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sábado, 26 de mayo de 2012

Las calitas de Conil

Ya se va acercando el verano, se nota en las temperaturas. Por la noche ya se duerme con las ventanas abiertas, y sólo volverán a cerrarse una vez que llegue finales de septiembre, o incluso octubre, según se presente el año. Ya es tiempo de empezar a coger la toalla y la sobrilla e irse a la playa a darse un chapuzón. Para escoger una de ellas, en nuestro país, hay infinidad de variantes, según el gusto que uno tenga; pero yo, siempre opto por una playa que se encuentre libre de edificios que atormenten el paisaje. Camposoto, en San Fernando es una buena opción, pues aunque la ciudad se encuentre cerca, el paraje marismeño que le rodea está protegido por la figura legal de Parque Natural. La posibilidad de conjugar el  baño con la observación de aves, sin duda alguna, no tiene precio. Pero aún así, en los meses centrales del verano, esta playa se masifica de gente, y a veces, en fines de semana, conviene optar por otras variantes. En esas ocasiones, me decanto por las humildes, pero bellas calitas de Conil de la Frontera, población que se encuentra a tan sólo unos veinte minutos de autovía. De éstas calas algunas sufren el efecto del turismo, pero hay otras en las que es fácil aparcar y estar sólo.

 No obstante, es inevitable por mí, no ir a un paraje como éste y no observar su paisaje. Su humilde, pero interesante avifauna, su flora mediterránea, y la belleza plástica que dibujan los pequeños acantilados, de apenas unos veinte metros como máximo, al atardecer, desatan todo tipo de impresiones. En efecto, aunque hoy muy tocado por el turismo y las urbanizaciones invasivas, el paraje conserva aún ciertos alicientes para la observación de una naturaleza, que sino es de las más llamativas, al menos sirven como de testimonio de lo que en otros tiempos fueron éstos lugares. Hasta hace relativamente poco, un par de décadas como máximo, se extendía desde los acantilados de Conil hasta las marismas de Chiclana, un interesante pinar que era interminable. En la segunda localidad acabaron con, prácticamente, todo el bosque, conservando sólo unas míseras hectáreas como monumento a la desvergüenza de los especuladores inmobiliarios. Pero a partir del Cerro del Puerco, entrando ya en territorio de Conil, la cosa cambia; aunque aquí los bosques ya no son, ni eran, tan espectaculares, sí que se conservan, en muchas ocasiones como auténticas reliquias. Hay que decir ante todo, y siendo honrado, que probablemente, la mayoría no fueran originarios del lugar, sino que muchos de ellos, son fruto de repoblaciones forestales encaminadas a dos objetivos claros: contener el avance de las dunas costeras hacia el interior y la propia recogida de piñones que tanto han salvado a la economía local en peores tiempos que éstos. Aunque eso sí, hay estudios polínicos que demuestran que los bosques de pinos piñoneros ya abundaban en tiempos de Roma, y existe la posibilidad de que algunos sean autóctonos del lugar. No obstante, como ya he dicho, la mayoría procede de una repoblación efectuada a lo largo del siglo XIX, cuando los pinos piñoneros eran una fuente de subsistencia. También abundan, como no, los eucaliptos rojos, que se han naturalizado en toda la provincia, y que forman bosques mixtos, en muchas ocasiones con los pinos. La presencia de otras coníferas es testimonial, pero es importante remarcarlo, como es el caso del pino de Alepo o carrasco, que suele frecuentar los bordes de los acantilados, pues aguantan mejor los fuertes vientos costeros. Otro árbol natural de la zona, y abundante en toda la provincia, es el acebuche, variante silvestre del olivo. También es digno destacar los enormes cipreses que existen muchas veces como linderos de una finca con otra. La presencia del alcornoque es escasa. Entre los arbustos y matorrales, destacan, al igual que en todo Cádiz, la fuerte presencia del palmito (una palmera enana) y el lentisco. Pero las joyas de los pinares suelen ser los enebros y la sabina costera, dos especies de coníferas, naturales de la zona, que pertenecen a la familia de los cipreces; y que hoy se encuentran protegidas y en peligro, por causa de la manía de asfaltar todo el litoral. Entre la fauna destaca un pequeño reptil, que también se encuentra en peligro, y que está protegido por ley, me refiero al camaleón, antaño abundante. Éste reptil es famoso por su mimetismo con el paisaje, ya que tiene por costumbre cambiar de color para camuflarse con el entorno. Aunque también lo hace para expresar algún estado de ánimo, como por ejemplo, en el periodo de celo. Es el único representante de su familia en Europa, y aunque algunos autores lo consideren alóctono, para mí hay ciertas dudas de ésta teoría, que tan bien viene para justificar la urbanización del litoral. El resto de la fauna es corta, pero sí interesante, en el caso de las aves conviene destacar la presencia de varios tipos de gaviotas, abundando entre ellas las patiamarillas; la existencia de garcillas bueyeras, varios tipos de córvidos, como la urraca, las grajillas y el cuervo;  algunos buhos reales de gran tamaño, perdices, cernícalos, cigüeñas, abubillas, abejarucos, etc. Pero lo que más abundan son los passeriformes, es decir, los pájarillos pequeños (los córvidos están incluídos en éste orden), entre los que se encuentran el carbonero, el verdecillo y el jilguero, entre otros muchos. De los reptiles, aparte del ya nombrado camaleón, la presencia de culebras, eslizones, lagartijas y lagartos ocelados tiene demostrada su presencia. Los mamíferos escasean, pero se pueden encontrar algunos, como es el caso del conejo, la liebre, y el zorro entre otros.

 Actualmente, casi toda la zona es LIC (lugar de interés comunitario) perteneciendo con ello a la Red Natura 2.000, pero sería interesante que obtuviera otra forma legislativa de protección, como por ejemplo el del paraje natural, pero evidentemente, parece ser, que a nadie le conviene. No me gustaría asistir a otra debacle como la que ocurrió en la vecina Chiclana, y desde luego, sería una pena que todo el litoral norte de la provincia acabara siendo carne de asfalto. No es de recibo que entre la Bahía de Cádiz y la Breña de Barbate no haya otro lugar protegido, habiendo además lugares dignos de amparo legal. Pero como ya he dicho, parece ser que en Andalucía ya está todo dicho, y no hay otros parajes que tengan derecho a protección alguna. Por ello, animo a visitar dichas calitas antes de que a algún listo de turno se le ocurra que lo ideal para el lugar sea uno de los millones de hoteles y campos de golf que brotan en España como hongos. Un saludo desde el sur.

Enebros y sabinas costeras.
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Ejemplo de pinar en Conil
Río Roche, al fondo un pinar.
Imagen de Puntalejo.
Una imagen que relaja la mente.
Varias pitas adornan esta cala.
Los acantilados son humildes, pero alojan a cierta avifauna.
También hay restos de historia en el lugar, como éste bunker.
Matorral mediterráneo en los alrededores de Puntalejo.
Imagen de los enormes cipreses que se encuentran en las cercanías de una cala.

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