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domingo, 10 de diciembre de 2017

Plazas I

  Hace ya un año o dos, no recuerdo bien, saqué una serie de entradas en las que señalaba una calle, o bien destacada, o bien típica, de las distintas localidades que he ido visitando. Es evidente que desde entonces he visitado más lugares, y que tenía en mente hacer otras series, entre las que estuviera los paseos y parques, o bien como ésta que inauguro hoy, sobre plazas. Hay que decir que nuestra tierra andaluza no suele ser pródiga en espacios abiertos, sobre todo en los pueblos, por aquello de la herencia árabe, que daba prioridad a los callejones por donde corriera el aire para refrescar a la población en nuestras tórridas canículas. No obstante, haberlas haylas, ya que tras la conquista cristiana, se establece el gusto por los espacios abiertos con distintas funciones: mercados, actos públicos, festejos, ejecuciones... Existen para todos los gustos, grandes, diáfanas, recogidas, recargadas, arboladas, con soportales, etc. Sin más, les dejo ahí con las plazas más destacadas para mi gusto, no es una cuestión objetiva, ya que no hay más criterio que mi propio agrado hacia una u otra. Aún así, en muchas ocasiones ha sido muy difícil seleccionar una, porque hay poblaciones que bien pudieran llenar varias entradas. Lo dicho, ahí van: 

  • Alcalá de los Gazules. Plaza Alta o de San Jorge. En la zona más alta de la población, y centro de un casco antiguo de herencia musulmana, como su nombre y apellido, la plaza llama la atención por dos joyas de la localidad: la iglesia de San Jorge, gótica y barroca, y el ayuntamiento, el más antiguo de la provincia, renacentista, del siglo XVI.

  • Algar. Plaza de la Constitución. En la ordenada población algareña, de plano ortogonal, viene a finalizar a la cuadrada plaza principal y fundacional, desde donde nace, herencia de las repoblaciones de Carlos III, y crece, el pueblo de Algar, tras la creación de la iglesia neoclásica, que tendría la advocación de la virgen de Guadalupe. Dentro de la misma plaza se encuentra el ayuntamiento. 

  • Almagro. Plaza Mayor. Una de las plazas más famosas de España, manchega, y joya del Siglo de Oro español. Las grandes cristaleras responden a la influencia alemana de los Fugger, banqueros de Carlos I, y a quienes se les había arrendado las minas de Almadén. De planta rectangular, tiene dentro al Ayuntamiento, varios palacetes, la antigua iglesia de San Bartolomé del XIX, y sobre todo, el único Corral de Comedias que queda en España, el cual, parece tener su origen a finales del XVI o principios del XVII.

  • Almería. Plaza de la Catedral. La capital almeriense tiene destacadas plazas dentro de su perímetro urbano. Sin embargo, la que escojo, tiene algo distinto al resto de localidades europeas, un aire oriental, más propio de tierras cruzadas, como Israel o Egipto, y cuyo aspecto se debe a su arquitectura renacentista de templo catedralicio con carácter de fortaleza, y a las palmeras datileras que la rodean. Al otro lado, el palacio del Obispo, es un edificio de estilo neorrománico del XIX, también para remarcar. Como curiosidad, aquí se rodaron algunas escenas de la película Patton. 

  • Almuradiel. Plaza de la Iglesia. En la mínima localidad manchega, situada tras Despeñaperros, se conserva una pequeña, pero bonita, iglesia de arquitectura neoclásica, y con monumental fachada de enormes pilastras y frontón. El resto de la plaza es de sobrio aspecto.

  • Antequera. Plaza de Santiago. Otra localidad en la que la selección de una plaza es un acto de extrema dificultad, debido a su enorme cantidad de monumentos, y a lo fotogénico de sus rincones. Sin embargo, opto por una plazuela recogida y adoquinada, donde se encuentra la pequeña y bonita iglesia de Santiago, así como el convento de Santa Eufémia, ambos con arquitectura barroca del siglo XVIII. En el centro, una bonita fuente, viene a completar una bella estampa.

  • Arcos de la Frontera. Plaza del Cabildo. Prácticamente el único espacio abierto y diáfano de una localidad, que entre su larga herencia musulmana, y lo apretado de su urbanismo de origen defensivo, enclavado entre dos tajos en un meandro del Guadalete. De aspecto cuadrada, tiene edificios de interés, como la propia iglesia de Santa María, en estilo gótico, con espectacular fachada plateresca y torre barroca, el castillo, de estilo también ojival, el Ayuntamiento, renacentista, y el Parador Nacional, en el antiguo palacio del Corregidor. Así como el famoso, y vertiginoso Balcón de Arcos, que da directo al tajo principal.

  • Barcelona. Plaça del Rei. Una gran ciudad, que destaca por su monumentalidad, y por su marcada división en lo que a urbanismo se refiere. Entre la ciudad de origen romano, y cuyo esplendor marinero se destacó en tiempos del gótico, y el Ensanche de Cerdá. La plaza escogida representa el embrión de la localidad en sí. Debajo se encuentran restos romanos, que dieron lugar al Museo de Historia de la ciudad, así como el Palacio Real, con el famoso Salón del Tinell, el palacio de Lloctinent y la capilla de Santa Ágata. Todos joyas góticas. Así como en un lateral se sitúa también, la Casa Padellás, también ojival, pero cuya situación no era esa, sino que fue trasladada piedra a piedra desde la calle Mercaders.

  • Benalup-Casas Viejas. Plaza Nuestra Señora del Socorro. Nos trasladamos ahora a una pequeña localidad, clave en la historia del siglo XX español, por sus famosos sucesos. En aquellos tiempos se acababa de contruir la iglesia cuya advocación da nombre a la plaza, con una extraña arquitectura regionalista, que mezcla el mudéjar andaluz de ladrillo y azulejos con el románico. Un caso único en Andalucía.

  • Bornos. Plaza Alcalde José González. Bonita plaza de típico aspecto andaluz, y que concentra algunos de los monumentos más famosos de la localidad bornense, como la iglesia renacentista de Santo Domingo de Guzmán, el Castillo Palacio de los ribera, del mismo estilo en su parte más moderna, aunque aquí mismo, se puede observar la parte de origen medieval, también al neoclásico ayuntamiento, así como varios palacetes. 

  • Burgos. Plaza Santa María. Bonita plazoleta que da a la fachada principal de la espectacular catedral burgalesa. Pero no he escogido la archiconocida imagen, y he optado por el otro lado de la plaza que nunca se enseña en las fotografías. Para que se vea, que la localidad rezuma gótico por sus cuatro costados, con parte de la misma Catedral, en la imagen en la parte derecha, y la iglesia de San Nicolás, también del mismo estilo, en la parte superior izquierda de la foto. La bella fuente del primer plano, es obra barroca del año 1.663, cuya autoría corresponde al artista cántabro Clemente de Quintana.


  • Cabra. Plaza Vieja. Realmente hablamos de dos plazas en una, la propia Plaza Vieja, adornada con una bonita fuente, jardines, y algún edificio de ladrillo visto; y las vistas que destacan desde aquí, donde se puede ver la del Conde de Cabra, un poco más alta, y donde se encuentran algunos de los principales monumentos de la ciudad, la iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción y Ángeles, barroca, con aspecto interior de mezquita, así como el castillo de los Condes de Cabra, magnífica fortaleza, donde la tradición sitúa que estuvo preso Boabdil, y donde sí, la historia corrobora, nació Enrique II, fundador de la dinastía de los Trastámara.

  • Cádiz. Plaza de las Flores. En la Tacita de Plata es muy difícil escoger una plaza en concreto, porque es de las pocas ciudades del sur que concentran un gran número de ellas en el centro histórico, y todas magníficas. Sin embargo, he optado por una pequeña, y que en realidad, más que una plaza es una confluencia de caminos, no obstante, lo notable de la arquitectura del caserío neoclásico y barroco que le rodea, así como el tipismo de sus puestos de flores, la fuente de Columela, freidurías, churrerías, mercado de abastos cercano, y demás, completan una bonita estampa del Cádiz más típico, en la que destaca el bello edificio de Correos, de arquitectura regionalista, y cuya construcción fue polémica en la época, aunque hoy día se encuentra plenamente integrado.

  • Carmona. Plaza de Blas Infante (Puerta de Sevilla). Otra localidad de muy difícil elección, porque Carmona, aparte de su grandiosa monumentalidad, regala rincones incomparables para los amantes de la fotografía. He optado en esta ocasión por su espectacular Puerta de Sevilla, uno de los símbolos de la ciudad, y entrada a la misma, en la Edad Media, por el camino que venía de la ciudad Hispalense. Por lo demás, la fortaleza, de orígenes cartagineses, conserva restos romanos, almohades, y cristianos de los siglos XIV y XV. Por si fuera poco, justo en frente se encuentra la espectacular iglesia de San Pedro, con su pequeña Giralda.

  • Cartagena. Plaza de los Héroes de Cavite. Archiconocida plaza y monumento de mármoles blancos y negros, que no sólo conmemora a los héroes de Cavite en Filipinas, sino a los de Cuba y a todos los de la Guerra del 98, y que fue diseñado por el asturiano Julio González-Pola y García. Es un espacio bellamente ajardinado, diáfano y abierto, como no podía ser de otra forma, al propio puerto de la ciudad. Las otras caras de la plaza van a parar al magnífico e impresionante Ayuntamiento, de arquitectura modernista, al igual, que el resto de edificaciones existentes, dentro de las cuales, por una, se accede al, no menos tremendo, Teatro Romano.

  • Castellar de la Frontera. Plazuela dentro del castillo. El pueblo viejo de Castellar tiene la singularidad de encontrarse dentro del castillo. Aunque trasladada la población, al pueblo nuevo a mediados del XX, lo cierto es que el alma todavía perdura en el interior de la fortaleza. Dentro de ésta, y mantenida por hippies, se pueden encontrar estampas auténticas, que parecen sacadas de los tiempos de Al Andalus, como ocurre con esta pequeña plazoleta, que sirve de entrada única a la localidad.

  • Ceuta. Plaza de Armas de las Murallas Reales. La enorme e impresionante fortaleza, de origen portugués, y ampliada por los españoles, marcaron la frontera de la ciudad hasta la Guerra de Marruecos, sucedida entre 1.859 y 1.860, época en que tras la victoria española se amplía considerablemente el territorio hasta lo que es hoy día. Las murallas se conservan prácticamente íntegras, y el foso, que sigue siendo navegable, sirvió de refugio de los distintos barcos a lo largo de los siglos. En la Plaza de Armas se disponían en formación la enorme guarnición, y hoy día impresiona por su tamaño, de hecho, varios restaurantes dan vida a la misma.

  • Chiclana de la Frontera. Plaza de Jesús Nazareno. Uno de los rincones más típicos y queridos de la localidad chiclanera, también llamada Alameda Lora, y que conserva  íntegro el caserío típico de la ciudad, con algunas notables portadas neoclásicas e isabelinas. Aunque lo que más destaca, es la fachada de la iglesia del convento que le da nombre al lugar, barroco del XVII, con aspecto muy gaditano, y una impresionante fachada de mármol genovés, y enormes columnas salomónicas. No menos espectaculares son sus hornacinas con sus respectivas esculturas.

  • Chipiona. Plaza de Juan Carlos I. Bonita y recogida plaza, que fue embrión de la localidad, adornada con magníficas palmeras y buganvillas, que le dan un aire más andaluz, si cabe al rincón. En ella, se concentran tres de los edificios más importantes de la ciudad, el Ayuntamiento, la ermita del Cristo de las Misericordias, y sobre todo, la iglesia de Nuestra Sra. de la O, la primera que tuvo la ciudad, de origen gótico, del que solo queda la fachada lateral, fue reconstruida tras el Terremoto de Lisboa, en el estilo barroco que se ve en la actualidad.
  • Conil de la Frontera. Plaza de Santa Catalina. Uno de los rincones más bellos y vitales de la localidad, es también donde se concentra gran parte de los monumentos de la población, tales como la impresionante Torre de Guzmán, gótica del siglo XIV, el museo de Raíces Conileñas, más que aconsejable, la ermita renacentista de Jesús Nazareno, y la iglesia de Santa Catalina, de finales del XIX, ecléctica, pero con trazas que anuncia la llegada del modernismo. El buen ambiente, y las casas adornadas con macetas y buganvillas hacen del lugar un sitio agradable.
  • Córdoba. Plaza del Potro. El centro histórico cordobés nos brinda algunas de las mejores plazas españolas, algunas como la del Cristo de los Faroles, la cual es un auténtico viaje en el tiempo, otras como la Corredera, supone la única de su tipo en Andalucía. Sin embargo he optado por la del Potro, ya que su aspecto se ha conservado, íntegro y monumental, a lo largo de los siglos, las edificaciones apenas han cambiado, así como el adoquinado, ni la fuente, renacentista del siglo XVI, y que le da nombre al lugar. Aquí se encuentran en el antiguo hospital de la Caridad, los museos de Bellas Artes, y el de Julio Romero de Torres; además, aún se conserva la Posada del Potro, citada por Cervantes en el Quijote.
  • El Bosque. Plaza de la Constitución. Sencilla localidad serrana de la nuestra provincia gaditana, y que en su plaza central se sitúan los dos edificios más importantes de la localidad, tales como el Ayuntamiento, de estilo neoherreriano, de aspecto muy madrileño, y la iglesia de Santa María de Guadalupe, de arquitectura neoclásica.

 Termino aquí esta primera entrada sobre las distintas poblaciones en orden alfabético, que he ido visitando, espero haber cumplido con la misión de dar a conocer lugares en los que uno puede reposar un rato, y observar cuanto le rodea. Un saludo desde el sur.

lunes, 20 de marzo de 2017

Rincones ocultos de la provincia de Cádiz.

 Ayer fue el día de San José, y en términos históricos tal día como hoy se constituyó la Constitución de Cádiz en 1.812. Y como reconocimiento a tan importante evento, se escogió tal día como nuestro día provincial. Y es que aunque todas las provincias de España son preciosas (todas las de Europa diría yo), a cada uno le tira su tierra, y la mía, suele además, tener la buena cosa de juntar paisajes, naturaleza, monumentos, restos arqueológicos, y un sol que brilla incluso en los días de lluvia. No quiero hacer un texto largo, ni nada que diga algo nuevo que a todos asombren. Esta entrada es solo un homenaje a la provincia en la que he nacido, me he criado y en la que aún vivo, por ello escojo algunos rincones, a modo personal y totalmente subjetivo, para el disfrute de algunas de las mejores postales de nuestra tierra, eso sí, casi todos son rincones poco conocidos para los foráneos. Ahí van, y un saludo desde el sur. Por anticipado.

  • Alameda Apodaca. Cádiz. Aunque conocida para los locales, no es la estampa que más se vende de la ciudad de cara al turismo, y en cambio, para mí es de las más bonitas de la capital, mucho más que otras promocionadas. Se juntan aquí murallas, baluartes, cañones, garitas, jardines decimonónicos con árboles impresionantes (algunos con metros de diámetro), azulejerías y fuentes regionalistas sevillanas, palacetes de evocaciones americanas, muchos con leyendas de fantasmas, y estatuas grandiosas, como la del Marqués de Comillas. Si a eso le añadimos un atardecer como el de la foto, la elegancia y la coquetería que siempre caracterizó a la localidad están garantizados.

  • Playa de Punta Cantera. San Fernando. Un rincón muy poco conocido, que se encuentra muy cercano al centro comercial Bahía Sur. Por lo tanto, apenas a unos pocos cientos de metros se pueden observar la mayor de las aglomeraciones y la más absoluta soledad de una de las playas más recónditas de la ciudad. Interior a la bahía, como la de la Casería, tiene al igual que ésta, carácter fangoso. Pero no obstante, la fortaleza dieciochesca, los polvorines (del XVIII al XX), el espigón, la playa y la avifauna, como los correlimos de la foto, dan lugar a una estampa desconocida y única de La Isla.

  • Tajo del Águila. Algar. No es un lago escocés, los olivos lo desmienten, es el embalse más grande de la provincia, y que abastece a la poblada zona de la bahía y Jerez. Es un regalo a medias entre el hombre y la naturaleza, el ser humano contuvo las aguas, pero éstas, desde mucho tiempo antes, crearon el desfiladero y el tajo algareño, donde se pueden alquilar casas rurales, navegar a vela en el pantano y ver sobrevolar a los buitres leonados desde una cercanía que sorprende. En la foto podemos observar lo bello de sus atardeceres, y más con tiempo revuelto como es el caso.

  • Calle Cuna. Arcos de la Frontera. Pocas veces se puede encontrar una calle de un pueblo en dos lugares muy distintos y muy distantes. Es una de las curiosidades de esta provincia. Esta misma vía fue una de las elegidas para representar a Andalucía en el Pueblo Español, en Montjuic, para la Exposición Internacional de 1.929, donde hay una réplica exacta. Hay otra escogida para la misma exposición de la localidad de Tarifa. La de aquí, es muy anterior, y fue judería en tiempos medievales, de hecho, a media altura, se conserva, en unas viviendas, los restos de una sinagoga gótica.

  • Barrio Alto Nazarí. Benaocaz. Es curioso escoger la única calle donde no vive nadie del pueblo. Sin embargo, es uno de los rincones más bellos de la pequeña localidad serrana, y el núcleo fundacional y más antiguo, de origen medieval, pues testimonia la presencia de los últimos habitantes musulmanes de la dinastía nazarita en la península. Es un sitio tranquilo, solitario, sencillo y silencioso, de casas de piedra y calles de adoquines invadidos por el verdín.

  • Palacio de los Ribera. Bornos. Toda una sorpresa en la provincia, pues salvo los paisanos del lugar, pocos conocen, incluso en la provincia, uno de los mejores palacios de la zona. Ligado en origen, a los mismos dueños del Palacio de Pilatos de Sevilla, en el cual se conservan algunas detalles que se llevaron de aquí. Es el mejor ejemplo, de largo, de renacimiento italiano en la provincia, al igual que el resto del pueblo. Llama la atención de las gárgolas de las arcadas de la foto, donde se pueden ver elementos de influencia prehispánicas de América, tales como un jaguar o un águila. En dicho patio, da la sensación de que puede salirte Alatriste o Malatesta a desafiarte. Su visita es gratuita, y en enfrente se come barato y bueno.

  • Torre del Rocadillo de Carteia. San Roque. Torre vigía típica del sur español, propia del XVI, de tiempos de Felipe II, y que servía para la vigilancia de las costas para advertir de los frecuentes ataques piratas que sufría la zona, ya fueran berberiscos o ingleses. Aparte del interés arquitectónico, tiene el paisajístico, pues desde ella se observa toda la Bahía de Algeciras. También el histórico y el arqueológico, pues se encuentra situada en el yacimiento de Carteia, con restos romanos principalmente, pero también púnicos y bizantinos entre otros. Justo al lado, se puede encontrar un búnker (bastante bien musealizado) que se preparó para una eventual entrada de España en la II Guerra Mundial, por supuesto, mirando hacia Gibraltar. Cerca, los restos de un pequeño castillo nazarita y meriní, la torre de Cartagena, siendo éste uno de los pocos ejemplos arquitectónicos de esta dinastía norteafricana en nuestro país, junto a los restos de Algeciras y las murallas ceutíes. 

  • Balcón del castillo. Castellar de la Frontera. Todo el pueblo viejo, encerrado en el castillo, es una joya, pero dentro de la belleza de sus calles, sus plantas, flores y torres nazaríes, hay una estrechísima y dificultosa calle, pues baja en muy dura cuesta, pero no se preocupe, es corta, y el premio es más que generoso, pues al terminar ésta, se abre a un balcón que da vistas a el embalse del Guadarranque y al parque natural de Los Alcornocales, una de las mayores reservas de bosque mediterráneo del mundo.

  • El bosque que se inunda. Chiclana de la Frontera. No ocurre todos los años, pero sí la mayoría de ellos. No es tampoco un sitio escondido, es en la conocida, por algo, Carretera de las Lagunas, que sirve para ir a la famosa playa de La Barrosa. Por lo tanto es un punto muy transitado por el tráfico. Pero me apuesto lo que sea, a que sólo un pequeño porcentaje se fija que este pequeño bosquete de pinos y eucaliptos, se suele inundar entre diciembre y febrero (según la generosidad de las lluvias). Y menos, que en ella habitan ardeidas como garcetas grandes y comunes, garcillas, y otras zancudas como las cigüeñas comunes. Todo se debe a la vecindad del bosque con la laguna de la Paja, endorreíca, que puede permanecer seca meses, pero se desborda en tiempos de precipitaciones.

  • Acantilados de Roche. Conil de la Frontera. Si por algo es conocida la localidad es por sus playas, pues son espectaculares, y las hay de todo tipo, playones como la de los Bateles o Castilnovo, pero también es conocida por sus pequeños y bellos acantilados areniscosos, que esconden pequeñas calitas recónditas como las de Roche, muchas de ellas de carácter nudista. La carretera que bordea los acantilados, ofrece uno de los mejores paisajes de la provincia: con sabinas, enebros, palmitos, y pinos con forma de bandera a causa del fuerte viento marino e incluso torres vigías del XVI. Las aves marinas, completan una bella estampa de un lugar con el que uno ha soñado siempre.

  • Puerto del Boyar. Grazalema. Aunque la estampa engañe, no es Alaska, es el sur de Andalucía. Y aunque el pueblo sea una belleza, he optado por la espectacularidad de la naturaleza montañosa de uno de los rincones más lluviosos de España. Donde la frondosidad de los bosques de pinos, quejigos, encinas, acebuches, cedros, y abetos pinsapos, entre las frecuentes nieblas, contrastan con los grises farallones de las rocas calizas que dominan el paisaje. 

  • Plaza del Mercado. Jerez de la Frontera. Una estampa que aún conserva pura medievalidad y renacimiento. El lugar parece anclado en el XVI, si la vista de los coches de la foto no nos chivaran tiempos actuales. Es el centro de un barrio monumental que tuvo tiempos mejores, con numerosos y ruinosos palacios del XVI al XVIII, e iglesias góticas y mudéjares, algunas, del siglo XIV. El origen medieval de la plaza ya se lo da el nombre, por tanto, sobran las explicaciones, a la izquierda, la gótica y mudéjar iglesia de San Mateo, a la derecha, el renacentista palacio de los Riquelme, también renacentista es la fuente de mármol central, procedente de la Cartuja, y aunque no se vean, dos palacetes más, uno del XVIII, donde está el museo arqueológico, y otro de origen gótico, el de San Blas, tristemente abandonado. Las palmeras, terminan de completar un paisaje muy sureño. 

  • Baños de la Reina Mora. Jimena de la Frontera. Aquí destaco el bello y verde paisaje de Los Alcornocales que se puede observar desde el castillo del pueblo (toda una joya a visitar). En el centro de la imagen, uno de los pocos ejemplos provinciales de arquitectura mozárabe rupestre que quedan en la provincia, y del que se conservan unos pocos restos ruinosos. En tiempos perteneció a la comunidad cristiana en tierras musulmanas allá por el siglo IX, y que se rebelaron contra el emirato omeya cordobés, capitaneados por el caudillo godo Omar Ben Hafsun, creando el señorío independiente y cristiano de Bobastro, que duró casi un siglo.

  • Ermita del Marqués de Larios. Los Barrios. La influencia de Gibraltar en la comarca no sólo se nota en ciertas palabras y expresiones de origen anglosajón que han quedado en la zona. También en la arquitectura, especialmente, la del XIX, donde hay claros ejemplos de intercambio cultural. Las soluciones tomadas son de estilo colonial inglés, similar al que se puede ver en otros lugares tropicales, que estuvieron bajo soberanía británica en el siglo decimonónico. Nació para servir como templo para los trabajadores que trabajaban en las fincas del Marqués de Larios. Aunque se encuentra dentro del recinto de un hotel, hoy en día, se puede visitar, e incluso se da misa para los vecinos de la zona.

  • Castillo y Alcazaba. Medina Sidonia. De la localidad se conoce mucho de su monumentalidad, bien promocionada por el ayuntamiento asidonense. Pero pocos se aventuraban hasta hace poco a subir a la fortaleza, que a juzgar por los restos excavados, es una de las mayores de la provincia, una de las que más historia ha tenido y una de las más disputadas. La razón de ello es su pura centralidad provincial, desde donde se puede observar todas las ciudades de la Bahía de Cádiz, Jerez de la Frontera, Alcalá de los Gazules, y hasta Arcos de la Frontera entre otros. Por lo que quien poseía la fortaleza tenía la llave para controlar gran parte del territorio provincial actual. Su origen es romano, como certifican sus grandes sillares, posteriormente fue alcazaba árabe, como muestran su tapial de ladrillo visto de tipo almohade, luego en la parte más baja se construyó un castillo en periodo cristiano, en la que en una de sus torres se dice que fue encerrada la reina Doña Blanca de Borbón, esposa que fue del llamado rey Don Pedro I el Cruel, tras su primera noche de matrimonio. Y por último, conserva una fortaleza francesa, de cuando el asedio a Cádiz y San Fernando en el XIX. Tanto la historia como las vistas merecen la pena, de día como de noche. 

  • Santuario de los Remedios. Olvera. La localidad serrana merece destacar por muchos motivos. Pero he decidido escoger un recóndito rincón junto a la carretera que la une a Torre Alhaquime y a Setenil. En un principio, fuera del recinto, el templo apenas llama la atención, una santuario más, junto a una venta, en lo más rural de Andalucía, sólo las vistas del pueblo coronado por su castillo nazarita y su iglesia neoclásica en la lejanía nos entretienen algo. Pero una vez dentro la cosa cambia. El interior es de una riqueza asombrosa, solo explicada por la absoluta devoción de los lugareños. El interés es arquitectónico y artístico, pues tanto la iglesia y el claustro se encuentran llenos de frescos barrocos que nos trasladan a otros países como Portugal o Italia, por su calidad plástica y horror vacui. La cantidad de macetas y plantas del mencionado claustro aporta más frescor y belleza al lugar, y en éste, una pequeña habitación, donde los devotos a la Virgen depositan fotos y recuerdos (algunos de muchos años) de aquellos por los que se piden. El sitio concentra toda la emoción e interés posible, y al ver aquellas imágenes, uno cabe preguntarse que fue de la vida de aquella gente, deseando que su suerte fuera a mejor.

  • Palacio de los Medina Sidonia. Sanlúcar de Barrameda. La ciudad del Bajo Guadalquivir, fue un puerto importante tras el descubrimiento de América, de aquí salieron las naves en las que Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo. También fue por ello ciudad ducal, y son dos los palacios aristocráticos que compiten en la localidad en belleza e importancia (además de la infinidad de palacetes burgueses de comerciantes de las Américas): el de los Montpesier o Duques de Orleans, y el de los de Medina Sidonia. El primero es del XIX, y sirvió para poner las bases de la arquitectura neomudéjar que dominaría el cambio de siglo en Andalucía, siendo heredero directo Aníbal González. El segundo, que es el que escojo, tiene un carácter tradicional andaluz, y su antigüedad se remonta, al menos a tiempos árabes, de los que se conservan distintos arcos de herradura, algunos apuntados, además de algunas otras estancias medievales. En el resto domina la arquitectura renacentista y barroca del XVI al XVIII, destacando en la fachada una rejería manuelina portuguesa. El palacio, para completar, también tiene sus historias de fantasmas, como no podía ser de otra manera.

  • Calles de las Cuevas y río Guadalporcún. Setenil de las Bodegas. Todo un clásico de nuestra provincia, y sin embargo, no por ello menos embaucador. Aunque realmente no sea el centro histórico de la ciudad, pues éste se encuentra en torno al castillo y a la iglesia principal, las dos calles de las Cuevas de la Sombra y la del Sol, no dejan indiferente a nadie con sus casas cuevas dentro del tajo o pequeño cañón que el río Guadalporcún ha excavado. Zona muy animada de la población, llena de bares y vida. En cambio, unos kilómetros más allá, mirando hacia Torre Alháquime encontramos uno de los pequeños parajes naturales más desconocidos de la provincia: el de los Escarpes del río Trejo. Continuación del mismo Guadalporcún (ambos nombres son para el mismo río), y continuación del mismo cañón, ya en plena naturaleza.

  • Plaza del Ángel. Tarifa. La localidad más sureña de la España peninsular no podía faltar, gracias a su riqueza paisajística e histórica que la han hecho famosa. Sin embargo, no he optado por ninguno de sus monumentos más conocidos, de los cuales, algunos nos trasladan a la misma Tánger. En cambio de nuevo he preferido destacar uno de sus templos más discretos, en una recogida y coqueta plaza llena de enredaderas y flores que destacan entre sus destelleantes casas blancas. La belleza del templo (siglo XVIII) es indiscutible, no obstante, destaca la originalidad de su solución arquitectónica, en una portada que no recoge el típcio barroco gaditano, sino que por el contrario adopta fórmulas portuguesas, sin un motivo claro en concreto que se sepa.

  • Calle de la Silla Vieja. Vejer de la Frontera. Es ésta una escondida y recóndita vía, que se encuentra fuera de los circuitos tradicionales turísticos de la población, ya que realmente, no pertenece al centro histórico. No obstante, es de las más bellas de la localidad, pues se encuentra adornada por macetas y parterres llenas de flores que contrastan con el blanco de sus casas. Asimismo, ha sabido conservar su auténtico aire a pueblo. De belleza reconocida, ha ganado varios certámenes de patios andaluces, en una comunidad, donde estos, se cuidan hasta la saciedad. La calle, sin salida, desemboca en los Jardines del Califa, un hotel y restaurante de comida magrebí que se encuentra situado en una serie de edificios que van desde el siglo X al XVII.

  • Cabo de la Plata. Zahara de los Atunes. Aunque la población es una pedanía de Tarifa, y no una entidad independiente, he decidido incluirla aparte, pues ya es conocida de sobra en los circuitos turísticos nacionales. La localidad destaca por la belleza de sus playas, como la de los Alemanes o la de Atlanterra, entre ambas, se encuentra una serie de pequeños y verdes acantilados a causa de la sierra de la Plata, que viene a desembocar justo en el mar. Entre las rocas batidas por el océano, se encuentra un solitario búnker, entre los muchos construidos en la provincia, por si acaso España entraba en la II Guerra Mundial, evitar un desembarco aliado. El nombre de la playa vecina, de evocaciones germánicas, también tiene al parecer orígenes en tan aciago conflicto. Demasiado urbanizado todo en los últimos años, resultó bochornoso la demolición del hotel abandonado y toda la farándula política en los medios, para al final, haber acabado peor que en los años noventa. Aún así, quien tuvo, retuvo, y la sierra y el mar, conservan el verdor y la belleza por las que se hicieron famosas.

domingo, 19 de abril de 2015

Barrio de San Mateo de Jerez de la Frontera.

Plaza del Mercado.
 Aprovechando el Domingo de Pasión, decidimos visitar las imágenes de las distintas iglesias jerezanas. Yo ya conocía bien la localidad, es una ciudad que me gusta bastante, y en la que el tópico del caballo, los vinos y las motos, que sin estar mal ni decir mentira alguna, han eclipsado los otros tesoros de una de las ciudades más monumentales del sur de España, y ello sin exageración alguna. Que su centro histórico sea de los más desconocidos no se debe a su escasez de lugares de interés, sino que por el contrario, se debe a la dejadez municipal, o de los propios jerezanos; ésto último, sinceramente, yo no lo sé. Pero basta pasear por el barrio que ahora les recomiendo para darse cuenta de ello. El patrimonio es impresionante, sin embargo, la sensación de que una guerra acaba de pasar, de decadencia, es patente a lo largo de todo el recorrido, y en él, se pueden comprobar, para decepción propia, como bellos y enormes palacios renacentistas y barrocos se encuentran en total ruina, cuando no, simplemente conservan la fachada ( con puertas y ventanas tapiadas). 

Palacio de Riquelme.
Calles del barrio.
 No obstante, no quiero echar para atrás a nadie a que visite este rincón, para mí uno de los mejores de Jerez, sino que por el contrario, se tenga constancia de la problemática, para ver si algunas de las mil doscientas administraciones de las que "gozamos" hacen algo para mejorar el patrimonio local. Por el contrario, sí que recomiendo pasear, con cámara y sin mapa, para perderse por las callecitas más estrechas y medievales de la ciudad. Recomiendo partir desde la Catedral y terminar en San Marcos, o al revés, para saborear bien lo que se ha de ver. Aunque yo empecé subiendo por la calle Espíritu Santo, la cual, primero te permite una preciosa vista panorámica de la Catedral y parte de la ciudad, para pasar por las preciosas calles (algunas sombreadas con parras) de las bodegas de Domecq, y terminar, directamente, en la plaza del Mercado, lugar que como su nombre indica, cumplió dicha función desde la edad media hasta la época moderna. Pero antes de llegar a dicho punto observaremos varios palacios, de los que destacan tres: los dos primeros se encuentran en una pequeña plazoleta, y ambos son de enormes y señeras fachadas, me refiero a los palacios de Camporreal, de enorme fachada neoclásica e interiores renacentistas y mudéjares; y el palacio de Dávila, renacentista, y adaptado para viviendas. A medida que nos acercamos a la plaza del Mercado nos asombra otra ruina, de otro proyecto megalómano fracasado, me refiero al palacio de San Blas, un bello palacete barroco, cuyo estado de abandono es digno de resaltar, pues como en muchos casos, el caserón fue vendido para que una cadena hotelera hiciera lo que debía, pero ahí sigue años después, con las ventanas y puertas tapiadas, y amenazando caerse. Llegamos a la plaza del Mercado, centro del barrio, y donde se encuentra otros dos palacetes, uno primero, de estilo barroco donde se encuentra el Museo Arqueológico Municipal; y otro segundo, el de Riquelme, también en ruinas y tapiado, de época renacentista, y donde hay que destacar una bella fachada. En el centro, encontramos una bella fuente rodeada de palmeras, desde donde se puede observar a la iglesia de San Mateo, que da nombre al barrio. Cuesta creer que en este preciso lugar, hoy bastante tranquilo, sin apenas ruidos, y con varias terrazas de bares (buenos y baratos), tuviera lugar la ejecución de los supuestos anarquistas del grupo La Mano Negra.

Palacio de Camporreal.
 Nos acercamos a la propia plaza de San Mateo, colindante con la anterior, donde vemos la propia iglesia, una de las más antiguas de Jerez, con dos partes diferenciadas, una gótico mudéjar, y donde se pueden observar algún elemento románico, y otra mayor, de estilo gótico florido, influenciado, como muchas iglesias de la provincia, por la catedral hispalense. Prometo profundizar más sobre dicha iglesia en otra entrada, pues lo merece. Pero termino callejeando por las irregulares calles de los alrededores, desde donde se pueden observar las murallas, algunos otros palacetes, o iglesias cercanas y de enorme interés, como las de San Lucas, San Juan, Merced o Santiago, todas medievales, de estilo gótico, repartidas por callecillas estrechas, árabes y medievales. Un viaje en el tiempo, que espero, las administraciones sepan recuperar, pues hace falta, y pronto, pues muchos edificios amenazan ruina, y puede, que desaparezcan para siempre, algo que no podemos permitirnos. Un saludo desde el sur.


Espadaña de San Lucas desde la calle.

Pub aprovechando un palacete con muralla.

Fuente en el palacete.

Palacete.

Iglesia de San Lucas.



Calle del barrio.
Torre de San Juan desde una calle.


Palacio de Dávila.

Calle.

Calle y bodega de Domecq.

Calle Espíritu Santo.


Fuente de Plaza del Mercado y Museo Arqueológico.

Iglesia de San Mateo.