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sábado, 11 de enero de 2020

Los secretos de la Catedral Vieja de Cádiz.

La Catedral Vieja desde la Nueva.
   Ahí permanece humilde, escondida entre los callejones del Pópulo gaditano, y dando su portada a una plaza, la de Fray Félix, de irregular trazado y orografía, mientras tanto sus cúpulas y destartalado torreón del Sagrario adornan el Campo del Sur; pero en otros tiempos fue la Seo, el templo principal, la catedral de una diócesis que abarcaba desde el margen meridional del Guadalete hasta el propio Estrecho de Gibraltar. Hoy día es sólo una parroquia más de las muchas que son auténticas joyas en el centro histórico gaditano. Casi con total seguridad fue primero mezquita que templo católico, y de hecho los últimos estudios aseguran que su torre campanario, exento de la iglesia, y que da entrada al pasillo del Padre Ventura, son realmente,el alminar la primera, y el patio de las abluciones el segundo, cosa que en absoluto sería de extrañar, así como la clara orientación Este-Oeste del templo. Por cierto, si nos fijamos bien en dicho pasillo (realmente un patio) podremos observar una serie de mármoles amontonados en el suelo, son el puzle que formaba la portada de la fachada que daba a la plaza de Fray Félix de la propia Catedral Vieja, y que fue desmontada para aprovechar algunas estatuas y piezas cuando se construyó la nueva. Sus enormes columnas salomónicas aún se conservan detrás, junto al teatro romano de la ciudad. Dicha fachada, era probablemente similar a la de la iglesia del Santo Cristo de Chiclana de la Frontera, con una arquitectura y decoración muy gaditanas por cierto. La reconstrucción virtual de la misma y su estudio fueron publicados en varios artículos, allá a finales de los años noventa, por Juan Antonio Fierro Cubiella, quien proponía reconstruir la portada para recuperar así el antiguo esplendor y belleza, que hoy se antojan totalmente austeros. Totalmente de acuerdo.
  
Detalle del humilladero.
   Del exterior aún podemos observar varios elementos interesantes, y la principal características es que muchos de éstos nos demuestran como fue la iglesia en origen, un pequeño templo de estilo gótico mudéjar andaluz, muy típico de la zona del bajo Guadalquivir, desde Córdoba y Sevilla a Cádiz y Huelva. En nuestra provincia hay muy buenos ejemplos, como San Dionisio en Jerez de la Frontera, o Nuestra Señora de la O en Sanlúcar de Barrameda, no obstante, y según los últimos estudios, la que más se asemejaría a nuestra Catedral Vieja, sería la bella parroquia de Santa Catalina  de Sevilla, de la cual se habría tomado inspiración por parte del arquitecto o maestro de turno. La estructura, eso sí, muy transformada por cuenta de los distintos asedios e incendios, se antoja parecida, y si bien nos fijamos desde el Campo del Sur, en el Torreón del Sagrario podemos observar una serie de almenas o merlones de características mudéjares, similares a la del mencionado templo sevillano, y que da cuenta de que dicho torreón tuvo esa altura hasta la reforma academicista llevada a cabo por Torcuato Cayón siglos después, dando lugar a la forma y altura que tiene hoy día. Asimismo, y desde el propio Campo del Sur, llama la atención las cúpulas y cúpulitas adornadas con azulejos sevillanos, todo de origen barroco, pero que le dan un aspecto oriental, más propio de Turquía o Damasco, incluso que del Al Andalus español. Volviendo a la plaza Fray Félix, y observando la torre campanario, que como ya hemos mencionado, está exenta al templo, y es de estilo también manierista, un renacimiento final de transición al primer barroco, que es el que domina hoy día en casi toda la parroquia de Santa Cruz, que es la advocación que siempre tuvo. El mismo chapitel de la torre campanario, está adornada, al igual que las cúpulas, de azulejería sevillana, muy colorida también. El conjunto de casas pertenecientes al obispado, como la Casa de la Contaduría (estilo Manierista), la casa del Canónigo Terminelli y la Casa del Dean o Patio Mudéjar (como su nombre indica, gótico mudéjar), igualmente son de un valor incalculable y se encuentran entre las más antiguas de la ciudad.

Cúpula y ábside, de aspecto muy oriental.
   El interior, a pesar de su modesto tamaño, impresiona, por su aspecto arcaizante pese a su concepción renacentista en principio. Pero la obra posterior al asedio y saqueo de 1596, fue efectuada por Cristóbal de Rojas, el mismo ingeniero o arquitecto del castillo de Santa Catalina, hablamos de una concepción casi militar del templo, casi una iglesia fortaleza, como sucede con la Catedral de Almería, ciudad como la gaditana, también muy tendente a los frecuentes ataques de piratas y berberiscos. La quietud interior de la catedral vieja entre su bosque de columnas toscanas es realmente impresionante, y uno cree estar en una construcción sensiblemente más antigua, u oriental, como alguna iglesia o monasterio bizantino. Pero la sobriedad y la piedra ostionera de sus columnas renacentistas no engañan, estamos en la Tacita de Plata, tampoco sus bóvedas esquifadas, ya más barrocas, aunque también muy orientales. De sus laterales hay varios puntos que reclaman nuestra atención, una primera, es la última capilla de estilo gótico que queda dentro de la iglesia, así como una serie de arcos de alrededores, entre ellos el de entrada a la misma, se trata de la Capilla Bautismal, durante mucho tiempo la única de la ciudad, y con una bóveda ojival, y una pila de mármol genovés de gran valor, realizada en el siglo XVII. La gran joya para mi gusto del templo, es la conocida Capilla de los Genoveses, financiada por los comerciantes de dicha nacionalidad, y levantada al gusto de la nación transalpina,de gran tamaño, llena de barroquismo, entre sus figuras y columnas salomónicas, entera de mármoles genoveses de distintos colores, dominando el negro y el blanco, es probablemente una de las mejores obras artísticas de la ciudad, y de encontrarse en otra localidad más conocida, ya sería objeto de visita obligada y bastante más famosa de lo que es hoy día. También llama la atención el Retablo del Altar Mayor, obra barroca de Alejandro Saaavedra, con esculturas de Alonso Martínez, es un conjunto, igualmente precioso, realizado en madera dorada, con una abigarrada creación manierista y barroca, de columnas estriadas, salomónicas, hornacinas, pilastras, etc. de gran tamaño, y que sigue una tradición típicamente española y andaluza, en concreto, para este tipo de decoraciones. Justo encima del altar mayor, se puede observar la pequeña cúpula de media naranja apoyada sobre pechinas. Igual de interesante es la Capilla de los Vizcaínos, otro gremio bastante importante de la ciudad, y del que quedan dos escudos en los laterales del mencionado retablo, así como el Sagrario, debajo en el interior del torreón, obra amplia, diáfana, limpia, y de estilo neoclásico. Tampoco conviene olvidarse de las figuras que procesionan en Semana Santa, de gran valor artístico, como el Medinaceli o el Santo Entierro, con impresionante urna de plata.

Torre campanario y chapitel policromo.
    Termino aquí un imaginario paseo dentro del que tal vez, sea una de mis iglesias favoritas de Cádiz, de aspecto humilde a priori, esconde algunas de las joyas artísticas de mayor valor de una ciudad que conserva escasos recuerdos de su pasado medieval, y grandes obras de tipo genovés, pero pocas como éstas. Por último, mencionar, el descubrimiento que a finales de los noventa realizaron los arqueólogos de las tres criptas que se suponen debieran de estar, un dato que se tuvo en cuenta, pues siempre se ha mencionado que Alfonso X siempre quiso ser enterrado en dicha catedral, deseo que no se cumplió, pero que tuvo que estar todo preparado para ello. Recuerdo que entré en una de ellas, a mediados de la década del 2000, justo debajo del Sagrario, y que correspondía como casi a todo el templo restante, a una arquitectura manierista de bóvedas esquifada y columnas también toscanas, como en la nave principal. No sé sinceramente, que sucedió con las otras dos, si es que fueron tal, y no algún criptopórtico del teatro romano (que se encuentra debajo justo) o de alguna otra edificación de la época clásica, islámica o medieval. Y es que la Catedral Vieja o Parroquia de Santa Cruz, como su barrio del Pópulo, o su ciudad de Cádiz, siguen escondiendo muchos misterios y secretos dispuestos a ser encontrados por el paso de los años, cual dama misteriosa que espera a ser conquistada. Un saludo desde el sur. 

Interior del templo.


Pila Bautismal.
Bóveda gótica de la Capilla Bautismal.
Capilla de los Genoveses.


Detalle de la Capilla de los Genoveses.

Bóveda sobre altar mayor.
Bóveda del Sagrario.
Torre del Sagrario, a media altura
 se pueden observar las almenas mudéjares.
Almenas mudéjares del torreón.




Cúpulas y torre campanario, revestidos de azulejos.
Portada lateral en la plaza Fray Félix.

Portada de la iglesia de Jesús Nazareno
 de Chiclana de la Frontera, que pudo
ser gemela de la Catedral Vieja.

Portada de la iglesia de Santa Catalina,
templo que pudo ser similar a la
Catedral Vieja cuando tuvo su fábrica medieval.

Torre de Santa Catalina, a la que
 pudo parecerse la gaditana antes del año 1596.
















domingo, 25 de noviembre de 2018

Monumentos flotantes.

 Estos días ha atracado en el muelle de Cádiz el submarino de clase Galerna Mistral (S-73) con base en el Arsenal de Cartagena. Evidentemente la expectación local es notoria, pues no es muy común la presencia de una de estas naves en esta zona, a pesar de su gran tradición naval, y menos aún, que se pueda visitar por dentro en jornadas de puertas abiertas. Hay que decir ante todo, que amen de la vocación por la Armada, para trabajar dentro de un submarino hay que ser de una pasta especial, pues lo claustrofóbico que tiene que ser navegar dentro de un espacio tan reducido, y más aún, sabiendo que se está bajo superficie, debe impresionar bastante. No obstante, como ya he mencionado antes, nuestra tierra, y en concreto, San Fernando, la presencia de la Armada, así como su industria asociada, llevan largos siglos entre nosotros, y además de la arquitectura y las tradiciones, aquí se han gestado buques que han marcado la historia española, e incluso de la humanidad. Y por ello, escribo esta pequeña entrada a modo de reseña de dos naves que nacieron en el Arsenal de la Carraca, el más antiguo de los existentes en nuestra nación. Uno aún sigue en funcionamiento, mientras que el otro lógicamente, es pieza de museo. Una vez más, como es costumbre en mí, ahí van, como la sota de bastos:

  • Juan Sebastián Elcano: El buque escuela Juan Sebastián Elcano es un bergantín goleta para la formación de los futuros oficiales de la Armada Española, y fue botado en el año 1.927 en los astilleros gaditanos de Horacio Echevarrieta, coincidiendo con la conocida Exposición del año 1.929 de Sevilla, ciudad a la que la nave fue dos años antes, en una primera escala para una navegación de prueba. Posteriormente, entre el 28 y el 29, el buque hizo su primera circunnavegación, en dirección contrarias a la que realizaran tanto Magallanes como el propio Elcano. A lo largo de todos estos años ha realizado multitud de travesías en los que o bien se ha cruzado el Atlántico de norte a sur (los más frecuentes), o se ha circunvalado el mundo. Como curiosidad, destacar que el buque en cuestión tiene un hermano gemelo chileno, de similares proporciones, unos 113 metros más o menos de eslora, son tercero y cuarto veleros mayores del mundo. Cabe destacar que el chileno fue construido por el mismo astillero en el año 46, como sustituto del Galatea, pero fue cedido en pago al país sudamericano por las deudas contraídas por la Guerra Civil española. Muy vinculado a nuestra ciudad, el navío descansa todos los años durante meses en los astilleros de su puerto base, cual es el Arsenal de La Carraca. 

  • El submarino torpedero acorazado de Isaac Peral: Cuesta creer que España lleva teniendo submarinos desde el XIX, pero en efecto así fue. Nuestra nación fue pionera en la creación del arma submarina acorazada, y nuestra ciudad, San Fernando, se encuentra muy vinculada a este hito, que si bien se debe al cartagenero Isaac Peral, quien lo diseñó, y cuya casa se conserva aún junto al Callejón de Cróquer. Además, fue construido y botado en el Arsenal de La Carraca, y dio su primer paseo e inmersión en las aguas de la bahía de Cádiz entre el júbilo de todos los presentes aquel día de 8 septiembre del año 1.888. No obstante, y una vez más, las envidias personales entre oficiales, los sobornos a políticos y militares por parte de otras Armadas enemigas poco interesadas en que nuestra nación desarrollara una nave que pusiera a España en un lugar ventajoso, influyó en el cierre de un proyecto que hubiera cambiado el devenir de nuestra historia, como así afirmó el almirante norteamericano Dewey, quien entró en Cavite en la Guerra del 98. Posteriormente, España compró (después de haberlo creado, y no patentado), distintos torpederos submarinos a las Armadas francesa, norteamericana o inglesa entre otras, así como alguno alemán en tiempos del Eje. Hoy día hay que desplazarse al Museo Naval de Cartagena para poder verlo, mientras nuestra ciudad la invención del submarino permanece en el más absoluto de los olvidos.

     Termino esta pequeña entrada, con dos pequeñas, y muy breves reseñas de dos hitos navales muy vinculados a nuestra ciudad de San Fernando, por uno u otro motivo, y es que en una localidad como la nuestra tan vinculada a La Armada, no todos los monumentos son de piedra o ladrillo, sino que pueden ser de metal y madera. Un saludo desde el sur.

Arsenal de La Carraca, punto muy importante para la historia de La Armada.

  

domingo, 29 de julio de 2018

La palmera humilde.

Ejemplar de palmito.
 Que España es un país con gran tradición en el cultivo y naturalización de las palmeras no cabe duda, de hecho, se encuentra incrustada dentro de la propia cultura popular de la nación, como ocurre, por ejemplo en los Domingos de Ramos. Sin embargo, aunque parecen llevar toda la vida ahí, palmeras canarias y datileras, llegaron posteriormente a la conquista de los árabes en el caso de la segunda, y de la exploración y conquista de las Islas Afortunadas las primeras. Del resto, ya se sabe, fueron traídas con mucha posterioridad, lo más pronto a mediados del siglo XIX, aunque en su mayoría, como las washintonias, se harían común por el sur, al principios del XX, y las coco plumífero típica de todas las rotondas, casi ya, para finales del mismo, principios del XXI. Curiosamente, circula por la red una serie de noticias, asociada al parecer a la Comunidad Valenciana, en la que se habla de una palmera autóctona similar a la datilera, y que antaño fuera común en todo el levante y sudeste peninsular, llamada phoenix iberica, aunque desconozco si esto, entra más dentro de la leyenda, lo científico o lo pseudocientífico. Y por lo tanto, prefiero no opinar. 

Frutos del palmito.
La especie tolera poco los arenales.
 No obstante, sí que hay una pequeña palmera, del tamaño de un matorral, cuyo nombre científico confirma el título de ésta entrada, Chamaerops humilis, y que sí que es natural de la península, distribuyéndose a lo largo de toda la costa mediterránea, desde Gerona hasta El Estrecho, y la franja atlántica andaluza, además del valle del Guadalquivir hasta Córdoba más o menos, y El Algarve portugués. En concreto en nuestra provincia gaditana, la presencia de estas palmeras llegan a alcanzar incluso cotas superiores a los 1.000 metros en Grazalema. Además, famosos fueron los palmitares cercanos a la laguna de La Janda, donde residían las últimas poblaciones de Torillo andaluz, una pequeña avecilla con aspecto a una codorniz, y que se cree actualmente extinguida en España. Nuestras tierras, y en concreto las espesuras de los palmitares permitieron tener su último refugio en nuestra tierra, junto a Doñana. Otra curiosidad de estas pequeñas palmeras es como su cogollo sirve de recurso gastronómico en la zona, y es frecuente en las ventas y restaurantes las ensaladas de palmito, ello impide la presencia de ejemplares de gran porte, salvo en las zonas escarpadas y de montaña, donde la mano del hombre tiene complicada su llegada, y donde llegan a adquirir un porte arbustivo o casi arbóreo. Además, a diferencia del resto de palmas que crecen en muchas ocasiones en solitario, nuestro palmito, suele hacerlo en grupos espesos, que además, suelen tener un punto de origen común, lo que permite un rico sotobosque donde se pueden refugiar multitud de pequeñas especies como ya mencionamos anteriormente con el extinto torillo andaluz. Su fácil adaptabilidad le permite crecer tanto en suelos arcillosos (aunque puedan inundarse con facilidad) como calizos, y es posible observarla en serranías compartiendo ecosistema con algunos abetos pinsapos, así como con pinos piñoneros o carrascos en las áreas costeras. Precisamente, en los acantilados forma una curiosa asociación junto a la sabina o al enebro. No obstante, parece resistírsele las zonas de arenas sueltas y dunas, prefiriendo que las mencionadas especies de juníperos o los pinos de diversa clase le abran el camino, edafológicamente hablando.

La especie se adapta a sitios inundables
 Así pues, hablamos de una especie de palma de lo más curioso en éste planeta, y la única netamente mediterránea y europea, junto a la palmera de Creta (Phoenix theophrasti), un matorral que cubre amplias extensiones de nuestra provincia, y que acompaña a todas las especies arbóreas, desde acebuches y alcornoques, hasta a distintas clases de pinos. Una de las estampas más típicas de nuestra tierra, y que como todo aquello que es humilde, sólo se le echa en falta cuando ya no está. Un saludo desde el sur.

Ganadería retinta y palmitos, típica estampa gaditana.
Magnífico ejemplar en la sierra de San Bartolomé.






domingo, 27 de mayo de 2018

Senderos del parque natural Bahía de Cádiz.

 Este es el paisaje en el que me criado, y tal vez el que más valoro en el mundo, cierto es, que tal vez estéticamente no sea tan atractivo como los verdes bosques de nuestras serranías orientales, aunque para mí, incluso eso es discutible. Estamos en un lugar, con una apariencia que bien pudiera parecer excesivamente monótona, absolutamente llana, y sin apenas un árbol, y sin embargo, una vez más nos equivocamos, cada escalón de la marisma o de cada salina, tiene un estrato de vida, tanto vegetal como animal, y aunque son los medios dominantes, también hay enormes playas, zonas de pequeños bosques y matorral, lagunas temporales de agua dulce o marisma seca, entre otros medios. Además, precisamente, en la engañosa sencillez del ecosistema, radica precisamente toda posibilidad de vida, que se mimetiza con el medio, pues sólo hay que mirar los nidos de chorlitejos o de los charrancitos, o la coloración de muchas aves, de carácter terrizo para darnos cuenta de este punto. Sea como fuere, aquí en este parque avisté, junto a mi padre y mi cuñado, las primeras aves de mi vida, entre ellas un ratonero cazando, o un bando de tarros blancos. Por ello, como modo de devolverle el favor a esta bonita y salada tierra, me gustaría recomendar algunos de los mejores senderos del parque. Más que conocidos y disfrutados por los habitantes de las distintas ciudades de la zona, no son ni mucho menos famosos en otras localidades más lejanas, es por ello que esta entrada tiene un carácter más divulgativo para los lectores de fuera de Cádiz que para los gaditanos. Tampoco voy a poner ni los kilómetros ni la dificultad de los mismos, para ello, hay páginas más especializadas. Ahí van, como la sota de bastos: 
  • Sendero del Río Arillo: Esteros y salinas asociadas a un caño realmente (le llaman río porque sólo tiene una desembocadura), el del río Arillo, y en el que se accede frente al acuartelamiento de Camposoto terminando una de sus partes en la casas salineras abandonadas frente al molino de mareas del mismo nombre de río. Aquí es observable, según las mareas, con cierta frecuencia a especies como el flamenco común, avocetas, cigüeñelas y sobre todo, multitud de limícolas como el archibebe, chorlitejos o los correlimos entre otros. 







  • Sendero del Carrascón: Uno de los más largos del parque y que recorre casi todo el sur del término municipal de San Fernando, por una enorme "Vuelta de afuera" de las antiguas salinas existentes años ha. Empieza (o acaba, según se mire) desde la piscina de La Magdalena hasta la Titi. Aparte de la belleza paisajística en la que se ve gran parte del parque, así como de la provincia, llegando a atisbarse hasta la sierra de Grazalema, se le suma la posibilidad de observar una rica avifauna, en el que abundan los flamencos, los cernícalos, garcetas, así como las garzas reales en invierno, o los charrancitos, espátulas y anátidas en tiempos estivales. 







  • Sendero de la Punta del Boquerón: Bonito sendero en el que prima más bien la belleza paisajística que la observación de la fauna. No obstante, es frecuente ver conejos, así como chorlitejos, charrancitos, gaviotas de todo tipo, y demás aves costeras. Más complicado, debido a su mimetismo, es la observación de camaleones, que suelen esconderse en los retamares. El sendero transcurre tras las dunas de la extensa playa de Camposoto, para terminar, frente al castillo de Sancti Petri, en el sistema dunar de la Punta del Boquerón, con un par  de fortalezas semienterradas, como la de Urrutia. Historia y naturaleza en uno de los paisajes más memorables de la provincia. 







  • Sendero de la Salina de Dolores: Ruta más que recomendable entre enero y febrero, cuando los vinagrillos adornan de amarillo las salinas. Aún quedan los tajos y caños que rodean a la finca salinera, y a su casa tipo cortijo, de homónimo nombre, y una de las más bonitas y señeras del parque. De hecho, todas las entradas a las rutas del parque, tienen la fachada inspirada en la de la Salina Dolores. En una más que lamentable ruina, la casa es mejor verla desde fuera; en la misma situación se encuentra el molino más antiguo del parque, el de San José, originario del XVI, y del que queda apenas restos. Sobre la avifauna es francamente interesante, pues aquí conviven las aves de las zonas marismeñas con las marinas, como puede suceder con los somormujos, colimbos o águilas pescadoras, observables en el saco de la bahía. 







  • El Trocadero: Situado en terrenos de Puerto Real, junto al puente Carranza, es el sector más virgen del parque, y por eso está considerado además, como Reserva Natural, además del interés ecológico evidente, se le une el interés histórico de la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, entre 1.820 y 1.823, con la restauración del Absolutismo, por parte de las tropas francesas que se tomaron la revancha de años antes, hoy junto a la Torre Eiffel existe una plaza de homónimo nombre conmemorando la batalla sita en este lugar, y que fue clave para la toma de Cádiz. La fauna marismeña y marina es asimismo rica, cormoranes, gallinetas, fochas o garzas reales abundan en la zona. 

  • Pinar de la Algaida: Nos encontramos ante uno de los últimos bosques de la zona, y que suponen un refugio para muchas aves de carácter más forestal en la zona. Compuesto mayormente por pinos piñoneros, también hay pinos carrascos, así como algunos acebuches, y algún que otro alcornoque y álamos. El sotobosque es el típico en este tipo de formaciones forestales, compuestos por lentiscos y palmitos mayormente, pero también con sabinas y enebros entre otros. Pero no es lo único, ya que también existe en los bordes boscosos algunas lagunas temporales, algunas de tipo hipersalinas, y otras de agua dulce. La fauna difiere respecto al resto del parque, destacando la presencia del búho chico, el camaleón, el lagarto ocelado, o la presencia esporádica de la cigüeña negra, entre otras especies forestales.







  • Los Toruños: Continuando desde el anterior sendero se llega a uno de los más famosos parajes del parque. Situado en El Puerto de Santa María, es un ecosistema mixto de pinar de tipo carrasco, con algunos piñoneros y un sotobosque de lentisco mayormente. Conforme se abandona el bosquete, nos encontramos ante un sabinar de amplia extensión, que precede a una de las últimas marismas en estado natural del parque. Un pequeño trozo de Doñana situado en una de las áreas más urbanizadas y turísticas de Andalucía. 







  • Sendero de la Salina Carboneros: Precioso sendero chiclanero que parte de la urbanización de las Mogarizas, en la carretera nueva de la Barrosa. A la entrada nos encontramos un pequeño bosquete de pinos piñoneros con lentiscos y palmitos, y donde pueden observarse algunas perdices. A partir de aquí, empieza lo que es en concreto la salina en sí, con la casa salinera casi al comenzar el sendero, al lado de ésta, se suelen encontrar algunos gansos de claro carácter doméstico, pero que sirven para embellecer el paisaje. El resto del sendero, transcurre una vez más, aprovechando la típica "Vuelta de afuera" de la salina, la fauna es abundante, destacando las colonias de gaviotas patiamarillas que concentran sus colonias en las isletas de los esteros, cigüeñuelas y avocetas son más discretas, así como los chorlitejos, también presentes por aquí. 











  • Marismas de Camposoto: Termino con los senderos establecidos por la junta rectora del parque, para entrar en mis recomendaciones personales. En estas marismas situadas frente a la playa de homónimo nombre, y que según los años y las borrascas, pueden acabar uniéndose con las aguas marinas, que se tragan literalmente la carretera, fue donde empecé yo como aficionado a la observación de la fauna. Es un pequeño sistema marismeño pero que es muy pródigo en fauna, llegando a la masificación de la misma en determinadas épocas, como el final del invierno, donde hay una verdadera explosión de vida, flamencos, espátulas, ratoneros, cormoranes, garzas reales, garcetas, cigüeñuelas, conejos, etc. Observable todo desde la carretera, recomiendo utilizar el coche de refugio en los aparcamientos de la playa, ya que incluso con la ventanilla bajada, y sin grandes movimientos bruscos, es fácil fotografiar a la fauna cercana.







  • Marismas y playa de Sancti Petri: Otro pequeño sector de marismas y salinas, que merecen la pena ver, esta vez, en el sector chiclanero del parque; sin un sendero que facilite su acceso, hemos de conformarnos con usar los aparcamientos de la playa o el paseo marítimo de la población de homónimo nombre. Desde aquí es fácil, y sin uso de prismáticos, la observación de una rica avifauna, como el flamenco, la espátula, o algunas limícolas invernantes como el zarapito, ave escandalosa por cierto, y fácil de observar. Tampoco desmerece la visita la cercana playa, con un pequeño e interesante sistema dunar. Así como el cercano acantilado, con un pequeño pinar, resto escaso de lo que se ha salvado de la especulación urbanística, aunque eso sí, dentro de los límites del parque periurbano de la Barrosa, y fuera del parque natural.







  • Marismas de La Carraca: Sector de marismas, bastante densas, cercanas al conocido arsenal militar. El sector incluye una pequeña isla, y varios bosquetes de eucaliptos, la presencia de pequeña y mediana avifauna está garantizada, como sucede con los cormoranes, garcetas y demás. Bastante observable todo desde el famoso Puente de Hierro. Además de la fauna, se junta el hecho de encontrarnos ante uno de los paisajes más bellos de la zona. 







  • Saco de la bahía y Cochineras: Cercano a la mencionada Salina Dolores, hay pequeño eucaliptal, en el límite del Saco de la bahía. Entre este punto, y la playa de La Casería, hay un interesante punto de observación de avifauna, que une la marisma con el mar, ya que a pesar de ser un territorio marino, tiene una amplia oscilación mareal, que deja al descubierto enormes extensiones de fango gris. Observables aquí, son los flamencos, cormoranes, garzas, garcetas, gaviotas, etc. 







  • Marismas cercanas al Pinar de los Franceses: El cercano pinar, prácticamente urbanizado, carece de interés ecológico alguno, pero sus marismas cercanas, una de las más desconocidas, y menos frecuentadas, pese a estar a pie de autovía, tienen una de las mayores concentraciones de garzas reales de la zona en invierno, donde es casi seguro su avistamiento si uno se acerca. Tampoco sería raro encontrarse aquí la presencia de cigüeñas negras en los pasos migratorios. Lo dicho, una joya de lugar, apenas conocida por los lugareños.

 Termino aquí este pequeño homenaje al parque que me vio nacer como aficionado a estos temas, sin duda, le debía una, porque injustamente, es de los que menos he escrito en este blog. Y es que de desagradecidos está el mundo lleno. Un saludo desde el sur.