorial, por ejemplo. Pero dentro del mundo mediterráneo, si hay una formación que es típica de la península Ibérica, esa es la dehesa. Podemos decir que un paisaje adehesado es aquel en el que hay un bosque aclarado, es decir, sin matorrales ni arbustos, solo praderas o zonas de cultivo, o por el contrario, es un pastizal con arbolado disperso, según la densidad de los mismos que haya, como si de un modo de sabana se tratara. No hay que confundir la dehesa con una formación boscosa abierta, como sucede con los bosques de pinos piñoneros, donde sí que abunda el sotobosque. En la primera, es más que evidente la mano del hombre, y suelen abundar las gramíneas, teniendo además, un fin ganadero o agrícola. La dehesa es un ejemplo de convivencia entre el hombre y el medio que en pocos lugares se da, y que ha venido a enriquecer dos mundos, pues aquí pueden encontrarse especies animales o vegetales del mundo del bosque, la estepa o el medio antropizado. Aunque existe en casi todo el territorio español y sur portugués, suele abundar más en la zona suroeste de la península, tanto en el sur de Castilla y León, Madrid, occidente de La Mancha, y sobre todo, la zona occidental de Andalucía y casi toda Extremadura.

Dehesa de acebuches.
  Pero, ¿de donde viene la dehesa?, ¿cual es su origen?, como hemos explicado, se trata de una formación transformada por el ser humano, y nació en la Edad Media. Hay que retrotraerse a los tiempos de la Antigüedad Tardía, cuando el poder de Roma es más nominal que efectivo, y tras la entrada de los pueblos bárbaros se produce el abandono de los terrenos agrícolas en favor de las ciudades, protegidas por las murallas. Con ello, el bosque recupera poco a poco gran parte del terreno que había perdido y las espesuras vuelven  Hispania. Eso es así, hasta los tiempos de la reconquista, en la que los reyes de León o Castilla (según los tiempos), deciden quemar y/o eliminar el sotobosque con la intención de clarear los bosques para evitar las emboscadas o las famosas razzias de los reinos islámicos peninsulares. De ahí nace la palabra dehesa, que viene a significar defesa, en castellano antiguo. Posteriormente, se le empezó a ver lo rentable en términos económicos que era (y sigue siendo) como explotación agropecuaria, y en otros campos como el forestal, con la leña, el corcho o el carboneo entre otros. La dehesa de hecho, es uno de los factores importantes para el nacimiento de uno de los hechos claves en la historia española y europea, el fenómeno de las cañadas y la Mesta. Casi toda la península está cruzada por vías pecuarias de todo tipo, que van de norte a sur, y de las montañas al valle, buscando siempre los mejores prados y climas para el ganado. Hay que pensar, la importancia de este hecho, en el que, por ejemplo, Castilla e Inglaterra, llegaron a estar en contienda, con batallas navales ganadas por los primeros, en la Guerra de los Cien Años, y en la que no sólo se involucraron el reino anglosajón y Francia, sino que todas las monarquías de Europa occidental se vieron involucradas de uno u otro modo. Tras las victorias castellanas, la lana peninsular sería la que se comerciaría mayormente en Europa, en detrimento de la inglesa. Esto fijó las bases de Castilla como una futura potencia imperial.

Dehesa de Alcornoques.
Dehesa de Acebuches.
   Pero si hay algo por lo que destaca la dehesa es por su riqueza medioambiental, sobre todo a lo que en fauna se requiere. En cuanto a flora, suele darse el típico factor que se da en el bosque mediterráneo con una, o todo lo más dos, especies arbóreas dominantes, de las cuales, mayormente suelen ser quercíneas, es decir, encinas (las formaciones más abundantes), alcornoques, o quejigos; también en muchos lugares de Andalucía occidental, especialmente en la campiña sur de Cádiz, en el triángulo entre Chiclana de la Frontera, Alcalá de los Gazules y Tarifa, se da también la presencia de acebuchales adehesados, acompañados de lentiscos y palmitos. En Madrid, por ejemplo, hay bellas dehesas de fresnos, o también, aunque menos frecuente, se pueden dar álamos como en Doñana, o pinos piñoneros, como en algunas zonas de Castilla, con Valladolid como ejemplo. En cuanto a la fauna, se registran lugares de gran importancia como refugios de muchas especies en peligro, tales como el lince ibérico, el lobo, la cigüeña negra o el buitre negro. Ejemplos de estos santuarios de vida se dan, sobre todo en Extremadura y en Sierra Morena, con Monfragüe y la Sierra de Andújar como principales de cada comundidad. Pero la importancia de la dehesa no termina aquí, como paisaje boscoso abierto, o praderías arboladas, sirve como ecosistema de transición para muchas especies africanas que llegan como nuevas pobladoras, y escogen estas formaciones como lugares para adaptación en Europa, ya que se trata de un paisaje parecido, en el que se sustituyen las acacias por las quercíneas y los grandes herbívoros por las reses y el ganado existente. Casos concreto de éxito en este sentido son la garcilla bueyera o el elanio azul, rapaz espectacularmente bella. Pero no son los únicos, en los últimos tiempos se ha dado un salto de algunas especies como el buitre moteado o la garceta grande. Un ecosistema que define gran parte del paisaje de nuestra nación, un medio rico en especies, con gran influencia en la economía, la gastronomía española (jamón de bellota, carne de retinto...) y en la historia de Europa. La dehesa, sigue siendo un paraíso en la península, que si bien se encuentra en peligro por dos factores: una primera es la falta de regeneración de las especies arbóreas, y una segunda es por la recuperación del sotobosque debido a la despoblación de las zonas rurales. Esperemos que nunca perdamos el paisaje de la dehesa, un paisaje rico, y tal vez, es el más representativo de nuestra nación. Un saludo desde el sur. 




miércoles, 21 de febrero de 2018

Los ensanches españoles.

Paseo de Gracia, Barcelona.
  No es muy común aquí en Andalucía, pero en muchos lugares, más allá de intramuros, del centro histórico, existen una serie de barrios de ordenada organización, cuyo origen hay que buscarlo a finales del XIX o principios del XX. Se tratan de los típicos ensanches que prosperaron, sobre todo en las ciudades más ricas e industriales de la época. Es algo que llegó con la segunda Revolución Industrial, y la generalización del ferrocarril, que empezaba a unir distantes lugares de España. Aunque hay que afirmar, que el fenómeno urbano de los ensanches, es prácticamente europeo, occidental, casi afirmaría, aunque también se dio en territorios coloniales de otros continentes que fueron gobernados por una metrópoli, un ejemplo de ésto es el Ensanche de Tetuán, capital administrativa del Protectorado español de Marruecos. En países cuyas ciudades son prácticamente de nuevo cuño, el fenómeno apenas se aprecia, ya que no suele haber un centro histórico anterior al XVIII, por lo demás, el propio núcleo urbano ya nació con formas ortogonales, como sucede en Nueva York o México DF.

  Dentro de España, ya llegada de la modernidad y los avances científicos, lo tradicional solía ser el derribo de las viejas muralla medievales que daban lugar a paseos o ámplias avenidas, muchas ajardinadas, como sucede con las famosas Ramblas de Barcelona. No obstante, hay muchas que supieron conservar casi todo o parte del amurallamiento de la parte antigua, como sucede con Melilla. Ahora bien, ¿que ciudades españolas tienen ensanche?, ahí van algunas: 
  • Barcelona: tiene tal vez, el ensanche más famoso de nuestra nación, y donde se concentra algunos de los más famosos monumentos de la localidad, como la Sagrada Familia, la Pedrera o la Casa de los Pinchos, entre otros muchos. Ideado y ejecutado por Idelfonso Cerdá a finales del XIX, es el mayor ensanche español, y el más poblado. Y para mi gusto, el más ordenado y el mejor planificado de todos; dividido de forma ortogonal, en cuadrículas con chaflán y cruzado por una avenida Diagonal, que agiliza al tráfico para que pueda atravesar la urbe. 
La Pedrera, emblema del Ensanche.

Chaflán en La Diagonal.

  • Madrid: tiene varios ensanches y proyectos urbanizadores, entre los más famosos se encuentra el Barrio de Salamanca, es un barrio de origen burgués, y de los de mayor nivel de vida en Europa. Diseñado por Carlos María de Castro y Carlos Ibáñez, y promovido por el Marqués de Salamanca, tiene una arquitectura elegante, muchas veces de corte francés. Hay varios edificios notables, como la Casa de las Bolas, el Convento de las Maravillas o el Mercado de la Paz. Otro ejemplo de ensanche, esta vez de tipo ciudad- jardín, se encuentra en la llamada Ciudad Lineal, ideada por Arturo Soria, pocos chalets originales quedan de entonces. 
Biblioteca Nacional.

Puerta de Alcalá, límite del barrio.

  • Pamplona: El ensanche pamplonés se divide en dos: el Primer Ensanche, que quedó en unas pocas manzanas a causa de las prioridades defensivas por parte de instituciones militares; y el segundo, tras la I Guerra Mundial, cuando se demostró que la aviación hacía inútil el cinturón defensivo de murallas que rodea el núcleo central. Ambos tiene la típica urbanización reticular, si bien el segundo, tiene herencia directa del ensanche barcelonés. Entre los edificios más destacados se encuentran el Teatro Gayarre o el Palacio de Navarra, en el segundo, o el edificiod el Parlamento en el primero. 
Típico chaflán.

Teatro Gayarre.

  • Málaga: Aquí en Andalucía, tan sólo está reconocido como tal, el pequeño ensanche malagueño, no siguió la estela de Cerdá, sino que opta por modelos de la Ilustración. A finales del XIX, y tras la ampliación del puerto, el terreno ganado al mar, delimitaría el futuro ensanche Heredia, llevado a cabo en 1.929 por el arquitecto Daniel Rubio. Entre los edificios más destacados se encuentran el Teatro Alameda o el edificio de La Equitativa.
Vista de la ciudad, el ensanche, al fondo a la izquierda.

  • Tetuán: No es actualmente una ciudad española, pero en tiempos fue capital administrativa del Protectorado español, y por ello, la ciudad, y sobre todo el el ensanche sigue conservando un marcado sello español. De hecho, la arquitectura es de corte regionalista, similar a las de Sevilla o Cádiz, en un imaginario ensanche que se hubiera dado en la capital hispalense o en Jerez de la Frontera. Tanto edificios como ensanche fue diseñado por Carlos Óvilo. Aún así, existen edificios de corte racionalista o del tipo tradicionalista tan propio de la primera época de Franco. Dicho ensanche se adapta a la antigua medina, respetándola, y se articula en torno a una plaza central, de forma circular.
Vista de una plaza en el Ensanche Español.

   En Andalucía no hay más ensanches, pero podrían considerarse como tales, ya que fueron ambiciosos proyectos urbanísticos:

  • Sevilla: Exposición del 29, y Avenida de las Palmeras.  Curiosamente, la ciudad hispalense, pese a tener entidad para ello, y ser un importante nudo para el ferrocarril en Andalucía, no gozó de un gran proyecto a finales del XIX; éste llegaría con la Exposición internacional de 1.929, con el famoso recinto de pabellones en torno al Parque María Luisa, pero no fue lo único, la prolongación de la Avenida de las Delicias, vertebradora de la exposición, da lugar a la Avenida de la Palmera, donde se ejecutan más pabellones y una serie de viviendas, también de corte regionalista, al modo de ciudad- jardín. Otro proyecto de viviendas, al parecer de carácter social, a primeros de siglo, o en la II República, se da en el otro extremo de la ciudad, más allá de la Ronda de Capuchinos. Aunque es algo que deduzco por su similitud con las casas baratas de San Fernando (Cádiz), sin tener datos concretos. Son unifamiliares y casas bajas, de corte regionalista, y con un barrio ordenado en cuadrículas. 


Detalle del parque.

Plaza de España.
    Otros casos fueron producto del periodo ilustrado del XVIII, precursores de dichos ensanches, destacando uno de los escasos ejemplos:
  • Cádiz: Barrio de San Carlos y La Viña. Nacidos con diferente carácter, fueron ambiciosos proyectos urbanísticos en el XVIII, viniendo a ocupar espacios vacíos de intramuros (de ahí reside la diferencia con el típico ensanche). El primero nace de la mano del Conde O' Reilly, y tiene una trama reticular que se adapta a las murallas del mismo nombre, y es de típico carácter burgués, con amplios palacetes de corte neoclásico. El segundo barrio, tuvo un carácter más social, de construcciones hechas para los pescadores de La Caleta con viviendas populares. 
Barrio y muralla de San Carlos.

Calle típica de La Viña.

   Termino aquí una larga entrada, en el que se resume, a groso modo, algunos de los grandes proyectos urbanísticos de nuevo cuño en España. Siento haber desechado explicar más sobre otros ensanches de otras ciudades que bien lo merecían, como Vitoria, Valencia o San Sebastián, pero al no tener material gráfico sobre ellas, he optado por la prudencia. Un saludo desde el sur.

domingo, 31 de enero de 2016

Calles I

 He recorrido muchas calles, me encanta andar por ellas; y las he visto de todos los gustos: estrechas, anchas, con encanto, cuidadas, decadentes, limpias, blancas, oscuras, luminosas... ya les digo, en la variedad encuentra uno, la belleza de todo. He pensado en varias entradas dedicadas a seleccionar un grupo de calles de los distintos pueblos y ciudades que he recorrido, y que he podido fotografiar de la península, especialmente del sur. Tras éstas, haré una selección de plazas y parques, ya que también son elementos importantes del paisaje urbano. Las calles escogidas, lo están, por una decisión totalmente subjetiva, simplemente, porque son las más me gustan. Ahí van, por orden alfabético:
  • Albufeira. calle de la Iglesia Matriz. Pequeña ciudad turística del Algarve, que fue en origen un pueblo de pescadores. Conserva un mínimo, aunque bonito y popular centro histórico, con un par de iglesias, entre ellas, ésta Matriz, lo que en España sería Mayor o arciprestal. Es una calle sencilla, blanca, y escalonada, que conserva todo elemento típico de Portugal.

  • Alcalá de Guadaíra. Calle Cuesta de Santa María (subida al castillo): Es tal vez la vía más popular de la población sevillana. Una localidad, del todo influenciada en su concepción urbanística en su impresionante castillo. Como su nombre indica, es una calle que implica una subida al cerro donde se encuentra la fortaleza. La calle parte de la iglesia de Santiago (muy recomendable de ver), al principio se puede observar la alternancia de casas populares junto con otras de aspecto palaciego, en una rúa que se salva en muchos tramos con escalones. Hasta llegar a la Villa de San José, la estrella de las viviendas, y que es una obra de 1.927, a juzgar por el azulejo de su entrada. Luego, la calle se va despoblando, y aparecen cubos de la fortaleza, y las vistas se tornan espectaculares. La calle termina en la amplia explanada del castillo, que da a otra iglesia de típico mudéjar sevillano: la ermita de Nuestra Señora del Águila.

  • Algar. Calle Sol. Otra calle escalonada, aunque bastante más empinada que las anteriores. Y se debe al urbanismo racionalista típico del XVIII, siglo en que fue fundado el pueblo. Las calles son de carácter ortogonal, salvando directamente en cuestas los desniveles, huyendo de toda curva posible. Lo adornados parterres laterales terminan de conferir un aspecto popular.
  • Almagro. Plaza de Santo Domingo. Aunque tenga el nombre de plaza, realmente, es un ensanche de la calle Bernardas. Tiene el típico aspecto del Siglo de Oro español que se aprecia en casi todas las localidades de La Mancha, donde Almagro fue un centro de especial importancia. Austera, y rodeada de palacetes e iglesias barrocas, da la impresión de ser lugar de duelo de espadachines.


  • Almería. Calle Ramón Castilla Pérez: Vía que bordea el principal monumento de la ciudad, la Alcazaba, la cual es la de mayor tamaño de España. Las vistas que ofrecen las murallas, torres, y puertas de acceso, además de encontrarse rodeada de casas populares, cúbicas, y de distintos colores, que son junto al barrio de La Chanca, los paisajes más típicos de Almería. Un lugar, que una vez subido a las murallas permite una maravillosa vista de la ciudad y del mar Mediterráneo, en un paisaje, de lo más exótico, y que nos traslada a las poblaciones del norte de África. 

  • Arcos de la Frontera. Cuesta de Belén. Ha sido muy difícil escoger en una población, como ésta, donde su centro urbano es extraordinario, y un catálogo de calles preciosas, y de todos los estilos: paseos o calles al borde de los dos tajos, calles estrechas, en cuesta, escalonadas, con arcos...pero he escogido ésta, tal vez de las más anchas, y de entrada al centro histórico. La razón, aparte de su belleza, su monumentalidad, empieza en la iglesia de San Juan de Dios,y termina (en su prolongación) en la Basílica de Santa María de la Asunción, pasando por distintos palacetes, en el que destaca el del Conde del Águila.

  • Barcelona. Carrer del Call. En la ciudad condal son famosos el barrio de Gracia, Ribera o el Gótico, entre otros... Dentro de este último, y relativamente fuera de los circuitos turísticos, se encuentra la antigua judería, una de las mayores de Europa, y con la sinagoga más antigua del continente (alrededor del siglo IV). Como todo barrio judío es de calles estrechas y laberínticas, en una de las zonas que conserva la arquitectura más tradicional de la ciudad.

  • Benaocaz. Barrio Alto Nazarí. Para esta localidad he escogido su calle más famosa, que por cierto, no tiene porque estar habitada, pues se encuentra abandonada desde hace mucho. La calle tuvo origen los últimos siglos medievales, en la época del reino musulmán de Granada, como indica su nombre, en el que la serranía de nuestra provincia fue frontera entre dicho reino y el de Castilla.

  • Bornos. Calle San Sebastián. Calle rectilínea en una ciudad de gran riqueza renacentista. Dicha calle que va de la plaza de San Francisco (donde quedan los restos del convento del mismo nombre, y una bonita fuente de tipo regionalista) a la del Alcalde José González, preciosa plaza con la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, y el castillo- palacio de los Ribera. Joyas del renacimiento, desconocidas en la provincia.

  • Cabra. Calle Puerta del Sol. Bonita calle tradicional de la localidad, de cuidada fisonomía y fachadas, adornada con multitud de macetas. y que se encuentra situada en el barrio del Cerro, Antiguo arrabal de la Villa Vieja. Donde destaca el arco neomudéjar que se sitúa donde se encontraba la antigua puerta medieval del barrio.

  • Cádiz. Calle Mesón. Una ciudad donde es muy difícil escoger una de sus muchas calles espectaculares. No obstante, he optado por el núcleo fundacional de la ciudad, el barrio del Pópulo, donde nació la que es la ciudad actual, encaramada a los restos del teatro romano. La calle Mesón es una calle cuidada y tradicional, con macetas, la Posada del Mesón, y el Callejón del Duende. Además de una preciosa perspectiva de la placita de San Martín y su barroco Palacio del Almirante. 

  • Campo de Criptana. Calle Barbero. En la localidad que representa la estampa más manchega posible, he escogido la última calle de la misma si se viene subiendo. Una vez terminada ésta, va a parar a los famosos molinos de viento donde se dice que el hidalgo Don Quijote luchó con ellos creyendo que eran gigantes. Todo un hito de la literatura universal, da las que pocas urbes pueden presumir. Lo molinos se pueden visitar, y tienen hasta un museo, así como uno de ellos dedicado a Sara Montiel.

  • Carmona. Calle Santa María de Gracia. Es muy difícil, verdaderamente, escoger una calle en una ciudad con tantos rincones tan bellos, y tan monumentales. He optado por esta calle de la parte más alta de la ciudad, cercana al Alcázar de Don Pedro. La pequeña capilla del antiguo Hospital de la Caridad, fundado por Miguel de Mañara, preside la calle. En un lateral se encuentra la doble fachada del Monasterio de las Clarisas Franciscanas. Si se vuelve la espalda, se verá el Convento de las Descalzas. Como todas las de la zona antigua de la ciudad, es una calle estrecha, y blanca, de tradicional arquitectura andaluza.
  • Castellar de la Frontera. Calles del Castellar Viejo. El castillo, donde se encuentra el antiguo pueblo anterior al actual, de 1.971. Donde las calles no tienen, actualmente, nombre que las identifique. Por ello, pongo una de las innumerables calles andalusies de uno de las últimas poblaciones en caer en manos cristianas.
  • Chipiona. Paseo Cruz del Mar. Uno de los paseos marítimos más famosos de la veraniega localidad chipionense, que parte de la parte más antigua (donde se encuentra la iglesia parroquial), y termina en una de las estampas más conocidas de la urbe: en el bonito castillo gótico, que perteneció a Guzmán el Bueno, y que lleva ya, la friolera de siete siglos siendo golpeado por las olas del Atlántico.
  • Conil de la Frontera. Calle Cádiz. Calle céntrica de esta costera localidad gaditana, donde el turismo, la pesca y la agricultura han sido sus motores principales desde hace años. Es ésta, una vía repleta de bares y tiendas, con casas adornadas con macetas, y portones abiertos para poder deleitarnos de sus patios. Para colmo de belleza, desemboca (o nace, según se mire) en la plaza de Santa Catalina donde queda la torre de Guzmán el Bueno, la iglesia de homónima advocación, el Museo de Raíces Conileñas y la pequeña capilla del Jesús.

  • Doña Mencía. Calle La Virgen. La calle más representativa de la localidad subbética cordobesa donde se conservan los recios y altos torreones y murallas del antiguo castillo árabe, que nació para defender el camino entre Cabra y Baena. Cerca se encuentra lo que queda de lo que fue una de las mayores joyas barrocas de la provincia: la portada de la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación. Fue pasto de las llamas el 14 de septiembre de 1932, en un incendio, que se dice provocado.

  • El Bosque. Calle Sevilla. Tal vez una de las vías más originales de la entrada, pues da a un río y a su bosque de ribera. De hecho es la calle límite de la localidad con los bosques y dehesas que la circundan y que le han dado su nombre. Es una calle empedrada, no asfaltada, hecha más bien para los peatones, aunque puedan circular vehículos. Donde se pueden ver molinos y albergues que dan más belleza al lugar, así como un punto de venta directa de truchas.

  • El Puerto de Santa María. Ribera del Marisco. No podía pasar por El Puerto, sin mencionar su calle más universal, y casi diría que una de las más famosas de la provincia a nivel nacional. Pero independientemente de los restaurantes y locales de moda, la vía es todo un ejemplo de tipismo andaluz mezclado con el gallego. Aquí, las casas barrocas, de corte barroco o neoclásico, con merlones, azulejos, etc...se apoyan sobre soportales como si del norte mismo se tratara. Además, se puede ver la Fuente de las Galeras, y el bonito paseo, que junto con el río Guadalete conforman una de las estampas más bellas de nuestra tierra. 

  • El Toboso. Calle Monjas Franciscanas. Típica localidad manchega, patria de Dulcinea, amor de Don Quijote. Y donde uno puede respirar toda la paz posible, gracias a sus tranquilas calles. La escogida, va a parar al convento de Monjas Franciscanas Clarisas, donde se pueden comprar los dulces típicos llamados "Caprichos de Dulcinea". A pesar de la original fachada del siglo XVI, que puede llevar a engaño, el interior es del todo moderno, del siglo XX.


  • Faro. Rúa do Municipio. Bonita calle que comunica la ciudad moderna con la catedral medieval. Se accede, como no, por un bonito arco, que formaba parte de las antiguas murallas, y de las que aún se pueden ver restos. Está muy bien cuidada, y conserva todos los elementos posibles típicos del Algarve. Como he dicho, desemboca en la catedral, bonito templo de origen medieval, restaurada en parte, tras el terremoto de Lisboa. Se recomienda su visita.

  • Gibraltar. Lime Kiln Steps. Seguramente, para muchos que visitan la localidad, y que se quedan con las calles comerciales, esta estampa puede suponerles una sorpresa. La ciudad conserva rincones típicos y bellos donde se conjuga la arquitectura, sobre todo genovesa, con la inglesa y la andaluza. Las cuestas y los escalones, lejos de ser un impedimento, añaden belleza. Es el lado desconocido y más típico de la ciudad, y que se encuentra en las zonas más altas del centro urbano. Justo al lado, se encuentra la que es para mi gusto, la iglesia más bella (y enorme) de Gibraltar, Sacred Heart Parish Church, de arquitectura neogótica.

  • Granada. Carrera del Darro. Estamos tal vez, para muchas personas, en la calle más bonita de España. Y puede que sea cierto. Si Granada es una de las ciudades más bellas del mundo, la Carrera del Darro viene a confirmarlo. Casas típicas, unos baños árabes, calles en cuestas que suben al Albahicín, un par de iglesias: la de Santa Ana y la de San Pedro y San Pablo, palacetes, chopos y álamos que acompañan al río Darro, que pone un fondo musical con sus aguas. Todo ello bajo la sombra de la Alhambra y su montaña. Todo un no parar para aquellos que gustan de la fotografía. Explosiva en primavera, y melancólica en otoño. Lo tiene todo para presumir.

  • Grazalema. Doctor Mateos Gago. Postal muy típica de la localidad serrana de la provincia gaditana. Esta imagen refleja fielmente lo más típico del pueblo: calle estrecha, en cuesta y empedrada, paredes blancas, cierros y lluvia (es uno de los lugares con mayor índice de precipitaciones de España), con un fondo montañoso, rocoso y boscoso. Es una vía larga, relativamente ancha en un principio, donde comienza con la torre de la iglesia de San Juan, para ir estrechándose al final.
  • Iznájar. Calle Julio Burell.  Vía muy larga y sin nada que remarcar en un principio, lo interesante llega al final, en la que un arco de entrada da al recinto interior amurallado donde se encuentran el castillo y la iglesia parroquial de Santiago Apostol, renacentista. Todo absolutamente recomendable, y con preciosas vistas al paisaje de alrededor, ya que nos encontramos en un auténtico nido de águilas. Algunos palacetes adornan la calle antes de llegar a dicha villa; ya en el arco, una hornacina con una virgen  completa el conjunto.

  • Jerez de la Frontera. Calle Cordobeses. Las calles del barrio de San Mateo son una mezcla de preciosidad y decadencia absoluta. Aquí se puede admirar a muchos de los mejores palacetes de la ciudad, y los algunos de los más antiguos, que se pueden remontar a la edad media y al renacimiento. Pero muchos de ellos están o abandonados, o convertidos en patios de vecinos en el mejor de los casos. Con las bodegas podríamos decir lo mismo que de los palacetes, mezcla de señorío y ruina. Las calles, blancas, estrechas, absolutamente medievales, con el fondo majestuoso de la parroquia de San Mateo, es una estampas más bellas de una ciudad con un patrimonio histórico inigualable.
  • Jimena de la Frontera. Calle San Sebastián. Preciosa calle cuidada, cuesta arriba que presenta, en estampa, lo más típico de la localidad:  blancas fachadas adornadas con plantas y cierros. El castillo de la localidad, de los más antiguos de la provincia, y feudo nazarita, corona cada vía del pueblo, no siendo ésta una excepción. 
  • Júzcar. Calle Iglesias. Pueblo serrano malagueño, que si en un principio fue blanco ha terminado por ser azul a causa de la promoción de la película Los Pitufos. Gracias a este film, la urbe, denominada oficialmente como pueblo Pitufo, ha multiplicado exponencialmente el número de visitantes a lo largo del año. La calle escogida, como no, es azul, con flores, y con escaleras.
  • Lagos. Rúa Henrique Correia da Silva. La localidad algarviense tiene una maravilla de centro histórico, con murallas y castillos medievales y de época moderna, al igual que sus iglesias y calles. La escogida, une precisamente dos templos principales de la ciudad: la de Santa María y la de San Antonio, ambas de estilo barroco. La misma rúa es estrecha, tranquila y con una blancura impoluta.

  • Loulé. Rúa do Municipio.  Una de las más antiguas localidades del Algarve conserva una de las calles de origen medieval, como la expuesta en esta foto. Una calle blanca, estrecha, empedrada, con arco, que en uno de sus lados, más para arriba tiene restos arqueológicos de origen islámicos y cristianos medievales. El resto de la calle, es igualmente estrecha, y con todos los elementos portugueses posibles.

  • Lucena. Calle San Pedro. Bonita y ancha vía de la localidad subbética cordobesa. De grandes casas, blancas, con el fondo, siempre presente, de la iglesia de San Martín (antiguo convento de San Agustín). Una joya barroca del siglo XVIII. Pero no es la única joya, la iglesia de San Pedro Mártir, de arquitectura neoclásica, así como diversos palacetes, como el de los Condes de Santa Ana, que se encuentran repartidos por la calle. La calle desemboca en la primera iglesia mencionada, donde se encuentra una recoleta plazoleta, en el que la fachada barroca de San Martín ocupa un lugar destacado.


  • Continuará...Un saludo desde el sur.