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domingo, 13 de mayo de 2012

La vida es sueño

 Hoy tengo sueño, ya es tarde para un bicho diurno como yo. Y en ocasiones, en éstas horas fronterizas entre el sueño y la vigilia, ambas tienden a confundirse. Ya lo decía Calderón de la Barca: la vida es sueño. Y difícil suele ser algunas veces separar lo que es paja y grano. Por ello hoy vengo a hablarles de los sueños; pero no en modo alguno, a explicar que significan o si predicen el futuro. Sino, simplemente, a contar ciertas curiosidades, que por tener asociados a "lo normal", no dejan de ser fascinantes y misteriosos, desde luego. Éste va a ser un texto que se va a situar en una dinámica que se tambalee entre lo filosófico y lo científico. Así pues, el que avisa, no es traidor, y si te parece un rollo, estás a tiempo aún, de cambiar de página y largarte para ver vídeos de caídas en el Youtube, que es menos espeso que éste tostón.

 Hay cierta cosa que aprendí hace poco, y que cuando me lo contaron, me pareció normal, pero luego reflexionando un poco, me dije: ésto es increíble. Gracias a las tecnologías actuales, se ha podido saber que los fetos que tienen tres meses de vida ya sueñan. La posibilidad de espiarlos a través de las ecografías en tres dimensiones, ha permitido que se sepa que con tan sólo veintitrés semanas de existencia ya tengan sueños del tipo REM, una fase clave del mismo, en la que los ojos se mueven a ritmo vertiginoso, y en la que es el momento más importante del descanso, donde soñamos con imágenes, y no sólo con el sonido, como el resto de fases. Ésto es lo más profundo del sueño. Pero la pregunta clave es: ¿ Con que sueñan, si tan sólo han tenido como experiencia personal una vida en el útero?. También se sabe que sonríen, ¿pero con qué?. Siempre se ha asociado los sueños y las risas con un concepto cultural que se ha ido adquiriendo con el paso del tiempo y con la educación que se ha ido aprendiendo. Sin embargo, ambas existen ya en nosotros antes de nacer. Pero a diferencia del humor, que se va diferenciando con la formación que uno toma (baste con estudiar los chistes por regiones, incluso dentro de un mismo país), en el caso de los sueños, el patrón es igual, o al menos parecido a todos los humanos. Hay que decir, que ciertamente, hay diferencias culturales, nunca un inuit, o un apache, que vivieran en el siglo XIX, tendrían la típica pesadilla en la que se caen de un rascacielos. Como tampoco lo tendría un español de aquella época. No obstante, las tres culturas, hoy en día, pueden compartir ésta misma pesadilla, que hoy, en el siglo XXI es común en todo el planeta. Ésto nos lleva a otra interesante reflexión: ¿sufre el feto una programación mental y cultural, que se transmite de generación en generación?. Pues las distintas generaciones van adquiriendo unos miedos, y abandonando otros. Es algo, que realmente asusta, pues nos compara, a todos los seres vivos con algo de cerebro, con auténticos ordenadores, que se programan para unos requisitos que le pueden hacer falta para el futuro, como si de un auténtico sistema operativo se tratara. Eso explica, por ejemplo, que los miedos y pesadillas, sean al menos, parecidas en culturas tan distantes, y que antiguamente, estaban aisladas las unas de las otras. E incluso hoy día, habría que preguntarles a los indígenas de la selva amazónica con que sueñan, y si hay algo en común con nosotros. Por ejemplo, historias de fantasmas, brujas, dragones y demonios, han existido en todas las culturas antiguas. Las hubo en la Grecia Clásica, y en el Japón de aquella misma época, y sin embargo, son civilizaciones que nunca se cruzaron. Cambian evidentemente, en muchas ocasiones el concepto y la apariencia, pero a fin de cuentas vienen a ser lo mismo. Respecto a ésto me refiero, a que por ejemplo los dragones eran benignos en China, mientras que los niños medievales europeos tenían pesadillas con ellos. En el caso de los demonios, mientras que para los cristianos eran seres de lo más infame, para los habitantes de la Mesopotamia los había de varias clases, y algunos eran buenos y podían ayudarte. Pero ahí, entran los conceptos culturales, pero en esencia, en todos los lados se sueña y se habla de unos mismos seres, que probablemente, tengan una transmisión cultural que nos viene heredada desde hace milenios. Aunque ésto no es demostrable, y los mismos expertos de la mente nos cuentan que es pura especulación, nos lograría explicar muchas pautas y patrones, que de otro modo no tendrían sentido alguno; y es que, a veces, a la ciencia no le queda otro remedio que moverse en terrenos tan fangosos como éstos. Entre las dudas que lograrían resolver está, por ejemplo, la típica sensación que tiene todo el mundo en la duermevela, en la que parece que te vas a caer, y te despiertas del todo. Algunos lo achacan a nuestro origen homínido, es decir, cuando aún éramos primates y dormíamos en las ramas de los árboles (la zona más alta para evitar a los predadores), pues hay teorías que afirman que éste sobresalto era un medio de defensa para no caerse de ellas. Asimismo, el miedo a la oscuridad de algunos niños, e incluso mayores, es algo que proviene de aquellos tiempos, en los que el ser humano, que ya nació siendo un animal diurno, y cuando aún era presa de los grandes predadores, especialmente de los felinos, entre los que se encontraban los terribles tigres dientes de sable o smilidones, que tenían cierta apetencia por nosotros; de todos es sabido que la mayoría de ésta familia de animales son cazadores nocturnos, como ocurre con el tigre. Así pues, la noche se convertía en algo peligroso para nosotros. Pero incluso, aún especulando, no se sabe a ciencia cierta porque dormimos, y que sin el sueño, diréctamente morimos, como ocurre en el famoso "mal de las vacas locas" o en el llamado "insomnio familiar fatal". Donde la falta de descanso acaba por arruinar la vida de quien lo padece, hasta su terrible final. Tampoco está claro porque soñamos, algo, que a pesar de las distintas explicaciones, tenemos las mismas certezas que el hombre del Neolítico: se sabe que por las noches tenemos otra vida dentro de nuestro cerebro, pero no el porqué. De dicho órgano existe una leyenda urbana, que de tanto repetirse, se ha convertido en una realidad incuestionable para todo el mundo: el ser humano sólo utiliza un 10% de su cerebro. Pero la ciencia asegura que ésto no es verdad. Lo que sí es cierto, es que hay ciertos rincones de nuestra mente que se mantienen cerrados en una especie de caja fuerte para que no vuelvan a aflorar; con ello se evitan pesadillas y vivencias que pueden ser traumáticas, actuando, ésta especie de fortaleza, como un medio de protección de nosotros mismos. Todos afirman en coincidir, que si todos éstos recuerdos saliesen en tromba se desataría algo que recordaría al mito de la "Caja de Pandora", e imposibilitarían que pudiéramos llevar una vida normal por causa de miedos y traumas excesivos. Y es que, sin duda, el cerebro y la mente (no confundir ambos), dan auténtico pánico. Por eso de que no se sabe a ciencia cierta porque soñamos, tampoco se entienden el sentido que tienen las pesadillas, que algunos consideran como un síntoma más de stress, o incluso como una especie de bálsamo que serviría al sujeto para que cuando despertara, se diera cuenta de que hay realidades peores. Pero sea como fuere, ésto, ya lo vengo diciendo, es pura especulación, y cualquier explicación es casi imposible de demostrar. Pero no todo son pesadillas en ésta vida, y hay sueños, en los que uno se inventa personajes, que parece conocer de toda la vida, y que cuando uno despierta, se pregunta de quien demonios se trata. Pero tampoco ésto parece tener explicación, como tampoco la tienen los famosos Deja Vu, o los sueños premonitorios. Sobre el primero, explican los escépticos que se trata de un simple error del cerebro, en el que parece recordar algo que no ha pasado, pero creánme, les puedo asegurar, que una vez un amigo y yo tuvimos uno a la misma vez. Aunque, evidentemente, puede ser pura casualidad. Sobre los segundos, argumentan, y es de pura lógica, que durante una sola noche tenemos, al menos unos cuatro ciclos de sueños, y unos 100.000 a lo largo de nuestra vida, así pues lo raro es que alguno no coincidieran con la realidad. Es cuestión de pura estadística.

En fin, como colofón al asunto, y para no dormirles más (nunca mejor dicho), les diré, como antes afirmé, que ésto es algo que afecta, también a todo ser que tenga un mínimo de cerebro. Así pues, mamíferos y aves tienen sueños que son más complejos que, por ejemplo, los reptiles y anfibios. También los dos primeros tienen, al parecer una cierta transmisión cultural con el que ya nacen, y por ello, desde el principio, saben a que depredadores temer o a qué circunstancias (terremotos, tormentas). Es algo que compartimos todos, nosotros, nuestras mascotas y los animales salvajes. Me despido, pues ya me están entrando ganas de dormir, y por ello, les deseo un feliz descanso...si pueden. Un saludo desde el sur.

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Sobre los sueños y pesadillas hay todavía todo un mundo por explicar.












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