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domingo, 10 de noviembre de 2013

La leyenda de Guzmán el Bueno.

 Paseando por Tarifa, en una alameda repleta de bares y restaurantes, uno puede observar al final del mismo paseo, frente a una torre octogonal, de claro origen almohade (las torres de dicha dinastía eran así, como la famosa Torre del Oro sevillana), una estatua dedicada a Alfonso Pérez de Guzmán. Apodado Guzmán el Bueno, por la hazaña que vino a acontecer en ésta localidad.

 Don Alfonso, era un noble leonés que por desavenencias con sus hermanos, probablemente por temas hereditarios (como era lo usual), abandona el reino para ponerse al servicio del Sultán de Marruecos. Donde adquirió conocimientos e interesantes relaciones con respecto a los musulmanes del otro lado del Estrecho. En aquellos tiempos otra dinastía musulmana, la de Benimerines, precisamente, de Marruecos, tienen la intención de invadir la península; y es por ello, que el rey Sancho IV "El Bravo", decide que es clave fortalecer la defensa de la zona, de lo que es hoy, el Campo de Gibraltar. Y no se equivoca, de hecho, los meriníes llegaron a tomar algunas plazas como la de Algeciras. Cuyos restos se conservan aún en distintas zonas de la ciudad. Sin embargo, los musulmanes saben que la toma de Tarifa es clave de cara al suministro y entrada de tropas de refresco .Imaginando esto el rey cristiano, mandó llamar como alcaide de Tarifa a nuestro a Alfonso de Guzmán, ya que éste, sabría los puntos fuertes y débiles de los mahometanos. 

 El hecho transcendental, que le dio su apodo, ocurrió en el asedio meriní a Tarifa. Apoyado por el traidor del hermano del rey, el infante Don Juan. Quien al parecer, urdió un plan para rendir de forma presta la plaza: secuestrando al hijo del alcaide. Para así  chantajearlo con la vida del muchacho, a cambio del castillo de la ciudad. Con ello evitaría la posición de desventaja en el sitio, cuando llegara la esperada flota aragonesa en ayuda de los cristianos. Justo bajo aquella torre octogonal, el infante Don Juan, amenazó  con matar al muchacho. Y desde arriba de la misma, Guzmán, lanzó un cuchillo con el que daba a entender que prefería que mataran a su hijo a rendir el castillo. La cabeza del mismo fue lanzada con una catapulta dentro del castillo. Días después se tuvo que levantar el sitio, y el infante tuvo que buscar refugio dentro del Reino de Granada, pues tuvo que huir de tierras cristianas.

 Guzmás, apodado "El Bueno" desde entonces. (Supongo que no tanto para su hijo). Siguió combatiendo por las tierras andaluzas, hasta caer muerto en las cercanías de Ronda. Otra especie de Cid, en tierras de sur. Ambos tienen en común, como muchos héroes medievales, la incertidumbre de saber que es leyenda y que es historia. Pero naciones y tierras conservan su carácter con una mezcla de ambas. Un saludo desde el sur.


Torre octogonal, donde sucedió el hecho, según la leyenda.

martes, 1 de noviembre de 2011

Los misteriosos asesinatos de Puerta Tierra

     No se asusten, no hay ningún asesino en serie en el casco nuevo de Cádiz, ni creo que lo haya habido. Lo sitúo en Puertas de Tierra, porque es donde hoy se sitúa la tragedia que les voy a contar; pero realmente, ocurrió hace unos 2.500 ó 3.000 años, en pleno Gadir fenicio. Aunque hay que remontarse a la actualidad, hará unos años, cuando en pleno boom inmobiliario, y tras el derribo de unas viejas casas, se encontró una necrópolis, por otro lado, muy común en éste lado de la ciudad, ya que las ciudades romana, púnica y fenicia, se encontraban en lo que más o menos hoy es el casco antiguo, mientras que en los exteriores se encontraban, como es común hoy día, los enterramientos. Sobre las necrópolis gaditanas hay auténticas curiosidades, y mucha variedad, pero la historia de hoy se lleva la palma. La actual ciudad de Cádiz, aprovecha cualquier hueco para hacer nuevas construcciones, debido a la falta de espacio, pero muchas veces, la construcción de nuevas edificaciones lleva aparejada una excavación arqueológica, pues la ciudad es rica en yacimientos, y tal vez, gracias a ellos, se logra encajar las piezas de un puzle histórico que se confunde la mitología. Sea como fuera, hace cerca de una década, en una de éstas excavaciones rutinarias, se encontró una necrópolis, en éste caso fenicia, pero lo que más llamó la atención, era la cantidad de cadáveres que había sin enterrar en los alrededores de los nichos, que parecían haber sido sorprendidos en el mismo lugar, sin que tuvieran tiempo de reaccionar.

    Tras diversas investigaciones, se planteó una hipótesis, aquellas gentes, entre las que había niños, presenciaban lo que hoy día sería un entierro, y en el transcurso del mismo se vieron sorprendidos por alguien que les atacó, sin dejar, prácticamente, a nadie vivo. Pero la cuestión clave es: ¿Quién les atacó? Cierto es que al parecer los fenicios gaditanos tuvieron más de algún que otro rifirrafe con las poblaciones locales, pero según los historiadores la cosa no había llegado a mayores, pues se supone que la civilización fenicia era superior a la íbera. Esto enlaza con una noticia que el Diario de Cádiz publicó hace unos días, en la que unos médicos habían hecho una resonancia a un esqueleto de época fenicia, encontrado en el solar del Cómico, para saber las causas de su muerte, sus conclusiones al parecer no dejan lugar a la duda: se debió a un incendio, murió asfixiado. Tal vez las muertes de ambos lugares no tengan nada que ver, y el último cadáver del que les hablo, simplemente falleció en un incendio corriente que pudiera haber ocurrido solamente en su casa. Pero aún los investigadores de uno y otro lugar se preguntan, si el incendio arrasó con casi toda la ciudad (lo que vendría a explicar la escasez de restos anteriores al siglo VIII) y a que se debió. Era relativamente común, hasta principios del siglo XX, que grandes fuegos arrasasen con una ciudad, ya que no había leyes que regulara nada, los medios eran escasos para defenderse y en las casas abundaba la madera como material; además, hasta el invento de la electricidad, todo el mundo se iluminaba con velas y cirios. Pero es también “casualidad”, que en muchos de los yacimientos fenicios que existen en la comarca, se han encontrado estratos en los que se encuentran indicios de que hubo una gran violencia; como por ejemplo, ocurre en Doña Blanca (El Puerto de Santa María), donde se han llegado a encontrar murallas con fisuras y bolas de catapultas. Todo parece indicar desde luego que hubo una guerra en una determinada época, pero ¿contra quién? Los autores clásicos apuntaron en sus textos que hubo una guerra entre tartesios y fenicios, que pasaron de ser aliados que comerciaban a competidores, pues los últimos, que llegaron con la intención de establecer una serie de factorías comerciales acabaron por terminar siendo conquistadores que arramplaban con todo. Pero tampoco hemos de fiarnos demasiado de los textos griegos, que siempre que podían, ponían a parir a la civilización semita. Si según las últimas teorías de los arqueólogos del yacimiento del Carambolo (Camas, Sevilla) son ciertas, y los Tartesios no eran otra cosa que una colonia fenicia, y no una civilización autóctona, estaríamos hablando de una probable guerra civil entre reyezuelos locales, tal vez por controlar algún yacimiento, algún monopolio, o vaya a saber qué. Si por el contrario, se demuestra que Tartessos existió como cultura propia, entonces tendrían razón los historiadores clásicos griegos. Así pues, aquella pobre gente de las que les hablaba iban a enterrar a algún familiar cuando, probablemente se vieron sorprendidos por un ataque enemigo, dado que las necrópolis se situaban a las afueras de la ciudad, y por tanto de las murallas se vieron sin defensa posible, cayendo todos como moscas, a causa de un cruel destino. Sea como fuere, los que estaban dentro de las murallas tampoco se libraron, y muchos cayeron, gracias a un incendio provocado por sus enemigos.

     Espero que les haya gustado ésta historia que es poco conocida en la ciudad, y que me llegó a manos de la hija de un trabajador de la obra que se iba a comenzar tras las correspondientes excavaciones. Como siempre, en ésta tierra, se corrió un tupido velo, y el yacimiento fue tapado con cemento en una tradición más nuestra que los Tosantos o el Día de los Difuntos que vengo a celebrar contándoos éste curioso suceso. Apenas unas joyas se llevaron al museo, donde aún se guardan a la espera de ser puestas en exposición. Un saludo desde el sur.