Translate

Mostrando entradas con la etiqueta monumentos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta monumentos. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de noviembre de 2018

Monumentos flotantes.

 Estos días ha atracado en el muelle de Cádiz el submarino de clase Galerna Mistral (S-73) con base en el Arsenal de Cartagena. Evidentemente la expectación local es notoria, pues no es muy común la presencia de una de estas naves en esta zona, a pesar de su gran tradición naval, y menos aún, que se pueda visitar por dentro en jornadas de puertas abiertas. Hay que decir ante todo, que amen de la vocación por la Armada, para trabajar dentro de un submarino hay que ser de una pasta especial, pues lo claustrofóbico que tiene que ser navegar dentro de un espacio tan reducido, y más aún, sabiendo que se está bajo superficie, debe impresionar bastante. No obstante, como ya he mencionado antes, nuestra tierra, y en concreto, San Fernando, la presencia de la Armada, así como su industria asociada, llevan largos siglos entre nosotros, y además de la arquitectura y las tradiciones, aquí se han gestado buques que han marcado la historia española, e incluso de la humanidad. Y por ello, escribo esta pequeña entrada a modo de reseña de dos naves que nacieron en el Arsenal de la Carraca, el más antiguo de los existentes en nuestra nación. Uno aún sigue en funcionamiento, mientras que el otro lógicamente, es pieza de museo. Una vez más, como es costumbre en mí, ahí van, como la sota de bastos:

  • Juan Sebastián Elcano: El buque escuela Juan Sebastián Elcano es un bergantín goleta para la formación de los futuros oficiales de la Armada Española, y fue botado en el año 1.927 en los astilleros gaditanos de Horacio Echevarrieta, coincidiendo con la conocida Exposición del año 1.929 de Sevilla, ciudad a la que la nave fue dos años antes, en una primera escala para una navegación de prueba. Posteriormente, entre el 28 y el 29, el buque hizo su primera circunnavegación, en dirección contrarias a la que realizaran tanto Magallanes como el propio Elcano. A lo largo de todos estos años ha realizado multitud de travesías en los que o bien se ha cruzado el Atlántico de norte a sur (los más frecuentes), o se ha circunvalado el mundo. Como curiosidad, destacar que el buque en cuestión tiene un hermano gemelo chileno, de similares proporciones, unos 113 metros más o menos de eslora, son tercero y cuarto veleros mayores del mundo. Cabe destacar que el chileno fue construido por el mismo astillero en el año 46, como sustituto del Galatea, pero fue cedido en pago al país sudamericano por las deudas contraídas por la Guerra Civil española. Muy vinculado a nuestra ciudad, el navío descansa todos los años durante meses en los astilleros de su puerto base, cual es el Arsenal de La Carraca. 

  • El submarino torpedero acorazado de Isaac Peral: Cuesta creer que España lleva teniendo submarinos desde el XIX, pero en efecto así fue. Nuestra nación fue pionera en la creación del arma submarina acorazada, y nuestra ciudad, San Fernando, se encuentra muy vinculada a este hito, que si bien se debe al cartagenero Isaac Peral, quien lo diseñó, y cuya casa se conserva aún junto al Callejón de Cróquer. Además, fue construido y botado en el Arsenal de La Carraca, y dio su primer paseo e inmersión en las aguas de la bahía de Cádiz entre el júbilo de todos los presentes aquel día de 8 septiembre del año 1.888. No obstante, y una vez más, las envidias personales entre oficiales, los sobornos a políticos y militares por parte de otras Armadas enemigas poco interesadas en que nuestra nación desarrollara una nave que pusiera a España en un lugar ventajoso, influyó en el cierre de un proyecto que hubiera cambiado el devenir de nuestra historia, como así afirmó el almirante norteamericano Dewey, quien entró en Cavite en la Guerra del 98. Posteriormente, España compró (después de haberlo creado, y no patentado), distintos torpederos submarinos a las Armadas francesa, norteamericana o inglesa entre otras, así como alguno alemán en tiempos del Eje. Hoy día hay que desplazarse al Museo Naval de Cartagena para poder verlo, mientras nuestra ciudad la invención del submarino permanece en el más absoluto de los olvidos.

     Termino esta pequeña entrada, con dos pequeñas, y muy breves reseñas de dos hitos navales muy vinculados a nuestra ciudad de San Fernando, por uno u otro motivo, y es que en una localidad como la nuestra tan vinculada a La Armada, no todos los monumentos son de piedra o ladrillo, sino que pueden ser de metal y madera. Un saludo desde el sur.

Arsenal de La Carraca, punto muy importante para la historia de La Armada.

  

viernes, 15 de diciembre de 2017

Plazas II

 Continuamos una segunda entrada , relacionada con las distintas plazas que he seleccionado, y seguimos con el orden alfabético de las mismas. Digo lo de siempre, son criterios subjetivos, de mi propio gusto. Así pues ni están todas, ni son todas las que están. Ahí va la siguiente tanda:
  • El Puerto de Santa María. Plaza de España. La localidad portuense destaca por su ordenado urbanismo de calles ortogonales, en las que se pueden encontrar algunas plazas llamativas, sin embargo, el alma de todas es la mencionada aquí, y en el que se puede encontrar a la iglesia Mayor Prioral, una joya que mezcla el gótico con el barroco y el plateresco. Así como varios palacetes, de los cuales, en uno se encuentra el Museo Municipal, en un palacete barroco y otro a destacar es el de los Duques de Medinaceli, de corte neoclásico.

  • El Toboso. Plaza de Juan Carlos I. La localidad de Dulcinea, la amada de Don Quijote, conserva una hermosa plaza donde destaca la silueta de la iglesia de San Antonio Abad, joya renacentista del XVI. Pero no es lo único, al ser una localidad tan vinculada al Quijote, justo al lado de la parroquia, se encuentra el Museo Cervantino, digno de visitar para los amantes de la literatura, pues en él hay varios ejemplares del Quijote, en varios idiomas, y firmados por distintos personajes históricos. Como no podía ser de otro modo, dos estatuas, del propio Quijote y Dulcinea, completan la estampa.

  • Espera. Plaza Iglesias. Espacio central, abierto, escalonado y más importante de la localidad espereña. Donde se localiza la renacentista parroquia de Santa María de Gracia, del siglo XVI, aunque con alguna reforma barroca tras el Terremoto de Lisboa, en 1.755. Desde aquí se puede observar, en el cerro cercano el castillo medieval de la población, llamado de Fatetar, así como la ermita de Santiago, del XVI. Cerca, el Museo Municipal, conserva interesantes figuras íberas.

  • Estella. Plaza de San Martín. La localidad navarra destaca por su monumentalidad, que se muestra en la grandiosa plaza que les muestro. Destacan a la derecha, ocupando toda una fachada, el Palacio de los Reyes de Navarra, el único edificio románico civil de dicha comunidad; así como otros palacetes y edificios notables. En la parte superior, la iglesia de San Pedro de la Rúa, de estilo gótico, salvo en el caso de su espléndido claustro románico. En el centro de la plaza, una bonita fuente, y un precioso arbolado completa la estampa.

  • Gibraltar. Grand Casemates Square. Aunque no sea una localidad jurídicamente española, su cercanía a nuestra provincia, me hace incluirla como un lugar de visitas fáciles de ejecutar. Realmente es una plaza de armas, abierta y diáfana, rodeada de murallas de época moderna, posterior a la conquista británica. Hoy esas bóvedas, se encuentran llenas de restaurantes y tiendas, que dan vida al lugar. Sin embargo, lo más llamativo es ver a gran parte del centro histórico de la localidad escalar por el peñón hasta el llamado Castillo Moro, una torre de origen medieval. La imagen más que británica, recuerda a algún pueblo de la región de Liguria, en Italia.

  • Granada. Plaza del Mirador de San Nicolás. A decir por Bill Clinton, aquí se pueden ver los mejores atardeceres del mundo. Tenga o no, razón, lo cierto es que no hay mejor vista de la ciudad para ver la Alhambra con Sierra Nevada como fondo. La misma plaza, no sólo destaca como mirador, sino que también es digna de admirar la iglesia mudéjar, que le da nombre al lugar; así como el aljibe de origen musulmán. La cruz y el bonito arbolado completan una bella estampa, incomparable, en una plaza que tiene el mérito de ser una de las más bonitas en una de las ciudades más bellas del mundo.
  • Grazalema. Plaza de España. Estamos en una de las localidades más lluviosas de España, y que se encuentra a una altura superior a los 800 metros sobre el nivel del mar. Dentro de ella, podemos admirar una preciosa plaza donde se encuentran algunos de los monumentos más interesantes de la población. Una fuente con cuatro caños, de origen romano o visigodo, el Ayuntamiento, y por supuesto, presidiendo el lugar, la iglesia de Nuestra Señora de la Aurora, de arquitectura neoclásica. Todo ello, con las montañas y los bosques como telón de fondo.

  • Huelva. Plaza de las Monjas. Tal vez el rincón más completo, monumentalmente hablando, de la capital onubense. En ella todavía se ven unos pocos elementos decorativos regionalistas, como una caseta, además de la espectacular Fuente Magna y un bonito templete musical. En el plano arquitectónico, destacan el convento de las Agustinas, del XVI, en los estilos renacentistas y mudéjar; llamativo es también el antiguo Hotel París (edificio de La Bola), modernista de 1.907, el antiguo Banco de España, de 1.938, y aspecto neoclásico, así como algún edificio de aspecto regionalista (yendo para Concepción), y varios edificios neoherrerianos en la bocacalle de la Gran Vía, donde recientemente, se ha situado un monumento a Cristobal Colón.

  • Isaba. Plazuela. Bonita población situada en el Pirineo Navarro, y donde por más que busqué no encontré nombre de placeta alguna, ya que las direcciones se ordenan en barrios. No obstante, quería destacar la belleza del cuidado caserío típico, llenas en multitud de ocasiones, de macetas con flores. Como fondo, la torre campanario de la iglesia de San Cipriano, del siglo XV, y con aspecto de fortaleza.

  • Iznájar. Patio de las Comedias. Bonito pueblo cordobés, situado justo en el centro de Andalucía. Desde aquí se pueden observa los territorios de cinco provincias. La bella plazoleta se encuentra junto al castillo y a la iglesia, y se encuentra decorada en el centro por una fuente, así como por multitud de macetas de color añil y platos de cerámica que adornan las blancas paredes, así como sus rejerías.

  • Jerez de la Frontera. Plaza de San Miguel. En la localidad vinatera es también doloroso seleccionar una sola plaza. Ya que su centro histórico es enorme, y rico en rincones típicos y monumentales. Sin embargo, he optado por una pequeña plazoleta, silenciosa, irregular, y coqueta, pues se encuentra adornada con naranjos, típico andaluz. La sencillez del entorno, y del caserío, contrasta con la magnificencia del templo gótico de San Miguel, y su barroca fachada. Segunda catedral de la ciudad, es originaria del XVI, y dio origen a un barrio con alma flamenca.

  • Jimena de la Frontera. Plaza de la Constitución. Enorme y despejada plaza, en la entrada de la población campogibraltareña, donde destaca un solitario campanario, erigido en medio, cual faro, y que formaba parte de la iglesia de Nuestra Señora Coronada, derribada en 1.946. Desde aquí se puede observar una magnífica perspectiva general de la localidad, de blanco caserío, con el castillo nazarita coronando a la población.

  • Laroya. Plaza de la Constitución. Pequeña, y casi única plaza en el minúsculo pueblo almanzoreño. Presidida por la sencilla iglesia renacentista de San Ramón Nonato, del siglo XVI. Como todo el pueblo, y el entorno, se encuentra escalonada con respecto al caserío más alto que la plaza por un lado, en el otro, hay un magnífico mirador hacia los bancales que rodean a la localidad.

  • Los Barrios. Plaza de la Iglesia. Centro neurálgico de la localidad barreña, se sitúan varios de sus edificios más notables aquí. Destacando la iglesia parroquial de San Isidro, barroca del siglo XVIII, y donde llama la atención su alta torre, la casa de los Urrutia, palacete barroco del XVIII, con la típica decoración gaditana, así como el edificio del Ayuntamiento, de mediados del siglo XX, de arquitectura neobarroca.
  • Lucena. Plaza Colón. Llamada también Llanete de San Agustín, es una pequeña plaza, recogida y coqueta, y que además, conserva íntegro el caserío tradicional de la ciudad. Reinando la misma, la iglesia conventual cuya advocación da nombre al lugar, del siglo XVIII, tiene una arquitectura barroca, si cabe, más espectacular en el interior.

  • Luque. Plaza de España. Otra población de la Subbética cordobesa, en cuya parte más alta y despejada se localiza su principal plaza, casi un paseo alargado. En cada extremo de la misma, se localizan dos de los más importantes monumentos de la localidad: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, obra de los Hernán Ruiz II y III en estilo renacentista, en el otro lado, el ayuntamiento, y tras él, se puede observar y subir, al castillo nazarita, que cubría la frontera norte del reino de Granada.

  • Macael. Plaza de la Constitución. Esta foto es antigua, del 2.008, actualmente, una enorme réplica de la  fuente de los leones ocupa un lado de la plaza. Fabricada al igual que la original, con mármol de Macael, famoso y cotizado en el mundo, y que forma parte de la mitad de los monumentos andaluces. La iglesia originaria de 1.609, en un estilo mudéjar del que sólo se ha conservado el exterior, el interior, se encuentra muy transformado. La misma cierra la plaza en forma diagonal, haciéndola más estrecha por el lado de la torre.  

  • Madrid. Plaza de Oriente. Preciosa plaza de lo que es justo el embrión de la ciudad. Aunque hay que especificar que no es la misma el núcleo de la población, sino el desaparecido alcázar, donde ahora está el Palacio Real, en la imagen, y las casas medievales que fueron demolidas para crear dicha plaza. Impulsada por José I, llegó a su fin con Pascual y Colomer. Su caserío circundante con una arquitectura que corresponde al siglo XIX, al igual que el Teatro Real, al otro lado, el Palacio Real, el más grande de su tipo en Occidente, y en estilos neoclásico y barroco, así como el Real Monasterio de la Encarnación, en estilo Herreriano, del XVII. En el centro, unos magníficos jardines, adornados con diversas estatuas como la de todos los reyes españoles, así como una al Cabo Noval, y un monumento a Felipe IV. 

  • Málaga. Plaza del Obispo. Pequeña plaza donde se encuentra tanto la Catedral, la famosa Manquita, como el Palacio del Obispo.  La primera nos regala aquí con la magnífica fachada principal, con su esbelta torre, todo en un espectacular estilo renacentista, el segundo, es un colorido edificio de estilo barroco andaluz, y una tremenda portada de mármoles. En el centro de la plaza, una bonita fuente, también de mármol, del siglo XVIII.

  • Manresa. Plaça de la Reforma. Como plaza en sí, es totalmente nueva, ya que debajo se construyó un aparcamiento de pago. No obstante, lo despejado de la misma, y los distintos grados de escalonamiento logran hacer justicia con el magnífico templo que es La Seu, una joya desconocida de estilo gótico, no obstante, conserva restos románicos, y otros elementos posteriores, renacentistas o barrocos en sus distintas dependencias. 

  Terminamos esta semana con la letra M de las distintas plazas de las ciudades que he ido pisando. La semana que viene más. Sin más me despido. Un saludo desde el sur.

domingo, 15 de enero de 2017

Los olvidados pueblos de Sevilla.

Imagen de Marchena.
  Hoy toca ruta, una entrada sencilla, sin grandes profundidades, pero que sirve para dar a conocer una serie de rincones que sino se publicitan, pasan por ser unas auténticas desconocidas para muchos que amamos la carretera y cualquier rincón curioso de la geografía española, y la andaluza en concreto. Hay que decir que algunas son más conocidas, y algo más visitadas, otras como Marchena suponen toda una sorpresa incluso entre los paisanos de ciudades y pueblos cercanos. Todas las localidades tienen en común estar deslumbradas por la bella capital, centro de atención del turismo mundial por su monumentalidad, que impide que destaquen, pero también tuvieron, todas, un pasado mejor, de gran riqueza monumental e histórica, ya sea como lugar de abastecimiento pan de Sevilla, como sucedió con Alcalá de Guadaíra, o por el contrario, como Osuna, que por cuestiones señoriales, llegó a competir en importancia durante un cierto tiempo con la ciudad hispalense. Sin duda, son todas dignas de visitas, y en algunos casos, esta se puede alargar más de un día. Soy consciente de que me van a faltar muchas urbes por mencionar, pero no hay lugar para más, y tampoco, he de ser sincero, tengo material gráfico para ello.


Plaza Mayor y Colegiata.
  La primera ciudad que conocí de la provincia (sin incluir la capital, claro) fue Osuna, hará ya un buen puñado de años, allá por el año 1.995. Por aquel entonces, y con catorce años, ya me impresionó la monumentalidad palaciega de la urbe ursitana. Porque sí, la localidad tiene un nombre heredado del gran plantígrado, aunque si bien parece que el mismo procede del emblema de la legión romana que la ocupó y plantó aquí su estandarte. Como ya mencioné antes, merece la pena no correr mucho, y saborear la ciudad durante un par de días. Si algo llama la atención es la cantidad de palacios que jalonan sus calles, en especial la de San Pedro, de una densidad llamativa, y con un barroquismo en sus fachadas montadas de los mejores materiales disponibles. Todos vigilados por la omnipresente silueta de la monumental y renacentista Colegiata, donde reposan los restos de los Duques de Osuna, dentro hay joyas de José de Ribera y de Montañés, entre otros. Cerca, se encuentra la también renacentista Universidad, que alcanzó gran importancia en el XVI, y es de los pocos edificios de enseñanza superior anteriores al XVIII que se conservan en Andalucía. Hoy es un instituto de enseñanza secundaria. Al atardecer pasee por los alrededores, las maravillosas iglesias de carácter italinizante y los estrechos callejones les transportarán a tiempos de los espadachines y alabarderos. Todo éste esplendor se debe, en gran parte, a Juan Téllez Girón, auténtico mecenas del arte, que atrajo a no pocos artistas, y también a la labor continuadora de sus descendientes, aunque ya en el XIX, como casi todas España, la ciudad cayó en absoluta decadencia. No obstante, antes de visitar otra localidad, recomiendo subir aún más alto, y ver los restos romanos e íberos en la cima de un cerro cercano: se pueden ver ciertas graderías de un teatro romano y unas necrópolis, y de los íberos se conserva las canteras, de espectacular fachada, digna de una película fantástica o de aventuras. No obstante, sobre todo en los restos arqueológicos, el paisaje se puede mostrar desolador, por lo descuidado, con restos de basuras y escombros, así que al subir, hay que andarse con ojo. De hecho casi ningún lugareño le va a recomendar que suba al cerro.
Pósito Municipal.


Antigua Cilla.

Palacio del Marqués de la Gomera.

Universidad.

Monasterio de la Encarnación.

Calle e Iglesia de la Merced.

Antiguas canteras.
Iglesia de San Pedro con su Giraldilla.
  Abandonamos la ciudad ducal para ir a la otra perla sevillana, en lo que a pueblos se refiere, situada en la comarca de los Alcores encontramos a Carmona. Que al igual que la anterior goza de un amplio patrimonio monumental, no obstante, a diferencia de Osuna,  su esplendor viene de antiguo y duró bastante, pues fue una importante fortaleza tartésica. También fue una destacada urbe romana, de aquellos tiempos quedan unas imponentes necrópolis destacando las tumbas del Elefante y, sobre todo las de Servilia, excavadas en la tierra, y que impresionan por su magnitud. Asimismo, conserva, los restos un anfiteatro, aunque uno ha de conformarse con verlo desde la lejanía, así como restos del foro. En tiempos medievales llegó a competir con Sevilla en importancia, de hecho, nada más que hay que detenerse a observar sus imponentes murallas y puertas, como las del Alcázar de Abajo o Puerta de Sevilla, que da entrada al centro histórico, o la de Córdoba, con una bella reforma neoclásica. Lienzos que terminan en la zona más alta donde se encuentra el impresionante Alcázar de Arriba o de Don Pedro I, monarca castellano que pasaba temporadas en la localidad. Además hay varias casas palacios renacentistas y barrocas dignas de destacar, como el de los Aguilar, el de las Aguas, de los Domínguez o del General Chinchilla entre otros, la lista de ellos es interminable; al igual que las iglesias y conventos, uno en cada esquina, la ciudad conserva uno de los patrimonios religiosos más destacados de Andalucía. Para no nombrar todas, resalto dos, una primera en el centro histórico, la de Santa María de la Asunción, la más antigua e importante de intramuros, de estilo gótico flamígero, y que conserva el patio de los naranjo o de abluciones de la mezquita que se encontraba en su lugar. A extramuros y frente al Alcázar de Abajo, se puede ver la de San Pedro, actualmente la mayor de la ciudad, originaria del XV, pero de gran reforma barroca en el XVIII, destacando en su interior, el retablo mayor, y las filigranas en las abundantes yeserías, y en el exterior, llama poderosamente la atención, la torre campanario, apodada la Giraldilla, por sus similar aspecto con el conocido monumento sevillano. El giraldillo original se perdió, sin embargo, hoy día se sitúa encima una réplica realizada por el recientemente fallecido artista isleño Alfonso Berraquero. Volviendo a intramuros merece la pena acercarse al resto de iglesias, todo un catálogo de maravillas mudéjares en su mayoría como es el caso de de San Bartolomé o San Felipe, o renacentista como la del Divino Salvador. Y los conventos barrocos de Santa Clara (interior mudéjar), o Trinidad entre otros. No debemos irnos sin dar un tranquilo paseo por intramuros, sobre todo por la parte más alta, donde las estrechas y blancas calles encandilan por su tranquilidad, su silencio, sus adoquines y su tipismo andaluz bien conservado o sin ver la bella Plaza de Arriba. Si le sobra tiempo acérquese a ver el molino, cerca de la parte más alta. Para terminar recomiendo pasear por el bonito Paseo del Estatuto, un bonito bulevar decimonónico, donde podemos observar el Teatro Cerezo de 1,934 y el Convento de la Concepción. Al igual que la anterior localidad, su visita puede ocupar dos días.
Puerta de Sevilla.

Puerta de Sevilla.

Iglesia del Divino Salvador.

Alcázar de Arriba.
 
Casa del Marqués de Torres.

Calle Santa María de Gracia.

Puerta de Córdoba.

Tumba romana del Elefante.

Tumba romana de Servilia.


Calle Carlota Quintanilla.
Patio de los Naranjos de Santa María de la Asunción.

Puerta de Sevilla y murallas.
  La sorpresa llega por una carretera de campiña que parece no llevar a ningún lado, recta y sin atractivo aparente, nace de la anterior ciudad, y a unos kilómetros se encuentra la localidad que más me sorprendió, porque nadie me había preparado para la impresión, ni comentado nada de la monumentalidad de Marchena. Una vez llegado, conviene pasear por su avenida principal para darnos cuenta de que la ciudad se divide claramente en dos o tres núcleos en función de su esplendor. Un primer y originario sector de intramuros, de origen medieval y que fue creciendo en torno a la antigua Alcazaba. Es más que aconsejable adentrarse  por la Puerta de Sevilla, bastante bien conservada y flanqueada por dos cubos; cerca se encuentra la de Morón, que conserva un bello arco de herradura apuntado. Una vez dentro de la antigua ciudad medieval de sopetón nos encontramos con la primera iglesia mudéjar de la visita: la de San Juan, que además contiene pinturas de Zurbarán y varias esculturas de Alonso Cano. Detrás de la misma encontramos la tercera puerta de la ciudad: la del Tiro. Tras ella, un angosto y decadente callejón que va a parar a una magnífica puerta que daba lugar a la Alcazaba, y que conserva aún los frescos renacentistas, varios arcos y columnas, algunos califales. Gran parte fue destruido, y algunos otros elementos se pueden encontrar en la Casa de Pilatos de la capital hispalense. Pasada la sorpresa, nos encontramos la segunda iglesia mudéjar, la de Santa María de la Mota, justo al lado, la Hospedería de las Clarisas, de famosa repostería. Cerca, desde un mirador, se puede observar el segundo núcleo a visitar: el del XVIII, con algunas joyas neoclásicas, como algún palacete. En el centro del mismo se yergue altiva y desafiante, como una catedral, la iglesia de San Agustín, con una notable cúpula y una impresionante fachada con tres alquerías de influencia madrileña y dos esbeltas torres gemelas. Las estatuas que adornan el templo y las cigüeñas, completan la bella estampa. Justo detrás, la también neoclásica iglesia de San Miguel. No son las únicas, cerca se encuentran la de San Pedro Mártir o la de San Sebastián, entre otras joyas.
Plaza de la Constitución.

Restos de la Alcazaba.

Portada de San Agustín.

Santa María de la Mota.

Puerta de la Alcazaba.

Iglesia de San Juan.


Iglesia de San Miguel.

Panorámica de la ciudad.
  La última parada de este viaje imaginario la realizamos tras coger la salida de la A-92, y desviarnos ya cerca de Sevilla. Aquí ya hablamos de toda una ciudad, Alcalá de Guadaíra, del cinturón residencial de la urbe hispalense, no obstante, su centro aún conserva el aspecto de pueblo, en el buen sentido de la palabra, que tuvo. La localidad, fue conocida como la de los Panaderos por el hecho de que abastecía de pan a toda la zona, en especial a Sevilla. Aunque antes fue el principal bastión defensivo de la capital, de ello dan fe su poderoso castillo, del que se conserva gran parte de sus elementos, así como su recinto amurallado, en cuyo interior se encontraba la villa medieval, hoy desaparecida, aunque a cambio, podemos ver desde un magnífico mirador de la fortaleza, sus barbacanas y fosos. Así, como una de las más bonitas iglesias de la localidad: la de Nuestra Señora del Águila, que conserva todos los elementos mudéjares posibles. Incluso su torre campanario se asemeja a un alminar. No obstante, tan espectacular como es el lugar es la llegada, pues la subida a la explanada de la antigua villa se hace un por una calle escalonada, con palacetes decimonónicos, en un paisaje, que bien pudiera pertenecer a una litografía del XIX. Antes de la misma, otra iglesia, una de las más importantes de la localidad: la de Santiago, igualmente mudéjar, aunque con cierta reforma barroca, probablemente tras el terremoto de Lisboa. No es la única, hay varias más, como la de San Miguel, también de estilo mudéjar, que se encuentra justo debajo del castillo y del recinto amurallado, en el centro del meandro del río que da nombre a la ciudad.
Iglesia de Santiago.

Palacete de la subida al Castillo.

Villa de San José.

Puente de Carlos III.

Ábside de Santa María del Águila.

Castillo.

Fachada y torre de Santa María del Águila.


  Siento terminar la entrada aquí, sobre todo si hay alguien de la provincia sevillana que lea este artículo. Pero la escasez de material gráfico en este sentido me hace concluir aquí. No obstante, no me olvido de recomendar otros pueblos y ciudades igual de monumentales, como Écija, la ciudad de las cien torres, la conocida Estepa, Utrera y sus monumentales templos, Santiponce y su famosa Itálica, la marismeña y cinematográfica Isla Mayor, Lebrija y su campiña, los recuerdos japoneses de Coria y su río, o la de generosa belleza natural, Cazalla de la Sierra, entre otras poblaciones, porque Andalucía da para toda una vida de escapadas. Un saludo desde el sur.